Abandonábamos Alemania, pero antes de partir, ya cargado el coche de nuevo con maletas, decidimos ver el Königsee, y mereció la pena. En un día espléndido dimos un paseo en barca precioso, hasta llegar a la pequeña iglesia “bulbosa” de San Nicolás
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Nuestras 4 siguientes noches serían en el Hotel Wachau, de Melk, donde la famosa Abadía benedictina, a unos 70 km. de Viena. La decisión de no dormir en Viena se debió a los precios, la exigencia de pagar por adelantado por la Eurocopa, el tema de aparcar el coche, y más. No nos arrepentimos en ningún momento porque el sitio resultó agradable, el pueblo muy cuco y nos permitió ver cosas que de otra manera quizás no hubiéramos visitado.
De camino paramos a comer en Linz, visitando una sucursal de Nordsee, unos establecimientos de comida “rápida” pero a base de pescado, con bastante calidad y apetecible cuando llevas una semana a base de codillos y salchichas.
Linz es limpia y tranquila, destacando una bonita catedral
Y llegamos a Melk, que además de la Abadía y el Danubio, tiene 5000 habitantes, una plaza con varios cafés-cervecerías interesantes y económicos, una buena carnicería y un ambiente muy majo en verano. Nos llamó la atención que había bastantes ciclistas, y luego descubrimos que es que estábamos en el corazón de la que llaman vía verde (o algo así) que es un camino de cicloturismo que discurre a través del Danubio. Muy interesante para unas vacaciones deportivas alguna próxima vez.
Por la noche jugaban Holanda y Rusia, y en la plaza de Melk habían instalado una pantalla súper-gigante para ver el fútbol, con puestos de hamburguesas, salchichas y cerveza . Así que vimos el partidazo y cenamos por cuatro perras. Una experiencia curiosa, todo a los pies de la Abadía, como podéis observar.
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Nuestras 4 siguientes noches serían en el Hotel Wachau, de Melk, donde la famosa Abadía benedictina, a unos 70 km. de Viena. La decisión de no dormir en Viena se debió a los precios, la exigencia de pagar por adelantado por la Eurocopa, el tema de aparcar el coche, y más. No nos arrepentimos en ningún momento porque el sitio resultó agradable, el pueblo muy cuco y nos permitió ver cosas que de otra manera quizás no hubiéramos visitado.
De camino paramos a comer en Linz, visitando una sucursal de Nordsee, unos establecimientos de comida “rápida” pero a base de pescado, con bastante calidad y apetecible cuando llevas una semana a base de codillos y salchichas.
Linz es limpia y tranquila, destacando una bonita catedral
Y llegamos a Melk, que además de la Abadía y el Danubio, tiene 5000 habitantes, una plaza con varios cafés-cervecerías interesantes y económicos, una buena carnicería y un ambiente muy majo en verano. Nos llamó la atención que había bastantes ciclistas, y luego descubrimos que es que estábamos en el corazón de la que llaman vía verde (o algo así) que es un camino de cicloturismo que discurre a través del Danubio. Muy interesante para unas vacaciones deportivas alguna próxima vez.
Por la noche jugaban Holanda y Rusia, y en la plaza de Melk habían instalado una pantalla súper-gigante para ver el fútbol, con puestos de hamburguesas, salchichas y cerveza . Así que vimos el partidazo y cenamos por cuatro perras. Una experiencia curiosa, todo a los pies de la Abadía, como podéis observar.
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