El segundo día madrugamos mucho, y la verdad es que estamos bastante despejados. Hemos dormido bien, aunque en la habitación hace mucho calor y no puedo evitar despertarme varias veces. Desayunamos en el apartamento (cada noche hacemos compra en un Family Mart que hay al lado), y vamos a la estación de metro de Shinjuku-Sanchome, donde cogemos el metro hasta Tsukijishijo.
Al salir nos liamos hasta llegar al mercado, vamos que tardamos un ratillo en llegar, pero al final encontramos la zona del mercado exterior. En el puesto de Información nos atiende un hombre amabilísimo, que nos explica la zona de mercado exterior y el mercado de pescado propiamente dicho, que abre al público a las 9:00h. Como es pronto, nos vamos primero a dar una vuelta por el mercado exterior, repleto de puestos de pescado y comida de todo tipo (muchas cosas que no hemos visto nunca ni sabemos lo que son), restaurantes de sushi y otras especialidades, y mucho ambiente aunque mayoritariamente turistero. Descubrimos uno de nuestros snacks preferidos de Japón, las bolas de wasabi; y también vemos las famosas virutas de atún, y como las fabrican en una de las tiendas. También hay puestos de brochetas, aprovechamos para probar una de pez espada.
A las 9:00h nos dirigimos a la lonja de pescado. Realmente interesante ver el ajetreo de Tsukiji en estado puro: trabajadores cortando, limpiando, envasando, vendiendo, transportando…
Hay que tener mucho cuidado con los carros que circulan y que pasan a toda velocidad!
Después de la experiencia de la lonja, volvemos al mercado exterior, donde buscamos un restaurante de sushi para desayunar. Por 3000¥ cogemos un set de varias piezas de sushi, que nos sirven acompañado de sopa de miso. El sushi muy bueno, aunque como era una selección ya hecha, algunas piezas a mí no me han gustado. Más adelante comeremos sushi más rico y más barato en Japón, pero todo a su tiempo.
Cogemos el metro, esta vez en la estación Tsukiji, y nos dirigimos a la estación de Ginza. El barrio de Ginza se podría decir que es un barrio pijo de Tokyo, lleno de tiendas de moda de conocidas marcas. La verdad es que no nos parece especialmente interesante, por lo que lo único que hacemos aquí es pasear hasta la siguiente parada de metro, Higashi Ginza. En el camino vemos la fachada del Teatro Kabukiza, donde se representan obras de Kabuki.
Nuestra siguiente visita será el barrio de Asakusa. Primero vamos al puente más cercano a la calle principal, donde vemos la Tokyo Skytree y el edificio de Asahi, con su famosa mierdecilla dorada (algunos dicen que parece un nabo… ¿?).
Después caminamos por Nakamise, la calle principal llena de tiendas y restaurantes, hasta llegar a la puerta Kaminarimon, con el famoso farolillo rojo. Aquí es donde encontramos la primera aglomeración turística de Japón. La zona adyacente a la puerta está llena de turistas, y muchos de ellos son grupos de estudiantes japoneses de otras regiones. Hablamos con unos de los estudiantes, que nos sacan una foto, y nos sacamos una foto con una de las estudiantes, que sonríe sin parar, que majos son los japoneses!
Desde ahí, solo hay que caminar recto por la calle llena de puestos de souvenirs hasta llegar a otra gran puerta, Hozomon, y al templo Sensoji. Aquí vemos las fuentes donde se purifican antes de entrar a los templos, lavándose las dos manos y la cara con el agua de la fuente, algunos incluso beben el agua. También hay unos quemadores de incienso, donde la gente se purifica dirigiéndose el humo a la cara.
Otra curiosidad de los templos que vemos aquí es la lectura de la fortuna. En unos recipientes metálicos con un agujero en una de las bases, hay un montón de palos de madera con un número grabado en japonés. Se agita el recipiente y se saca uno de los palos, y con el número de este palo se dirige uno a una especie de armario con un montón de cajones, hasta encontrar el cajón con el número correspondiente. De aquí se saca un papel con la fortuna, que si es buena nos llevamos, y si es mala, colgamos en unos soportes habilitados para ello, para que la mala fortuna se la lleve el viento.
El tema del incienso y la lectura de la fortuna lo había visto anteriormente en Taiwan, aunque era algo diferente.
El templo y los jardines son muy bonitos, y alrededor del templo, las calles adyacentes a la principal están llenas de más tiendas y restaurantes. Elegimos uno de ellos para comer, resulta ser un pequeño restaurante especializado en fideos Udon. Comemos muy bien un cuenco de Udon y un plato de tempura para los dos (1820¥).
Después de la visita a Asakusa teníamos pensado ir a Odaiba en barco, pero cambiamos el plan ya que no hay más barcos hoy, por lo que decidimos ir el sábado después de que volvamos a Asakusa al festival Sanja Matsuri.
Cambiamos la visita por el barrio de Akihabara, también llamado el barrio de la electrónica, por la gran cantidad de tiendas y centros comerciales de este tipo que hay en la zona. Desde el metro tardamos un poco en encontrar la zona de Electric Town. Pasamos un rato callejeando y viendo alguna tienda, el edificio Sega y los recreativos que hay dentro, todo el mundo jugando a las maquinitas. Esto lo veremos en muchos sitios de Tokyo, parece que todos los jóvenes al salir del cole/instituto, vienen a estas y otras zonas a jugar con los amigos, cómo les gustan este tipo de juegos!
Conforme va anocheciendo, los edificios se van iluminando, y la zona gana en ambiente. Vemos a las famosas sirvientas de los maid café anunciando sus locales, y más gente con vestuario estrafalario que anuncian otras cosas. La zona es curiosa, pero no podemos decir que nos haya encantado. Ha empezado a llover, y nos volvemos a Shinjuku.
Aquí tomamos una cerveza y luego nos dirigimos a Omoide Yokocho, unos callejones que hay al norte de la estación de Shinjuku con muchísimos bares diminutos pegados unos a otros, en los que se puede cenar de picoteo. Casi todos tienen tan solo un pasillo super estrecho con la barra delante, pero muchos tienen otra planta arriba. Nos cuesta encontrar sitio en uno, acabamos subiendo por unas estrechísimas escaleras a la planta de arriba de uno de ellos. Cenamos un set de brochetas de carne acompañadas de edamame, y cerveza, como no (2600¥). En la cena nos reímos mucho, ya que al fondo hay sentada una pareja, en la que la mujer no para de hablar y hablar, y el hombre solo dice ooohhh, cada vez que la mujer le cuenta alguna anécdota. Por supuesto no entendemos nada, pero nos hace gracia el tono en el que el hombre dice ooohhh, y como la mujer no para de hablar. En los pocos momentos en los que el hombre puede hablar, la mujer asiente con un aaahhh! Xabi dice que es el rito de apareamiento japonés, y no paramos de reir.
Nos toca una vuelta a casa pasada por agua… Lo bueno es que ya no volveremos a ver la lluvia en todo el viaje.
Al salir nos liamos hasta llegar al mercado, vamos que tardamos un ratillo en llegar, pero al final encontramos la zona del mercado exterior. En el puesto de Información nos atiende un hombre amabilísimo, que nos explica la zona de mercado exterior y el mercado de pescado propiamente dicho, que abre al público a las 9:00h. Como es pronto, nos vamos primero a dar una vuelta por el mercado exterior, repleto de puestos de pescado y comida de todo tipo (muchas cosas que no hemos visto nunca ni sabemos lo que son), restaurantes de sushi y otras especialidades, y mucho ambiente aunque mayoritariamente turistero. Descubrimos uno de nuestros snacks preferidos de Japón, las bolas de wasabi; y también vemos las famosas virutas de atún, y como las fabrican en una de las tiendas. También hay puestos de brochetas, aprovechamos para probar una de pez espada.
A las 9:00h nos dirigimos a la lonja de pescado. Realmente interesante ver el ajetreo de Tsukiji en estado puro: trabajadores cortando, limpiando, envasando, vendiendo, transportando…
Hay que tener mucho cuidado con los carros que circulan y que pasan a toda velocidad!
Después de la experiencia de la lonja, volvemos al mercado exterior, donde buscamos un restaurante de sushi para desayunar. Por 3000¥ cogemos un set de varias piezas de sushi, que nos sirven acompañado de sopa de miso. El sushi muy bueno, aunque como era una selección ya hecha, algunas piezas a mí no me han gustado. Más adelante comeremos sushi más rico y más barato en Japón, pero todo a su tiempo.
Cogemos el metro, esta vez en la estación Tsukiji, y nos dirigimos a la estación de Ginza. El barrio de Ginza se podría decir que es un barrio pijo de Tokyo, lleno de tiendas de moda de conocidas marcas. La verdad es que no nos parece especialmente interesante, por lo que lo único que hacemos aquí es pasear hasta la siguiente parada de metro, Higashi Ginza. En el camino vemos la fachada del Teatro Kabukiza, donde se representan obras de Kabuki.
Nuestra siguiente visita será el barrio de Asakusa. Primero vamos al puente más cercano a la calle principal, donde vemos la Tokyo Skytree y el edificio de Asahi, con su famosa mierdecilla dorada (algunos dicen que parece un nabo… ¿?).
Después caminamos por Nakamise, la calle principal llena de tiendas y restaurantes, hasta llegar a la puerta Kaminarimon, con el famoso farolillo rojo. Aquí es donde encontramos la primera aglomeración turística de Japón. La zona adyacente a la puerta está llena de turistas, y muchos de ellos son grupos de estudiantes japoneses de otras regiones. Hablamos con unos de los estudiantes, que nos sacan una foto, y nos sacamos una foto con una de las estudiantes, que sonríe sin parar, que majos son los japoneses!
Desde ahí, solo hay que caminar recto por la calle llena de puestos de souvenirs hasta llegar a otra gran puerta, Hozomon, y al templo Sensoji. Aquí vemos las fuentes donde se purifican antes de entrar a los templos, lavándose las dos manos y la cara con el agua de la fuente, algunos incluso beben el agua. También hay unos quemadores de incienso, donde la gente se purifica dirigiéndose el humo a la cara.
Otra curiosidad de los templos que vemos aquí es la lectura de la fortuna. En unos recipientes metálicos con un agujero en una de las bases, hay un montón de palos de madera con un número grabado en japonés. Se agita el recipiente y se saca uno de los palos, y con el número de este palo se dirige uno a una especie de armario con un montón de cajones, hasta encontrar el cajón con el número correspondiente. De aquí se saca un papel con la fortuna, que si es buena nos llevamos, y si es mala, colgamos en unos soportes habilitados para ello, para que la mala fortuna se la lleve el viento.
El tema del incienso y la lectura de la fortuna lo había visto anteriormente en Taiwan, aunque era algo diferente.
El templo y los jardines son muy bonitos, y alrededor del templo, las calles adyacentes a la principal están llenas de más tiendas y restaurantes. Elegimos uno de ellos para comer, resulta ser un pequeño restaurante especializado en fideos Udon. Comemos muy bien un cuenco de Udon y un plato de tempura para los dos (1820¥).
Después de la visita a Asakusa teníamos pensado ir a Odaiba en barco, pero cambiamos el plan ya que no hay más barcos hoy, por lo que decidimos ir el sábado después de que volvamos a Asakusa al festival Sanja Matsuri.
Cambiamos la visita por el barrio de Akihabara, también llamado el barrio de la electrónica, por la gran cantidad de tiendas y centros comerciales de este tipo que hay en la zona. Desde el metro tardamos un poco en encontrar la zona de Electric Town. Pasamos un rato callejeando y viendo alguna tienda, el edificio Sega y los recreativos que hay dentro, todo el mundo jugando a las maquinitas. Esto lo veremos en muchos sitios de Tokyo, parece que todos los jóvenes al salir del cole/instituto, vienen a estas y otras zonas a jugar con los amigos, cómo les gustan este tipo de juegos!
Conforme va anocheciendo, los edificios se van iluminando, y la zona gana en ambiente. Vemos a las famosas sirvientas de los maid café anunciando sus locales, y más gente con vestuario estrafalario que anuncian otras cosas. La zona es curiosa, pero no podemos decir que nos haya encantado. Ha empezado a llover, y nos volvemos a Shinjuku.
Aquí tomamos una cerveza y luego nos dirigimos a Omoide Yokocho, unos callejones que hay al norte de la estación de Shinjuku con muchísimos bares diminutos pegados unos a otros, en los que se puede cenar de picoteo. Casi todos tienen tan solo un pasillo super estrecho con la barra delante, pero muchos tienen otra planta arriba. Nos cuesta encontrar sitio en uno, acabamos subiendo por unas estrechísimas escaleras a la planta de arriba de uno de ellos. Cenamos un set de brochetas de carne acompañadas de edamame, y cerveza, como no (2600¥). En la cena nos reímos mucho, ya que al fondo hay sentada una pareja, en la que la mujer no para de hablar y hablar, y el hombre solo dice ooohhh, cada vez que la mujer le cuenta alguna anécdota. Por supuesto no entendemos nada, pero nos hace gracia el tono en el que el hombre dice ooohhh, y como la mujer no para de hablar. En los pocos momentos en los que el hombre puede hablar, la mujer asiente con un aaahhh! Xabi dice que es el rito de apareamiento japonés, y no paramos de reir.
Nos toca una vuelta a casa pasada por agua… Lo bueno es que ya no volveremos a ver la lluvia en todo el viaje.