En principio hoy es el último día a disfrutar, pues mañana tengo el vuelo hacia las 12 horas.
El plan es acercarme a la mañana a Sintra (a unos 40 kilómetros al Noroeste) y a la tarde acabar en la zona de Pombal y Saldanha.
Para ir a Sintra hay trenes cada 15 minutos en días laborables. Como hoy es sábado el tren es cada 30 minutos a lo largo del día. Tal vez por eso el tren era en realidad dos trenes unidos en uno (8 vagones que lo convertían en un tren interminable). El viaje, que dura escasos 40 minutos, está incluido en la lisboacard, así que no sé cuál es el precio real.
He llegado a Sintra para la 10:00
La estación está entre la zona histórica y la comercial. Según sales de la estación te indica la señalización para que elijas. No vi a nadie dirigirse a otra que no fuera la histórica (izquierda). Se llega en menos de 15 minutos andando por un paseo con acera y surcado por una exposición cultural de esculturas curiosas.
En la propia estación hay una agencia de turismo (estaba cerrada cuando he llegado) y otra más amplia en el casco histórico. Allí tienes folletos de todos los castillos, que no son pocos, que se pueden visitar. Eso sí, hazte la idea de que son unos 10 euros por palacio de media y no todos son accesibles andando, pues algunos están a cierta distancia. Eso sí, todos están en un paisaje boscoso muy bonito.
Yo sólo he estado en el museo nacional Palacio de Sintra.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El precio es de 9'5€ (2€ descuento de lisboacard) y otros 5€ por guía en castellano o inglés para grupos. A las 10:30 empezaba el recorrido guiado, así que he comprado ticket con guía. Primero han entrado un grupo de unos 15 visitantes con guía en inglés y sólo hemos quedado dos personas esperando. Bueno, pues nada seremos sólo dos en castellano... qué va, la otra chica era la guía! La he tenido para mí en exclusiva durante la hora que ha durado la exposición (creo que no la he dejado tranquila con preguntillas, pero es que era tan simpática y profesional...)
Entre tanta charla y explicación, no me he acordado de hacer fotos al interior. Pero sí que puedo decir que me ha parecido muy austero en su decoración. Algo que no es de extrañar después de haber visto el día anterior el palacio de ajuda.
La visita al palacio me ha parecido muy entretenida por la guía. En realidad creo que no le hubiera sacado provecho suficiente sin su ayuda. Incluso de tan sobrio, me habría parecido exagerada la trascendencia que se le da (más allá de su importancia histórica, que no cuestiono).
Por recomendación de mi guía del palacio he aprovechado para volver a desayunar en una pastelería célebre de Sintra: la casa de piriquita. Al parecer tienen patentado un pastel que llaman traveseiro. Se trata de una tartaleta de hojaldre rellena de crema de yema de huevo y almendra. Estaba calentito y riquiísimo. Además, nada caro (2'50€ sentadito en la mesa)
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La vuelta hacia el tren (no me apetecía ver más castillos) la he hecho atravesando el parque liberdade, un enano jardín-parque donde deben crecer setas alucinógenas, dada la cara que se le queda a la jirafa que allí pasta junto a otros animales (seguro que hace las delicias de los niños)
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por último, próximo a la estación, aunque he dado un pequeño desvío para ver Sintra, está el ayuntamiento en otro edificio histórico muy fotogénico.
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Ya por la tarde el plan era subir a la zona de grandes avenidas de Pombal y Saldanha.
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El plato fuerte era visitar el museo Gulbenkian, con obras de Rodin, Manet, Rembrandt,... y sobre todo Renè Lalique.
Sin embargo, mañana es gratuita por la mañana y está justo en la parada de metro donde tengo que hacer el transbordo de metro para ir hacia el aeropuerto, así que aunque ande un poco justo me voy a plantar mañana con la mochila y veré lo que pueda (en la lisboacard sólo tiene un 20% de descuento y además sólo me quedaba una horita para que caducara)
Por lo tanto, me he limitado a pasear por la zona a la que me he desplazado en metro, haciendo la vuelta andando poco a poco y haciendo distintas paradas en el camino.
Una de esas paradas ha sido en la estufa, un invernadero cubierto con plantas exóticas y de zonas templadas del planeta. Cuesta 2€ (incluido en la lisboacard, ha sido para lo último que la he aprovechado) y me ha parecido un sitio distinto que merece la pena por diferente.
Estaba concurrida, sobre todo de gente mayor que igual da más importancia a las plantas, además de disfrutar de la tranquilidad y belleza del paisaje.
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Por consejo de la Lonely Planet me he dirigido a la Cafetería-Resturante (Pastelería diría yo) Versalles situada en la zona (está en la boca del metro de Saldanha). Se trata del paraíso en la tierra para quienes gusten de dulces (o la sucursal de tentaciones del diablo para los diabéticos). Tenía hambre, así que he optado por comer algo de la carta: Consome com vinho do oporto (espectacular) y figado grelhado a americana (cualquiera de nosotros hacemos el higado encebollado infinitamente mejor). Ha sido caro para lo que he venido gastando en el viaje (22€), pero es que hay que pagar lo maravilloso del sitio y la atención de los camareros (hay 7 en la barra, más los que atienden las mesas).
Recargadas las fuerzas he comenzado el trayecto de descenso hacia el albergue a lo largo de enormes avenidas y zonas ajardinadas, como el Parque de Eduardo VII
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Que da a la plaza del Marqués de Pombal, artífice del ensanche de la ciudad tras el terremoto de 1755.
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De aquí como continuación del jardín comienza la avenida de liberdade
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En la avenida, tal vez por ser sábado, había un mercadillo de viejos utensilios, como si de un rastro se tratara. Muy curioso.
En poco más de media hora me he plantado en la zona antigua y me he vuelto al albergue a actualizar el diario, pues mañana no tengo tiempo de hacerlo a la mañana si quiero ir al Gulbenkian.