El día amaneció lluvioso, pero por suerte nos dejó disfrutar de nuestros planes. Desayunamos en una cafetería que había junto al hostal. Si algo no falta en Portugal son lugares para disfrutar de su rico café y sus deliciosos dulces.
Pasadas las 9 de la mañana fuimos a visitar el Monasterio de Alcobaça. Es uno de los conjuntos monásticos más grandes de Portugal y la primera obra gótica edificada en suelo luso. Su construcción comenzó en 1178 por los monjes de la Orden del Císter.
es.wikipedia.org/ ...oba%C3%A7a
Pagamos 6 euros cada uno y empezamos la visita por la iglesia. Lo primero que llama la atención es su falta de decoración. Una iglesia sencilla pero imponente con sus altas columnas. En medio de esta sencillez, a ambos lados del crucero, están los féretros del rey Pedro I y Doña Inês de Castro, protagonistas de una de las historias de amor más famosas y tristes de Portugal.
Cuenta la leyenda que el Infante Pedro de Portugal, heredero al trono, se enamoró de Dña. Inês de Castro, dama de compañía de su esposa. Cuando enviudó se casaron en secreto, pero su padre, el rey Alfonso IV, no estaba de acuerdo con este matrimonio. Por lo que decidió, en ausencia de D. Pedro, ordenar la ejecución de Inês. El Infante se enfadó bastante con su padre y empezó una guerra contra él. Al cabo de los años padre e hijo hicieron las paces, pero Pedro se vengó cuando murió su padre y fue coronado rey. Ordenó ejecutar a todos los que habían tenido algo que ver en el asesinato de Inês. Además, se dice que exhumó su cadáver, lo vistió con las mejores galas, lo sentó en el trono y toda la nobleza tuvo que rendirle homenaje como reina y besarle la mano.
Leyenda o realidad, lo cierto es que sus tumbas están una frente a la otra. Así lo dispuso Pedro I para que el día de la resurrección, al levantarse, su primera imagen a contemplar fuera la de su enamorada Inês.
es.wikipedia.org/ ..._de_Castro
Los féretros son verdaderas obras de arte del gótico portugués, repensando escenas bíblicas y familiares. El Juicio Final en el de Inés y la Rueda de la Fortuna en el de Pedro, son las más destacadas. Lástima que sufrieron daños cuando fueron saqueados durante la invasión francesa en 1810.
En una de las capillas está la impresionante puerta de la Sacristía, a la que no vimos forma de acceder (creo que tiene entrada por la calle, pero no la localizamos).
Al monasterio se accede por la Sala de los Reyes, donde hay esculturas de algunos de los reyes de Portugal y mosaicos de azulejos representando escenas de la fundación del monasterio.
Desde allí pasamos al Claustro medieval de D. Dinis, el más grande del monasterio y por el que se accede a la mayoría de dependencias.
Lo que más nos impresionó fue la cocina. Enorme, con una alta chimenea, todo revestido de azulejos. Se dice que se podían cocinar 6 bueyes a la vez. Junto a la cocina está el enorme refectorio, donde daban cuenta de los manjares que se preparaban en la cocina. El monasterio de Alcobaça se construyó sobre un canal del río, por lo que la zona era muy fértil y rica.
En la planta de arriba está el gran dormitorio comunal de los monjes, desde el que se ve la iglesia, y con ventanas al Claustro de la Levada.
Recorrimos el claustro superior y dimos por concluida la visita. El monasterio de Alcobaça no es tan
espectacular como el de Batalha, pero nos gustó mucho, y además tiene el añadido de que conserva los claustros y dependencias donde hacían vida los monjes. Lo mejor para mi gusto, la cocina.
Desde Alcobaça nos fuimos hasta Óbidos, un pueblo que está a unos 75 km de Lisboa. Es un pueblo medieval, que conserva el castillo y la muralla. Tuvimos que aparcar un poco lejos, ya que los aparcamientos más cercanos estaban ocupados. Había muchísima gente, y es que estaba la "Vila do Natal", una aldea navideña que montan en el castillo, con actividades para los niños.
Empezamos a visitar el pueblo paseando por al adarve de la muralla. Se puede recorrer casi completo, pero tuvimos que bajar debido a que estaba un tramo cortado por el acceso a la Vila do Natal.
Entramos al Castillo, que han convertido en Pousada (la red de Paradores en Portugal).
Después bajamos y recorrimos las calles del pueblo. Es muy turístico, y había muchísima gente, lo que para mi gusto le restó encanto a la visita. Una de las calles está llena de tiendas de souvenirs y licorerías. En una de ellas probamos la famosa Ginja de Óbidos, en vaso de chocolate, qué delicia. En otra de las calles principales estaban casi todos los restaurantes. Pensábamos comer allí, pero habiendo tanta gente decidimos que mejor en otro sitio. Pasamos un rato más recorriendo las calles más pequeñas y descubriendo algunos rincones muy bonitos.
Nuestra idea para la tarde era visitar Nazaré, un pueblo costero cerca de Alcobaça. Pero iba siendo tarde para comer, así que decidimos ir a Peniche, que nos quedaba más cerca. La península de Peniche es un destino típico de playa, sobre todo para surferos. Comimos en un restaurante cerca de la entrada al pueblo, "O Parque". Un arroz de pulpo, chocos a la brasa y una botella de vino pequeña, por 24 euros. Los chocos estaban espectaculares. De postre, en una pastelería cercana, un café y un dulce.
En la Oficina de Turismo pedimos un mapa de la ciudad y de la península y fuimos a visitar la fortaleza, del siglo XVI, empleada como prisión durante el régimen de Salazar, y que constituye uno de los principales atractivos de Peniche. Pero nos los encontramos cerrado por ser lunes. Lo vimos por fuera y nos entretuvimos viendo los barquitos que había por allí.
Ya era un poco tarde, que en esta época anochece muy pronto, pero no renunciamos a recorrer la península en coche y ver el Cabo Carvoeiro. Casi no llegamos, que nos íbamos parando en todos los lados donde podíamos aparcar el coche, a disfrutar de las vistas de la costa. En una de estas nos llevamos una sorpresa, que el mar, aunque estaba tranquilo tampoco estaba amenazante. Aún nos preguntamos de dónde vino la ola que nos mojó de arriba abajo, una ducha que nos mojó enteros, cámara de fotos incluida
Nos secamos como pudimos y ya continuamos sin parar hasta el Cabo Carvoeiro, al que llegamos casi sin luz. En el extremo de la península de Peniche hay un faro y una roca en el mar conocida como "Nau de Corvos". La costa en esta zona tiene curiosas formaciones rocosas.
En lugar de dar la vuelta completa volvimos sobre nuestros pasos, y paramos en un mirador junto a la ermita da Nossa Senhora dos Remedios, muy cerca del Cabo Carvoeiro. La iglesia es muy pequeña pero coqueta, con el interior completamente revestido de azulejos representando escenas bíblicas. Lástima el mal estado de los azulejos del techo.
Viendo las pocas opciones que habíamos encontrado la noche anterior en Alcobaça, apostamos por comprar comida en un supermercado y cenar en el hostal. En los supermercados portugueses venden unas sopas que están muy buenas. Cuando llegamos a Alcobaça comenzó a llover, y ya no volvimos a salir del hostal.