Arashiyama es un agradable distrito de las afueras junto a las montañas al oeste de Kyoto que conserva su atractivo natural y turistico desde hace siglos cuando las familias nobles acudían a la zona a descansar. La zona norte del distrito es más rural y posee varios templos repartidos por la base de las laderas de las montañas.
Este día habíamos programado unas actividades en Arashiyama que le resultaran atractivas a nuestro hijo que a estas alturas del viaje estaba ya saturado de "aburridos" templos. Para ello en Arashiyama teníamos pensado coger un tren panorámico que iba por un valle y volver por el río en unas barcas.
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TREN PANORÁMICO SAGANO
Para llegar a Arashiyama cogimos el metro hasta la estacion de Nijo y allí el tren de la JR Sagano Line que en 15 minutos nos dejó en la estación de Saga Arashiyama. Justo a la salida de la estación se encuentra la estación Torokko Saga del tren Panorámico Sagano. Esta linea privada es operada por trenes abiertos desde los que se disfruta el paisaje del valle del río Hozugawa entre Arashiyama y Kameoka.
Los trenes salen cada hora. Después de comprar los tickes teniamos media hora de espera. En la misma estación hay un bar de aspecto europeo del siglo XIX decorado con bustos de compositores (?) y una exposición con 3 locomotoras de vapor antiguas. Además hay una tienda con sourvenirs del tren y unas maquetas gigantes de paisajes con trenes que se pueden manejar a control remoto previo pago. Estuvimos curioseando las locomotoras y mi hijo jugó un rato con las maquetas mientras hacíamos tiempo.
El tren Sagano es un tren histórico con una locomotora de vapor y vagones de madera con cómodos asientos con techo de cristal y sin ventanas. El trayecto, realizado muy lentamente, dura unos 15 minutos y va por las laderas del valle del Hozugawa que está densamente arbolado atravesando varios tuneles y puentes sobre el río. Durante el paseo tuvimos ocasión de ver las barcas que bajaban el río así como de divisar algunas aves rapaces. El tren es claramente para turismo interno ya que eramos los únicos extanjeros en él. El viaje, que hace una parada en una estación intermedia, es muy bonito y merece la pena aunque se hace muy corto.
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A la llegada a la estación de Kameoka los japoneses, que iban en un viaje combinado tren-barco se lanzaron en bloque todos escaleras abajo sin hacer gala de mucha educación (el turismo de masas es lo que tiene). Nosotros les dejamos pasar y quedamos los ultimos a preguntar cómo se iba hasta las barcas. Al oirnos, la empleada de turismo puso cara horrorizada y practicamente nos empujo hacia la salida ya que el autobus que llevaba al muelle estaba a punto de salir. Los autobuses salen también cada hora coordinados con la llegada de cada tren. Efectivamente el autobus, lleno con los japoneses que se habían adelantado estaba ya maniobrando para salir pero el conductor nos vio a tiempo, paró y pudimos montar.
El viaje en autobus fue interminable. Durante media hora atravesó calles, puentes y pasos a nivel del pueblo de Fukuoka en medio de un atasco rural superlativo hasta llegar al bajo del edificio de la empresa junto al muelle de los barcos. Tras pagar en la maquinita infernal de rigor (220 yenes adultos, 110 yenes niños), subimos a la primera planta donde estaban las taquillas.
BAJADA POR EL RIO HOZUGAWA
De nuevo eramos los únicos no japoneses en la empresa de paseos por el río Hozugawa. Tras pagar los billetes nos dieron un número y nos dijeron que estuvieramos atentos a la megafonía para oirlo. Aprovechamos para curiosear la tienda. También había un puesto de comida rápida y bebidas. Por la megafonía no paraban de hablar en japonés y ocasionalmente decían algunas frases en inglés. No sé como, conseguimos distinguir nuestro número entre las parrafadas japonesas y bajar junto con un grupo de autóctonos al muelle.
Allí nos asignaron una barca. Las barcas son simples botes de unos 8 metros de largo sin motor y cubiertas con un parasol. Son maniobradas por 3 hombres: uno atrás en el timón y otros dos delante, uno de ellos con un remo y otro con una pértiga con la que se da impulso a estilo gondolero de Venecia y con la que también separa la barca de las rocas. Este es el que más suda así que los 3 se turnan en el viaje. El Hozugawa es un río de montaña, de poco caudal pero estrecho.
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El tramo inicial es llano y muy tranquilo pero en cuanto entra en el valle entre montañas, la pendiente aumenta y comienzan las zonas interesantes de rápidos entre grandes rocas. Suena intrépido pero en realidad no hay ningún peligro. Los marineros no pararon de hablar durante todo el viaje contando cosas muy graciosas (o por lo menos a nuestros acompañantes les hacían mucha gracia) pero no tenían ni idea de inglés.
Durante el trayecto vimos tortugas, cormoranes y algunas grullas así como pescadores y grupos de japoneses haciendo barranquismo. También nos cruzamos con el tren Sagano en 3 ocasiones. En la parte final nos hicieron una foto recuerdo pasando por un rápido que no recogimos.
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El trayecto es de unos 16 km y dura unas dos horas y aunque es precioso, se hizo un poco largo. En la última parte del viaje ya casi en Arashiyama se nos acercó otra barca que era un restaurante flotante. Se ancló a la nuestra y nos ofreció la posibilidad de tomar un refresco o comer carne o pulpo a la brasa. Durante 10 minutos nos recmolcó con su motor y nuestros sufridos gondoleros pudieron descansar un rato. En esta zona había muchas más barcas de recreo que subían desde Arashiyama un pequeño trayecto navegable del río corriente arriba.
Servicio a domicilio *** Imagen borrada de Tinypic ***
ARASHIYAMA: TEMPLO TENRYU-JI Y BOSQUE DE BAMBU
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El barco nos dejó junto al puente Togetsukyo que en las guías se describe como "el símbolo de Arashiyama" y a nosotros nos pareció un puente de hormigón bastante feo. En esta zona el valle y el río se ensanchan mucho y el puente es muy largo, eso sí. Junto al puente hay infinidad de restaurantes y tiendas de recuerdos y productos japoneses. Allí comimos algo rápido (una especie de croquetas y unos helados) y compramos algunos regalos.
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Puente Togetsukyo
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¿Por que los japoneses siempre posan en las fotos haciendo una V con los dedos?
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A continuación subirmos por la calle principal de Arashiyama y a unos 300 metros a la izquierda nos encontramos con el templo Tenryu-ji, el más importante del barrio. Es un templo budista zen también patrimonio de la Humanidad construído en el 1339. Tiene la habitual (y a estas alturas ya repetitiva) estructura de los templos japoneses con edificios dispersos entre vegetación. Pero el atractivo principal del templo es su jardín que ha sobrevivido sin cambios durante siglos. Creado por un famoso paisajista llamado Muso Soseki se distribuye alrededor de un estanque rodeado de rocas, pinos y con el fondo de las montañas de Arashiyama. Probablemente es el jardín más agradable de cuantos visitamos en Japón.
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A la salida nos encontramos directamente en un camino rodeado de bosques de bambú. Los caminos de bambú son una red de senderos trazados en un enorme bosque de bambú que constituyen uno de los grandes atractivos de Arashiyama. En ellos se puede disfutar de las cañas de bambu bamboleándose suavemente con el viento mientas emiten ligeros susurros en una atmósfera de paz y serenidad. Se puede siempre y cuando se lleve un repelente de mosquitos porque aquello estaba infestado y salimos con varias decenas de picaduras cada uno. En todo caso el sitio es muy especial y recomiendo encarecidamente un tranquilo paseo por el bosque.
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ADIOS A GION E HIGASHIYAMA
No teníamos tiempo de ver más Arashiyama y era nuestro último día en Kyoto asi que decidimos volver a dar un paseo por Gion e Higashiyama que era la zona de Kyoto que más nos había gustado. Paseando por los agradables caminos de Arashiyama, pasamos por delante de otro pequeño templo y nos cruzamos con varios rickshaws cargados de turistas hasta que llegamos a la parada de autobus de Arashiyama Tenryuji Mae. Allí cogimos el bus 11 hasta Shijo Keihan Mae en otro viajecito de casi una hora cruzando todo Kyoto. En este bus tuvimos que coger el ticket al entrar y la tarifa fue subiendo a medida que se alargaba el viaje.
Bajamos justo en la entrada de Gion. Subimos por la calle Shijo intentando llevarnos las calles y la gente de Kyoto en la memoria (y en la cámara) para siempre.
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Allí volvimos a coger la calle Hanami Koji que, como era todavía de día, estaba mucho más animada que la primera noche que la visitamos. Entretenido haciendo fotos me quedé un poco rezagado y un callejón me llamó la atención. Cual sería mi sorpresa cuando a lo lejos vi aparecer 3 geishas (más bien maikos según Ashaka83, gracias!) que venían hacía mi hablando animadamente.
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Cogí la cámara y disparé no menos de 50 fotos mientas pasaban a mi lado y entraban en la calle principal donde ya fueron sin ningún pudor objetivo fotográfico de decenas de turistas, pero las primeras fotos fueron sólo mías! La verdad es que daban la impresión de ser una atracción de feria. Daba un poco de vergüenza. Las seguimos un tramo por la calle en procesión mientras iban llegando a sus respectivas casas de té y se despedían amistosamente entre disparos de cámaras.
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Un poco de wikipedia: Una geisha es una artista tradicional japonesa, cuyas labores consisten, tras un aprendizaje desde la infancia, en entretener en fiestas, reuniones o banquetes principalmente de hombres mediante la narración de historias, declamación de poesías, canto, baile y el toque de instrumentos musicales tradicionales. En la actualidad en todo Japón quedan menos de 1000 geishas.
Las geishas modernas aún viven en casas de geisha llamadas okiya en áreas denominadas hanamachi. Una geisha empieza su educación como shikomi atendiendo como sirvienta en su okiya y asistiendo a la escuela para aprender las artes tradicionales. La siguiente etapa de educación es cuando la niña, tras aprobar un examen de danza, debuta como Minarai. La niña asiste a fiestas, pero se mantiene en silencio y se dedica a imitar a sus compañeras. Se maquilla pintando solo el labio inferior. Luego la niña se transforma en maiko o aprendiz de geisha. Sólo cuando domina las artes de su oficio se convierte en geisha.
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El maquillaje es su seña de identidad. Se pintan la cara de blanco cubriendo la cara, cuello, pecho y manos, dejando una zona sin pintar en forma de "W" o "V" cerca de la nuca, para acentuar esta zona erótica, y una zona descubierta de piel por dentro del pelo, que crea la ilusión de una máscara. Las cejas y el borde de los ojos se pintan de negro y los labios de rojo en forma de corazón.
Las geishas llevan el pelo recogido en un trabajado peinado decorado con elaborados peines y horquillas aunque muchas geishas modernas usan pelucas en su vida profesional.
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Su vestuario también es específico. La geisha se ciñe dos rectángulos de tela de algodón alrededor de las caderas y del busto para evitar que se formen arrugas en la pechera del kimono. Encima lleva unos calzones largos para no "mostrar de más" si el kimono se abre accidentalmente por delante. Sobre estas prendas se lleva una especie de ligera blusa, del mismo corte del kimono, llamada hadajuban, aunque más corta. Sobre esta se lleva el nagajuban (enagua) cuya tela se ve por debajo del kimono y tiene color rojo (para la maiko) o rosa (para la geiko). Es una especie de falda que es un poco más corta que el kimono y se ata bajo el busto. Sobre esta prenda va el kimono que luego se sujeta por un cordón llamado datejime. Sobre éste se sujeta una especie de faja llamada obi, a su vez sujeto por un cordón llamado Obijime. En este se prende un broche de obi, llamado pocchiri para la maiko, muy adornado u obi dome, más discreto, para una geisha veterana. Las aprendices (maiko) utilizan mangas que llegan casi hasta el suelo. Según van avanzando de edad y nivel en la profesión, las mangas son más cortas, de color más oscuro y de corte más elegante. La geisha utiliza sandalias de suela baja de madera y laca, llamadas zori y en interiores llevan sólo tabi (calcetines divididos entre el pulgar y el resto de los dedos).
Después de este momento geisha (¡qué suerte tuvimos!), nos dimos un paseo por Gion e Higashiyama llegando al atardecer hasta las escalinatas Ninnenzaka y Sannenzaka. Las calles medio vacías y la luz del ocaso daban al barrio una atmósfera especial. Era casi como estar en el Kyoto clásico.
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Poco a poco volvimos hacia nuestro punto de partida. Habíamos decidido cenar en Pontocho esa noche para despedirnos de Kyoto. Entramos de nuevo en el callejon y no sé si porque era martes (nuestro anterior intento había sido en fin de semana) o por la hora, encontramos muchos más restaurantes vacíos y un ambiente menos agobiante.
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Tras una breve prospección entramos en un restaurante con terraza con vistas al río y a Gion (tengo la tarjeta pero esta en japonés y no sé como deciros cual era). Pedimos un menú con edamame, kushiage, dumplings y varios platillos de pollo y pescado (congrio y anguila) todo delicioso y barato.
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Tras disfrutar del ambiente rodeados de mesas de japoneses medio achispados y todo lo desinhibidos que pueden llegar a estar, volvimos andando con pesar al hotel.
Transportes: Trenes 2; Metros 1; Autobuses 2; Taxis 0; Barcos 1