Nos levantamos muy temprano porque la idea era subir a Brunni, en Engelberg, y teníamos alrededor de hora y media de camino.
Las webcams de la zona ya indicaban que el día no era muy apropiado pero aún así, decidimos acercarnos y comprobarlo de cerca. Después de todo, el día por Beatenberg era más o menos bueno, si bien es cierto que los tres cuatromiles estaban cubiertos.
Al acercarnos ya preveíamos que no podríamos subir, en las ciudades el tiempo era bastante bueno pero en cuanto te acercabas a las montañas...cambiaba radicalmente.
Aún así llegamos hasta las mismas taquillas, y allí mismo vimos las teles que tienen las cámaras...y había zonas con niebla, otras con llovizna y otras con ganas de salir el sol.
Pero es una subida cara, 86chf.- los dos adultos, más el parking, así que con todo el dolor de nuestro corazón decidimos anular el plan...era una pena pagar ese dinero para subir y tener que bajar corriendo.
Así que a tirar de plan B... LUCERNA, que estaba alrededor de 40 minutos de nuestra ruta. Y allí el tiempo de momento respetaba.
Aparcamos como tres calles paralelas al puente y la zona turística, aunque he de decir que nos costó dar unas cuantas vueltas, pero mereció la pena porque por apenas 7chf.- pasamos la mañana allí.
Dividida en dos por el río Reuss, Lucerna puede presumir de ser una de las ciudades con más turismo de toda Suiza, (solo superada por el Cervino, por supuesto), y a ello contribuye sus puentes, murallas y torres, que engalanan toda la ciudad y a la que se le debe dedicar más de una jornada desde mi punto de vista.
En algún sitio leí sobre Lucerna que la receta para una preciosa ciudad suiza consistía en coger un lago azul cobalto rodeado por montañas de ensueño, se añade un Altstadt medieval y bien conservado y se adereza con puentes cubiertos, plazas soleadas, casas color pastel y paseos junto al lago...en definitiva eso podría ser Lucerna.Las webcams de la zona ya indicaban que el día no era muy apropiado pero aún así, decidimos acercarnos y comprobarlo de cerca. Después de todo, el día por Beatenberg era más o menos bueno, si bien es cierto que los tres cuatromiles estaban cubiertos.
Al acercarnos ya preveíamos que no podríamos subir, en las ciudades el tiempo era bastante bueno pero en cuanto te acercabas a las montañas...cambiaba radicalmente.
Aún así llegamos hasta las mismas taquillas, y allí mismo vimos las teles que tienen las cámaras...y había zonas con niebla, otras con llovizna y otras con ganas de salir el sol.
Pero es una subida cara, 86chf.- los dos adultos, más el parking, así que con todo el dolor de nuestro corazón decidimos anular el plan...era una pena pagar ese dinero para subir y tener que bajar corriendo.
Así que a tirar de plan B... LUCERNA, que estaba alrededor de 40 minutos de nuestra ruta. Y allí el tiempo de momento respetaba.
Aparcamos como tres calles paralelas al puente y la zona turística, aunque he de decir que nos costó dar unas cuantas vueltas, pero mereció la pena porque por apenas 7chf.- pasamos la mañana allí.
Dividida en dos por el río Reuss, Lucerna puede presumir de ser una de las ciudades con más turismo de toda Suiza, (solo superada por el Cervino, por supuesto), y a ello contribuye sus puentes, murallas y torres, que engalanan toda la ciudad y a la que se le debe dedicar más de una jornada desde mi punto de vista.
En la margen izquierda del río, en la Bahnhofstr, había un mercadillo, así que resistimos la tentación de cruzar el puente de madera y recorrimos esta calle y sus puestos hasta el Reussbrücke.
A continuación visitamos dos plazas con sus edificios de fachadas pintadas (recordando un poco a las de Oberammergau), concretamente la Weinmarkt y la Hirschenplatz:
Seguimos recorriendo todo el Altstadt, encontramos la pastelería Macchi...mmm...delicioso todo, compramos algunos dulces para matar el gusanillo y después de un rato comiendo y paseando decidimos dirigirnos a otro must de Lucerna...el Monumento al León:
Alejado del bullicio de la ciudad y en un parque apartado, encontramos al león herido, con su eterna agonía, que esconde la tragedia que supuso la muerte de 700 hombres de la guardia suiza durante la Revolución Francesa. Junto a él el escudo con la bandera de Suiza, causa que juró defender hasta su muerte.
Allí pasamos un buen rato, porque a Hugo le impresionó un montón y escuchaba atento lo que le contábamos sobre su historia. Y la verdad es que da igual que seas grande o pequeño, esta escultura tiene un realismo que cautiva a todas las edades.
Después, nos atrevimos a subir empujando la silla de Hugo la super cuesta que lleva a la Museggmauer, la antigua muralla de Lucerna. Hoy en día apenas se conservan 800 metros que rodean el Altstadt, con 9 torres medievales, algunas de ellas abiertas al público.
Recorrimos solo un trocito y finalmente fuimos (ahora sí!) al puente de la Capilla o Kapellbrücke.
Tanto el puente como la torre que está en él pertenecían a la antigua fortaleza que tenía esta ciudad. Es el puente más famoso de toda Suiza, y aunque un devastador incendio en 1993, daño gran parte del mismo, fue reconstruido cada detalle al milímetro. A media noche de un 18 de agosto, alguien alertó que el puente estaba en llamas, como estaba compuesto de grandes piezas de madera, cuando llegaron los bomberos ya ardían 3/4 partes del mismo. Una hora después el fuego estaba controlado, pero hicieron falta más de 11 horas para apagar las brasas. Un año más tarde el puente estaba reconstruido.
Mientras lo recorres puedes contemplar bellas escenas de la vida y la historia de Lucerna y de Suiza.
solo tengo esta imagen decente (por decir algo) y sin familia...os habréis dado cuenta que somos un poco malos haciendo fotos verdad?
Hasta aquí nuestra visita a la ciudad de Lucerna...que por supuesto da para muuucho más, pero el día empezaba a despejarse por completo y recordé que cerca de la ciudad estaba el ascensor de Lucerna, y nos invadieron, de nuevo, las ganas de montañas, alturas, y bonitas vistas...
Si bien mereció la pena la subida al HAMMETSCHWAND LIFT, el encontrarlo es toda una odisea.
La forma más sencilla era un ferry que cruzaba el lago de Lucerna, pero que está cerrado hasta el verano del 2017 creo recordar...con lo cual, para llegar en coche hay que seguir las indicaciones a Bürgenstock, o algo que se le parezca, porque está realmente mal indicado. La razón? la construcción de un súper mega resort que tiene cortada toda la zona.
Bueno pues conseguimos llegar a pie de obra, allí aparcamos y nada de poner ticket de aparcamiento, dudo que alguien venga a comprobarlo a este remoto lugar. Tras preguntar como a 5 o 6 ejecutivos planos en mano, que salían de la obra, conseguimos que uno de ellos nos dijera que podíamos acceder al recinto. Caminando por el mismo, entre obreros, excavadoras y las primeras fases construidas ( que por cierto, son una pasada, a la vuelta cotilleamos un poco, que se note que somos españoles, y por dentro son preciosas, no puedo imaginarme cuantos ceros tendrá el precio... ); llegas a un punto que ya está prohibido continuar, pero han habilitado un camino bajando unas escaleras.
Allí nos encontramos a un senderista de la zona, que para empezar nos tachó de locos por llevar la silla de Hugo (y no m extraña...si la mc laren sobrevivió a ese día ya puedo ir a cualquier sitio con ella) y después nos dijo que como en media hora llegaríamos al sendero que sube al ascensor. El camino es cómodo, la verdad, algún pedrusco, pero cierto que no es el sitio más adecuado para llevar una silla de paseo. Caminas hasta llegar a unas escaleras que de nuevo cruzan todo el complejo en obras. Es más fácil si sigues las indicaciones al restaurante Taverne. En cuanto llegas al mismo encuentras por fin el cartel:
A partir de esta indicación, empieza el conocido como FELSENWEG, o camino de los peñascos, se trata de un sendero que recorre la ladera de la montaña hasta la entrada al ascensor. Es estupendo, porque no tiene ninguna dificultad y vas ganando altura poco a poco; tienes bancos para descansar y admirar los bellos paisajes y el lago de Lucerna, incluso algún atajo con escaleras.
El camino trascurre a través de bosques, y aunque es seguro puesto que tiene vallas, si te asomas no es apto para cardíacos. Y por cierto, de vez en cuando te recuerdan que por este motivo, los niños no deben ir solos, siempre de la mano, y que por favor no lances piedras al precipicio.
Según te vas acercando al ascensor hay carteles con pasatiempos y curiosidades sobre la construcción del mismo.
os dejo algunas fotos del Felsenweg y sus vistas:
Por fin llegamos después del paseo y comer por el camino (que con los dulces de Macci se nos había ido el apetito), a la fría taquilla del ascensor.
Creo que el precio fue de 13Chf.- cada adulto.
Este ascensor de 160 metros, construido en 1905 es el ascensor exterior más alto de Europa, y en apenas un minuto de subida, llegas a 1130 metros de altura.
Sino queréis coger el ascensor podéis continuar el camino hasta Chänzeli a través de túneles excavados en la roca.
Nosotros como ya imaginaréis cogimos el ascensor; por supuestíííísimo. Nada más salir del ascensor está el Hammetschwand Restaurant, y un poco más arriba si sigues subiendo, un estupendo mirador al lago y a Lucerna.
En la terraza del restaurante nos tomamos unas cervezas después de hacernos fotos y más fotos. Y tras algo más de una hora allí arriba (por cierto hay barbacoas y senderos para bajar a pequeñas aldeas) decidimos emprender el viaje de regreso...La bajada en el ascensor...impresiona a las que somos un poco caguicas, y es que yo solo había subido en algo parecido en el museo Reina Sofía de Madrid, que solo sube unos metros, y claro, aquello no tenía nada que ver. En cualquier caso, excursión de lo más divertida, amena y diferente.
Como os dije al principio, cuando nos íbamos, como ya no había obreros pudimos cotillear un poco los resorts...estas son las vistas desde sus maravillosas y lujosas terrazas:
Es una pena como han invadido un lugar tan bello con tanto edificio la verdad, pero muero de envidia de la suerte que tienen sus futuros propietarios...
Llegamos súper tarde a casa, ya de noche prácticamente porque cogimos mucha caravana para regresar. Lo justo para una ducha, cena y esperar que nos depararía el día siguiente que además era el último en Suiza...