Llevábamos tres meses esperando el día en que por fin aterrizaríamos en NY. Y por fin llegó . El vuelo Sevilla-Lisboa lo hicimos en el avión más pequeño en el que he volado. Una avioneta para ser exactos. Solo había dos filas de 9 asientos cada una, te dejaban una bolsita de picnic con el desayuno sobre el asiento pero ni siquiera se podía meter el equipaje de mano en la cabina a menos que fuera un bolso o mochila pequeña.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Mi marido disfrutó mucho de las vistas al despegar y en general, lástima que yo no pueda contar lo mismo porque con el madrugón di una cabezadita que duró cuarenta y nueve de los cincuenta minutos de vuelo. Pensé que a la vuelta las vería...pero me volví a quedar dormida
La escala en Lisboa se hizo larga, así que nos vimos obligados a desayunar por segunda vez para hacerla más amena.
Por el contrario el avión Lisboa – Nueva York era bastante grande, aunque probablemente no sea el mayor que hemos cogido. No tenemos ninguna queja ni sobre el avión ni sobre la compañía TAP: han sido puntuales, teníamos un espacio bastante razonable entre asientos y pantallitas individuales (que siempre se agradecen para los vuelos largos). Las comidas todo lo buenas que cabe esperar de las comidas de avión. Bueno, sí tengo una queja: la revista americana Global Traveler le dio a la TAP hace un par de años un premio por servir el mejor vino tinto en la clase Business. Me quejo de que no nos dejaran probar ese vino a los de turista .
Por fiiiiiiin, sobre las 15:30 hora local terminamos de cruzar el charco y aterrizamos en Nueva Jersey. Durante el aterrizaje habíamos visto a lo lejos algunos rascacielos y no veíamos la hora de llegar a Nueva York. Por suerte estábamos sentados en la parte delantera y bajamos del avión de los primeros así que nos pusimos en la cola de aduanas antes que al menos otros 200 pasajeros. A nosotros nos hablaron en inglés, pero allí escuchamos a varios agentes que hablaban español así que si alguien no entiende nada de nada que no se agobie .
Lástima que esos 200 pasajeros que se sentaban detrás en el avión nos volvieran a adelantar cuando pararon a mi marido los agentes de la aduana . A quién se le ocurre apellidarse Pérez ! (es frecuente que te paren en la aduana si tienes nombre y apellidos muy corrientes porque es probable que coincidan con los de alguien buscado).
Dentro le volvieron a hacer las mismas preguntas que le habían hecho fuera (imagino que mientras comprobaban que no era el delicuente que andaban buscando) y en poco tiempo estábamos recogiendo las maletas y yendo a buscar el shuttle que habíamos contratado para los traslados al aeropuerto.
Habíamos descartado el taxi por ser demasiado caro desde Newark y también el metro porque no nos apetecía mucho cargar con las maletas en el tren, pero si llegamos a saber el atasco que íbamos a pillar en el tunel Lincoln nos habríamos replanteado lo del transporte público. Hora y media después finalmente lo conseguimos y en menos que canta un gallo estábamos pateando la Gran Manzana.
Recuerdo que hacía calor, mucho calor y que costaba creer que por fin estábamos allí, rodeados de rascacielos!!!
Dos horas después habíamos visto el Hearst Magazine Tower, el Alwyn Court Building, el Chrysler (aunque de lejos), los rascacielos del Rockefeller Center...y poco más. No fueron las dos horas que más nos cundieron, lo sé , pero en nuestra defensa hay que decir que estábamos más bien lentos con la caraja del viaje y el sueño que teníamos y que nos costaba orientarnos incluso en Manhattan (que como todos sabéis es una cuadrícula ).
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Tuvimos mucha suerte de que coincidiera aquel día el Manhattanhenge, un fenómeno que no todo el mundo ve en Nueva York (principalmente porque sólo se ve dos días al año ).
Suele ocurrir en fechas próximas al 28 de mayo la primera vez y al 12 o 13 de julio la segunda, cuando el sol al atardecer se alinea en dirección este-oeste con las calles de Manhattan (es decir, que se ve el sol bajísimo entre los rascacielos). La palabra deriva de Stonehenge, el famoso monumento megalítico inglés, donde el sol se alinea con las piedras en los solsticios provocando un efecto muy parecido.
La fecha y la hora exacta y las calles en las que se ve mejor las podéis consultar en la web del Museo de Historia Natural.
Conseguimos verlo desde Times Square cuando después de buscarlo un rato ya lo habíamos dejado por imposible y no lo buscábamos. Menos mal que aquello es peatonal, porque si no nos habrían atropellado a todos los que estábamos plantados en medio de la calle sacando fotos . No era fácil sacarlas con esa luz, pero creo que esta sirve para hacerse una idea.
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La primera noche en Times Square es inolvidable: un bombardeo de pantallas gigantes, luces de neón y personajes curiosos que te dejan con la boca abierta .
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Entramos en la tienda de Toys’R’Us para ver la famosa noria y allí estaba: 18 metros de noria dentro de la tienda, cosa que nos entusiasmó casi tanto como a los niños que había por allí . También pasamos un buen rato en la sección de los Legos.
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Ya por fin fuera de la tienda intentamos ponernos en primera fila sobre las escaleras de la tienda TKTS para que nos pillaran las cámaras y saliéramos en la pantalla gigante que hay enfrente. Aquella noche no hubo suerte con la primera fila, pero como somos unos turistas muy aplicados lo volvimos a intentar al día siguiente .
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Lo estábamos pasando genial mirando el espectáculo que es Times Square, pero estábamos cansadísimos (algo extraño considerando que llevábamos 23 horas en planta ) y teníamos un hambre feroz así que nos fuimos a cenar al Ellen’s Stardurst Diner (1650 Broadway Av.), a dos pasos de Times Square.
Había mucha cola cuando llegamos y estuvimos a punto de desistir, suerte que no lo hicimos porque justo en ese momento empezó a avanzar muy rápido y en 10 minutos estábamos dentro. Lo peculiar del sitio son los camareros que interpretan ¡y lo hacen muy bien! canciones de musicales entre las mesas (y también sobre ellas ). Totalmente contagiada del espíritu del Ellen’s Stardust pedí un plato que se llamaba Love me tender & give me a ring: un nombre muy musical para unas alitas de pollo con aros de cebolla y patatas fritas .
Es un sitio al que fuimos por el espectáculo, pero hay que decir que la comida estaba buena (casi todos los sitios que probamos nos gustaron pero no fue casualidad, llevábamos buenas referencias ).
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La cena fue muy divertida y durante un rato resucitamos con las canciones pero fue una resurrección breve. La ciudad que nunca duerme comprendería que nosotros síiiii que necesitábamos dormir .
Notas:
Reservamos el shuttle en la web www.iinewyork.com/es . El shuttle sale cada 20 minutos o media hora como máximo, dependiendo de lo que tarden en llenarse. Se puede contratar también para el JFK (el precio era el mismo, 16€ por persona) y para La Guardia (salía más económico)
www.amnh.org/ ...attanhenge ; Explicación y fechas sobre el Manhattanhenge.
www.ellensstardustdiner.com/