Nos levantamos en este pueblo maravilloso y donde TIM BURTON se inspiro para hacer parte de su película CHARLIE Y LA FABRICA DE CHOCOLATE, y os decimos que la verdad es que te entran ganas de morder alguna casa que otra.
La excursión de hoy, GUTACH, concretamente al museo al aire libre de cultura y historia, es.vogtsbauernhof.de/.
El sol nos acompañó y durante un par de horitas pudimos pasear entre animales y ver casas por dentro que representan la historia de Alemania. Aprovechamos el lugar y comimos allí, no es fue gran cosa pero nos solucionó la papeleta.
Desde aquí nos fuimos a ver el reloj gigante de cucut de TRIBERG. Te hacen pagar para entrar, no está mal pero no deja de ser una curiosidad, si se pasa por allí bien pero desviarse no creo que merezca la pena.
De camino de vuelta y con ganas de poner un poco de azúcar en nuestro cuerpo nos paramos en SCHILTACH. Fue todo un acierto. En este pequeño pueblo estiramos las piernas por sus calles y nos tomamos un tarta sacher y un café en una bonita cafetería de cuento de hadas.
Seguimos ruta y para no volver por el mismo camino dimos un poco de vuelta y nos paramos FRENDENSTAND, el pueblo con la plaza más grande del país. Aquí nos pasamos un buen rato y nuestro peque disfruto como un cochino en uno de los parque de juego que había donde una parte de juegos de agua.
Cansados y por unas carreteras dignas de la selva negra entre arboles y verde, volvimos a nuestro alojamiento para cenar, ducharnos y colocar en la cabeza todo lo vivido.
La excursión de hoy, GUTACH, concretamente al museo al aire libre de cultura y historia, es.vogtsbauernhof.de/.
El sol nos acompañó y durante un par de horitas pudimos pasear entre animales y ver casas por dentro que representan la historia de Alemania. Aprovechamos el lugar y comimos allí, no es fue gran cosa pero nos solucionó la papeleta.
Desde aquí nos fuimos a ver el reloj gigante de cucut de TRIBERG. Te hacen pagar para entrar, no está mal pero no deja de ser una curiosidad, si se pasa por allí bien pero desviarse no creo que merezca la pena.
De camino de vuelta y con ganas de poner un poco de azúcar en nuestro cuerpo nos paramos en SCHILTACH. Fue todo un acierto. En este pequeño pueblo estiramos las piernas por sus calles y nos tomamos un tarta sacher y un café en una bonita cafetería de cuento de hadas.
Seguimos ruta y para no volver por el mismo camino dimos un poco de vuelta y nos paramos FRENDENSTAND, el pueblo con la plaza más grande del país. Aquí nos pasamos un buen rato y nuestro peque disfruto como un cochino en uno de los parque de juego que había donde una parte de juegos de agua.
Cansados y por unas carreteras dignas de la selva negra entre arboles y verde, volvimos a nuestro alojamiento para cenar, ducharnos y colocar en la cabeza todo lo vivido.