Puente de la Hispanidad, que de puente tiene poco porque cae de sábado y es un fin de semana normal. Pero bueno, parece buena fecha para hacer la primera escapada de lo que será un largo curso (como veis no me muevo casi nada, entre el estudio y un problemilla con el coche no tuve casi ocasión). Nos vamos a pasar un fin de semana relajante a la parte oriental, que la tenemos bastante vista, pero seguro que algo nuevo sacamos. El objetivo, descansar, que nos lo tenemos ganado. Nos alojamos en La Piconera (**** aunque merece más), un hotelazo con bastante lujo cerca de Ribadesella (es necesario coche), con un bono de Oferplan de 61€ teníamos noche, cena, desayuno y SPA, un ofertón en toda regla.
Día 1- Sábado 12/10/13: La magia de Lastres y Ribadesella
Comenzaba esta escapada con dulce sabor asturiano teniendo que ir a Ribadesella. Habíamos previsto parar en Lastres y Ribadesella, y por una vez, cumplimos.
Para ello, parada obligada en Lastres para comer unos bocatas (había que estudiar, salimos a la 1 y pico), en un lugar sin apenas gente, el Faro de Lluces decidido sobre la marcha al ver el cartel. Este rincón está cerca de Lastres, aunque el archiconocido pueblo no se ve. Es el último faro construido en Asturias, en 1994, bonito año. Gobierna un amplio terreno marítimo desde un acantilado de 117 metros.
No hay bancos ni nada, pero hay una roca sobre la que se come bastante agusto. Las vistas son espectaculares, hacia el oeste vemos la costa acantilada y al fondo el precioso pueblo de Tazones (ya lo vimos en la excursión a Cangas de Onis)
Si bajamos la cabeza, además de la sensación de vertigo nos topamos con la preciosa estampa del mar en calma, que pese a ello rompe con espuma contra las rocas entre playitas de cantos rodados y de acceso casi imposible.
Y si giramos la cabeza hacia el Este, además de un prado sin cuidar, vemos la Sierra del Sueve, y tras ella, los Picos de Europa, imponentes, dejando una sensación que quita a uno las palabras.
De Lastres hablaremos otro día, han sido bastantes visitas y muchas fotos, dedicaré una etapa especial con bastantes fotos en diferentes momentos.
La siguiente parada fue Ribadesella para dar un paseo por el entorno de la ría. Dejamos el coche en el centro urbano, encontramos sitio por casualidad, empezamos a caminar por el paseo "marítimo" viendo el famoso puente y un incomparable marco de montañas detrás.
Además, es espectacular ver la playa de Ribadesella, con las casonas de indianos (asturianos que emigraron a América e hicieron fortuna allí, haciendo unos palacetes cuando volvían a su pueblo; algún día os contaré muchas más cosas acerca de ellos) que la jalonan, justo en el meandro donde el Río Sella cruza su camino con el Mar Cantábrico.
El paseo tiene paneles que son una especie de cómic que cuentan la historia de Ribadesella, desde las cuevas de Tito Bustiello al Descenso del Sella y la princesa Letizia. Es bastante ameno y entretenido, muy recomendable para ir con críos.
Tras estos paneles, unos sobre mitología asturiana, y al final unas escaleras para subir a la ermita que domina Ribadesella, pero había bastantes escaleras y, bueno, es un finde de relax... Total, que en la vuelta se ve perfectamente porque Ribadesella es tan precioso, e hicimos algún experimento con la Reflex.
Después de tomar un café en una terraza, nos dirigimos a La Piconera La habitación un lujazo, en la planta de arriba (la segunda), con una cama y un baño bastante grandes y una claraboya gigante con vistas preciosas. Un lujo.
Pero vimos que no es oro todo lo que reluce. Tras deshacer las maletas y descansar un poco fuimos al SPA, que era una piscina con dos chorros para el cuello, bastante pobre (mucho), y encima picamos de incautos yendo en bañador, se va por fuera y a la vuelta nos quedamos cubito. Y la cena estaba bien, con Oferplan era menu cerrado, puré de calabacín con crujiente de jamón y carrilleras de cerdo. Muy rico pero escaso, nos quedamos los dos con hambre, menos mal que nos sobraban patatitas de la comida jeje.
Día 2- Domingo 13/10/13: Mañana de mercado tras caerse los planes
Tocaba volver, para ello habíamos pensado ir a Covadonga a ver la Santina, que lo teníamos pendiente desde que en Julio no entraramos por la cola; ir después al mercado dominical de Cangas de Onís y parar a la vuelta en el Museo de la Sidra, pero hubo que abortar los planes y cambiar por completo el día, que quedó algo soso.
Nos pusimos en camino a Covadonga tras un potente desayuno que estaba muy bien. Pero nuestro gozo en un pozo, ya desde abajo había gente subiendo andando y bastante atasco, vimos que la cola para entrar a la cueva era monumental y volvimos a desastir. Pero acabaremos yendo, que hace demasiado que no vamos a visitar a nuestra santina.
Fuimos entonces a Cangas de Onís que tiene un animadísimo mercado los domingos por la mañana. Hay de todo, pero lo mejor es el queso, que se vende en un recinto muy pequeño (debajo de una panera) y que te van dando a probar para elegir el que quieres comprar. Toda una experiencia además de llevarte buen queso, artesano y barato.
Después de comprar un par de quesos para la familia y degustar alguno que otro dimos un paseo por el centro, sin ir a la zona del Puente Romano que ya teníamos vista. Nos acercamos al Sella desde el otro lado, que no es ni la cuarta parte de espectacular; aunque el estar rodeado de montañas da muchos puntos a esta localidad asturiana en la falda de los Picos.
Y pasamos por la iglesia parroquial, a la sombra de la cual se realiza este mercado (la verdad es que Cangas es tan pequeño que sin darnos cuenta volvimos a pasar por él)
Nos sentamos a hacer tiempo hasta la comida en la calle de bares de Cangas, bastante bonita. Hay que decir que el buen día ayudó mucho a que nos gustara tanto pasar la mañana en Cangas.
Y tras esto fuimos tirando hacia el restaurante, la Sidrería San Antonio, a la vera de la capilla con el mismo nombre, que tiene una preciosa estampa al estar situada en un robledal.
Y pasamos por el Aula del Reino de Asturias, que pese a la buena pinta que tiene, estaba cerrada.
Comimos unos menus de 12€ muy abundantes y de bastante calidad, os recomiendo el sitio. Cuando íbamos a irnos a Nava me dio por mirar el horario de apertura, y resulta que los domingos por la tarde cierran, miré tambien las visitas a El Gaitero, y lo mismo, así que después de otro paseín por Cangas y volver al hotel a recoger un par de cosas que nos olvidamos, pusimos rumbo a casa.
Muy buen sabor me deja esta escapada para romper la rutina. Me deja con ganas de más, la próxima, a Madrid en mes y medio a hacer un examen y ver un poco la capital.
Y ya sabeis, si quereis recomendarme algo, os lo agradecería. Y si os gustó lo que leisteis, dejar unos puntinos que no cuesta nada.
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Día 1- Sábado 12/10/13: La magia de Lastres y Ribadesella
Comenzaba esta escapada con dulce sabor asturiano teniendo que ir a Ribadesella. Habíamos previsto parar en Lastres y Ribadesella, y por una vez, cumplimos.
Para ello, parada obligada en Lastres para comer unos bocatas (había que estudiar, salimos a la 1 y pico), en un lugar sin apenas gente, el Faro de Lluces decidido sobre la marcha al ver el cartel. Este rincón está cerca de Lastres, aunque el archiconocido pueblo no se ve. Es el último faro construido en Asturias, en 1994, bonito año. Gobierna un amplio terreno marítimo desde un acantilado de 117 metros.
No hay bancos ni nada, pero hay una roca sobre la que se come bastante agusto. Las vistas son espectaculares, hacia el oeste vemos la costa acantilada y al fondo el precioso pueblo de Tazones (ya lo vimos en la excursión a Cangas de Onis)
Si bajamos la cabeza, además de la sensación de vertigo nos topamos con la preciosa estampa del mar en calma, que pese a ello rompe con espuma contra las rocas entre playitas de cantos rodados y de acceso casi imposible.
Y si giramos la cabeza hacia el Este, además de un prado sin cuidar, vemos la Sierra del Sueve, y tras ella, los Picos de Europa, imponentes, dejando una sensación que quita a uno las palabras.
De Lastres hablaremos otro día, han sido bastantes visitas y muchas fotos, dedicaré una etapa especial con bastantes fotos en diferentes momentos.
La siguiente parada fue Ribadesella para dar un paseo por el entorno de la ría. Dejamos el coche en el centro urbano, encontramos sitio por casualidad, empezamos a caminar por el paseo "marítimo" viendo el famoso puente y un incomparable marco de montañas detrás.
Además, es espectacular ver la playa de Ribadesella, con las casonas de indianos (asturianos que emigraron a América e hicieron fortuna allí, haciendo unos palacetes cuando volvían a su pueblo; algún día os contaré muchas más cosas acerca de ellos) que la jalonan, justo en el meandro donde el Río Sella cruza su camino con el Mar Cantábrico.
El paseo tiene paneles que son una especie de cómic que cuentan la historia de Ribadesella, desde las cuevas de Tito Bustiello al Descenso del Sella y la princesa Letizia. Es bastante ameno y entretenido, muy recomendable para ir con críos.
Tras estos paneles, unos sobre mitología asturiana, y al final unas escaleras para subir a la ermita que domina Ribadesella, pero había bastantes escaleras y, bueno, es un finde de relax... Total, que en la vuelta se ve perfectamente porque Ribadesella es tan precioso, e hicimos algún experimento con la Reflex.
Después de tomar un café en una terraza, nos dirigimos a La Piconera La habitación un lujazo, en la planta de arriba (la segunda), con una cama y un baño bastante grandes y una claraboya gigante con vistas preciosas. Un lujo.
Pero vimos que no es oro todo lo que reluce. Tras deshacer las maletas y descansar un poco fuimos al SPA, que era una piscina con dos chorros para el cuello, bastante pobre (mucho), y encima picamos de incautos yendo en bañador, se va por fuera y a la vuelta nos quedamos cubito. Y la cena estaba bien, con Oferplan era menu cerrado, puré de calabacín con crujiente de jamón y carrilleras de cerdo. Muy rico pero escaso, nos quedamos los dos con hambre, menos mal que nos sobraban patatitas de la comida jeje.
Día 2- Domingo 13/10/13: Mañana de mercado tras caerse los planes
Tocaba volver, para ello habíamos pensado ir a Covadonga a ver la Santina, que lo teníamos pendiente desde que en Julio no entraramos por la cola; ir después al mercado dominical de Cangas de Onís y parar a la vuelta en el Museo de la Sidra, pero hubo que abortar los planes y cambiar por completo el día, que quedó algo soso.
Nos pusimos en camino a Covadonga tras un potente desayuno que estaba muy bien. Pero nuestro gozo en un pozo, ya desde abajo había gente subiendo andando y bastante atasco, vimos que la cola para entrar a la cueva era monumental y volvimos a desastir. Pero acabaremos yendo, que hace demasiado que no vamos a visitar a nuestra santina.
Fuimos entonces a Cangas de Onís que tiene un animadísimo mercado los domingos por la mañana. Hay de todo, pero lo mejor es el queso, que se vende en un recinto muy pequeño (debajo de una panera) y que te van dando a probar para elegir el que quieres comprar. Toda una experiencia además de llevarte buen queso, artesano y barato.
Después de comprar un par de quesos para la familia y degustar alguno que otro dimos un paseo por el centro, sin ir a la zona del Puente Romano que ya teníamos vista. Nos acercamos al Sella desde el otro lado, que no es ni la cuarta parte de espectacular; aunque el estar rodeado de montañas da muchos puntos a esta localidad asturiana en la falda de los Picos.
Y pasamos por la iglesia parroquial, a la sombra de la cual se realiza este mercado (la verdad es que Cangas es tan pequeño que sin darnos cuenta volvimos a pasar por él)
Nos sentamos a hacer tiempo hasta la comida en la calle de bares de Cangas, bastante bonita. Hay que decir que el buen día ayudó mucho a que nos gustara tanto pasar la mañana en Cangas.
Y tras esto fuimos tirando hacia el restaurante, la Sidrería San Antonio, a la vera de la capilla con el mismo nombre, que tiene una preciosa estampa al estar situada en un robledal.
Y pasamos por el Aula del Reino de Asturias, que pese a la buena pinta que tiene, estaba cerrada.
Comimos unos menus de 12€ muy abundantes y de bastante calidad, os recomiendo el sitio. Cuando íbamos a irnos a Nava me dio por mirar el horario de apertura, y resulta que los domingos por la tarde cierran, miré tambien las visitas a El Gaitero, y lo mismo, así que después de otro paseín por Cangas y volver al hotel a recoger un par de cosas que nos olvidamos, pusimos rumbo a casa.
Muy buen sabor me deja esta escapada para romper la rutina. Me deja con ganas de más, la próxima, a Madrid en mes y medio a hacer un examen y ver un poco la capital.
Y ya sabeis, si quereis recomendarme algo, os lo agradecería. Y si os gustó lo que leisteis, dejar unos puntinos que no cuesta nada.
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