El tercer día lo dedicamos a los principales museos. A primera hora nos dirigimos a la isla
Djurgärden y entramos en el Vasa Museet. Un museo dedicado a un gran barco que debió ser el
orgullo de la Marina sueca pero se hundió a los pocos minutos de ser botado. Lejos de
avergonzarse, los suecos lo reflotaron varios siglos más tarde y lo pusieron en un museo. La
verdad es que es impresionante y merece la visita.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El tercer día lo dedicamos a los principales museos. A primera hora nos dirigimos a la isla
Djurgärden y entramos en el Vasa Museet. Un museo dedicado a un gran barco que debió ser el
orgullo de la Marina sueca pero se hundió a los pocos minutos de ser botado. Lejos de
avergonzarse, los suecos lo reflotaron varios siglos más tarde y lo pusieron en un museo. La
verdad es que es impresionante y merece la visita.
Tras verlo en hora y media, nos dirigimos al Junibacken, un museo dedicado a los cuentos de
Astrid Lindgren, autora entre otros de Pipi Calzaslargas (benditos años 80...). Está orientado a los
niños, por lo que sí no viajáis con menores de 10-12 años no merece la pena que vayáis. Nuestro
hijo lo disfrutó una barbaridad y nosotros con él, claro.
Teníamos previsto visitar también el Nordiska Museet, un museo lleno de "cosas típicas" suecas.
Las malas críticas en tripadivisor y lo bien que lo estábamos pasando en Junibacken nos hicieron
desecharlo.
Nos montamos en el tranvía número 7 destino al centro, y caminamos un poco hasta llegar al
mercado de Saluhall. Por lo que pudimos ver el mercado original está de obras, pero en la plaza
de enfrente han puesto una carpa portátil y ha trasladado los puestos allí. La verdad que nos
encantó, productos típicos suecos, delicatessen gourmet, comida para llevar y un par de
restaurantes (donde comimos). No es barato, ya os lo digo, pero el sitio lo merece, y un capricho
no está mal de vez en cuando.
Tras eso cogimos una ruta en barco incluida en la Pass, llamada Royal Canal Tour. Se realiza
alrededor de la isla de Djurgärden, y dura unos 45 minutos. Una forma diferente de ver la ciudad,
me gustó bastante.
Después de comer, cogimos el bus hasta Slussen, y caminamos un poco para visitar el último
museo del día: el Fotografiska. No es un museo como tal, si no más bien una sala de exposiciones
construidas en una antigua fábrica del puerto, junto a la terminal de cruceros. El contenido
dependerá de las exposiciones que haya cuando vayas, pero las 2 que había cuando fuimos me
encantaron.