BASILEA - FREIBURG ✏️ Diarios de Viajes de Suiza

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(NO DISPONGO DE FOTOS DE ESTA ETAPA POR PROBLEMAS CON LA CÁMARA)

Por la mañana abandonamos el apartamento de Wilderswill. La noche anterior habíamos pagado la cuenta a la casera (vivía en el piso de arriba) y dejamos las llaves en el buzón y nos fuimos dirección Basilea. Nuestro vuelo salía el miércoles a las 12 del aeropuerto de Basilea así que reservamos una noche de hotel en Basilea para pasar la última noche.

Unas 2 horas de recorrido y llegamos a Basilea. En el GPS pusimos zona centro y aparcamos en el Parking Anfos (no costó 7 CHF por unas 3 horas). A continuación nos dirigimos a la oficina de turismo, situada en la calle Steinenberg, y nos dieron un mapa con varios recorridos. Empezamos nuestra ruta por la zona centro y, al igual que en Berna, fue una ciudad con tiendas con precios atractivos similares a los de España.

Hicimos un poco de shopping antes de llegar a la plaza central del ayuntamiento, dónde si sitúa el mercado diario con productos frescos. Antes de cruzar la plaza, hicimos un parada para visitar la tienda de regalos de Navidad abierta todo el año, la tienda Johan Wanner. La tienda se encuentra en una calle cuesta arriba a apenas 1 minuto de la plaza del ayuntamiento. La tienda es pequeñita y con mucho encanto, pero con unos preciosa absolutamente prohibitivos. Sabíamos que los productos serian caros, muy caros, pero no pensábamos que lo fueron tanto. ¡La bola más barata del árbol de Navidad costaba 20 CHF! Visto la barbaridad de precios nos fuimos con las manos vacías.

Seguimos nuestro recorrido por todo el núcleo comercial hasta llegar al rio Rhin. La ciudad se encuentra un nivel superior al rio por la cual se obtienen unas vistas panorámicas del enorme rio. Hay la posibilidad de cruzar el rio en un pequeña barquita que va sobre un cable, como si fuera teleférico, pero por el agua. Vimos a mucha gente que iba a la zona del rio a comer su sándwich (era la 1 del mediodía) y en 10 minutos volvía al trabajo.

Dimos media vuelta y pasamos otra vez por todo el núcleo comercial, plaza del ayuntamiento… y llegamos a la zona del parking. Justo enfrente había un Migros Express y compramos unos Wacks, que són una especie de “tacos mejicanos” pero sin picante. Dos bebidas, 2 wacks y unas patatas por 14 CHF. Al igual que en Berna, sacamos el coche del parking y buscamos un parque dónde comer tranquilamente.
Después de comer, nos fuimos al hotel que habíamos reservado. Se trataba del Hotel Balladins, situada a 4 km del aeropuerto. Por internet buscamos un hotel que estuviera cerca del aeropuerto, sin tampoco importarnos mucho la calidad del lugar. En 10 minutos llegamos al hotel en si que está situado en un polígono junto con un supermercado, una gasolinera y algunas naves. El hotel recuerda mucho al típico Motel de las películas americanas, con un pasillo exterior rodeando toda la planta. Tampoco podíamos pedir mucho, nos costó 40€ en booking.com.

Había parking gratuito en el hotel y la habitación era bastante cutre, aunque cumplía nuestro objetivo que simplemente era un lugar para dormir cerca del aeropuerto. Descansamos un rato y entramos en territorio francés para ir a visitar la capital de la Selva Negra: Freiburg.

Unos 45 minutos del hotel hasta Freiburg pasando por autopista francesa y entrando en Alemania por carretera convencial. Pusimos “zona centro” en el GPS y nos llevó a la calle Auf der Zinnen, dónde había un gran parking (1€ la hora) dentro de una especie de centro comercial. Salimos del parking y en menos de un minuto llegamos a la calle principal: Kaiser Joseph Strasse. Empezaba la zona peatonal (sólo circula el tranvía) con un gran número de tiendas, hoteles, restaurantes, tiendecillas de productos locales… Además, había un músico callejero en casi cada esquina y daba mucho ambiente.

Dimos un paseo por la calle hasta que vimos a mano izquierda la catedral. Fuimos a la plaza y vimos la enorme catedral y su preciosa plaza. Es un lugar precioso. La catedral se puede visitar por dentro aunque cuando fuimos nosotros había una ceremonia y nos quedamos al fondo. En la misma plaza había varias paraditas de productos locales con todo tipo de “rarezas”. Nosotros compramos un pequeño tablón de madera en que escogías un dibujo: perro, pelota, tractor… y con un puntero de fuego te grababan el nombre que tu querías. Algo curioso.

Seguimos nuestro recorrido sin un rumbo fijo, pasenado libremente por todas las calles, callejones, entrando en las tiendecillas, sentándonos en los parques… Al volver a la calle principal vimos la torre del reloj y cruzamos por debajo de ella hacía la zona ya transitada por coches. No había mucho que ver más allá del recinto central, así que volvimos hacía el núcleo central y buscamos un lugar para comer. Paseando vimos un terracita interior con mucho encanto y fuimos allí a comer (Pizzeria la Piazza en la calle Rathausgasse). Al entrar estaban todas las mesas ocupadas pero veíamos que algunas personas pedían para compartir mesa. Si había alguna persona comiendo sola en una mesa, otra persona le pedía compartir mesa, y esta amablemente le dejaba sentarse.

Esto fue lo que nos pasó a nosotros, una chica alemana nos vio de pie esperando y nos dijo si nos queríamos sentar con ella. Y así lo hicimos, la mesa era gran y había sitio de sobras para los 3. Para comer pedimos 2 pizzas y 2 bebidas, y se notó que estábamos en Alemania, ya que nos costaron 15€. Lo mismo en territorio suizo hubiera costado 25 o 30. Pensamos en voz alto ¡teníamos que haber venido a comer cada día aquí! .

Después de comer, volvimos paseando por la calle principal ya con todas las tiendas cerradas y con poca gente paseando por la calle (eran las 9 de la noche). Recogimos el coche (4€ por unas 4h) y volvimos hacía el hotel a la afueras de Basilea. Al llegar al hotel, la puerta estaba cerrada y había que poner el código de nuestra habitación para que se abriera. Dejamos el coche y a dormir.

El último día no hicimos ningún tipo de turismo, pero voy a explicar la experiencia que me pasó en el aeropuerto de Basilea. Como dije el hotel estaba a 4 km del aeropuerto, así que no había mucho secreto… pero si lo había. Teníamos que devolver el coche del alquiler, pero al llegar al aeropuerto no encontrábamos el parking de dónde lo recogimos. Había otro parking de la misma compañía (HERTZ) pero no era el mismo. Dimos varias vueltas por todo el aeropuerto y no vimos nada. Decidimos dejarlo en este parking y al entrar en recepción vimos que no era el mismo lugar dónde habíamos estado en la entrega de llaves. Le pregunte a la mujer de recepción y me dijo que estaba en la zona francesa del aeropuerto y que tenía que dejar el coche en la zona suiza. Le pregunte como ir y me dio un pequeño mapa. Y me quede boquiabierto cuando vi que tenía que salir del aeropuerto, coger la autopista, cruzar la aduana de la frontera y una vez en Suiza dar media vuelta y entrar por el otro lado del aeropuerto. Por suerte fuimos con tiempo de sobras porque entre la confusión y las vueltas que dimos, nos costó casi 50 minutos llegar del hotel al aeropuerto.

Por lo visto, no se puede cruzar de una zona a otra dentro del recinto del aeropuerto. Si se podía cruzar a pie, pero no había ninguna carretera para hacerlo en coche. Visto con perspectiva parece algo lógico, pero en ese momento me pareció un caos. Finalmente, llegamos a la parte Suiza, encontramos el parking de dónde lo habíamos recogido y entregamos las llaves. Vaya susto.

Y aquí finalizaba nuestro viaje, facturamos las maletas y embarcamos. En las tiendas del aeropuerto aceptan francos y euros. Le pregunte a un empleado si se podía pagar en francos, y me dijo que sí, e incluso me dijo que podía pagar una parte en francos y otra en euros. Y así lo hice, compramos una agua y una galletas y nos valía 5 CHF. Nos quedaban en monedas 4 CHF y el dependiente en eso momento hizo el cambio en la caja y le pagamos lo que faltaba en €. Esta es una buena forma de no llevarte francos a casa y que se mueran de polvo.

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