Era nuestro último día completo de vacaciones (al día siguiente a primera hora de la tarde saldríamos) así que decidimos quedarnos en Munich.
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Desayunamos un poquito más tarde que los días anteriores y tomamos el metro (cuando digo metro, muchas veces se combina con trenes, con distintivo S y metros, señalados con U) para ir hasta Odeonsplatz, predidida por la Theatinerkirche, iglesia barroca del s. XVII, de un llamativo color amarillo en su exterior y casi enteramente blanca por dentro, en ella están enterrados Maximiliano II y su esposa.
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Junto a la Theatinerkirche se yergue Feldherrnalle, una logia del s. XIX que nos evocó vagamente la de Florencia y que se levantó en homenaje a los generales bávaros.
Seguimos rumbo hacia la Residenze, el palacio que fuese residencia de los reyes de Baviera. Un edifico inmenso y que, según dicen, es el palacio más grande de Alemania. Tan grande que nos costó dar con la entrada (por cierto, no muy bien indicada en los paneles que la anuncian).
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Hasta 3 veces nos confundimos de entrada. Antes de dar con el acceso correcto nos dio tiempo a frotar las narices de los 4 leones de bronce que presiden la entrada al palacio para atraer la buena suerte. Cuando ví los leones pensé que dada la altura a la que estaban los bichos era tarea imposible frotarles el morro si no se disponía de una escalera de mano o un trampolín , hasta que ví a otros visitantes que frotaban las narices de unas relucientes caras de león en los pedestales de las estatuas.
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Era prontito (rondando las 10:00 de la mañana) y no había apenas cola para sacar las entradas (al salir vimos bastante más gente haciendo cola –ventajas de los madrugones-). En la Residenze se pueden combinar distintas visitas: la Residenzemuseum (el palacio), el Schatzkammer (el tesoro), el Residenz Theater…..
Antiquarium
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Nosotros optamos por visitar las dos primeras que he citado. Por separado, la entrada a cada una de ellas costaría 7 euros, pero al pedir entrada combinada sale por 11 euros por cabeza con audioguía gratis. Recogimos el aparatejo y entramos en la Residenze. En cada sala un cartel da una breve explicación en alemán e inglés de lo que estamos viendo e indica el número a pulsar en la audioguía.
Vista del Antiquarium y uno de las estancias del palacio
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Una de las primeras salas que visitamos fue el impresionante Antiquarium, un enorme salón renacentista llamado así porque en principio se levantó para albergar la colección real de antiguedades. Abovedado y muy luminoso, tuvo después diferentes usos, desde salón de banquetes hasta biblioteca. Lo armonioso y recargado de la sala, con sus frescos en el techo y los incontables bustos de los laterales hacen que el viajero se detenga un buen rato en este sitio.
Iglesia del Palacio
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Salimos del Antiquarium y empezamos a atravesar por diferentes salas. Contemplamos una enorme colección de porcelanas.
Posiblemente, la estancia más curiosa de la Residenze sea la cámara acorazada donde se guardan las reliquias. Según la audioguía, las reliquias católicas, adquirían por su simbolismo más valor que el oro o los diamantes. Pudimos ver manos, dedos, telas, huesos… guardadas en preciosas obras de orfebrería.
Reliquia del Santo Inocente
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Sin duda, lo que más nos llamó la atención fue el pequeño sarcófago (por llamarlo de alguna manera) ubicado en el centro de la estancia y que, según contaban, conservaba la momia de uno de los niños mandados sacrificar por Herodes, uno de los Santos Inocentes, ni más ni menos .
Seguimos el recorrido por la inmensa Residenz. Pasamos sala tras sala y habitación tras habitación. Vimos la capilla de la corte, también una iglesia reconstruida (como gran parte del palacio) y habilitada ahora como sala de conciertos, unos lujosos salones en marmol, la sala de música….
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En un momento dado, una bifurcación daba a elegir entre el recorrido largo o recorrido corto. Oimos a unos crios que suplicaban a sus padres por el recorrido corto y nos hizo gracia. Nosotros, ya puestos, tiramos por el largo. Y tanto que era largo!! Aquello no acababa, más pasillos, más salones, más cámaras, recámaras y recontrarecámaras . Empezamos a aligerar el paso y reducir el tiempo en cada sala porque veíamos que podíamos pasar allí la mañana.
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Salimos a las 11:25 de la primera parte de la visita (alrededor de hora y veinte minutos estuvimos, pero os aseguro que casi sprintando de la mitad hacia delante de la visita, el palacio es enorme).
Aún nos quedaba el Tesoro. Pasamos por el stand de las audioguías donde la simpática chica nos las habilitó para esta nueva visita donde contemplamos joyas, marfiles, piezas de orfebería, insignias, corona real, espadas… pertenecientes a la colección de joyas de la dinastía Wittelsbach.
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La audioguía nos acabó de asustar . Comentaba que la duración de todas las explicaciones dedicadas a cada una de las diferentes piezas llegaban a las 5 horas!!! No nos dilatamos demasiado en el Tesoro aunque entre joya y joya a mí me llamó sobre todo la atención una reproducción de la columna romana de Trajano en esmalte, oro y marmol realmente impresionante.
Calles de Munich
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Salimos de la Residenze y comprobamos que había mucho más movimiento de visitantes en los alrededores y varios grupos guiados. Había sido una muy buena idea ir a primera hora, sin duda.
Atravesamos por el parque Hofgarten con su templete dedicado a la diosa Diana y seguimos sin entretenernos hasta el Englischer Garten, Jardín Inglés en castellano, un parque enorme (mayor que los famosos Hyde Park londinense o Central Park newyorkino), un precioso y relajante manchón verde en la gris estampa muniquesa.
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El parque resulta, para mi gusto, especialmente bonito en las zonas en que lo surca el canal artificial Eisbach. Y este canal le aporta al parque y a la ciudad una de sus peculiaridades más originales: el surf fluvial, surfing en el rio!! Muy fácil de localizar. Justo debajo del puente que hay al lado del museo Haus der Kunst se forma de manera continua una ola que permanece allí estática y los surfers hacen sus piruetas de una orilla a otra.
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Las tablas son algo más cortas que las del surf habitual y los tipos eran realmente hábiles, buenas figuras ejecutaban en tan corto trayecto (hábiles y duros, porque a pesar de los neoprenos el agua tenía que estar fría de narices ). Lo curioso del caso es que la práctica está supuestamente prohibida e incluso las autoridades plantearon la posibilidad de hacer obras en el fondo del cauce para eliminar la ola. Las protestas fueron tales que desistieron finalmente y hoy en día es una atracción más de la ciudad.
Monópteros
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Seguimos paseando por el parque, que nos encantó. Pasamos junto al Monopteros que, aunque tenga nombre de insecto (a mi así me lo parece ) es un templete que se alza sobre una pequeña loma. Había bastantes paseantes y ciclistas por el parque. La música bávara nos llevó hasta nuestro siguiente objetivo, la Chinesischer Turm, una gran pagoda china del s. XVIII (y también reconstruida tras la gran guerra).
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En torno a la pagoda se alberga un biergarten o jardín cervecero (cervecería al aire libre). Alrededor de la torre hay puestos variados de cerveza y alimentos. También un tiovivo cubierto y cerrado (que los crios disfuten pero que no pasen frio ). Hay muchas mesas en las que sentarse a comer lo que se compre en los puestos. En el primer piso de la Chinesischer Turm había una banda de músicos ataviados con la tradicional ropa bávara y que de vez en cuando ejecutaban alguna pieza.
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Aunque había ya gente tomando cervezas, no había demasiada animación aún y además el día era un poco gris. Seguro que en verano este lugar tiene que estar de bote en bote. Compramos unos brezels en un puesto y salimos del parque por Leopoldstrasse. Habíamos leido que era una gran avenida con muchos cafés donde la gente guapa se sienta en sus terrazas, pero tan sólo vimos un par de cafés y gente guapa, sólo nosotros .
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Vimos en mitad de la avenida la Siegestor o Puerta de la Victoria, mandada levantar por Luis I de Baviera (otro monumento que quedó seriamente dañado tras la guerra y tuvo que reconstruirse).
Leopoldstrasse desemboca en Odeonsplatz y cerrábamos así el círculo empezado a primera hora de la mañana. Tomó entonces mi mujer el mando de las operaciones y cargamos con todas nuestras fuerzas contra las incontables tiendas muniquesas. Primero nos desplegamos por Theatirnestrasse, y mientras ella hacía incursiones en diferentes objetivos, yo me quedaba fuera, guardando la retaguardia (y más aburrido que una ostra germana ).
Cervecera Augustiner Grobgaststatten (en Neuhaser strasse)
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Pasamos de nuevo por la meca del lujo muniqués, Maximilianstrasse y cortamos por la zona donde se ubica la Hofbräuhaus. Las veces anteriores habíamos estado de noche por allí y ahora, al ser de día, nos percatamos que había una pequeña calle muy comercial con tiendas dedicadas a los souvenirs típicos de Munich. Tambíen hay allí una tienda que puede resultar muy interesante a los frikis del futbol, la tienda oficial del Munchen 1860, el equipo menor de la ciudad, a la sombra del todopoderoso Bayern y que juega en 2ª división.
Mañana familiar en el Viktualienmarkt
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Vagando sin rumbo aparecimos en las inmediaciones del Viktualienmarkt, si el primer día que estuvimos tenía algo de animación, este sábado estaba hasta la bandera, una marea humana se movía entre los puestos. La cervecera estaba animadísima y, en un momento de descuido, quité la jefatura de la operación a mi señora y le propuse comer allí mismo. Compramos buenas viandas en un puesto y un par de cervezas Franciscaner dunkel en el kiosko cervecero.
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Todas las mesas al copo, pero encontramos un huequito para los dos. Fue cuando mi mujer dijo una de las frases del viaje: “estos bávaros saben vivir!!!” . Qué gran verdad. Aunque había algún viajero entre las mesas (facilmente identificables: cámara de foto, plano, mochila y mirando hacia todos lados) la inmensa mayoría de los comensales eran muniqueses: familias, grupos de amigos o parejas, disfrutando de la mañana del sábado.
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Pero es que el resto de los días habíamos observado lo mismo en otros locales. Cualquier día de la semana, lo mismo lunes que martes que viernes, las cerveceras están siempre a tope de gente cenando y bebiendo e, insisto, la gran mayoría no son visitantes, sino público local. Desde luego, saben vivir, no hay duda (algo ayudará su boyante economía!).
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Recuperadas las fuerzas, seguimos con las compras. Entramos en otra tienda que había visto desde el primer día pero no habíamos visitado: Munzinger, en los bajos del Neues Rathaus en Marienplatz. Quienes seais aficionados al futbol vais a pasar un buen rato aquí. Camisetas de los principales equipos de Alemania (Bayern Munchen, Borussia Dortmund), de equipos tan míticos como el St Pauli de Hamburgo, equipos menores como el Munchen 1860 y de equipos internacionales, también de selecciones nacionales.
Gartnerplatz (Munich)
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¡Fijaos el nivel que tendrá la tienda que tenían hasta el chandal de Zambia! Muchas camisetas con dibujos o fotos de futbolistas que han pasado a la historia por cuestiones gloriosas en algunos casos y no tanto en otras: Pelé, George Best, Eric Cantoná, Higuita, Valderrama, Maradona….. Qué bien me lo pasé!!!
Conejos y huevos de pascua, omnipresentes en este viaje
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Pero la que manda, manda y seguimos con nuestra dura misión por las calles comerciales. Desde luego, os garantizo que los adictos al shopping vais a disfrutar en esta ciudad. Encontrareis una cantidad enorme de tiendas y de un muy buen nivel.
Al pasar junto a Marienhof vimos a mucha gente sentada en el verde o en sillas, disfrutando de unos timidísimos rayos de sol, jugando a la pelota o con un frisbee. A pesar de ser una gran urbe y de la cantidad de gente que transita por sus calles, Munich me pareció una ciudad tranquila (aunque parezca increible). Muchas calles del centro son peatonales, hay abundantes placitas y alguna que otra zona verde.
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Seguimos de tienda en tienda hasta que aparecimos en las inmediaciones de Promenadeplatz. Mientras ella enredaba entre ofertas, yo me acerqué hasta la plaza, a observar de cerca una escultura que me había llamado la atención. Una curiosa y enorme estatua erigida en memoria de Maximilian Joseph Graf von Montgelas, consejero de la corte y precursor de la nueva Baviera, escultura que parece estar hecha a capas. De lejos parece que se viera borrosa en un curioso efecto óptico.
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En Promenadeplatz había más esculturas y mientras ella seguía enfrascada en sus tiendas, me acerqué a ver la siguiente, una escultura dedicada a Roland de Lattre, un compositor franco-flamenco del s. XVI. La estatua me dejó boquiabierto . Y no por su nivel artístico ni por nada parecido sino porque su pedestal aparecía cubierto con fotos de Michael Jackson, poemas dirigidos al cantante, ositos de peluche con dedicatorias al autor de Thriller, cartas, dibujos, velas, flores….
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Todo en honor al pequeño de los Jackson Five. Fantasioso que es uno, en seguida elaboré una teoría que expuse a mi mujer que vino a buscarme (o a tomar un respiro entre tanta tienda). Imaginé yo que pretendían que se erigiese una estatua de Michael Jackson allí en lugar de la de aquel señor bigotudo tan serio. Nada más lejos de la realidad . He buscado en internet y al parecer fue una muestra de cariño espontánea a la muerte de Jackson, quien, cada vez cuando en Munich se alojó en el hotel Bayerischer Hofque que se haya precisamente frente a dicha estatua.
Cervecera muniquesa
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Curiosamente, el improvisado altar guardaba un estado de conservación impecable y parece que los fansn del difunto cantante cuidan el homenaje sin que el Ayuntamiento se atreva a desmontarlo.
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Nos acercamos al hotel a descargar las compras y comprobé que el wifi no iba en mi móvil. Bajé a recepción y me explicaron que la contraseña y usuario sólo tienen duración de cinco días. Me dieron unos nuevos sin ninguna pega y asunto arreglado.
Dimos alguna vuelta más y entramos a tomar unas cervezas en Rastkeller, en los bajos del Ayuntamiento, una cervecera preciosa, aunque con un ambiente muy diferente a casi todas las otras que visitamos.
Rastkeller
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Apenas había barullo y la media de edad de la clientela era más elevada que en las otras. Además, al decirle a la camarera que sólo queríamos beber, sin comer nada, nos quiso sentar en una zona muy apartada, y bastante más fea que el resto de la cervecera, lo que rechazamos de plano.
Nos fuimos a cenar tan temprano como los últimos días (a las 20:00, al estilo muniqués) en Augustiner Klostewirt, cerca de la catedral.
Funf Hofe
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Un par de días antes intentamos conseguir mesa pero nos sentaban en el comedor de la planta baja y declinamos la oferta porque nos gustaba el comedor del piso inferior, con una zona abovedada. Esta vez hubo suerte, conseguimos mesa y nos atendió un dicharachero italiano que chapurreaba el castellano. Además, tenían carta en dicho idioma.
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Vaya pinta que tiene el plato, ¿eh? . Vamos, vamos!! Concéntrate en la lectura y deja de admirar la culinaria bávara. Esta vez mi mujer y yo pedimos lo mismo: cochinillo asado con salsa de cerveza oscura, albóndigas de patata y ensalada de repollo (acompañado de las correspondientes cervezas, muy buenas las dunkel de este local). Los platos estuvieron ricos, pero cenamos cosas similares más sabrosas en otros establecimientos. Después de la cena nos fuimos a la Paulaner Zum Spöckmeier en la calle Rosen Strasse a tomar unas cervecitas más y “hacer” algo más de sueño.
Carta de una cervecera
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