A las 5.45h de la mañana nos pican en la puerta de la habitación para que nos levantemos. Desayunamos y nuestra agencia se supone que nos pasa a recoger a las 6.45h. No aparece nadie. Después de un rato largo ya empezamos a ponernos todos un poco nerviosos y yo bastante cabreada: odio la impuntualidad y tengo frío y sueño, me levanté temprano para nada y por llegar tarde temo que no avistemos ni un cóndor. La madre y la hija que venían en la misma excursión llaman a la agencia en Arequipa, pero no les dicen nada concreto, allí son maestros en dar largas. También la señora del hotel les llama, al final llegan a buscarnos cuando les parece, sobre las 8 (aplicaron el dicho que no paran de repetir los peruanos “la hora camana: cada uno llega cuando le da la gana”).
Nos ponemos en marcha hacia el valle del Colca, vamos por una pista sin asfaltar, que en algunos trozos no existe pues las lluvias se la llevaron por delante, la furgoneta no para de dar saltos por los muchos baches que nos encontramos. Antes de entrar el valle, hay que parar en el control en el pueblo de Pinchollo para pagar las tasas (80soles). El paisaje del valle es una maravilla, miles de terrazas de cultivo de todas las gamas del verde (hay unas 25000) a derecha e izquierda y en medio de ellas, a orillas del río Colca, los pueblos fundados por los españoles que aún hoy en día conservan el mismo trazado y la mayoría de edificios de esa época. Uno de ellos se llama Madrigal, como el de España.
En este valle la tierra es extraordinariamente fértil, llegando a dar 3 cosechas al año, los cultivos principales son las patatas y el maíz para los que los habitantes del Colca se siguen sirviendo de las técnicas más rudimentarias: el burro y el arado de mano.
Más adelante ya nos adentramos en el cañón del Colca, el más profundo del mundo, aquí se termina la zona de cultivo y el paisaje se transforma en unas escarpadas paredes verticales sin vegetación alguna. Con muchísimo retraso llegamos a la Cruz del Cóndor, pero tenemos la suerte de nuestro lado y ese día los cóndores tampoco madrugan, con lo que podemos ver muchísimos en pleno vuelo. Da gusto verlos planeando por encima de nuestras cabezas, con su vuelo majestuoso y su imponente envergadura.
Sobre las 12 volvemos hacia Chivay, antes hacemos una parada en el pueblo de Maca que tiene una bonita iglesia colonial y ¡cómo no! un mercadillo con todo lo que un turista pueda desear.
Llegamos a Chivay para comer, la guía se encarga de recuperar nuestras maletas y nos las acerca a la parada de 4M express, para que las podamos facturar en el viaje de esta tarde. Mientras estamos con esto, la guía recibe una llamada de la agencia para que nos pongamos al teléfono y valorar la excursión. Pues bien, valoramos que fue bastante desastrosa: ayer nos dejaron sin cena folclórica, el hotel Suma Wasi un tugurio y la atención pésima, y por último el retraso de esta mañana que bien se podría haber traducido en un fracaso total de no haber aparecido los cóndores. Para nuestra sorpresa, nos piden disculpas y en desagravio nos invitan a comer en un buffet de la Plaza de Armas. Vale, encantados. Nos ponemos morados, está todavía más bueno que el del día anterior.
A la 13.30 sale el autobús para Puno, es un servicio turístico con azafata-guía, todos somos guiris. Nos dan unas botellas de agua y la guía va hablando casi todo el camino, nos lo hace muy ameno con sus explicaciones. A medio camino paramos a merendar en un bar de la carretera, nos dan unos sandwiches y unas chocolatinas. Continuamos y ya se empieza a percibir como poco a poco cambia el paisaje, estamos llegando al altiplano. Hacemos una parada en Lagunillas, un enorme lago a 4100m de altitud poblado por una gran variedad de aves; flamencos, garzas, cormoranes, patos…
Varios pasajeros se empiezan a sentir muy mal, tal vez por el mal de altura y tenemos que hacer una parada en Juliaca para que los atiendan. Juliaca es la ciudad más horrible que uno se pueda imaginar, además de un nido de contrabandistas por lo que transitar por ella resulta peligroso.
Por fin llegamos a Puno, ya es de noche cerrada. Luis Alberto, el dueño del Manzano Lodge, nos está esperando para llevarnos al hotel. Una vez instalados en la habitación pedimos en recepción que nos compren los tickets para la excursión de mañana al Lago Titicaca con visita a las Islas Uros y Taquile (80 soles) y también los billetes de autobús para ir de Puno a Cuzco pasado mañana con Inca Express (155 soles). Ya es tarde y el día fue muy largo, así que cenamos en la habitación los bocadillos que nos habían dado en el camino y nos vamos a dormir.
Nos ponemos en marcha hacia el valle del Colca, vamos por una pista sin asfaltar, que en algunos trozos no existe pues las lluvias se la llevaron por delante, la furgoneta no para de dar saltos por los muchos baches que nos encontramos. Antes de entrar el valle, hay que parar en el control en el pueblo de Pinchollo para pagar las tasas (80soles). El paisaje del valle es una maravilla, miles de terrazas de cultivo de todas las gamas del verde (hay unas 25000) a derecha e izquierda y en medio de ellas, a orillas del río Colca, los pueblos fundados por los españoles que aún hoy en día conservan el mismo trazado y la mayoría de edificios de esa época. Uno de ellos se llama Madrigal, como el de España.
En este valle la tierra es extraordinariamente fértil, llegando a dar 3 cosechas al año, los cultivos principales son las patatas y el maíz para los que los habitantes del Colca se siguen sirviendo de las técnicas más rudimentarias: el burro y el arado de mano.
Más adelante ya nos adentramos en el cañón del Colca, el más profundo del mundo, aquí se termina la zona de cultivo y el paisaje se transforma en unas escarpadas paredes verticales sin vegetación alguna. Con muchísimo retraso llegamos a la Cruz del Cóndor, pero tenemos la suerte de nuestro lado y ese día los cóndores tampoco madrugan, con lo que podemos ver muchísimos en pleno vuelo. Da gusto verlos planeando por encima de nuestras cabezas, con su vuelo majestuoso y su imponente envergadura.
Sobre las 12 volvemos hacia Chivay, antes hacemos una parada en el pueblo de Maca que tiene una bonita iglesia colonial y ¡cómo no! un mercadillo con todo lo que un turista pueda desear.
Llegamos a Chivay para comer, la guía se encarga de recuperar nuestras maletas y nos las acerca a la parada de 4M express, para que las podamos facturar en el viaje de esta tarde. Mientras estamos con esto, la guía recibe una llamada de la agencia para que nos pongamos al teléfono y valorar la excursión. Pues bien, valoramos que fue bastante desastrosa: ayer nos dejaron sin cena folclórica, el hotel Suma Wasi un tugurio y la atención pésima, y por último el retraso de esta mañana que bien se podría haber traducido en un fracaso total de no haber aparecido los cóndores. Para nuestra sorpresa, nos piden disculpas y en desagravio nos invitan a comer en un buffet de la Plaza de Armas. Vale, encantados. Nos ponemos morados, está todavía más bueno que el del día anterior.
A la 13.30 sale el autobús para Puno, es un servicio turístico con azafata-guía, todos somos guiris. Nos dan unas botellas de agua y la guía va hablando casi todo el camino, nos lo hace muy ameno con sus explicaciones. A medio camino paramos a merendar en un bar de la carretera, nos dan unos sandwiches y unas chocolatinas. Continuamos y ya se empieza a percibir como poco a poco cambia el paisaje, estamos llegando al altiplano. Hacemos una parada en Lagunillas, un enorme lago a 4100m de altitud poblado por una gran variedad de aves; flamencos, garzas, cormoranes, patos…
Varios pasajeros se empiezan a sentir muy mal, tal vez por el mal de altura y tenemos que hacer una parada en Juliaca para que los atiendan. Juliaca es la ciudad más horrible que uno se pueda imaginar, además de un nido de contrabandistas por lo que transitar por ella resulta peligroso.
Por fin llegamos a Puno, ya es de noche cerrada. Luis Alberto, el dueño del Manzano Lodge, nos está esperando para llevarnos al hotel. Una vez instalados en la habitación pedimos en recepción que nos compren los tickets para la excursión de mañana al Lago Titicaca con visita a las Islas Uros y Taquile (80 soles) y también los billetes de autobús para ir de Puno a Cuzco pasado mañana con Inca Express (155 soles). Ya es tarde y el día fue muy largo, así que cenamos en la habitación los bocadillos que nos habían dado en el camino y nos vamos a dormir.