Día 3, 25 de agosto:
Volvemos a madrugar, ya que habíamos quedado en que nos recogían en el hotel a las 8:30, para cruzar la frontera (con control de pasaportes incluido) a Argentina. ¡Por fin veremos las Cataratas de Iguazú! El día está muy nublado, así que no veremos el cielo azul sobre las cataratas.
Las cataratas de Iguazú se forman en el río del mismo nombre, que es un afluente del Paraná. Si bien no se encuentran entre las cataratas más altas del mundo, sí son en su conjunto de las más caudalosas, ya que tienen 275 saltos, de los cuales el más impresionante es la Garganta del Diablo, con 80 metros de altura. Como el río Iguazú es la frontera entre Argentina y Brasil, hay cataratas en ambos países, aunque la mayoría están en Argentina. Se dice que para disfrutar de las cataratas hay que ir a Argentina y para verlas hay que ir a Brasil. Con esto estoy totalmente de acuerdo.
Tras entrar en el parque y caminar un poquito se coge un tren que te lleva hasta las pasarelas sobre el río Iguazú que llegan hasta la Garganta del Diablo, la caída más impresionante de todas las que tienen las cataratas. Parece mentira que esta agua que vemos tan calmada provoque el impresionante espectáculo que veremos después, aunque allí al fondo algo se adivina.
Volvemos a madrugar, ya que habíamos quedado en que nos recogían en el hotel a las 8:30, para cruzar la frontera (con control de pasaportes incluido) a Argentina. ¡Por fin veremos las Cataratas de Iguazú! El día está muy nublado, así que no veremos el cielo azul sobre las cataratas.
Las cataratas de Iguazú se forman en el río del mismo nombre, que es un afluente del Paraná. Si bien no se encuentran entre las cataratas más altas del mundo, sí son en su conjunto de las más caudalosas, ya que tienen 275 saltos, de los cuales el más impresionante es la Garganta del Diablo, con 80 metros de altura. Como el río Iguazú es la frontera entre Argentina y Brasil, hay cataratas en ambos países, aunque la mayoría están en Argentina. Se dice que para disfrutar de las cataratas hay que ir a Argentina y para verlas hay que ir a Brasil. Con esto estoy totalmente de acuerdo.
Tras entrar en el parque y caminar un poquito se coge un tren que te lleva hasta las pasarelas sobre el río Iguazú que llegan hasta la Garganta del Diablo, la caída más impresionante de todas las que tienen las cataratas. Parece mentira que esta agua que vemos tan calmada provoque el impresionante espectáculo que veremos después, aunque allí al fondo algo se adivina.
El mirador está como a un par de metros de la caída del agua. Tanto el ruido como la inmensidad del agua cayendo impresionan.
Después de esto recorremos lo que llaman el camino superior, que son otra serie de pasarelas sobre la parte alta de las cataratas, desde donde vas teniendo una vista desde arriba de todas las caídas de agua. Es impresionante, porque el número de diferentes cascadas es enorme.
Después comimos (caro y mal) e hicimos lo que llaman “Gran Aventura”, que consiste en un paseo en 4x4 por la selva (totalmente prescindible) y subir en el “gomón” que te lleva a la base de dos de las cataratas y entras por debajo de la caída del agua. Entras en la segunda cascada, que se llama los Tres Mosqueteros. Aunque íbamos equipados con nuestro chubasquero cae tanta cantidad de agua que te pones perdido. Llevábamos ropa de repuesto, lo que ha sido una gran idea.
Después recorrimos el camino inferior, un paseo, esta vez desde la parte de debajo de las cataratas, desde donde resultan aún más impresionantes. Vas subiendo poco a poco y llegas a ver algunas cataratas a media altura.
Durante todo el camino vamos viendo muchos animales.
La última foto es la llamada Mariposa 88. Es la forma natural del dibujo que forman sus alas, aunque algunas veces parece más un 89 que un 88. Esta nuestra cumplía bastante bien con su nombre. Según nos contaron, necesitan un aporte extra de sal, así que si llevas una camiseta sudada (no porque seas guarrete, sino porque con la humedad es bastante frecuente) o una mochila con las asas mojadas de tu sudor por el mismo motivo, como fue nuestro caso, se te pegan y las puedes fotografiar tranquilamente. Esta se puso en la mochila de Rafa y estuvo con él gran parte del paseo.
Tras terminar, regresamos al hotel y una vez allí tuvimos que hacer un verdadero esfuerzo en salir a cenar, ya que estábamos muy cansados. Volvemos a cenar estupendamente, esta vez en una pizzería muy especial Vo Bertila, ya que era un italiano en versión brasileña donde las pizzas estaban buenísimas, más la correspondiente caipiriña.
Tras terminar, regresamos al hotel y una vez allí tuvimos que hacer un verdadero esfuerzo en salir a cenar, ya que estábamos muy cansados. Volvemos a cenar estupendamente, esta vez en una pizzería muy especial Vo Bertila, ya que era un italiano en versión brasileña donde las pizzas estaban buenísimas, más la correspondiente caipiriña.
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