DESPLAZAMIENTO:
Delfos – puente Patras : E65 nacional 48: 120 km – 1h 30min
Patras - Tsirogianni: E55 autovia 5: 20 km -15 min
Tsirogianni – Pyrgos : E55 nacional 9: 90 km – 1 h
Pyrgos – Archea Olimpia: E55 provincial 74: 20 km – 15 minutos.
La primera etapa del trayecto hasta Patras fuimos casi solos por carretera de montaña pero curiosamente transita junto al mar. Las vistas eran bonitas pero no las disfruté. Dejamos atrás el desvío a Nafpaktos, parada que queríamos hacer en un principio y al poco rato llegamos al puente de Patras, visible desde el avión cuando se llega a Atenas y cuyo nombre oficial es Puente Charilaos Trikoupis que con sus 2250 metros es el puente colgante mas largo del mundo. Posiblemente también de los más caros: 12 eureles cruzarlo.
Después un breve tramo de autovía que sabe a poco y a partir de allí a conducir a la griega, es decir, adelantando en línea continua y doblando la velocidad de la vía. Hoy la climatología nos había dado una tregua y el sol lucía sin ninguna nube ni carreteras mojadas, lo que ayudó bastante a que cubriéramos la distancia total en poco más de tres horas. A las 2 bajábamos del coche y corriendo para las taquillas donde nos dieron la gran noticia de que cerraban a las 5 de la tarde. De nuevo empezábamos la visita completamente solos, sin duda otro regalo de los Dioses que hoy nos habían concedido su gracia. Seguramente algo tenía que ver el águila azulada (o verdosa) que de nuevo nos había acompañado desde el cielo.
En el recinto se encuentran restos arqueológicos de la época griega pero también romana; nosotros nos centramos en las primeras principalmente, dando un rápido paseo por el resto de restos – valga la redundancia - ya que el museo esta situado bastante lejos de la zona arqueológica.
Comenzamos la visita por el gimnasio y la palestra. A un lado quedan las termas y el prytaneion. Continuamos a mano izda por el Filipeion, estructura circular similar al tholos de Delfos construida por el padre de Alejandro Magno para conmemorar sus victorias en los juegos olímpicos y que contenía esculturas de la realeza de Macedonia
De allí seguimos para el Templo de Hera, mujer de Zeus, de orden dórico y fachada hexástila. En un pequeño terreno frente a la puerta es donde en la actualidad se enciende la llama de los juegos olímpicos que da la vuelta al mundo antes de encender la antorcha en el lugar donde proceda celebrarlos. Es conocido su carácter tan celoso y la mala leche que se gasta en numerosas ocasiones, así que no entramos a hacerle ninguna ofrenda, no fuese a caerle mal y me hiciese la vida imposible como a Heracles o se encendiera su ira contra alguna de las bellas mujeres que me acompañaban pues tenía el presentimiento de que el águila que nos seguía desde hacía un par de días bien podría ser su marido esperando el momento para hacer “una visita” a alguna de ellas al estilo de la princesa Europa de Tiro…
A lo largo de todo el lateral se encuentra el Nynpheion, una especie de fuente semicircular de dos pisos donada por Herodes Ático que contenía esculturas de emperadores romanos y sus familias. Hay que imaginárselo un poco…
Ya desde allí se veía perfectamente el arco de entrada al estadio, quizás la imagen más representativa de toda la zona arqueológica.
Cruzarlo en solitario y completamente en silencio me transportó ,una vez más, a la época clásica, y como hiciera Pélope en su época salude a la gran multitud de griegos venidos desde todos los rincones de la Hélade para disfrutar de los 7 días de festejos.
La situación era para tomársela en serio, pues estábamos en el estadio olímpico construido en honor a Zeus por su bastardo hijo Heracles, quien puso nombre a los juegos tras completar las 12 pruebas. Así que me desnudé ,como era costumbre en la época, para realizar mi propio triatlón: lanzamiento de piedra, salto de longitud y carrera de los 200 escalones (distancia olímpica). En todas resulté vencedor absoluto recibiendo la máxima gloria posible de manos de mi atónita novia: la corona de olivo.
Acto seguido me limpié el sudor de todo el cuerpo con un kleenex para ofrecérselo a Zeus en su templo. Las tradiciones NO se pueden romper. Me sentía muy cómodo al estilo griego así que continué la visita desnudo un rato más.
Ya recuperado del éxtasis olímpico seguimos con el recorrido de camino al octagon y a la stoa, construcciones de las que queda muy poco en pie, por no decir nada. Y al momento estábamos ya ante el templo de Zeus. Impresionante la sensación de pequeñez que sientes cuando atraviesas el peristilo y entras en el interior del templo, levantas poco a poco la vista para sentir clavada en ti la de esta figura de 12 metros de marfil y oro sentada en su trono. En ese momento se confirmaron mis pensamientos pues el águila que nos acompañaba estos días atrás estaba en su hombro derecho (rondaba a alguna de las féminas, o quizás me rondaba a mi..) Le ofrecí mi kleenex aun húmedo de mi sudor de campeón olímpico circunstancial y se lanzó en picado hacia él para recogerlo. Por un momento pensé que la ira de Zeus caía sobre mí.
En el templo no esta permitido entrar con cámaras de fotos y por supuesto te obligan a apagar el móvil o ponerlo en silencio, pues asi reza en una inscripción de la entrada firmada por Fidias
Y hablando de este gran escultor, el más grande de la época clásica, nuestra siguiente visita era a su taller situado a “dos manzanas” del templo. Al salir de Delfos le había mandado un whatsapp pero no tenía respuesta. Quizás se hubiese tenido que desplazar a Atenas por alguna cuestión profesional o tal vez estaba tan atareado que ni se había enterado del móvil…
A la entrada nos atendió un joven que identifiqué como Pancartes de Elis, su joven Efebo según las malas lenguas del Sálvame heleno. Me presenté como Zacáridas de Hispania, más allá de la magna Grecia, emisario del tirano Rajoystenes. El pobre chaval se quedó con una cara de póker similar – probablemente – a la que llevas tú ,querido lector, desde hace un rato con semejantes historias que me están sucediendo. Muy amablemente nos dijo que estaba muy ocupado trabajando a destajo en la parte del friso del Partenón de las panateneas. Resignados y sin ni siquiera un autógrafo volvimos hacia la entrada del recinto pasando por la palestra.
El museo esta a un breve paseo y, para variar, también lo visitamos completamente solos. Me resultó incluso más interesante que el de Delfos y la visita nos llevó una hora aprox.
Se muestran objetos encontrados en las excavaciones muchos de ellos de bronce. Los restos del taller de Fidias están expuestos y la colección de partes de armaduras que se exponen es de lo mejor. Cascos de tipo corintio, arcaicos, idilios…
Escudos votivos de bronce y grebas
En una sala exclusiva te recibe el Hermes de Praxíteles, llamada en su día por su descubridor como «La gloria coronada de todos los hallazgos hechos en Olimpia», considerada como la mejor escultura antigua original que se conserva hoy en día. Descrita por Pausanias fue descubierta en 1874. Se trataba de una escultura corpórea desnuda (cabeza, tronco, piernas y el brazo izquierdo) que representa un joven apoyado en un tronco de árbol cubierto con un paño de tela. Se encontraba protegido por una gruesa capa de arcilla, aunque en un estado de conservación excepcional. Aún así una pierna esta reconstruida por completo. En su espalda se pueden ver marcas del pulido que contrastan con el brillo del resto del cuerpo
Para concluir el recorrido se entra a la sala donde se exponen las figuras de los frontispicios y metopas del templo de Zeus.
El oriental – a la derecha según se entra. está dedicado al mito de la carrera de carros entre Enómao y Pélope por la mano de la hija del primero, Hipodamía. Consta de veintiuna figuras, representando los momentos anteriores a la disputa de la carrera, y están distribuidas de manera simétrica alrededor de la figura central que representa a Zeus, árbitro de la carrera que va a tener lugar. A su derecha está el bando de Enómao en el que figuran Enómao, su mujer Estérope, su cuadriga, criados, uno de los cuales ha sido identificado como Mirtilo, auriga de Enómao, y finalmente en el ángulo del extremo una representación del río Alfeo. A la izquierda está el bando de Pélope, al que sigue Hipodamía, su cuadriga, criados y al final una representación del río Cladeo.
El frontón de la izquierda, mucho mejor conservado que el anterior está dedicado al mito de la lucha entre los lápitas de Pirítoo y los centauros de Euritión. Son veintiuna figuras distribuidas en grupos de centauros tratando de secuestrar a las mujeres lápitas (foto) mientras éstas tratan de resistirse, alrededor de la figura central que representa a Apolo. En los extremos hay una serie de mujeres lápitas que asisten horrorizadas a la lucha. Los grupos más importantes son los que están alrededor de Apolo que representan, a su derecha, la lucha entre Euritión y Deidamía, recién desposada con Pirítoo, mientras éste está detrás de ellos dispuesto a golpear a Euritión, y a su izquierda otra lucha entre un centauro y una mujer lápita mientras detrás está Teseo en postura semejante a la de Pirítoo. La imagen que representa a Apolo es la mejor conservada e impacta su semblante.
Salimos del museo prácticamente a su hora de cierre y tan hambrientos que nos sentamos a comer en el primer lugar que vimos. En la calle que lleva al complejo están los restaurantes y también hoteles y hostales. Aprovechamos para probar algo típico del país que ya iba siendo hora.. ¡Mousaka para todos!
Con el café pusimos en común el resto del itinerario con dos opciones posibles: pasar la noche allí y levantar temprano para salir hacia Micenas o conducir hacia allí para que el día nos cundiese más. Nos decidimos por esta opción, 192 kilómetros nos separaban del destino y si se hacía muy largo el camino pararíamos a dormir donde se nos diera.