Teníamos una deuda con Sevilla. Es una ciudad que nos cae bastante cerca, pero a la que siempre íbamos porque había algo que hacer, o en excursiones de un día para algo concreto. Pero nunca le habíamos dedicado algunos días para turistear y conocerla un poco. Decidimos ponerle remedio, así que en primavera buscamos un fin de semana que no fuese Semana Santa ni Feria de Abril y para Sevilla que nos fuimos. Un fin de semana es poco tiempo para conocer esta hermosa ciudad, pero de momento no teníamos más, y hemos venido muy satisfechos de la escapada.
Reservamos un apartamento en Triana a través de Airbnb. No doy referencias del mismo porque no creo que sea para recomendarlo. Elegimos Triana porque nos apetecía alojarnos en un barrio con encanto y a la vez con vida de sevillanos, y porque había posibilidades de aparcamiento no muy lejos.
Llegamos a Sevilla un viernes por la tarde. Lo primero que nos llamó la atención al bajarnos del coche fue el olor a azahar. Era primero de abril y estaban todos los naranjos floridos y desprendiendo este aroma tan agradable que no nos abandonó en ningún momento durante nuestra estancia en Sevilla. Lástima que en un relato como este no se pueda captar el olor.
A esas horas ya no podíamos entrar a casi ningún monumento de los "importantes", así que decidimos dedicar la tarde a visitar el Parque de María Luisa y la Plaza de España. Dejamos las cosas en el apartamento y fuimos por la Calle Castilla para cruzar el Puente de Triana. Junto al apartamento estaba la Iglesia de Nuestra Señora de la O, muy sencilla.
En nuestro paseo pasamos por el mercado de Triana y el Castillo de San Jorge, para cruzar este emblemático Puente que conecta Triana con el centro de Sevilla. Fuimos caminando tranquilamente, haciendo fotos al puente, a la Maestranza, la Torre del Oro, el Palacio de San Telmo,… Hacía mucho calor esa tarde para ser primero de abril, pero el paseo fue muy agradable.
Llegamos al Parque de María Luisa, y lo recorrimos tranquilamente, parándonos aquí y allá, jugando con las fuentes, en plan relajado. Reconozco que no lo recorrimos entero, es enorme, y entramos sin mirar el plano, simplemente a pasear.
Salimos en dirección a la Plaza de España. Me encanta esta plaza, la había visto hacía ya muchos años, pero me sigue gustando igual. El pabellón estilo regionalista, con los canales y los puentes, resulta un conjunto espectacular.
Recorrimos la plaza, hicimos la turistada de fotografiarnos en el banco de nuestra provincia (no me podía ir sin hacerlo, jajaja), y subimos a unos de los balcones, para hacer alguna foto, que a esas horas había una luz muy bonita.
Caminamos de vuelta al centro, y con el calor que hacía y lo que habíamos andado, nos merecíamos una cerveza. Nos sentamos en la terraza de uno de los bares que hay frente a la antigua fábrica de tabaco (actual sede del rectorado de la Universidad), a tomar unas cañas y un par de tapas para reponer fuerzas. No recuerdo como se llamaba el sitio.
Para cenar pensamos ir a un bar que había leído recomendado en el foro: Bar Juan Carlos. Está en Triana, y es un local pequeño con más de 110 variedades de queso, y gran variedad de cerveza. A nosotros, que nos encanta tanto el queso como la cerveza, nos pareció el sitio perfecto, y además nos pillaba cerca del apartamento. Cruzamos por el Puente de San Telmo, ya de noche, y disfrutamos de unas preciosas vistas de la Torre del Oro y la Giralda.
El bar estaba lleno, tanto dentro como fuera, pero logramos hacernos un hueco en la barra. Pedimos una tabla de 3 quesos de los muchos que tenían, y pasamos un rato muy agradable. No conté las variedades de cerveza, pero diría que más de cuarenta, nacionales, artesanas y de importación, contando con 6 tiradores. Nos pareció un sitio muy agradable para terminar la noche con buen queso y buena cerveza.