Aprovechando unos días libres a principios de año y con motivo de un viaje que teníamos que hacer a otro sitio, decidimos detenernos en estas dos poblaciones jienenses que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2003 y que todavía no conocíamos. Al preparar la visita me vino a la memoria el tremendo calor que habíamos pasado la única vez que estuvimos en Jaén, en un mes de septiembre de hace algunos años; así que enero no parecía un mal momento para ir. Luego me di cuenta de la altitud de las dos ciudades y que se encuentran entre varias sierras que afrontan temperaturas muy frías en invierno pese a estar en Andalucía. En fin, que a buen seguro calor no íbamos a pasar precisamente sino todo lo contrario: podíamos encontrarnos con hielo, nieve o niebla. Sin embargo, el asunto estaba decidido y las reservas de hoteles hechas, incluyendo una oferta que pillé para el Parador Nacional de Turismo de Úbeda con lo del Black Friday. Así que tocaba apechugar con lo que nos deparase la meteorología. En total la excursión comprendía tres días y dos noches, la primera en Baeza y la segunda en Úbeda.
BAEZA.
Desde Madrid, la ruta es bastante cómoda, ya que se va la mayor parte del camino por la A-4 (Autovía de Andalucía), hasta tomar la salida 292, cerca de Bailén, para seguir allí por la A-44 y la A-32 hasta Linares, donde se toma ya la C-236 que llega a Baeza. En total son 321 kilómetros que se hacen en poco menos de tres horas y media.
Por complicaciones de última hora que no vienen al caso, salimos de Madrid más tarde de lo previsto y tuvimos que comer en el restaurante de un hotel de carretera, donde nos detuvimos por puro azar. Sin embargo, quedamos muy contentos, así que voy a mencionar el lugar por si alguien pasa cerca y le apetece degustar un buen y variado menú por 12,50 euros. El precio resulta aún más interesante teniendo en cuenta que se trata de un comedor bonito, amplio y confortable, con mesas cómodas, mantel y servilletas de tela, copas y cambio de cubiertos con cada plato; además, nos obsequiaron con un aperitivo (aceitunas y cuatro langostinos). Yo tomé arroz caldoso y bacalao con pisto, y mi marido sopa castellana y lomo de atún. De postre tarta de queso con frutos del bosque realmente buena y dos cafés cortados. El lugar en cuestión se llama Hotel Restaurante Las Canteras y está en el Km. 220 de la Autovía de Andalucía A-4, en Santa Cruz de Mudela, provincia de Ciudad Real. Por lo tanto, buena relación calidad/precio para tratarse de un restaurante de carretera.
Llegamos a Baeza sobre las cuatro y cuarto. Teníamos reservado alojamiento en el Hotel Palacio de los Salcedo (o de los condes de Gardiez), en el centro histórico de Baeza. Es un establecimiento de cuatro estrellas, situado en un edificio gótico-renacentista del siglo XVI que ha sido restaurado respetando bastante bien su esencia original y en el que destaca su patio renacentista, donde se sirven los desayunos. Hay varios tipos de habitaciones, algunas, las de la planta baja, dan directamente al patio y no tienen ventana hacia el exterior. Nosotros elegimos una en la primera planta, con balcón a la calle. La habitación de tamaño correcto, con muebles clásicos y colchones muy cómodos. Me gustaron especialmente dos muebles antiguos restaurados, un armario y una cómoda. El cuarto de baño también era bastante peculiar, con dos lavabos de mármol muy curiosos. La calle San Pablo es peatonal, así que no tuvimos ningún problema de ruidos. Esta circunstancia positiva, puede resultar algo incómodo para personas con movilidad reducida ya que no es posible llegar con el coche hasta la puerta para dejar las maletas. Para nosotros no fue ningún problema y encontramos aparcamiento gratuito a un par de minutos caminando, en la calle Julio Burell. También se puede aparcar en la calle del Carmen y en los alrededores de la muralla. El precio de la habitación fue de 85 euros. El servicio de desayuno costaba 6 euros por persona, pero no lo utilizamos porque preferimos hacerlo en alguna cafetería del centro.
Fachada exterior del hotel Palacio de los Salcedo y patio renacentista.
Nuestra habitación:
Nuestra habitación:
Inmediatamente después de dejar las cosas en la habitación, salí casi corriendo hacia la Plaza del Pópulo (a unos cinco minutos caminando) puesto que había reservado una visita guiada que comenzaba en unos minutos, a las cinco de la tarde. La verdad es que no soy demasiado aficionada a las visitas guiadas pues me gusta más recorrer los lugares por mi cuenta y a mi aire, pero en esta ocasión me lo habían recomendado especialmente y decidí seguir el consejo.
Foto del plano turístico de Baeza que nos dieron en el hotel.
Existen varias posibilidades de visitas guiadas en la zona, bien individuales para Baeza y Úbeda por separado o combinándolas. Escogí el llamado Bono Turístico, que incluye visitas guiadas a las dos ciudades, con entradas a algunos monumentos (que pueden variar con respecto a la publicidad que ofrece la web) y con descuentos para otros. Lo iré contando según relate las visitas. El precio es de 19,90 euros y se obtiene un descuento de 2 euros reservando en su web. Tiene la ventaja de que se puede elegir el horario de las visitas, a las 11:00 de la mañana o a las 17:00 de la tarde (18:00 en invierno), comenzando en la ciudad que se desee. La duración es aproximadamente de dos horas en Baeza y dos horas y media en Úbeda.
Antes de empezar el turisteo, como de costumbre, consulté en internet (wikipedia y diversas páginas web de turismo local) información sobre la ciudad que estaba a punto de conocer y que resumo a continuación.
Algunos datos y un poquito de historia.
Antes de nada, como pequeña introducción, voy a mencionar a tres personajes fundamentales en el excepcional legado renacentista que íbamos a visitar y cuyos nombres saldrían a colación repetidamente tanto en las visitas guiadas como en la lectura los folletos y paneles informativos.
Francisco de los Cobos, nacido en Úbeda en 1477. Su padre era regente de la ciudad y su madre pertenecía a una familia noble, pero no de muy alta hidalguía. Sin embargo, supo labrarse en la corte una carrera asombrosa que le llevó al cargo de Consejero y Secretario de Estado de Carlos V en 1529, en el que permaneció hasta 1547, año de su muerte. Se le considera uno de los personajes más influyentes y poderosos de la época tanto a nivel político como económico, recibiendo grandes privilegios en la explotación de sus enormes territorios y señoríos especialmente en Jaén, y llegó incluso a recibir tributos por el comercio de multitud de productos, como la carne de Úbeda, el tabaco y otros bienes procedentes de Andalucía y Las Indias. También destacó por su interés por la arquitectura y las obras de arte, de las que llegó a reunir una colección de valor incalculable, si bien no tanto por gusto sino por el deseo de acumular honores y riquezas. De todo este entramado se beneficiaron tanto su ciudad natal, donde mantenía un palacio y en la que murió en 1547, como Sabiote y la cercana Baeza, aunque aquí tuvo mas importancia la jerarquía religiosa.
Escudo de Francisco de los Cobos
Juan Vázquez de Molina. Nació en Úbeda en 1500 y era sobrino de Francisco de los Cobos. Acompañó a Flandes a Carlos V en 1543 y, a su vuelta, ayudó y luego sucedió a su tío cuando éste murió en su cargo de Consejero y Secretario de Estado hasta 1562, siendo uno de los personajes más importantes e influyentes de su época.
Palacio de Juan Vázquez de Molina en Úbeda.
Andrés de Vandelvira. Fue uno de los más famosos arquitectos y canteros renacentistas españoles del siglo XVI y desarrolló una buena parte de su obra en la provincia de Jaén, especialmente en Úbeda y Baeza, fundamentalmente por encargo de los dos personajes anteriores. Su hijo Alonso también fue un destacado arquitecto que dejó su huella en Sabiote, uno de los lugares que íbamos a visitar durante nuestro viaje.[/align]
Escultura dedicada a Andrés de Vandelvira en Úbeda.
Baeza está situada sobre tres cerros a 769 metros de altitud sobre el nivel del mar, en la comarca de La Loma, se encuentra esta antiquísima ciudad que marca el mismo centro de la provincia de Jaén. Y como tal figura indicado con un círculo en el primer escalón de la escalinata renacentista del Ayuntamiento, que supone el kilómetro cero del que llegó a ser Reino de Jaén.
La historia de Baeza se remonta a cinco milenios antes de Cristo por las evidencias encontradas de la presencia de grupos humanos que vivían de la caza y la recolección, si bien los hallazgos arqueológicos más antiguos provienen de las Edades del Cobre y del Bronce, durante el III milenio a.C. Sin embargo, fue a partir del siglo V a.C. cuando se fueron asentando poblaciones íberas en recintos amurallados por la zona del Cerro del Alcázar, al sur de la actual ciudad de Baeza. Ya en época romana, se la identifica con Vivatia, integrada en la provincia Tarraconense, cuya núcleo más importante era la vecina Cástulo, de la cual tomaría el relevo como capital más adelante con el nombre de Biatia o Beatia. Las invasiones bárbaras dejaron algunas muestras visigodas que todavía se conservan bajo algunos edificios actuales, y de esta época se deriva la sede episcopal baezana. Durante la dominación árabe pasó a llamarse Biyyasa, en donde se construyó un Alcázar que alcanzó fama de inexpugnable. Tras la caída del Califato vivió diversas vicisitudes: fue tomada por Alfonso VII en 1147 y recuperada por los almohades una década después. Con la decisiva derrota almohade en la famosa batalla de las Navas de Tolosa de 1212, pasó un corto periodo convertida en Reino de Taifas con un emir vasallo del rey cristiano. Ya en 1227, Fernando III el Santo la conquistó definitivamente y para demostrar su predominio mandó erigir definitivamente la Catedral sobre la antigua mezquita. En ese momento, la población musulmana huyó en masa hacia Granada.
Según la leyenda, desde donde se encuentra el balconcillo se ofició la primera misa tras la reconquista de Baeza por Fernando III el Santo.
Durante los siglos posteriores se afincaron en la zona muchos cristianos del norte, atraídos por las ventajas del fuero con que Fernando III dotó a Baeza y por las donaciones realizadas por Enrique II. La ciudad conoció en lo sucesivo tiempos revueltos tanto por su carácter fronterizo como por la rivalidad entre dos familias, los Benavides y los Carvajales, que deparó numerosos conflictos. El litigio llegó hasta el punto de que Isabel la Católica mandó demoler el Alcázar y las murallas para zanjar los enfrentamientos entre ambos linajes.
Fue en los siglos XVI y XVII cuando Baeza alcanzó su mayor esplendor, propiciado por un gran desarrollo económico debido a una importante producción de cereales, la ganadería y las industrias de paños y curtidos, con el consiguiente incremento del comercio. Esta prosperidad derivó en el afianzamiento de una clase noble adinerada que se preocupó de reforzar su ego con la construcción de elegantes mansiones y notables edificios públicos, floreciendo también las artes y las letras, prueba de lo cual fue la creación de su Universidad en 1542.
Claustro de la antigua Universidad.
Al igual que ocurrió en el resto de España, a partir de mediados del siglo XVII comenzó una gran recesión económica como consecuencia de la política de los reyes, que malgastaron gran parte de los recursos en proyectos banales y guerras inútiles. Los siguientes siglos depararon un retroceso a todos los niveles para la ciudad y también resultó catastrófico el terremoto que devastó Lisboa en 1755, ya que afectó a una gran parte de los edificios de Baeza. Las tropas francesas causaron igualmente importantes destrozos durante la Guerra de la Independencia y, lamentablemente, tampoco obtuvo demasiado beneficio de la llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX, cuya línea se cerró en 1964. No fue hasta finales del siglo XX que Baeza comenzó su recuperación. Su población actual supera los 16.000 habitantes y su economía depende fundamentalmente de una gran producción olivarera, aunque también son importantes otros cultivos como la cebada y las hortalizas, y la cría de ganado. En el terreno industrial existen varias almazaras y fábricas de curtidos, jabón y aguardientes. Además, se ha convertido en un importante centro turístico debido a su riqueza monumental, reconocida con la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto a Úbeda, y a su emplazamiento, muy cercano a las sierras Mágina, Cazorla, Segura y las Villas, auténticos paraísos naturales con impresionantes paisajes y muchas rutas de senderismo.
Vistas desde Baeza, con las sierras envueltas en la neblina matinal.
Visita guiada a Baeza.
Como ya he mencionado, la visita guiada comenzó en la Plaza del Populo (también conocida como Plaza de los Leones), uno de los puntos imprescindibles y emblemáticos de Baeza.En ella o en sus alrededores se encuentran varios lugares destacados de diferentes épocas, que resumen bien su dilatada historia. Las primeras explicaciones las recibimos en su mismo centro, desde donde pudimos ver:
- La Fuente de los Leones, de origen íbero-romano, que procede de la vecina ciudad de Cástulo, desde donde la fuente fue trasladada a su actual ubicación en el siglo XVI. Está coronada por una escultura que, según se cuenta, representa a Himilce, hija del Rey de Cástulo, con la que según la leyenda se casó el general cartaginés Aníbal Barca cuando pasó por Jaén. La cabeza fue reconstruida después de la Guerra Civil.
- La Audiencia Civil y las Escribanías Públicas o Casa del Pópulo, nombre que deriva de un lienzo con la Virgen del Pópulo, hoy desaparecido, pero que antiguamente estaba sobre el balconcillo que apoya su extremo derecho sobre la Puerta de Jaén, en cuyo lugar, según la tradición, se ofició la primera misa una vez que Fernando III ganó la ciudad definitivamente para los cristianos. El edificio tiene dos plantas, es de estilo plateresco y debió levantarse en torno a 1535. Fue restaurado en el siglo XX. Actualmente alberga la Oficina de Turismo.
- El Arco de Villalar data de 1521 y fue mandado construir por la familia de los Carvajales para conmemorar la victoria de las tropas del emperador Carlos V sobre los comuneros en la batalla del mismo nombre.
Parte posterior del Arco de Villalar (a la derecha) y la Puerta de Jaén (a la izquierda).
- La Puerta de Jaén. Este arco se encuentra junto al de Villalar y en origen se abría en la muralla que mandó derribar Isabel la Católica en 1476 para terminar con las disputas entre los Carvajales y los Benavides. Fue reconstruido en 1526 por el Corregidor Don Arévalo de Lugo para conmemorar la visita de Carlos V, que pasó por Baeza de camino a Granada después de casarse con Isabel de Portugal. Por eso tiene los escudos del emperador y del corregidor.
El conjunto resulta espectacular.
- La Antigua Carnicería se construyó en 1547 y en su fachada destaca un gran escudo de Carlos V. Sirvió para diversos fines (secadero de pieles, archivo, museo…) y actualmente es la sede de los Juzgados. Este edificio tiene una historia muy curiosa ya que en su origen no se encontraba en el lugar donde lo vemos ahora sino enfrente, a unos 100 metros, y fue desmontado y trasladado piedra a piedra en el curso de una remodelación de la plaza que se realizó a mediados del siglo XX. Sin embargo, lo más llamativo es que el edificio no cabía en el hueco de la plaza que le habían destinado y tuvo que “doblarse” hacia los lados, con lo cual parte de los extremos de su fachada principal pasaron a formar parte de las correspondientes fachadas laterales, circunstancia que se aprecia muy bien en las fotos.
Después subimos por una escalinata situada a la izquierda del edificio de la Oficina de Turismo y tras caminar unos metros por la Cuesta de San Gil y la estrecha callejuela del Obispo Mengibar llegamos a otro de los puntos imprescindibles de la ciudad, la Plaza de Santa María, donde nos detuvimos unos minutos para recibir las pertinentes explicaciones. Lo que vimos allí fue:
- El Seminario de San Felipe Neri. Se fundó en 1660, su estilo es barroco, está situado justo frente a la Catedral y actualmente es la sede de la Universidad Internacional de Andalucía.
Llama la atención estaca su gran cantidad de “vítores” (los grafitis de la época), pintadas sobre los sillares, que realizaban los seminaristas cuando terminaban sus estudios. Aunque estaban prohibidas, se hacían por encargo ya que era un trabajo que requería ensuciarse para que el normalmente se empleaba sangre de toro. En algunas se pone de manifiesto la tremenda rivalidad existente entre Baeza y Úbeda, como en la que figura debajo, en la cual aparece el nombre de Diego de los Cobos de Úbeda junto a un personaje haciendo sus necesidades sobre un bacín...
- La Fuente de Santa María es otro de los emblemas de Baeza, aunque más que una fuente parece un triple arco del triunfo al estilo romano clásico. Está situada entre el Convento de San Felipe Neri y la Catedral, enfrente de sus respectivas puertas, lo que proporciona unas perspectivas bastante llamativas del conjunto de la plaza. Fue construida a mitad del siglo XVI como homenaje a Carlos V, aunque el escudo que figura esculpido junto al de la ciudad de Baeza es el de Felipe II.
- Las Casas Consistoriales Altas. El edificio está situado en el ala este de la plaza, en perpendicular al extremo de la Catedral, con la que comparte medianería. Aquí estaba ubicado el Palacio de la familia Cabrera hasta que fue cedido para sede del Concejo la ciudad a finales del siglo XV, que se mantuvo hasta 1838. El edificio fue ampliado durante el primer cuarto del siglo XVI y reformado nuevamente en el siglo XVIII. En las fachadas destacan los escudos de la ciudad de Baeza, de Juana la Loca y su marido, Felipe el Hermoso, y del Emperador Carlos V.
- La Catedral de la Natividad de Nuestra Señora. Su fachada principal da a la Plaza de Santa María y se puede contemplar y fotografiar bastante bien debido a la amplitud de la propia plaza. Se construyó sobre la antigua mezquita y ha sufrido numerosas transformaciones hasta adquirir su apariencia actual, siendo la principal la profunda remodelación realizada durante el siglo XVI, bajo la dirección de Andrés Vandelvira en estilo renacentista. No obstante, se aprovecharon pilares góticos anteriores y en la parte inferior de la torre aparece también la base original del antiguo alminar del siglo XI.
- La portada principal que da a la Plaza es renacentista, con columnas corintias y ventanas rematadas por un frontón. Destaca un relieve hermoso relieve con escenas de la Natividad.
- El acceso al templo (precio de 4 euros, incluido en el bono turístico) se realiza por una puerta lateral, la llamada Puerta de la Luna o de San Pedro Pascual (sobre la misma está la lápida que contiene sus restos del obispo), la más antigua del templo, del siglo XIII y estilo gótico-mudéjar con un gran rosetón con bustos de personajes en una de sus molduras. Horario de visitas: domingos de 10:00 a 18:00; sábados de 10:00 a 19:00 y de lunes a viernes, de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 (18:00 en invierno). Como de costumbre, conviene consultar los horarios con antelación por si hay variaciones.
- La tercera portada es la del Perdón, de estilo gótico, que comunica con el claustro. Se encuentra junto a un Arco, en una calle muy estrecha.
- En el interior, que consta de tres naves, lo más destacado que puede verse es el Retablo Mayor de estilo barroco, la Capilla Dorada, la Capilla de San José, el Claustro y la Sala Capitular, con objetos religiosos, pinturas y relieves en madera de gran valor y diferentes periodos. Sin embargo, lo más querido por los baezanos es su hermosa Custodia Procesional que data de 1714.
Claustro y Museo Catedralicio.
- En la Catedral nos entretuvimos bastante tiempo debido a las profusas explicaciones. Después tuvimos tiempo para recorrer el templo y sacar fotos, pero no para subir a la torre (una de mis debilidades).
Al salir, rodeamos la Catedral por angostas callejuelas, desde las que se obtienen bonitas perspectivas de la Catedral, especialmente en la Plaza del Arcediano.
Plaza del Arcediano.
En un par de minutos, nos encontramos en el Paseo del Obispo o Paseo de las Murallas, donde existen una serie de miradores sobre el paisaje espectacular del Valle del Guadalquivir, dominado entre otras por las Sierras de Cazorla, Segura y Mágina. Lástima que estuviese atardeciendo y las imágenes apareciesen ya algo difuminadas. Tenía la esperanza de que al día siguiente, el sol pudiera permitir una mejor definición de los parajes (pero no fue así).
Desde allí, de nuevo caminando por calles estrechas, nos dirigimos hacia la Plaza de Santa Cruz, que se encuentra muy cerca de la Plaza de Santa María y, por tanto, de la Catedral. En ella nos encontramos con otros dos edificios sumamente interesantes:
El Palacio de Jabalquinto, actual sede de la Universidad Internacional Antonio Machado. El edificio data de finales del siglo XV y constituye una de las mejores manifestaciones del gótico isabelino, destacando su impresionante fachada dotada de hermosos ventanales y profusamente decorada con puntas de diamante, lazos, escudos y figuras. Resultan curiosas las 14 figuritas que trepan sobre el arco canopial de la puerta de entrada, representando escenas eróticas que, al parecer, causaron gran escándalo en su época. También son notables el patio renacentista y la escalera barroca, que se pueden ver de manera gratuita (de lunes a viernes, de 09:00 a 14:00). Por la tarde ya estaba cerrado, así que dejamos la visita pendiente para la jornada siguiente.
Enfrente del Palacio de Jabalquinto se encuentra la pequeña Iglesia de la Santa Cruz, uno de los escasos ejemplos de arquitectura tardorrománica de Andalucía y, seguramente, la que se encuentra en mejor estado de conservación. Data del siglo XIII, ya que fue edificada poco después de la conquista de la ciudad por Fernando III. Por entonces se construyeron seis iglesias, de las que únicamente ha sobrevivido ésta. Sin embargo, el hallazgo en su interior de un arco visigótico de herradura hace suponer que aquí existió un templo anterior, probablemente de origen mozárabe. Según nos explicó el guía, la portada original románica es la lateral (meridional), ya que la que da a la plaza fue reconstruida después de la Guerra Civil con una portada procedente de otra iglesia románica que estaba en ruinas. En el interior existe una tercera puerta románica, oculta tras una capilla gótica.
Puerta románica original.
Interior.
No me voy a extender más, solo señalar que resulta muy interesante la visita de esta pequeña iglesia de tres naves, en cuyo ábside se conservan restos de pinturas murales, las más antiguas del siglo XIII. La mayoría están bastante deterioradas, pero algunas se mantienen en buen estado y resultan realmente bonitas. La iglesia estaba cerrada cuando fuimos, pero el guía llevaba la llave y pudimos entrar, lo cual fue una verdadera suerte.
La siguiente parada fue la antigua Universidad de San Juan Evangelista. Aunque se creó en 1542, el edificio no se terminó hasta 1593. Es de estilo renacentista con influencias barrocas. En el siglo XIX se cerró como Universidad y pasó a ser Instituto de Enseñanza Media, en el que dio clases de francés Antonio Machado entre 1912 y 1919. En su precioso claustro renacentista con arcos de medio punto hay una estatua dedicada al poeta. También pudimos ver el Paraninfo y el aula en la que Machado impartió sus clases, que ha conservado sus muebles originales. Los que ya no somos tan jóvenes recordamos haber conocido algún aula no muy diferente a ésta en nuestra infancia.
Edificio de la antigua Universidad desde la Plaza de la Santa Cruz.
Entrada y Paraninfo.
Claustro renacentista.
Aula donde dio clases Antonio Machado.
Claustro renacentista.
Aula donde dio clases Antonio Machado.
Muy cerca se encuentra la Puerta del Barbudo, una de las puertas de entrada al antiguo recinto amurallado. Su curioso nombre deriva de Martín Yáñez de la Barbuda, maestre de la Orden de Alcántara, que en 1394 salió por esta puerta con su ejército para combatir a los musulmanes de Granada. Tiene una hornacina con la Virgen y el Niño que supuestamente data del siglo XVIII.
Para terminar la visita, regresamos a la Plaza del Pópulo y desde allí llegamos cruzando la calle hasta la Plaza de la Constitución también conocida como la Plaza del Mercado Viejo, que constituye otro de los centros emblemáticos de Baeza, cerrada en cada extremo por la Plaza del Pópulo y la Plaza de España. Está porticada y cuenta con numerosos bares y restaurantes donde practicar el noble arte del tapeo. Es un espacio amplio, con dos fuentes (la del Triunfo y la de la Estrella) y un quiosco de música, de donde parten las calles principales que recorren el casco antiguo.
También dan a ella la antigua Alhóndiga, edificio de contratación y compra/venta de grano en el siglo XVI, que actualmente se encuentra en restauración, y las Casas Consistoriales Bajas, del siglo XVII, desde cuyos balcones las autoridades veían las corridas de toros y demás espectáculos que se celebraban en la plaza.
Antigua Alhóndiga.
Casas Consistoriales Bajas o Balcón del Concejo.
Casas Consistoriales Bajas o Balcón del Concejo.
Eran las siete de la tarde, ya de noche, como corresponde a principios de enero. Me reuní con mi marido (que había preferido prescindir de la visita guiada y pasear por su cuenta) y después de descansar unos minutos en el hotel, fuimos a cenar de tapas a la Plaza de la Constitución. Todavía era pronto, así que apenas había ambiente y casi todos los locales estaban vacíos. Entramos en uno de los mesones, pedimos cervezas y nos ofrecieron la tradicional tapa obsequio de la casa (curiosamente tenían carta de tapas de cortesía para elegir). Pedimos dos serranitos, que resultaron ser medianoches con aceite y tomate, rellenas de jamón, lomo y queso. Para cenar nos decidimos por una ensalada de perdiz escabechada y una ración de patatas a la baezana (recomendadas por el guía). Realmente las patatas nos sorprendieron: las hacen con champiñones, ajo y perejil, y tienen un sabor parecido a las patatas ali-oli pero sin huevo. Estaban realmente buenas. Las raciones eran grandes, aunque no demasiado baratas (eso sí, se podía pedir media ración). La cena nos salió por 30 euros, con tres cervezas.
Patatas a la baezana.
Después hicimos un recorrido nocturno por Baeza, incluyendo lugares ya vistos por la tarde y otros nuevos, que no nos había dado tiempo antes. Este fue, más o menos, nuestro itinerario gráfico de noche. Vimos zonas iluminadas con mucho acierto y, además, al estar en la semana de Reyes, en algunas calles y plazas nos encontramos con las típicas luces navideñas. Disfruto mucho a estas horas, las calles están casi vacías y la iluminación le da un aspecto intemporal, más acorde con la época de las calles y edificios; por eso siempre que es posible procuro quedarnos a pasar la noche en lugares céntricos de estas ciudades y pueblos cuyo ambiente recuerda siglos pasados, y así poder pasear con tranquilidad y disfrutar de la iluminación nocturna, en muchos casos bastante acertada e incluso embellecedora.
La Plaza del Pópulo o de los Leones con su entorno:
La Plaza de Santa María, con la Catedral, la Fuente y las Casas Consistoriales Altas.
El entorno de la Plaza de Santa Cruz, con el Palacio de Jabalquinto, la Antigua Universidad, la Iglesia de Santa Cruz y sus recónditas callejuelas.
Además, vimos algunos lugares que no habíamos visitado por la tarde.
La Iglesia del Salvador, que mezcla los estilos románico, gótico y renacentista. La portada es románica de transición al gótico, si bien según algunas teorías afirman que no es la original del templo sino que fue añadida posteriormente y que pertenecía a otra iglesia que se desconoce. Tiene techo de artesonado policromado y en su interior destaca la capilla del siglo XVII del Cristo de la Humildad.
Desde la Plaza de España, subimos por la Calle de San Francisco y nos encontramos con el Hospital de la Concepción, el antiguo Mercado de Abastos y la Iglesia y el Convento de San Francisco, del siglo XVI, cuya bóveda se derrumbó como consecuencia del terremoto de 1755 y también sufrió graves destrozos durante la Guerra de la Independencia y la Desamortización de Mendizábal.
Hospital de la Concepción.
Convento de San Francisco.
Convento de San Francisco.
Se han realizado trabajos de restauración para recuperar parte de la Capilla de los Benavides, obra de Andrés de Vandelvira, que actualmente presenta este aspecto:
Muy cerca se encuentra el Ayuntamiento, de estilo plateresco andaluz. Fue palacio de justicia y cárcel. Consta de cuatro balcones y cuenta con el escudo de Felipe II. En la casa de la esquina vivió Antonio Machado.
De regreso al hotel: Plaza de España, Palacio Cerón, el Palacio de los Salcedo y su patio, y Casa de los Acuña.
Al día siguiente fuimos a la Plaza de España para desayunar en la Cafetería Mercantil, una de las de más solera de Baeza, que tiene una terraza instalada en los soportales, pero a esa hora todavía hacía frío y preferimos sentarnos en el interior del local. La verdad es que esperábamos un local que conservase el encanto típico de otras épocas, pero está muy reformado y no notamos diferencia con cualquier cafetería moderna. Eso sí, nos atendieron bien y tienen churros, aunque no los tomamos. Queríamos probar los famosos "virolos", unos hojaldres típicos de Baeza, parecidos a los miguelitos de la Roda, pero con cabello de ángel en vez de con crema. Como no los tenían, compramos un par de cajas en una pastelería. Los amantes del hojaldre los encontrarán muy ricos, pero en mi opinión necesitarían un toque más de cabello de ángel.
Luego dimos otra vuelta por el casco histórico ya a la luz del día. Nos acercamos hasta los miradores de las antiguas murallas, pero el sol no había ganado la batalla a la neblina que se cernía sobre las sierras y las vistas no eran tan nítidas como nos hubiera gustado y había que adivinar los montículos que aparecían emborronados en una estampa que no dejaba de tener su aquél. Había que conformarse, ¡qué remedio!
Tampoco tuvimos suerte con el Palacio de Jabalquinto porque pese a que supuestamente estábamos en horario de visita estaba cerrado y no pudimos entrar a ver su escalera barroca y su famoso patio renacentista, que, según he podido ver en fotos, es parecido al de la Universidad pero con una fuente en medio y con columnas corintias.
En una esquina de la Plaza de España se encuentra la Torre de los Aliatares, que fue una de las más importantes del recinto amurallado musulmán del siglo XII y constituye uno de los pocos restos que se conservan de la muralla que mandó derribar Isabel la Católica en 1476. Mide 25 metros de altura, sus almenas fueron construidas en el siglo XX y el reloj data del siglo XIX.
Ya de vuelta al hotel, en la misma calle de San Pablo hay una serie de edificios muy interesantes. Además del Palacio de los Salcedo, a unos pasos está el Palacio Cerón o de los Sánchez Valenzuela. Data del siglo XV y las torres que sobresalen de la fachada le dan un curioso aspecto, como de castillo. Perteneció a varias familias nobles e incluso fue un convento. Después se convirtió en casino, del que fue asiduo Antonio Machado, cuya figura esculpida se puede ver junto a la fachada, sentado en un banco y leyendo un libro. Tiene restaurante y se puede visitar su patio gótico donde hay instalada una terraza.
Muy cerca están la Iglesia de San Pablo, del siglo XV, con portada renacentista e interior gótico, y enfrente, la Casa de los Acuña.
Iglesia de San Pablo.
Cuando nos marchábamos, ya desde el coche, nos fijamos en la Puerta de Úbeda, que también representa un vestigio de la antigua muralla, junto a la cual existe una hornacina adintelada entre dos columnas corintias, que guardan bajo una reja una imagen de la Asunción de la Virgen.
Otros lugares interesantes de Baeza son la Capilla del Santo Cristo del Cambrón (en la calle Conde Romanones), con un magnífico bajorrelieve que representa el Calvario, el Palacio del Marqués de Fontecillas y el Convento de la Encarnación. Mención especial merece la Iglesia de Santa María del Alcázar y San Andrés, que tiene portada plateresca. En esta Iglesia Fernando III instituyó la Compañía de los 200 ballesteros del Señor Santiago, una institución militar compuesta por caballeros hidalgos de Baeza que sólo obedecían al rey y que no podían residir a más de seis leguas de la villa. El lema del escudo de Baeza habla de nido real de gavilanes, como prueba de sus glorias militares. La Iglesia actual data de principios del siglo XVI, aunque tardó casi un siglo en concluirse. En cualquier caso, con lo que más se disfruta es paseando casi sin rumbo y descubriendo poco a poco las casonas señoriales y las callejuelas recónditas que se retuercen en torno a la Catedral. Mucho encanto tiene Baeza.
A continuación nos esperaban las siguientes etapas de nuestra visita al Jaén renacentista: Sabiote y Úbeda, que relataré en breve.