Da gusto levantarse y ver el mar bajo tus pies; pero había que darse prisa, ya que en media hora teníamos que meternos en el agua.
Tengo que decir que Sandra y yo éramos de los pocos que íbamos a hacer snorkel, la mayoría hacían sus inmersiones con botella y además era gente bastante experta. La razón era simplemente que nosotros hacemos snorkel en España, y sobre todo yo que mi deporte favorito es la pesca submarina.
Nos montamos en uno de los barcos del hotel y en 10 minutos llegamos a una islita cercana.
Kapalai no es una isla ciertamente dicha, ya que no tiene ninguna parte que sobresalga fuera del mar. Es un arrecife de coral que al bajar la marea se queda a escasos centímetros de la superficie del agua. Aquí también hay un resort de lujo.
La inmersión fue increíble, vimos una barracuda, un mero grandísimo y peces de todos los tamaños y colores…
Tras 45 minutos en el agua, el barco vino a buscarnos para llevarnos de vuelta a nuestro hotel.
No tuvimos mucho tiempo para descansar, ya que en una hora teníamos la siguiente inmersión. En estos ratos de espera teníamos incluido una especie de avituallamiento compuesto por agua, café y algunas pastas.
Nuestra siguiente inmersión fue en nuestra isla, justo en el lado contrario del hotel.
La sensación que me dio fue que en kapali había mas peces y más grandes, pero daba igual, estaba disfrutando como un niño.
Tras la comida hicimos nuestra ultima sesión de buceo, otra vez en Mabul. Lo más destacable fue que vimos nuestra primera tortuga marina y sobre todo la temperatura del agua. El sol llevaba pegando fuerte todo el día y no os exagero si os digo que la temperatura del agua en la superficie rondaría los 35 grados. Nosotros íbamos sin neopreno y a veces teníamos que sumergirnos profundos buscando el agua más fresca.
Al subir al barco el comentario general de la gente era lo caliente que estaba el agua. Le pregunte a un italiano a ver cuanto le marcaba el reloj, y me dijo que a 25 metros la temperatura del agua era de 28 grados, os podéis imaginar…
Después de la sesión de buceo aun nos quedaban algo más de 2 horas de luz, así que cogimos las bicis y nos fuimos a la playa a descansar.
Los hoteles de la zona disponen de muy pocas habitaciones, así que la playa que es compartida, esta casi siempre vacía.
Nos tumbamos en las hamacas e intentamos tomar un poco el sol. Digo intentamos porque estábamos a escasos kilómetros del ecuador, y el calor junto con la humedad hacen imposible que unos bilbaínos como nosotros aguantásemos mas de 10 minutos al sol; menos mal que la playa está llena de palmeras y daban una sombra estupenda.
Cuando ya estábamos hartos de tanto estar tumbados, decidimos volver pronto al hotel, que ya había hambre y esta noche tocaba barbacoa.
La cena fue estupenda, había langostinos, cordero, ternera, calamares, solo se echaba de menos unos chorizos y unas morcillitas, jeje.
Tengo que decir que Sandra y yo éramos de los pocos que íbamos a hacer snorkel, la mayoría hacían sus inmersiones con botella y además era gente bastante experta. La razón era simplemente que nosotros hacemos snorkel en España, y sobre todo yo que mi deporte favorito es la pesca submarina.
Nos montamos en uno de los barcos del hotel y en 10 minutos llegamos a una islita cercana.
Kapalai no es una isla ciertamente dicha, ya que no tiene ninguna parte que sobresalga fuera del mar. Es un arrecife de coral que al bajar la marea se queda a escasos centímetros de la superficie del agua. Aquí también hay un resort de lujo.
La inmersión fue increíble, vimos una barracuda, un mero grandísimo y peces de todos los tamaños y colores…
Tras 45 minutos en el agua, el barco vino a buscarnos para llevarnos de vuelta a nuestro hotel.
No tuvimos mucho tiempo para descansar, ya que en una hora teníamos la siguiente inmersión. En estos ratos de espera teníamos incluido una especie de avituallamiento compuesto por agua, café y algunas pastas.
Nuestra siguiente inmersión fue en nuestra isla, justo en el lado contrario del hotel.
La sensación que me dio fue que en kapali había mas peces y más grandes, pero daba igual, estaba disfrutando como un niño.
Tras la comida hicimos nuestra ultima sesión de buceo, otra vez en Mabul. Lo más destacable fue que vimos nuestra primera tortuga marina y sobre todo la temperatura del agua. El sol llevaba pegando fuerte todo el día y no os exagero si os digo que la temperatura del agua en la superficie rondaría los 35 grados. Nosotros íbamos sin neopreno y a veces teníamos que sumergirnos profundos buscando el agua más fresca.
Al subir al barco el comentario general de la gente era lo caliente que estaba el agua. Le pregunte a un italiano a ver cuanto le marcaba el reloj, y me dijo que a 25 metros la temperatura del agua era de 28 grados, os podéis imaginar…
Después de la sesión de buceo aun nos quedaban algo más de 2 horas de luz, así que cogimos las bicis y nos fuimos a la playa a descansar.
Los hoteles de la zona disponen de muy pocas habitaciones, así que la playa que es compartida, esta casi siempre vacía.
Nos tumbamos en las hamacas e intentamos tomar un poco el sol. Digo intentamos porque estábamos a escasos kilómetros del ecuador, y el calor junto con la humedad hacen imposible que unos bilbaínos como nosotros aguantásemos mas de 10 minutos al sol; menos mal que la playa está llena de palmeras y daban una sombra estupenda.
Cuando ya estábamos hartos de tanto estar tumbados, decidimos volver pronto al hotel, que ya había hambre y esta noche tocaba barbacoa.
La cena fue estupenda, había langostinos, cordero, ternera, calamares, solo se echaba de menos unos chorizos y unas morcillitas, jeje.