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Guimaraes es conocido como la cuna de Portugal, ya que aquí nació el rey Alonso Henriques, quien sería coronado como primer rey de Portugal
En esta pequeña ciudad, fundada en el siglo IX en torno a un castillo, es donde se fraguó la independencia de Portugal del Reino de León.
El condado Portucalense, que así se llamaba la región, consiguió su independencia tras la batalla de St Mamede, en 1128, a los pies del castillo de Guimaraes, en la cual se enfrentaron sus tropas contra las de su madre que defendían la pertenencia al Reino de León.
Por el tratado de Zamora, en 1143, y reconocido 30 años después por el Papa, nacía el Reino de Portugal.
Dista de Oporto unos 50 km hacia el interior y en tren es muy fácil llegar. Hemos comprado la vuelta abierta para coger el tren que más nos convenga. No sabemos cuánto tiempo vamos a necesitar.
Hoy es sábado y ya en el tren encontramos gente que va de romería al Monte de Penha, donde parece ser hay zonas de picnic y actividades al margen de las puramente "naturales" y se accede por teleférico.
Es una ciudad pequeña y la estación está casi en el centro. Una calle recta nos lleva hacia lo que queda de la muralla medieval.
La primera sensación, y que no se me enfade nadie, es que parece Castilla.
Nada que ver con la decadente Oporto, calles empedradas y limpias, casas antiguas con balcones de madera bien cuidados y mucho sol, nada de humedad.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, su casco histórico es uno de los mejor conservados de todo Portugal.
Una estrecha calle nos acerca a la Plaza de Oliveira donde está la colegiata rodeada de casas señoriales con bajos porticados de arcos góticos.
Justo en medio de la plaza encontramos lo que queda de una pequeña capilla gótica conocida como Padrao do Salado mandada construir en conmemoración de la batalla del mismo nombre.
Hay mucho ambiente en esta plaza y en la adyacente, la de Santiago, y decidimos para a tomar algo en la terraza soleada, junto a unos estudiantes de teatro que hicieron las delicias de todos los presentes.
Nuestro paseo nos lleva hasta el castillo de Guimaraes, conocido como Sao Mamede. que inició su construcción en el siglo X para defender a la población y fue elegido popularmente como una de las 7 maravillas de Portugal.
Se conserva la muralla con sus 8 torres almenadas que rodean el patio con la torre de homenaje en el centro (27m. de altura).
La visita exterior es gratuita pero mucho cuidado si vais con niños porque puede ser peligroso. No hay ni una sola barandilla ni rejas de protección en todo el recinto.
En el exterior del castillo encontramos la capilla de Sao Miguel.
Es muy pequeñita, de estilo románico y está muy bien restaurada. Aquí fue bautizado Alonso Henriques, el primer rey de Portugal.
Varias fotos después nos dirigimos al palacio de los Duques de Bragança.
Este sólido y bien cuidado edificio se construyó en el siglo XV y fue reformado sucesivamente por sus inquilinos.
La primera impresión es que está fuera de lugar, no se corresponde en absoluto con la arquitectura de la región ni con nada del sur de Europa. Más bien parece sacado del norte de Europa e incrustado en este paisaje.
De todos modos es muy bonito y digno de visitar.
En la planta baja alberga un museo sobre la época dorada de los descubrimientos y las colonias africanas, americanas y de extremo oriente.
Una capilla preciosa con vidrieras góticas nos ilumina con escenas de la historia de los duques de Bragança., es acogedora e imponente a la vez.
Un enorme patio rodeado de chimeneas de piedra roja nos distribuye las estancias del palacio, muchas de ellas amuebladas que se pueden visitar.
Según el folleto que nos han dado al entrar, la segunda planta del edificio está reservada como estancias privadas del Presidente de la República cuando está de visita oficial en el norte del país.
Es tarde y no hemos comido. Hacemos un alto para picar algo en uno de los múltiples restaurantes para turistas que hay en la zona. No me gustó nada, aunque barato parecía comida de autopista y el local estaba hasta los topes.
Volvemos hacia las plazas de Santiago y Oliveira, en la zona intramuros, porque quedó pendiente la visita a la antigua colegiata.
Nossa Senhora da Oliveira tiene su origen en un monasterio del siglo X que tras perder por abandono su condición monástica fue refundado en el siglo XII a base de donaciones económicas de la nobleza del nuevo reino.
Lo más destacado es la contundente torre adosada a la iglesia, con sólidos muros e inmensas campanas que nos recuerdan una época de guerras en que la defensa era un asunto prioritario.
Adosado a la iglesia y perfectamente conservado está el claustro. Me gusta, es silencioso, con un jardín verde y algún resto arqueológico en su interior. Me hubiera gustado pasar una noche aquí, en Guimaràes, para poder hacerle fotos nocturnas. Otra vez será.
Hemos acabado la visita intra-muros. El resto de la ciudad tiene poco que ver, si acaso la iglesia de San Gualter, rodeada de jardines y con el Monte da Penha al fondo, así que regresamos a Oporto para cenar en nuestro barrio del Bolhao.
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