Nos ponemos en marcha temprano en dirección a Innsbruck después de levantar el campamento. Son las 10 de la mañana y ya hace bastante calor.
En una gasolinera a la salida de Bregenz compramos la viñeta, cuesta 8,30€ y nos permite transitar por las autopistas durante 10 días, aunque no incluye todos los peajes. Se debe pegar en un lugar visible del parabrisas.
En el camino damos un pequeño rodeo para visitar el pueblo de Schwarzenberg que además de tener un nombre impronunciable, viene muy recomendado en nuestra guía. Yo diría que no merece la pena el desvío, el pueblo es bonito, pero sin duda luego vimos muchos otros tan pintorescos o más que éste. A pesar de lo inquietante que pueda sonar, nos gusta el cementerio del pueblo, concebido más bien como un lugar de paseo, con las tumbas impecablemente adornadas, flores por todos lados, nada más lejos del concepto siniestro que aquí tenemos de ellos.
También es impresionante la carretera de montaña que te lleva hasta el pueblo atravesando un montón de valles en los que pastan rebaños de vacas y ovejas, todo muy Heidi.
Retomamos la autopista hacia Innsbruck y nos encontramos muchísimo tráfico, sobre todo de camiones. Decidimos atravesar el túnel del Alberg que tiene una longitud de 15km y un peaje de 9€ no incluido en la viñeta. Solo está habilitado el tránsito en un carril por cada sentido así que vamos bastante despacio y los 15km sin ver la luz se nos hacen interminables.
Avanzando kilómetros llegamos a la región del Tirol, es sencillamente espectacular, un valle abierto salpicado de las praderas y los pastos más verdes y flanqueado por un impresionante cinturón de montañas. Desde luego, es merecida su fama mundial. Es increíble que por el medio del mismo discurra una anchísima autopista cargada de tráfico y que no interfiera para nada en la belleza del paisaje.
Por fin en Innsbruck, el gps nos lleva hasta el camping elegido, el Krannenbitten, que está situado justo a la entrada de la ciudad por nuestro acceso, en una zona residencial. No es muy grande y en estos momentos hay poca gente por lo que podemos escoger la parcela que prefiramos, aunque todas son similares en tamaño y con enganche de luz y agua en todas ellas. Las instalaciones son nuevísimas, y lo mejor es la situación, justo al pie de un bosque de abetos y una montaña tan alta y empinada que marea mirar hacia arriba.
También hay un restaurante- pizzería que se llena hasta los topes a la hora de las cenas (sobre las 19h, según sus horarios).
Nos cuesta un poco clavar la tienda por que el suelo es de piedra, pero al final queda bien sujeta. Nos comemos unos bocatas rápidos y vamos a recepción para que nos indiquen como llegar hasta el centro. Hay que coger 2 autobuses, el primero a unos 300m del camping, la frecuencia es buena y el trayecto hasta el centro con transbordo y todo no llega a 20 minutos. El billete sencillo cuesta 2€ y nos lo venden en el autobús.
Nada más apearnos en el centro de Innsbruck buscamos la oficina de turismo, que está en la calle principal, para comprar un abono de transporte que cuesta 4,40€ para 24h y sale mucho más económico que los tickets sueltos. De paso, nos informamos sobre las posibles rutas de senderismo que se pueden realizar en las cercanías, ya que nuestra intención es hacer una al día siguiente.
Una vez hecho esto nos dirigimos a visitar la ciudad, comenzamos por la Friedrich Strasse famosa por sus letreros de forja y sus soportales, el tejado dorado, el ayuntamiento y su esbelta torre.
La iglesia de los Franciscanos que alberga el impresionante mausoleo del emperador Maximiliano I, el Hofgarten, enorme parque junto al Hofburg y la Catedral de Sankt Jakob con un interesante interior cubierto de frescos y estucos barrocos.
Damos también un paseo por la orilla del río Inn admirando las bonitas fachadas y la grandiosidad de las montañas que están justo detrás.
Todo el centro es peatonal y llano, muy agradable para callejear y perderse en él. Paramos a comer un helado y aparecen unos nubarrones negros que no tienen buena pinta. En cuestión de minutos baja la neblina desde las montañas y cae un aguacero tremendo, vamos corriendo hasta un soportal y allí estamos atechados durante bastante tiempo con un montón de turistas más hasta que pasa la tormenta.
Seguimos recorriendo la ciudad, nos gusta mucho la Marie-Theresien Strasse, bordeada de mansiones góticas, palacios barrocos y edificios neoclásicos, además cuenta una fuente pública (como luego vimos que hay en todas las ciudades de Austria) de la que sale un agua buenísima, cristalina y muy muy fría.
Al final de la tarde volvemos al camping, que casi está lleno, y preparamos la cena en la cocina-comedor que está muy bien equipada. La temperatura bajó bastante con respecto al día, pero echamos unas mantas encima de los sacos y no pasamos nada de frío.
En una gasolinera a la salida de Bregenz compramos la viñeta, cuesta 8,30€ y nos permite transitar por las autopistas durante 10 días, aunque no incluye todos los peajes. Se debe pegar en un lugar visible del parabrisas.
En el camino damos un pequeño rodeo para visitar el pueblo de Schwarzenberg que además de tener un nombre impronunciable, viene muy recomendado en nuestra guía. Yo diría que no merece la pena el desvío, el pueblo es bonito, pero sin duda luego vimos muchos otros tan pintorescos o más que éste. A pesar de lo inquietante que pueda sonar, nos gusta el cementerio del pueblo, concebido más bien como un lugar de paseo, con las tumbas impecablemente adornadas, flores por todos lados, nada más lejos del concepto siniestro que aquí tenemos de ellos.
También es impresionante la carretera de montaña que te lleva hasta el pueblo atravesando un montón de valles en los que pastan rebaños de vacas y ovejas, todo muy Heidi.
Retomamos la autopista hacia Innsbruck y nos encontramos muchísimo tráfico, sobre todo de camiones. Decidimos atravesar el túnel del Alberg que tiene una longitud de 15km y un peaje de 9€ no incluido en la viñeta. Solo está habilitado el tránsito en un carril por cada sentido así que vamos bastante despacio y los 15km sin ver la luz se nos hacen interminables.
Avanzando kilómetros llegamos a la región del Tirol, es sencillamente espectacular, un valle abierto salpicado de las praderas y los pastos más verdes y flanqueado por un impresionante cinturón de montañas. Desde luego, es merecida su fama mundial. Es increíble que por el medio del mismo discurra una anchísima autopista cargada de tráfico y que no interfiera para nada en la belleza del paisaje.
Por fin en Innsbruck, el gps nos lleva hasta el camping elegido, el Krannenbitten, que está situado justo a la entrada de la ciudad por nuestro acceso, en una zona residencial. No es muy grande y en estos momentos hay poca gente por lo que podemos escoger la parcela que prefiramos, aunque todas son similares en tamaño y con enganche de luz y agua en todas ellas. Las instalaciones son nuevísimas, y lo mejor es la situación, justo al pie de un bosque de abetos y una montaña tan alta y empinada que marea mirar hacia arriba.
También hay un restaurante- pizzería que se llena hasta los topes a la hora de las cenas (sobre las 19h, según sus horarios).
Nos cuesta un poco clavar la tienda por que el suelo es de piedra, pero al final queda bien sujeta. Nos comemos unos bocatas rápidos y vamos a recepción para que nos indiquen como llegar hasta el centro. Hay que coger 2 autobuses, el primero a unos 300m del camping, la frecuencia es buena y el trayecto hasta el centro con transbordo y todo no llega a 20 minutos. El billete sencillo cuesta 2€ y nos lo venden en el autobús.
Nada más apearnos en el centro de Innsbruck buscamos la oficina de turismo, que está en la calle principal, para comprar un abono de transporte que cuesta 4,40€ para 24h y sale mucho más económico que los tickets sueltos. De paso, nos informamos sobre las posibles rutas de senderismo que se pueden realizar en las cercanías, ya que nuestra intención es hacer una al día siguiente.
Una vez hecho esto nos dirigimos a visitar la ciudad, comenzamos por la Friedrich Strasse famosa por sus letreros de forja y sus soportales, el tejado dorado, el ayuntamiento y su esbelta torre.
La iglesia de los Franciscanos que alberga el impresionante mausoleo del emperador Maximiliano I, el Hofgarten, enorme parque junto al Hofburg y la Catedral de Sankt Jakob con un interesante interior cubierto de frescos y estucos barrocos.
Damos también un paseo por la orilla del río Inn admirando las bonitas fachadas y la grandiosidad de las montañas que están justo detrás.
Todo el centro es peatonal y llano, muy agradable para callejear y perderse en él. Paramos a comer un helado y aparecen unos nubarrones negros que no tienen buena pinta. En cuestión de minutos baja la neblina desde las montañas y cae un aguacero tremendo, vamos corriendo hasta un soportal y allí estamos atechados durante bastante tiempo con un montón de turistas más hasta que pasa la tormenta.
Seguimos recorriendo la ciudad, nos gusta mucho la Marie-Theresien Strasse, bordeada de mansiones góticas, palacios barrocos y edificios neoclásicos, además cuenta una fuente pública (como luego vimos que hay en todas las ciudades de Austria) de la que sale un agua buenísima, cristalina y muy muy fría.
Al final de la tarde volvemos al camping, que casi está lleno, y preparamos la cena en la cocina-comedor que está muy bien equipada. La temperatura bajó bastante con respecto al día, pero echamos unas mantas encima de los sacos y no pasamos nada de frío.