Al levantarnos recogemos todos y nos vamos a la estación de bus, hoy nos toca ver Shirakawago!
Nada más llegar al pueblo, compramos los billetes de bus a Takayama (2470 ¥), a las 14:35 h. En Kanazawa nos habían dicho el día anterior que ese bus estaba completo pero no es así, mucho mejor para nosotros que queríamos tener tiempo suficiente para disfrutar en Shirakawago, tendremos unas 4 horitas para ver el pueblo. También dejamos las mochilas grandes en consigna (600 ¥), ya que todas las taquillas están ocupadas pero nos las guardan allí sin problemas.
El entorno del pueblo es realmente bonito, con las montañas, el río, los puentes que cruzan al pueblo. Algo que nos sorprende es la cantidad de autobuses y coches que hay en el parking, parece que esto es mega-turístico! Y eso que es un lunes de mayo…
Cruzamos el puente y entramos en Shirakawago, donde pasamos un buen rato recorriéndolo tranquilamente. A pesar de la cantidad de gente que hay visitándolo, no nos sentimos agobiados, hay mucho sitio y una vez en el pueblo la gente se va dispersando, lo cual nos permite disfrutar de los rinconcitos que tiene. Vemos un templo, y todas las casitas con tejado de paja en punta (estilo gassho-zukuri), con multitud de capas de paja formando un grueso tejado capaz de soportar el peso de la nieve.
Las plantaciones de arroz salpican el paisaje, y los lugareños trabajan en las parcelas.
El pueblo es precioso, es imposible no estar todo el rato sacando fotos!
Comemos unos pinchos de carne a la brasa (750 ¥) y nos dirigimos al View Point, al que se accede desde la parte final del pueblo subiendo una cuesta. Desde allí vemos una vista realmente bonita del pueblo.
Bajamos y tras ver un estanque con nenúfares, entramos a una de las casas, la de la familia Wada (300 ¥). Se pueden ver varias estancias, así como la vajilla que utilizaban en ocasiones especiales. También subimos a la planta superior, donde se puede ver cómo es la construcción del tejado por dentro, así como diferentes utensilios de la vida diaria. Hay fotos antiguas de la gente del pueblo con su vestimenta de invierno, que tiene que ser durísimo aquí.
La reconstrucción de los tejados es un trabajo comunal que dura varios días, entre la retirada y la colocación del nuevo tejado. Nos gusta mucho la visita a la casa y este pueblo tan encantador. Shirakawago!
Al salir de la casa Wada, nos dirigimos hacia la estación, parando antes en alguna tienda de productos tradicionales, donde compramos unos dulces (qué ricos están todos los que probamos en la tienda!). Compramos un tentempié al lado de la estación (1000 ¥) , recogemos el equipaje y cogemos el bus a Takayama.
Al llegar, reservamos el tren para Kyoto del día siguiente, y vamos al Ryokan Oyado Yamakyu. Al llegar, tenemos que descalzarnos y utilizar las zapatillas que allí proporcionan para andar dentro del Ryokan. También hay otro tipo de zapatillas de exterior, para el pequeño jardín que tienen. Nos enseñan la habitación, chulísima con el suelo de tatami, las puertas correderas y las ventanas típicas; y una mesa en el centro con té y pastas preparadas para nosotros. Nos explican que en el armario tenemos los yukatas y toallas para el onsen, y nos comentan los horarios de la cena y del desayuno del día siguiente, incluidos en el alojamiento.
Primero nos relajamos tomando el té, y después salimos a dar una vuelta por Takayama. Por casualidad llegamos al Museo de Historia y Arte (gratuito), entramos un rato pero vemos solo una parte del mismo.
Seguimos hacia la zona de las casas antiguas, super bonito!
A la vuelta al ryokan nos ponemos los yukatas y bajamos a cenar. La cena consiste en muchísimos platos con cosas diferentes, una explosión de sabor, está todo buenísimo! No llevábamos cámara ni móvil, así que dejamos la sorpresa para futuros viajeros. Una gran experiencia en el ryokan, este por lo menos nos ha encantado.
Y todavía nos queda probar el onsen! Al subir a la habitación ya nos han retirado la mesa a un lado y preparado los futones.
Descansamos un rato y bajamos al onsen. Está separado por sexos, y al entrar tiene primero una estancia donde cambiarse (en este caso desnudarse), y dejar las cosas en una taquilla, y luego ya se pasa al onsen completamente desnudo. Allí, tenían una serie de banquetas cada una con su ducha, jabones, etc. donde te duchas sentado antes de entrar a las piscinas del onsen. En este hay dos piscinas, una interior y otra exterior. Cada uno disfruta de su propio onsen, en mi caso coincido con una japonesa un rato y luego estoy yo sola en el exterior. Al salir, nos duchamos de nuevo, nos cambiamos y subimos a la habitación.
Habíamos visto en el pasillo unos sofás de masaje que funcionan con monedas, y nos decidimos a probarlos, relajarnos no es que nos relaje mucho con la intensidad con la que se mueve, y que el mando esté en japonés tampoco ayuda mucho; pero nos echamos unas buenas risas tratando de controlar las “sillas de tortura ninjas”, jajaja!
Nada más llegar al pueblo, compramos los billetes de bus a Takayama (2470 ¥), a las 14:35 h. En Kanazawa nos habían dicho el día anterior que ese bus estaba completo pero no es así, mucho mejor para nosotros que queríamos tener tiempo suficiente para disfrutar en Shirakawago, tendremos unas 4 horitas para ver el pueblo. También dejamos las mochilas grandes en consigna (600 ¥), ya que todas las taquillas están ocupadas pero nos las guardan allí sin problemas.
El entorno del pueblo es realmente bonito, con las montañas, el río, los puentes que cruzan al pueblo. Algo que nos sorprende es la cantidad de autobuses y coches que hay en el parking, parece que esto es mega-turístico! Y eso que es un lunes de mayo…
Cruzamos el puente y entramos en Shirakawago, donde pasamos un buen rato recorriéndolo tranquilamente. A pesar de la cantidad de gente que hay visitándolo, no nos sentimos agobiados, hay mucho sitio y una vez en el pueblo la gente se va dispersando, lo cual nos permite disfrutar de los rinconcitos que tiene. Vemos un templo, y todas las casitas con tejado de paja en punta (estilo gassho-zukuri), con multitud de capas de paja formando un grueso tejado capaz de soportar el peso de la nieve.
Las plantaciones de arroz salpican el paisaje, y los lugareños trabajan en las parcelas.
El pueblo es precioso, es imposible no estar todo el rato sacando fotos!
Comemos unos pinchos de carne a la brasa (750 ¥) y nos dirigimos al View Point, al que se accede desde la parte final del pueblo subiendo una cuesta. Desde allí vemos una vista realmente bonita del pueblo.
Bajamos y tras ver un estanque con nenúfares, entramos a una de las casas, la de la familia Wada (300 ¥). Se pueden ver varias estancias, así como la vajilla que utilizaban en ocasiones especiales. También subimos a la planta superior, donde se puede ver cómo es la construcción del tejado por dentro, así como diferentes utensilios de la vida diaria. Hay fotos antiguas de la gente del pueblo con su vestimenta de invierno, que tiene que ser durísimo aquí.
La reconstrucción de los tejados es un trabajo comunal que dura varios días, entre la retirada y la colocación del nuevo tejado. Nos gusta mucho la visita a la casa y este pueblo tan encantador. Shirakawago!
Al salir de la casa Wada, nos dirigimos hacia la estación, parando antes en alguna tienda de productos tradicionales, donde compramos unos dulces (qué ricos están todos los que probamos en la tienda!). Compramos un tentempié al lado de la estación (1000 ¥) , recogemos el equipaje y cogemos el bus a Takayama.
Al llegar, reservamos el tren para Kyoto del día siguiente, y vamos al Ryokan Oyado Yamakyu. Al llegar, tenemos que descalzarnos y utilizar las zapatillas que allí proporcionan para andar dentro del Ryokan. También hay otro tipo de zapatillas de exterior, para el pequeño jardín que tienen. Nos enseñan la habitación, chulísima con el suelo de tatami, las puertas correderas y las ventanas típicas; y una mesa en el centro con té y pastas preparadas para nosotros. Nos explican que en el armario tenemos los yukatas y toallas para el onsen, y nos comentan los horarios de la cena y del desayuno del día siguiente, incluidos en el alojamiento.
Primero nos relajamos tomando el té, y después salimos a dar una vuelta por Takayama. Por casualidad llegamos al Museo de Historia y Arte (gratuito), entramos un rato pero vemos solo una parte del mismo.
Seguimos hacia la zona de las casas antiguas, super bonito!
A la vuelta al ryokan nos ponemos los yukatas y bajamos a cenar. La cena consiste en muchísimos platos con cosas diferentes, una explosión de sabor, está todo buenísimo! No llevábamos cámara ni móvil, así que dejamos la sorpresa para futuros viajeros. Una gran experiencia en el ryokan, este por lo menos nos ha encantado.
Y todavía nos queda probar el onsen! Al subir a la habitación ya nos han retirado la mesa a un lado y preparado los futones.
Descansamos un rato y bajamos al onsen. Está separado por sexos, y al entrar tiene primero una estancia donde cambiarse (en este caso desnudarse), y dejar las cosas en una taquilla, y luego ya se pasa al onsen completamente desnudo. Allí, tenían una serie de banquetas cada una con su ducha, jabones, etc. donde te duchas sentado antes de entrar a las piscinas del onsen. En este hay dos piscinas, una interior y otra exterior. Cada uno disfruta de su propio onsen, en mi caso coincido con una japonesa un rato y luego estoy yo sola en el exterior. Al salir, nos duchamos de nuevo, nos cambiamos y subimos a la habitación.
Habíamos visto en el pasillo unos sofás de masaje que funcionan con monedas, y nos decidimos a probarlos, relajarnos no es que nos relaje mucho con la intensidad con la que se mueve, y que el mando esté en japonés tampoco ayuda mucho; pero nos echamos unas buenas risas tratando de controlar las “sillas de tortura ninjas”, jajaja!