Día siete. 28.01.2016. Isfahán ✏️ Diarios de Viajes de Iran

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Me desperté antes de lo normal, a las ocho. El vecino de hostal volvió a ser ruso de Tayikistán que vivía en Ekaterimburgo. Y hablaba farsi, allí era una habilidad muy útil. Durante el desayuno llegaron mis compañeros asiáticos de Shiraz y quedamos en ir a algún sitio después. Sobre el autobús normal no dijeron nada malo, solo durmieron.


Después del desayuno con el vecino fuimos a dar una vuelta hasta la oficina de Irancell, esperando concluir la historia de mi tarjeta SIM. En la primera oficina pequeña no nos ayudaron y nos aconsejaron ir a la grande que estaba a 20 minutos. Allí dijeron que si, había algún error y que debería funcionar al día siguiente. Bueno, el último día por lo menos. Estaba alegre)


Al volver al hostal me despedí con el vecino. Encontré a mis compañeros dormido, y fui a la agencia del dia anterior para comprar un billete a Teherán, que costó 1300 riales.



Después me comí una hamburguesa y fui a la plaza Naqsh-e Jahan. La plaza es maravillosa. Resultó ser la segunda más grande del mundo después de la plaza Tiananmen en Pekin. Pero por su belleza seguro que la primera.





Mientras paseaba se me acercaron unos estudiantes y empezaron a preguntarme qué tal y todo eso y después me ofrecieron ser guías por la plaza. Durante unos 40 minutos estuvimos charlando. Me contaron un montón de historias y momentos interesantes, eran muy positivos. Pero uno me aconsejo convertirme al Islam)
Unos 20 minutos después se me acercó otro tío para charlar y hablamos de la literatura rusa. Estuvo muy interesado en ese tema. Al final me ofreció visitar la tienda de las alfombras de su hermano para tomar té y calentarme un poco. Hacía frío y así lo hicimos. Lo más asombroso fue que nadie me ofreció comprar una alfombra. Sorprendemente, sin embargo, te acostumbras a esto rápido y dejas de buscar motivos escondidos cuando los extraños empiezan a hablar contigo.
Después de algún tiempo me fui en dirección de los puentes para hacer unas fotos nocturnas.


Por el camino me congelé bastante y entré en un centro comercial en busca de café calor. Encontré un sitio muy bueno en la planta cuarta, se llamaba Café Ribar. Por 70 riales se puede tomar un café muy bueno con galletitas y chocolatinas.


Cuando terminé con el café ya se echó la noche y fui al puente. Una vista maravillosa.




Y después volví otra vez a la plaza, también para admirarla con las luces nocturnas.







Y así acabó ese día.

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