DÍA 14: DE CAMINO A LA CIUDAD DEL CROISSANT ✏️ Diarios de Viajes

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Volvemos a movernos mi mochila y yo. El hacer la maleta y conseguir que todo tenga el sitio perfecto ya no es un problema para mí. Lo coloco todo con una metodología, que nunca hubiera soñado tener. Cada cosa tiene su hueco óptimo, fruto de la experiencia que he adquirido en cada traslado.

Hago el camino a la estación con calma. Desayunaré allí para gastar los últimos francos suizos de mi cartera.

Hoy vuelvo a coger dos trenes y para el intercambio sólo tengo 10 minutos. Me pondría nerviosa si no tuviera ya completamente planificado, en el itinerario, la vía de la que voy a salir y en la que voy a llegar para cada uno de los renes. Hasta ahora todo el transporte que he cogido, Francia o Suiza ha sido tremendamente puntual.

Hoy, el día está más o menos despejado en Chur, pero casi no queda ni rastro de la nieve de la que ayer disfruté. En la cima de las montañas que rodean a la ciudad, se ven aún pequeños montículos de nieve, pero ya no en la base de las montañas.

El primer trayecto lo hago en un tren Intercity. El tren es cómodo. En cada asiento reservado (como el mío) un papelito muestras el recorrido del ocupante. Ayuda a que la gente sin sitio reservado no lo ocupe.

El segundo tren lo cojo en Sargans y ahora si ya voy directa hacia la estación de Viena.

Mi compañera de viaje es esta vez una Suiza que vive en Basilea. Le digo que he estado allí, pero que no he pasado de la estación de tren. Ella me explica que es una lástima, que es lo que hace mucha gente y que convendría que se descubriera la belleza de la ciudad. Poco puedo contestarle más que sonreír. Hoy buscaré en google cuáles son los encantos de la ciudad.

En el trayecto hago de todo: como, leo aunque poco, porque no me acaba de enganchar el libro que he escogido, dormito, escucho música, hablo con mi acompañante, escribo.. pero sobretodo admiro el paisaje que atravieso. Sigue siendo muy bonito, la mayoría son pueblos pequeños y casas aisladas en medio de la nada. Me sorprende el agua de color turquesa de los ríos por los que pasamos. Me recuerda a las aguas del mar de Tailandia o Indonesia.

Cuando han pasado horas descubro que hay wifi gratuita. Me contengo de engancharme más allá de enviar la foto del día a amigos y familiares y echar la jugada a triviados con la Pepa (¡ains que larga será esta partida!), pero al final la tecnología me gana la partida y acabo enganchada a la música de spotify y al whatsapp.

Llego a Viena con el inicio de la noche. Me cuesta poco localizar el camino hacia el hostal, (un día de estos he de añadir a los recursos las aplicaciones móviles que uso para viajar). Allí me espera mi amiga Nelly que ha venido a pasar la semana Santa a la ciudad. Poco más tarde mi hermana Núria y mi madre también se unirán a nosotras, porque aunque ya habían llegado, habían decidido ir a dar una vuelta para explorar la ciudad.

Salimos a cenar alrededor del hostal. Estamos muy céntricas y no tardamos en localizar un café restaurante típicamente vienés. Después con el buche a reventar, nos organizamos para los próximos días para finalmente rendirnos a los brazos de Morfeo.

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