DÍA 40: ¡LA CRISIS DE LOS 40 NO EXISTE PARA NOSOTRAS! ✏️ Diarios de Viajes

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Hemos dormido de fábula en el barco. Volvemos a cambiar de horario, así que ya tuvimos la precaución de irnos a dormir con el horario Moscovita.

Entramos a desayunar en la primera tongada. Es decir, entre los afortunados que consiguen tomar la primera comida del día al lado de una ventana. El sol apenas ha salido, el mar está helado y las vistas del buque navegando entre trocitos de hielo es fabuloso. El frío aire del mar ayuda a transportarnos imaginariamente al mismo Polo Norte.

He dejado algunas fotos fabulosas en la galería de San Petersburgo, es decir, aquí.

El desembarco en un nuevo país lleva esta vez colas en la entrada de inmigración. Pese a que no hemos salido de las últimas (aunque tampoco de las primeras), la gestión nos ha llevado más de una hora. A la salida una banda toca a la salida de los pasajeros. Cogemos el shuttle de la compañía de cruceros que nos deja gratuitamente en la Plaza de San Isaac que está a solo 5 minutos andando de nuestro alojamiento. Llegamos a él y ¡Oh Mon Dieu! no tienen registro de mi reserva!!! menos mal que tengo el comprobante del pago a cuenta y todo! La chica de recepción está consternada por lo que ha pasado. La verdad es que no consigue entender por qué no tiene mis datos. No es tan grave porque tiene habitaciones libres y al final, conseguimos una habitación mejor por el precio que teníamos pactado.

Hemos tardado un poco entre pitos y flautas, pero aún así dejamos las maletas y a la espera que nos asignen una habitación nos vamos a inspeccionar la ciudad.

Vamos primero a la Catedral de San Isaac que para eso la tenemos super cerca y hemos pasado hasta por delante de ella. A cambio de 400 rublos tenemos la entrada de la catedral y del Mirador. Subimos primero al Mirador. Nos sentimos bien: tenemos toda la ciudad rendida a nuestros pies, y eso lo hemos conseguido aún siendo ciudadanas recientes! El cielo es azul y nuestra vista alcanza toda la ciudad. Volvemos a bajar los 562 escalones que nos han encumbrado a lo más alto para pasar al Interior. Allí dicen que no pueden hacerse fotos, pero confieso que encontrareis algunas fotos en la galería.

No podemos evitar que nuestra segunda visita sea Iglesia del Salvador sobre la sangre derramada. Mi amiga Ana, que es una gran viajera, dice declararse fan de ese nombre. La verdad es que el nombre es curioso y le viene de que fue construida justo encima de donde fue asesinado el zar Alejandro II (sí aquel que también tiene una estatua en la plaza de la Catedral de Helsinki). Parece que mientras el Zar se dirigía Cuartel de la Manege, le atentaron con una bomba. Esta no le mató, pero la segunda (y había hasta una tercera) sí que llegó a alcanzarle amputándole las piernas. No pudieron salvarle, pero decidieron construir allí la Iglesia . De hecho, se puede ver la reliquia de los adoquines manchados de la sangre del Zar.

Caminando un poco más lejos, acabamos llegando a la Catedral de Kazan, que es característica por su columnata con 96 columnas. Todas las mujeres llevan la cabeza cubierta, y hacen cola para ver a al virgen de Kazán. No pasamos mucho tiempo allí porque hay demasiados feligreses y nos da la sensación que estorbamos en sus oraciones.

Así que caminamos de regreso al albergue a descansar un rato y comer algo.

A la noche salimos a cenar y a andar un poco, pero se ha puesto a llover de forma molesta. De aquella lluvia-aire que te da la vuelta al paraguas y te moja estúpidamente. Así que nos tardamos en regresar al albergue, aunque no, sin antes haber pasado a comprar víveres para lo que será el desayuno del día siguiente.

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