Comenzaremos esta ruta por la Rua da Prata y su cruce con la Rua da Conceiçao, donde encontramos una alcantarilla que se abre unos días al año para permitir el acceso a las ruinas romanas que se encontraron aquí tras el terremoto. Solo se abren tres días al año, en septiembre, y depende de las condiciones climáticas que se abran o no. Siguiendo por la Rua da Conceiçao, llegaremos a la Iglesia de la Magdalena, que ya se encuentra en el tradicional barrio de la Alfama. Este barrio, totalmente destruido por el terremoto, no fue reconstruido como lo fue la Baixa por el Marqués de Pombal, sino que se dejó a sus habitantes la reconstrucción, por lo que hoy muestra ese entresijo de calles que suben y bajan por las colinas del barrio, de edificios viejos y desvencijados donde la ropa tendida es una constante.
El edificio histórico más importante del barrio es la Sé Patriarcal da Nossa Senhora, la catedral. Construida en el siglo XIII en estilo románico, tiene apariencia de fortaleza. Su interior es muy oscuro y muy austero y una de sus capillas absidiales posee un belén con cientos de figuras en una urna de cristal… El claustro, del siglo XIV es de estilo gótico y en el se están haciendo excavaciones pues se han encontrado restos fenicios, romanos y árabes… La catedral fue muy dañada por el terremoto, y su aspecto actual se debe a las reformas hechas en el siglo XX.
Delante de la catedral se encuentra Santo António de Lisboa (San Antonio de Padua, que nació en Lisboa), donde se puede visitar la celda donde vivió este santo. Siguiendo la Rua de Augusto Rosa llegaremos al Largo de Santa Luzia y su romántico mirador ajardinado con azulejos… La verdad es que las vistas no son muy allá (un horrible tejado de chapa impide ver nada…)
Mucho mejores son las de el Mirador das Portas do Sol, un poquito más adelante, desde donde se ven San Vicente de Fora y el Panteón. En esta plaza siempre hay muchos músicos callejeros y es agradable para tomar un café.
En esa plaza también encontramos el Museo de Artes Decorativas. Si tenemos ganas de seguir subiendo, podemos seguir por la Rua de Santo Tome, hasta EL Largo de Graça, una pequeño parque circular con la iglesia de Graça, y el mirador más espectacular de la ciudad con permiso del Castelo de Sao Jorge.
Precisamente al castillo se puede acceder desde cualquier calle que siga subiendo, que salgan del recorrido que hemos seguido. El Castelo de Sao Jorge es una antigua fortaleza árabe que protegía una ciudadela. A pesar de los daños sufridos por los terremotos y del abandono en el que estuvo hasta el siglo XX, tras una restauración presenta el aspecto que tiene ahora. Merece la pena pasear por las murallas y contemplar las vistas.
Si queremos ahorrarnos estas cuestas, desde la Rua da Vitoria en la Baixa podemos coger el recientemente inaugurado Elevador do Castelo de forma gratuita (está en dos tramos, el superior dentro de un supermercado). Nos deja cerca de las murallas del castillo, en un bar con terraza de preciosas vistas.
A 4 minutos andando del Largo da Graça se encuentra la iglesia y el monasterio de Sao Vicente de Fora, un gran edificio blanco, del siglo XVII que acoge el panteón de la Casa de Bragança. La visita incluye los claustros, el panteón y la colección de Fábulas de Lafontaine dibujadas en azulejos. También permiten subir a la azotea y ver la antigua cisterna. La visita merece la pena (5€).
Por detrás de San Vicente nos encontraremos de cara con el Panteón Nacional, una iglesia terminada en el siglo XX que acoge las tumbas de los portugueses más ilustres, como la fadista Maria Amalia. Lo mejor son las vistas (los domingos por la mañana es gratis).
Desde el Panteón, podemos bajar al río si queremos echar un vistazo al entrañable Museo do Fado, un pequeño museo que recorre la historia de este tipo de música, siempre triste, icono de la cultura portuguesa. Merece la pena. Desde aquí podemos regresar al Largo da Sé, pasando por calles sucias y destartaladas (como todo Alfama), que están plagadas de restaurantes con fado en directo, en los que cumplir con la obliga (y cara) turistada…
El edificio histórico más importante del barrio es la Sé Patriarcal da Nossa Senhora, la catedral. Construida en el siglo XIII en estilo románico, tiene apariencia de fortaleza. Su interior es muy oscuro y muy austero y una de sus capillas absidiales posee un belén con cientos de figuras en una urna de cristal… El claustro, del siglo XIV es de estilo gótico y en el se están haciendo excavaciones pues se han encontrado restos fenicios, romanos y árabes… La catedral fue muy dañada por el terremoto, y su aspecto actual se debe a las reformas hechas en el siglo XX.
Delante de la catedral se encuentra Santo António de Lisboa (San Antonio de Padua, que nació en Lisboa), donde se puede visitar la celda donde vivió este santo. Siguiendo la Rua de Augusto Rosa llegaremos al Largo de Santa Luzia y su romántico mirador ajardinado con azulejos… La verdad es que las vistas no son muy allá (un horrible tejado de chapa impide ver nada…)
Mucho mejores son las de el Mirador das Portas do Sol, un poquito más adelante, desde donde se ven San Vicente de Fora y el Panteón. En esta plaza siempre hay muchos músicos callejeros y es agradable para tomar un café.
En esa plaza también encontramos el Museo de Artes Decorativas. Si tenemos ganas de seguir subiendo, podemos seguir por la Rua de Santo Tome, hasta EL Largo de Graça, una pequeño parque circular con la iglesia de Graça, y el mirador más espectacular de la ciudad con permiso del Castelo de Sao Jorge.
Precisamente al castillo se puede acceder desde cualquier calle que siga subiendo, que salgan del recorrido que hemos seguido. El Castelo de Sao Jorge es una antigua fortaleza árabe que protegía una ciudadela. A pesar de los daños sufridos por los terremotos y del abandono en el que estuvo hasta el siglo XX, tras una restauración presenta el aspecto que tiene ahora. Merece la pena pasear por las murallas y contemplar las vistas.
Si queremos ahorrarnos estas cuestas, desde la Rua da Vitoria en la Baixa podemos coger el recientemente inaugurado Elevador do Castelo de forma gratuita (está en dos tramos, el superior dentro de un supermercado). Nos deja cerca de las murallas del castillo, en un bar con terraza de preciosas vistas.
A 4 minutos andando del Largo da Graça se encuentra la iglesia y el monasterio de Sao Vicente de Fora, un gran edificio blanco, del siglo XVII que acoge el panteón de la Casa de Bragança. La visita incluye los claustros, el panteón y la colección de Fábulas de Lafontaine dibujadas en azulejos. También permiten subir a la azotea y ver la antigua cisterna. La visita merece la pena (5€).
Por detrás de San Vicente nos encontraremos de cara con el Panteón Nacional, una iglesia terminada en el siglo XX que acoge las tumbas de los portugueses más ilustres, como la fadista Maria Amalia. Lo mejor son las vistas (los domingos por la mañana es gratis).
Desde el Panteón, podemos bajar al río si queremos echar un vistazo al entrañable Museo do Fado, un pequeño museo que recorre la historia de este tipo de música, siempre triste, icono de la cultura portuguesa. Merece la pena. Desde aquí podemos regresar al Largo da Sé, pasando por calles sucias y destartaladas (como todo Alfama), que están plagadas de restaurantes con fado en directo, en los que cumplir con la obliga (y cara) turistada…