Antes de dejar la pensión dedicamos una hora a ver el pueblo de Melnik, que por la noche poco pudimos ver. Una de las cosas que más nos gustó fueron las vistas desde el mirador junto al palacio, con los viñedos y la confluencia de los ríos Elba y Moldava. También dimos una vuelta por la plaza de la Paz y la puerta de Praga (que ya habíamos visto de noche) y el patio del palacio. Teníamos intención de entrar a la iglesia de San Pedro y San Pablo y subir a la torre, pero ponía que estaba cerrada por obras.
Volvimos a la pensión, hicimos el check-out y nos fuimos a Terezin. Teníamos previsto, si nos daba tiempo, acercarnos antes a ver Čertovy hlavy (Cabezas de diablo), unas curiosas esculturas en roca cerca de Melnik. Pero finalmente lo descartamos por falta de tiempo.
De camino a Terezin nos paramos en antiguo convento que venía señalado en el en Doksany, pero estaba cerrado. Nos dijo un sacerdote que salía de la iglesia que solo era visitable los fines de semana.
Llegamos a Terezin a la hora que habíamos reservado para la visita guiada. Aparcamos en el parking que hay cerca de la fortaleza pequeña (10 coronas/hora). Compramos la entrada para la fortaleza pequeña y el museo del gueto, 215 coronas cada uno. La visita guiada a la fortaleza pequeña estaba incluida (mejor reservar). La guía en español, Rosa, es una mujer filipina con una forma curiosa de hablar, a veces cuesta seguirla, pero se le entiende bien.
La visita dura una hora, y es bastante instructiva e interesante, aunque es cierto que te deja el cuerpo un poco malo, de las cosas que se cuentan y que pasaron allí. El día estaba nublado, como triste, muy a tono con la temática de la visita.
El cementerio que hay a la entrada también impresiona, es una visita que invita a la reflexión. No es agradable, pero es la historia y hay que conocerla.
Después cogimos el coche y fuimos al pueblo, que no está lejos poco más de un kilómetro. Vimos el museo del gueto y las barracas, y comimos en un restaurante que había visto recomendado en tripadvisor, el Klobouk. Es un sitio sencillo que atienden discapacitados y que solo sirve dos platos. El problema es que cuando llegamos ya se le había acabado y solo podían ofrecernos queso frito y pollo frito. Ya que estábamos allí nos quedamos, pero no comimos muy bien (aunque muy barato). En el pueblo hay dos o tres sitios más para comer.
Con el coche fuimos al cementerio y al crematorio. Una vez más, la visita te deja el corazón encogido. Una de las cosas que me llamaron la atención de la visita al pueblo (fortaleza grande) es que a simple vista parece un pueblo normal, si no te cuentan lo que allí pasó y si nos ves los museos, no deja de ser un pequeño pueblo de Bohemia, con su iglesia, su plaza,… Sin embargo, fue un gueto donde malvivieron y murieron muchos judíos de toda Europa.
Por último visitamos el memorial a orillas del río Ohre, donde obligaron a judíos a tirar las cenizas de sus familiares. Se llega por un camino, que no merece mucho la pena, salvo por el entorno del río junto al monumento.
Después nos fuimos a Litomerice, aparcamos en la plaza en zona azul y dimos una vuelta, por la plaza, que es muy bonita, y calles aledañas. Una parada que merece la pena si se tiene tiempo. Nos tomamos un té en la plaza descansando un rato.
Nuestra siguiente parada era Decin, donde íbamos a dormir. En teoría teníamos que ir por una carretera decente, pero el GPS nos llevó por algunas carreteras que no cabían dos coches. Nos lo tomamos con humor, viendo el paisaje verde y los campos donde se cultiva la cebada con la que hacen la fantástica cerveza checa.
En Decin nos alojamos en el Hotel Ceska Koruna, en la misma plaza. Habíamos reservado plaza de aparcamiento por 150 coronas, pero una vez allí vimos que no hubiera hecho falta, pues se podía aparcar en la plaza en zona azul, que a partir de las 6 de la tarde es libre.
Teníamos intención de acercarnos al castillo, aunque solo por fuera, pero estaba lloviendo y no nos apetecía, así que nos conformamos con haberlo visto por fuera desde la carretera.
Salimos a comprar a un supermercado Billa algo para comer al día siguiente, que haríamos ruta por el campo. Después intentamos cenar en el restaurante Fabrika, que tiene muy buenas opiniones en Tripadvisor. Pero cuando llegamos (no está en el centro) nos dijeron sin reserva era imposible. Volvimos al centro y cenamos en un restaurante llamado U Ruzove Zahrady, un goulash y pato con salsa de frutos tojos. Con un par de cervezas nos costó 405 coronas. El sitio era bonito, estaba decorado con relojes, que creo que estaban en venta, y había un trío de dos violines y piano tocando en directo. Para mi gusto nos pusieron demasiado cerca de la música, que no estaba mal, pero no eran unos virtuosos.
Nos tomamos otra cerveza en un bar en la plaza y al hotel a dormir.