Otro día de buen tiempo, ¡qué gozada! Saliendo de la zona de Jostedalsbreen, aún tuvimos la oportunidad de contemplar otra lengua del glaciar en el camino que nos llevaría hacia Sognefjord.
También nos detuvimos a admirar el precioso Fjaerland, uno de los brazos del Sognefjord.
Vista hacia la izquierda:
Vista hacia la derecha.
Vista hacia la derecha.
Aquí han construido el espectacular mirador Stegastein que se adentra en el fiordo para contemplarlo como a vista de pájaro. No estaba cuando nosotros estuvimos, aunque las vistas no dejaban de ser extraordinarias.
Por esta zona hay que pasar varios túneles y el viaje se hace un poco largo. En Kaupanger vimos su starkirke, iglesia típica escandinava de madera. Hay otras más bonitas por la zona, pero ésta también tiene su encanto:
Por esta zona hay que pasar varios túneles y el viaje se hace un poco largo. En Kaupanger vimos su starkirke, iglesia típica escandinava de madera. Hay otras más bonitas por la zona, pero ésta también tiene su encanto:
El Sognefjord, llamado en español el Fiordo de los Sueños, no se parece al Geiranger, es mucho más grande y abierto, el más largo de Noruega y, como no, maravilloso. Con una temperatura de más de veinte grados, el sol brillando intensamente y una brisa muy ligera, el crucero de dos horas y media fue todo un placer.
A este fiordo confluyen otros más pequeños a modo de brazos del principal; surcamos dos de ellos, Aurlandfjord y Naroyfjord, realmente bonitos, hasta llegar a Gudvangen, desde donde nos dirigimos a Flam para coger el famoso tren: Flamsbanen.
Su recorrido, que en 20 Km. salva un desnivel de casi 900 metros desde Flam a Myrdal, serpentea entre precipicios y cascadas, en la que se considera la ruta férroviaria más espectacular de Noruega. El tren hace varias paradas, la más interesante a la altura de la soberbia cascada de Rjande, donde aparece una figura de mujer entonando una especie de cántico, un poco turistada, la verdad; eso sí, la cascada, preciosa:
Sinceramente, no sé si fue porque a esas alturas ya estábamos curados de maravillas y empezábamos a encontrar normales aquellos idílicos parajes, pero el recorrido del tren no fue, ni mucho menos, uno de mis preferidos en el viaje.Se puede hacer de ida o de ida y vuelta. Nosotros hicimos solo ida, y en Myrdal, tomamos un tren convencional que nos llevó en unas dos horas hasta donde nos esperaba el autobús. Se nos hizo muy pesado porque, aunque atravesaba paisajes muy bellos, el tren iba lleno, no tenía aire acondicionado y hacía un calor horrible.
Llegamos a BERGEN a última hora de la tarde. Nos advirtieron que los hoteles en esta ciudad tienen fama de disponer de las habitaciones más pequeñas de Noruega, ¡pues madre mía!. Y la fama está bien ganada, por lo menos en el Rica, donde estuvimos, apenas caben dos personas dentro y, de verdad, se hacía agobiante aunque era exterior y daba a una calle muy animada. Menos mal que la ubicación es muy buena, a unos minutos a pie del centro y del puerto; además, el desayuno estaba bien. Salimos a dar una vuelta y a cenar. Había feria y un montón de gente por todas partes incluso de noche: menuda novedad. En el puerto, muchos puestos de venta de bocadillos a precios bastante razonables. Los bocadillos de gambas están para chuparse los dedos y se les puede añadir la salsa que cada uno quiera. Ya, de entrada, nos gustó mucho Bergen y su ambiente.
Llegamos a BERGEN a última hora de la tarde. Nos advirtieron que los hoteles en esta ciudad tienen fama de disponer de las habitaciones más pequeñas de Noruega, ¡pues madre mía!. Y la fama está bien ganada, por lo menos en el Rica, donde estuvimos, apenas caben dos personas dentro y, de verdad, se hacía agobiante aunque era exterior y daba a una calle muy animada. Menos mal que la ubicación es muy buena, a unos minutos a pie del centro y del puerto; además, el desayuno estaba bien. Salimos a dar una vuelta y a cenar. Había feria y un montón de gente por todas partes incluso de noche: menuda novedad. En el puerto, muchos puestos de venta de bocadillos a precios bastante razonables. Los bocadillos de gambas están para chuparse los dedos y se les puede añadir la salsa que cada uno quiera. Ya, de entrada, nos gustó mucho Bergen y su ambiente.