Segundo día en Praga. Al salir a la terraza parecía que el tiempo nos daba una tregua. Bien!!!
Bajamos a desayunar y partimos hacia la casa de cambio antes de subir a la zona del castillo.
Como dije en una de las etapas anteriores, el hotel en el que estábamos ofrecía muy buen cambio, pero justo ese día no tenían efectivo, así que nos toco ir a Exchange. Llevaba el cupón descargado en el móvil. Sólo tuvimos que enseñarlo y nos aplicaron un cambio un poquito mejor.
De aquí nos encaminamos hacia el Rudolfinum para verlo de día, ya que la tarde anterior entre que era de noche y que cuando pasamos frente a él llovia... pues no lo habíamos visto bien.
Paseamos junto al río durante un tramo haciendo unas fotos del puente Carlos.
Cuando llegamos al puente casi no había gente No nos lo podíamos creer, aunque bueno, era pronto, sobre las 9 y poco y hacia frio, mucho frío
Como buenos guiris estuvimos haciendo alguna foto, pero rápidamente continuamos nuestro camino porque soplaba un aire que no veas!
Emprendimos la subida hacia la zona del castillo paseando por las calles sin seguir ningún itinerario concreto. No tiene pérdida.
Cuando llegamos había bastante cola para acceder al recinto del castillo. En unos 15 minutos ya estábamos en el control de seguridad que hay. ¿A qué no sabéis quien pitó? Pues eso, la menda! Y claro, vete tu a explicarle al señor (que no hablaba inglés) que llevo 6 tornillos en la espalda. Bueno después de registrar mis cosas con lupa, pude pasar.
Aquí me voy a permitir daros un consejo. Cuando entras hay varios puntos donde se pueden comprar tickets. Todo el mundo se pone a hacer cola en el primero que se encuentra. En nuestro caso la cola era descomunal, así que decidimos seguir adentrándonos en el recinto y ver la catedral de San Vito por fuera.
La sorpresa que nos llevamos cuando vimos que enfrente de la catedral había otra oficina donde podíamos comprar las entradas fue mayúscula.
Había gente agrupada pero era para las visitas guiadas, por lo que fue entrar y comprarlos.
En la siguiente foto donde veis las "i" de información es donde podréis haceros con las entradas.
Nosotros nos decantamos por el circuito B. Con este ticket puedes acceder a la catedral, a la Basílica de San Jorge, al callejón del oro y al Palacio Real.
Su precio son 250CZK por persona.
Realemente creo que nos equivocamos con el orden de visitas .
Os voy a contar el que seguimos nosotros, pero después os diré el que seguiría si tuviera la oportunidad de volver.
Bueno, emprendimos la visita paseando hasta la primera parada, la Basílica de San Jorge. Se trata de la iglesia más antigua dentro del perímetro del castillo y uno de los monumentos románicos más importantes del país.
Seguimos bajando hacia el callejón del oro. Si queréis visitarlo y no pagar se puede entrar de manera libre a partir de las 16h en invierno.
Pasamos el torno y decidimos visitarlo de izquierda a derecha.
Se dice que en el pasado la casas del callejón estaban ocupadas por alquimistas y de ahí su nombre. Aunque con el paso del tiempo pasaron a ser habitadas por pequeños artesanos locales y orfebres, hasta que finalmente pasaron a ser abandonadas.
Uno de los mayores reclamos turísticos es la casa número 22. En ella Kafka vivió poco más de un año junto con su hermana. Hoy en día es una tienda de recuerdos.
Pero el callejón tiene más que ofrecer. En la galería que recorre los pisos de arriba de las casas se puede encontrar una colección de armaduras. También existen recreaciones de las diferentes actividades que se realizaban en cada una de las antiguas viviendas.
Personalmente me pareció muy bonita una tienda de juguetes y marionetas.
Desde allí nos dirigimos hacia la torre Daliborka. Sólo nos acercamos y decidimos no bajar porque había tal cantidad de gente que era bastante agobiante.
Como dato de interés decir que dicha torre era utilizada como cárcel, y debe su nombre al primer prisionero que albergó. Se trataba de una especie de "Robin Hood" muy querido en Praga condenado a muerte.
Volvimos sobre nuestros pasos y nos dirigimos hacia la Catedral de San Vito. Prácticamente no había cola así que aprovechamos y entramos.
De estilo gótico, su construcción se prolongó durante más de mil años, siendo Carlos IV quien comenzó su construcción inspirándose en las iglesias francesas.
Su interior es espectacular. Cuenta con enormes columnas y una bóveda preciosa.
Puedes entrar de manera gratuita, pero sólo a una zona muy pequeña. Si quieres recorrer los laterales y acercarte al altar debes haber pagado entrada. En mi opinión merece mucho la pena.
La última visita a la que podíamos optar con nuestro ticket era al Antiguo Palacio Real.
Al entrar te topas con el Salón Vladislav, en el cual no está permitido hacer fotos.
Es algo imponente. Muy bonito.
Por uno de sus laterales se accede al ala Ludwig, donde se produjo la defenestración de Praga de 1618.
También se puede acceder a una sala heráldica en la que tampoco se pueden hacer fotos.
Después de acabar de salir de la catedral, esta visita me dejó un poco indiferente. Es un sitio impresionante, eso está claro, pero desluce mucho si acabas de ver la maravilla que es San Vito.
Es por ello que creo que la mejor opción para visitar las zonas del castillo sería empezar por el Palacio, seguir o bien por el callejón o la basílica y dejar para el final la catedral.
Pero como en todo... para gustos los colores
La visita nos llevó toda la mañana así que cuando nos dimos cuenta era la hora de comer.
La idea era acercarnos hasta el monasterio Strahov para ver su biblioteca, pero decidimos sacrificarlo por intentar comer en Ferdinanda.
Emprendimos el camino hacia allí y conseguimos mesa!!!! Ojo! Mucha gente veía el cartel en la calle y entrada al pasadizo que hay, pero se daban la vuelta porque no encontraban la puerta.
Por si a alguien le pasara os diré que cuando entras en el pasadizo hay una pizarra que te guía hacia la derecha y hay un par de puertas. Pues bien, es la de la izquierda. Tienes que bajar unas escaleras y ahí encontrarás el restaurante.
Nos pedimos unas cervezas, queso frito y codillo. Qué rico estaba todo!!! Eso si, hasta arriba de gente. De hecho el jueves intentamos comer allí de nuevo y no hubo manera...
Si vais, dejad la prisa en la puerta y aprovechad la espera para descansar y relajaros.
Cuando salimos nos dirigimos hacia la iglesia de Santa María de la Victoria.
Continuamos paseando hasta el Monumento a las víctimas del comunismo.
Se trata de siete figuras de bronce, todas ellas hombres que bajan por unas escaleras. No cabe duda de que transmiten dolor e impresiona un poco.
De ahí nos dirigimos a la isla de Kampa y paseamos por el parque hasta encontrarnos con otra de las esculturas de David Cerny: Los bebés.
Reconozco que al natural me impresionaron, no tanto por su encanto, si no por su tamaño. Son muy grandes
Seguimos hacia el mercado de Navidad situado al lado del puente para tomarnos algo calentito, y desde ahí volvimos sobre nuestros pasos para acercarnos a ver el Molino del Gran Prior, que tiene una rueda de madera de 8 metros de diámetro.
Justo un poquito más adelante se encuentra el muro de John Lennon. Allí los jóvenes praguenses comenzaron a realizar pintadas en un muro el día de su asesinato. Al principio borraban cada pintada, incluso instalaron cámaras de seguridad pero no pudieron frenar esa situación, convirtiéndolo así en un símbolo de libertad de expresión que a día de hoy en otro reclamo turístico más.
Después seguimos paseando hasta llegar a la que dicen que es la calle más estrecha del mundo. Tan estrecha es que sólo cabe una persona y está regulada por un semáforo
Nos hicimos la típica foto de rigor, bajamos por ella y volvimos a subir.
A pocos metros se encuentra el museo de Frank Kafka y en su patio está la famosa fuente de los "meones". Se trata de dos hombres realizados en bronce que están "desahogándose" sobre el mapa de la Republica Checa
Nosotros no entramos al museo.
Emprendimos la vuelta por el puente Carlos y estuvimos callejeando por una zona muy concurrida hasta llegar a la plaza de la Ciudad Vieja.
Estaba comenzando a llover así que decidimos subir a la torre del ayuntamiento. Al menos dentro del edificio no nos mojaríamos.
Había cola. Tardamos como media hora en llegar a la zona donde comienzas a subir hacia los miradores.
Como os imaginaréis y habréis visto muchas veces, desde ahí hay unas vistas maravillosas. Además prácticamente había anochecido del todo por lo que ver la plaza iluminada fue todo un espectáculo.
El precio de la entrada fue de 130CZK por persona. Si pedís más de una entrada os van a dar sólo una con el número de visitantes y el precio total. Para mi merece la pena totalmente.
Después de disfrutar de la experiencia y viendo que ya no llovía fuimos a ver unas tiendecitas por las que habíamos pasado. Había algunas tiendas de recuerdos que tenían buenos precios. Nosotros compramos algunos imanes. Pero más adelante os diré dónde hay más variedad y con precios parecidos e incluso mejores.
Aprovechamos que faltaban 10 minutos para que empezara el espectáculo del reloj y como todavía no lo habíamos visto pues nos decidimos a esperar.
No es que sea gran cosa, pero no te puedes ir de Praga sin haberlo visto. Si puede ser, de día y con luz.
No os cambiará la vida, pero es gracioso.
De ahí probamos suerte con la Iglesia de Tyn y de San Nicolás, pero nada, había conciertos. Lo dejaríamos para el día siguiente.
Ya algo cansados, pero sin ganas de irnos al hotel, nos acercamos hasta el centro comercial Palladium. Es enorme, con varias plantas y muchas tiendas.
Aprovechando que estábamos allí bajamos hasta el super a comprar algunas cosillas ya que después de la comilona en el Ferdinanda no teníamos mucha hambre.
De ahí ya nos fuimos al hotel que el cansancio se notaba.