Empezamos el día! Aprovechando que teníamos la casa en la parte nueva de la Habana, por el Nuevo Vedado, comenzamos a conocer la parte más lejana a la zona vieja. Nuestro recorrido comenzó hacia el cementerio de Cristobal Colón. Al llegar, un guardia te llama desde lejos para que pagues los 5CUC por persona para entrar. Si tenéis tiempo de sobra, podéis recorrer sus calles con un montón de monumentos funerarios dedicados a personalidades cubanas. Los más destacados son los dedicados a los 28 bomberos que murieron en 1890, la tumba de “la Milagrosa” por una cubana a la que se le atribuía un don… La de Hubert de Blanck que fue un señor que sufrió un ataque mientras jugaba al ajedrez…
Tras salir de allí, la plaza de la Revolución queda muy cerca. No os asustéis a la hora de llegar a la plaza ya que vais a ver muchos carriles de coches y que no hay ni un solo paso de peatones. Hay unas garitas de militares que, cuando quieras cruzar, te van a silbar para decirte si no quieren que cruces por donde has elegido, jajaja!
Es una plaza abierta llena de edificios ministeriales y de gobierno, bibliotecas y museos. Hay que imaginarla llena de personas en acontecimientos importantes, frente a las caras del Ché y de Camilo Cienfuegos. Luego encontrareis también un obelisco con forma de estrella en conmemoración a José Martí.
Después de empezar a ver en la plaza una congregación de coches antiguos (a partir de ahora van a formar parte del día a día de la postal cubana), nos dirigimos caminando hacia la universidad. Podemos encontrar el monumento a Mella, el fundador de la federación de estudiantes del partido comunista. También se alojan dentro y fuera varios museos (el napoleónico y el antropológico Montané). Merece la pena subir a su enorme escalinata desde donde veremos el mítico hotel Habana libre que antes fue el Hilton, y la calle Neptuno, que va a ser la que marque la senda hacia el Centro de la Habana. Si os gustó la película Fresa y chocolate, podéis pasaros por la heladería Coppelia que está también muy cerca de allí.
Continuamos caminando hacia el centro y podemos llegar al Callejón de Hamel (cotillea el video cortito del callejón de Hamel desde youtube
A mitad del callejón podéis hacer una parada para probar el Negrón, un cóctel a base de ron y miel que está de muerte (5CUC por persona). Nosotros, a esta altura del paseo ya éramos 3 ya que un cubano decidió con mucho arte que iba a acompañarnos a dar el paseo por la ciudad. Estas turistadas de las que luego te alegras porque conoces más a fondo su cultura, lo que opinan del régimen, cómo viven….
Seguimos caminando hacia el Capitolio y el parque central y no podemos evitar entrar a uno de los mercados de productos básicos y nos encontramos con la pizarra donde apuntan cuánto les cuestan productos como el arroz o el azúcar una vez que agotan las que les corresponde en su cartilla.
Una vez que llegamos por fin al Parque Central, la visión de la Habana cambia por completo. Para llegar atravesaréis calles con la realidad de la mayoría de los cubanos de a pié: Calles levantadas, bastante sucias, taxis que tiran una cantidad desproporcionada de humo negro, tiendas cerradas, carnicerías con filetes sobre el mostrador al aire libre, gente ofreciéndote productos como toallitas húmedas o calzoncillos, móviles…
Las calles que llegan hasta el parque no corresponden con el aspecto grandioso del Capitolio (ahora en obras) y sus alrededores. Si te paras un segundo a mirar los edificios de los hoteles, te parece estar en cualquier plaza europea con toques coloniales de sus ventanales. Si te quedas unos segundos, no tardarán en preguntarte si te orientan a llegar a alguna calle a cambio de unas monedas, o de ofrecerte tomar un taxi a cualquier lugar. Si eres fan como yo de visitar los kilómetro cero, el de La Habana se encuentra dentro del Capitolio, bastante peculiar, por cierto.
Si tenéis tiempo podéis visitar en los alrededores el museo nacional de Bellas Artes, el museo de la revolución , el memorial Granma… Nosotros optamos por continuar hasta la plaza de la catedral y la plaza vieja para dejar el resto de la Habana vieja para nuestros últimos días de viaje.
Cuando se mira de frente, se puede ver que es más ancha que alta. Se puede visitar su interior gratuitamente y si quieres disfrutar de mejores vistas, puedes subir a una de sus torres previo pago.
El calor apretaba bastante. No por los grados sino por la sensación de humedad en el ambiente. El pobre de mi marido aguantó chorreando todo el paseo con pantalón largo. Tuvimos que hacer otra parada para el refrigerio y fuimos a la taberna de la muralla, haciendo esquina en la plaza vieja (10 CUC con propinas para las 3 cervezas). Allí teníamos música en directo que nuestro acompañante, como era del gremio aprovechó para hablar con ellos y dedicarnos una canción para felicitarnos el aniversario (propinilla para los músicos…). Viendo que nuestro primer día se nos iba un poco de las manos, le pedimos que nos indicase algún lugar para celebrar y acabamos comiendo los tres por la friolera de 65CUC! El lugar más caro de todo el viaje. Al despedirse de nosotros nos dio millones de gracias deseando encontrarse a diario con aniversarios como el nuestro, por la cuenta que le traía.
Tenéis que probar la Ropa Vieja. Carne de cerdo deshilachada como adobada, super rica. Y por supuesto con su arroz moros (con frijoles) y a veces también acompañado con viandas fritas (finas rodajas de plátano frito delicioso).
Salimos del bullicio de la zona para recuperar el camino por el Prado y llegar al Castillo de San Salvador de la Punta.
Cuando enfilas el Malecón desde este punto entiendes el dicho gaditano de: “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es la Habana con más salero”. Es una pena que su plan de rehabilitación de edificios del 2002 no siguiese su curso o no con la rapidez que todos esperaban. Edificios derruidos y vacíos se van enfilando por el camino hacia el hotel nacional que merece una visita a sus jardines. Si vas a pasear por el malecón antes de las 19.00, vais a encontrarlo prácticamente vacío pero podéis aprovechar para dar un buen paseo hasta el final y ver el atardecer con una cerveza en los jardines del hotel.
Si volvéis en taxi al hotel o casa, negociad el precio antes de montaros. 10 CUC a cualquier punto de la Habana ya sería un pequeño timo…
De vuelta a casa, lo mejor es disfrutar de la familia. Tomar algo en su terracita, si tiene y descansar para lo que viene al día siguiente (Viñales!)