Este es mi primer diario en este foro y para ello os voy a hablar del viaje que hicimos en septiembre del año pasado (2016) a la Riviera Maya. No podía ser de otra forma ya que fue el primer viaje largo que hicimos y quedará grabado en nuestras retinas y en nuestros corazones para siempre. En esta primera etapa os contaré la preparación del viaje, consejos previos, presupuestos y el día del vuelo y llegada al hotel.
Ya habíamos intentado ir en 2014 y por cuestiones laborales tuvimos que aplazar el viaje sin saber cuándo podríamos volver a reservar, aunque sabíamos que a la mínima ocasión elegiríamos este destino para nuestra primera vez cruzando el charco. La ocasión se presentó en junio del 2016 cuando me dieron las vacaciones. Las iba a tener en el mes de septiembre, así que rápidamente nos pusimos en contacto con Mario (agente de viajes de Simartour que recomiendo 100%) para que nos reservara un paquete vuelo+hotel en la paradisíaca Riviera Maya. Las fechas elegidas fueron del 16 al 23 de septiembre, una semana entera en el edén, con el mayorista Pullmantur. El hotel elegido fue el Grand Palladium Kantenah-Colonial (todo un acierto). El precio con el vuelo desde Madrid, 1085€ por persona.
Durante los meses de julio y agosto estuvimos preparando el viaje (con un break para ir a Mallorca en el medio), desde excursiones, taxistas, guías, conseguir compis de viaje, estudiar el hotel, comprar Relec y Fortasec como si no hubiera mañana, creernos economistas comprobando el tipo de cambio todos los días, etc. Se nos pasaron volando estos dos meses y cuando nos quisimos dar cuenta ya casi teníamos el viaje encima.
Unas semanas antes empezamos a comprobar que lo teníamos todo bien atado: reservas, pasaportes, guías y taxistas contratados, compañeros de viaje con grupo de Whatsapp incluido, medicamentos varios, cámara acuática, equipo de snorkel, gorros, zapatos cómodos, bikinis y bañadores, cámara réflex, tecnología varia, etc.
Los guías y taxistas también los encontramos en el foro, fueron Andrés de la Mora y Juan Carlos Hedding, de los cuáles hablaré en las etapas posteriores.
Si queréis una cámara acuática económica y con unas funciones decentes os recomiendo la SJCAM 4000, que es la que compramos nosotros y lo hicimos en Amazon, la cual de momento nos ha dado muy buen servicio. Precio: 70€
Se acercaba la fecha y los nervios iban en aumento. Fue un septiembre muy movido porque antes de irnos a Riviera Maya yo me fui una semana a mi tierra, Galicia, y al volver nos fuimos una semana a Lituania (viaje que os contaré en otro momento), por lo que la preparación del viaje y todo fue bastante in extremis.
A pesar de todo conseguimos hacernos una maleta bastante decente y el día 15 partimos de Barcelona rumbo a Madrid por la mañana. Pasamos la noche en Madrid en casa de unos amigos (que fueron muy majos y nos dejaron su garaje para no tener que pagar el parking del aeropuerto, ¡gracias guapos!) y al día siguiente temprano pusimos rumbo al aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. Llegamos al aeropuerto y lo primero que hicimos fue embalar las maletas facturadas por 10€ cada una con seguro incluido (llevábamos 2 facturadas, una de mano y una mochila) e ir a hacer el check-in. Fuimos casi de los primeros por lo que pudimos elegir asiento los dos juntos (ventanilla y pasillo).
Una vez facturadas las maletas nos fuimos al control de seguridad que pasamos sin problemas, para encontrarnos con unas colas enormes que no sabíamos muy bien para qué eran, así que fuimos a investigar ¡y resultaron ser las colas del control de pasaportes! Así que a ponerse en la fila y esperar, estuvimos como unos 30 minutos y por fin pasamos a la zona internacional a esperar nuestro vuelo. Nos dimos un paseo por el Duty Free y alguna que otra tienda más para pasar el rato, compramos agua y nos fuimos a sentar frente a la puerta de embarque.
¡Comienza el embarque! Nervios, nervios. Yo estaba como una niña el día de Reyes, ¡es que no me lo creo! Embarcamos bastante rápido y nos sentamos en nuestros sitios. Pantallitas en los asientos con el mapa del trayecto que haremos e información técnica, altitud, velocidad, etc. Entretenida la verdad. Veremos en las películas…
¡Despegamos! Ponemos rumbo a Cancún, México. A las dos horas de despegar comienzan a repartir la comida. Una ensalada de pasta con taquitos de jamón y mayonesa, fideuá con verduritas y pollo, bizcocho, café o té, agua, zumo o refresco. Todo bastante bueno, el bizcochito un 10. Recogen todo y empiezan las pelis. Ponen Deadpool que es bastante nueva pero a mí no me funciona el audio así que me dedico a jugar al solitario y matar el tiempo, todavía quedan 7 horas. Cuando quedan 2 ó 3 horas para aterrizar yo ya estoy desesperada, no sé qué hacer, me paseo por el avión, voy al baño, hago solitarios, veo una peli en el Ipad… Nos traen la merienda, un bocadillo de bollito con salchichón muy rico, otro bizcochito (¿? No recuerdo bien, algo dulce), café o té y agua o refresco. Había leído que las comidas de los aviones eran horribles, sobre todo en Pullmantur e íbamos cargados con kilos de patatillas y galletitas por si acaso que ni probamos. Mi primera experiencia ha sido bastante buena, no dejé nada en el plato.
Sigo desesperada, no veo más que agua y más agua, finalmente empiezo a ver tierra, Florida con sus cayos, Cuba, el mar Caribe. Voy pegada a la ventana sacando fotos, ¡es tan bonito! (no sé dónde están estas fotos por cierto). Avisan de que falta poco para aterrizar, ¡ais qué emoción! Por fin aterrizamos y empezamos a desembarcar. Nos damos de bruces con la mega cola de inmigración. Más de una hora de espera entre americanos desesperados y acalorados. Nos sellan el pasaporte (nuestro primer sello), cogemos las maletas y al semáforo. Para el que no lo sepa, cuando entras en México hay un semáforo con un botón que determina a quién le registran el equipaje y a quién no. Rojo, nos libramos. Salimos al húmedo y cálido exterior, vaya bofetada, no me lo esperaba y eso que venía preparada. Buscamos nuestro transfer y al bus a chupar aire acondicionado. Tras otra hora esperando en el bus por fin salimos hacia el hotel, haremos otra parada en otro hotel para dejar a gente y la segunda y última parada es el Grand Palladium. La guía de Pullmantur nos da la bienvenida y nos da el discurso sobre la seguridad en México, el agua, que las excursiones las hagamos con ellos y nunca por libre, lo típico. No hacemos ni caso.
Tras la primera parada para dejar a la mitad del autobús en otro hotel, por fin llegamos al nuestro. Desde el aeropuerto de Cancún hasta la zona de los hoteles hay aproximadamente una hora aunque no lo recuerdo bien. Paramos en el lobby del Kantenah y nos dicen que esperemos, que van a preguntar dónde nos dejan. Vuelve a subir nuestra guía y nos dice que nos dejarán a todos en el Riviera. ¡Nos han hecho un upgrade! Hacemos el check-in, y nos vamos a la habitación en el carrito. Huele un poco a pintura, resulta que la han estado reformando. La habitación es gigante, la cama 2×2, una bañera hidromasaje en medio de la habitación, todo precioso.
Llaman a la puerta, son nuestras maletas, el señor no me cae bien así que no le doy propina. Vuelven a llamar a la puerta, nos traen los regalos de recién casados, nos habíamos olvidado que estábamos de “luna de miel” (Mario había añadido esto en nuestra reserva aunque no era verdad). Nos traen una cesta de fruta, una botella de tequila, la invitación a una cena de honeymooners y una banda para poner en la puerta.
Tenemos muchísima hambre, son las 8 de la tarde en México pero en España son las 3 de la mañana, así que nos vamos a ver qué nos ofrecen. Llegamos al lobby del Riviera y exploramos. El primer restaurante que encontramos es el Ribs and More, parrillada americana, para dentro. Pedimos unas alitas picantes de primero y de segundo entrecot y pollo a la parrilla.
Buenísimo todo. La atención de nuestro camarero impecable. Con el buche lleno nos vamos a la habitación, son ya las 4 de la mañana para nosotros y llevamos más de 22 horas despiertos. Llegamos a la habitación y caemos en coma. Pobres ilusos, no sabíamos que el Jet Lag haría de las suyas pocas horas más tarde.
[align=justify] Ya habíamos intentado ir en 2014 y por cuestiones laborales tuvimos que aplazar el viaje sin saber cuándo podríamos volver a reservar, aunque sabíamos que a la mínima ocasión elegiríamos este destino para nuestra primera vez cruzando el charco. La ocasión se presentó en junio del 2016 cuando me dieron las vacaciones. Las iba a tener en el mes de septiembre, así que rápidamente nos pusimos en contacto con Mario (agente de viajes de Simartour que recomiendo 100%) para que nos reservara un paquete vuelo+hotel en la paradisíaca Riviera Maya. Las fechas elegidas fueron del 16 al 23 de septiembre, una semana entera en el edén, con el mayorista Pullmantur. El hotel elegido fue el Grand Palladium Kantenah-Colonial (todo un acierto). El precio con el vuelo desde Madrid, 1085€ por persona.
Durante los meses de julio y agosto estuvimos preparando el viaje (con un break para ir a Mallorca en el medio), desde excursiones, taxistas, guías, conseguir compis de viaje, estudiar el hotel, comprar Relec y Fortasec como si no hubiera mañana, creernos economistas comprobando el tipo de cambio todos los días, etc. Se nos pasaron volando estos dos meses y cuando nos quisimos dar cuenta ya casi teníamos el viaje encima.
Unas semanas antes empezamos a comprobar que lo teníamos todo bien atado: reservas, pasaportes, guías y taxistas contratados, compañeros de viaje con grupo de Whatsapp incluido, medicamentos varios, cámara acuática, equipo de snorkel, gorros, zapatos cómodos, bikinis y bañadores, cámara réflex, tecnología varia, etc.
Los guías y taxistas también los encontramos en el foro, fueron Andrés de la Mora y Juan Carlos Hedding, de los cuáles hablaré en las etapas posteriores.
Si queréis una cámara acuática económica y con unas funciones decentes os recomiendo la SJCAM 4000, que es la que compramos nosotros y lo hicimos en Amazon, la cual de momento nos ha dado muy buen servicio. Precio: 70€
Se acercaba la fecha y los nervios iban en aumento. Fue un septiembre muy movido porque antes de irnos a Riviera Maya yo me fui una semana a mi tierra, Galicia, y al volver nos fuimos una semana a Lituania (viaje que os contaré en otro momento), por lo que la preparación del viaje y todo fue bastante in extremis.
A pesar de todo conseguimos hacernos una maleta bastante decente y el día 15 partimos de Barcelona rumbo a Madrid por la mañana. Pasamos la noche en Madrid en casa de unos amigos (que fueron muy majos y nos dejaron su garaje para no tener que pagar el parking del aeropuerto, ¡gracias guapos!) y al día siguiente temprano pusimos rumbo al aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. Llegamos al aeropuerto y lo primero que hicimos fue embalar las maletas facturadas por 10€ cada una con seguro incluido (llevábamos 2 facturadas, una de mano y una mochila) e ir a hacer el check-in. Fuimos casi de los primeros por lo que pudimos elegir asiento los dos juntos (ventanilla y pasillo).
Una vez facturadas las maletas nos fuimos al control de seguridad que pasamos sin problemas, para encontrarnos con unas colas enormes que no sabíamos muy bien para qué eran, así que fuimos a investigar ¡y resultaron ser las colas del control de pasaportes! Así que a ponerse en la fila y esperar, estuvimos como unos 30 minutos y por fin pasamos a la zona internacional a esperar nuestro vuelo. Nos dimos un paseo por el Duty Free y alguna que otra tienda más para pasar el rato, compramos agua y nos fuimos a sentar frente a la puerta de embarque.
¡Comienza el embarque! Nervios, nervios. Yo estaba como una niña el día de Reyes, ¡es que no me lo creo! Embarcamos bastante rápido y nos sentamos en nuestros sitios. Pantallitas en los asientos con el mapa del trayecto que haremos e información técnica, altitud, velocidad, etc. Entretenida la verdad. Veremos en las películas…
¡Despegamos! Ponemos rumbo a Cancún, México. A las dos horas de despegar comienzan a repartir la comida. Una ensalada de pasta con taquitos de jamón y mayonesa, fideuá con verduritas y pollo, bizcocho, café o té, agua, zumo o refresco. Todo bastante bueno, el bizcochito un 10. Recogen todo y empiezan las pelis. Ponen Deadpool que es bastante nueva pero a mí no me funciona el audio así que me dedico a jugar al solitario y matar el tiempo, todavía quedan 7 horas. Cuando quedan 2 ó 3 horas para aterrizar yo ya estoy desesperada, no sé qué hacer, me paseo por el avión, voy al baño, hago solitarios, veo una peli en el Ipad… Nos traen la merienda, un bocadillo de bollito con salchichón muy rico, otro bizcochito (¿? No recuerdo bien, algo dulce), café o té y agua o refresco. Había leído que las comidas de los aviones eran horribles, sobre todo en Pullmantur e íbamos cargados con kilos de patatillas y galletitas por si acaso que ni probamos. Mi primera experiencia ha sido bastante buena, no dejé nada en el plato.
Sigo desesperada, no veo más que agua y más agua, finalmente empiezo a ver tierra, Florida con sus cayos, Cuba, el mar Caribe. Voy pegada a la ventana sacando fotos, ¡es tan bonito! (no sé dónde están estas fotos por cierto). Avisan de que falta poco para aterrizar, ¡ais qué emoción! Por fin aterrizamos y empezamos a desembarcar. Nos damos de bruces con la mega cola de inmigración. Más de una hora de espera entre americanos desesperados y acalorados. Nos sellan el pasaporte (nuestro primer sello), cogemos las maletas y al semáforo. Para el que no lo sepa, cuando entras en México hay un semáforo con un botón que determina a quién le registran el equipaje y a quién no. Rojo, nos libramos. Salimos al húmedo y cálido exterior, vaya bofetada, no me lo esperaba y eso que venía preparada. Buscamos nuestro transfer y al bus a chupar aire acondicionado. Tras otra hora esperando en el bus por fin salimos hacia el hotel, haremos otra parada en otro hotel para dejar a gente y la segunda y última parada es el Grand Palladium. La guía de Pullmantur nos da la bienvenida y nos da el discurso sobre la seguridad en México, el agua, que las excursiones las hagamos con ellos y nunca por libre, lo típico. No hacemos ni caso.
Tras la primera parada para dejar a la mitad del autobús en otro hotel, por fin llegamos al nuestro. Desde el aeropuerto de Cancún hasta la zona de los hoteles hay aproximadamente una hora aunque no lo recuerdo bien. Paramos en el lobby del Kantenah y nos dicen que esperemos, que van a preguntar dónde nos dejan. Vuelve a subir nuestra guía y nos dice que nos dejarán a todos en el Riviera. ¡Nos han hecho un upgrade! Hacemos el check-in, y nos vamos a la habitación en el carrito. Huele un poco a pintura, resulta que la han estado reformando. La habitación es gigante, la cama 2×2, una bañera hidromasaje en medio de la habitación, todo precioso.
Llaman a la puerta, son nuestras maletas, el señor no me cae bien así que no le doy propina. Vuelven a llamar a la puerta, nos traen los regalos de recién casados, nos habíamos olvidado que estábamos de “luna de miel” (Mario había añadido esto en nuestra reserva aunque no era verdad). Nos traen una cesta de fruta, una botella de tequila, la invitación a una cena de honeymooners y una banda para poner en la puerta.
Tenemos muchísima hambre, son las 8 de la tarde en México pero en España son las 3 de la mañana, así que nos vamos a ver qué nos ofrecen. Llegamos al lobby del Riviera y exploramos. El primer restaurante que encontramos es el Ribs and More, parrillada americana, para dentro. Pedimos unas alitas picantes de primero y de segundo entrecot y pollo a la parrilla.
Buenísimo todo. La atención de nuestro camarero impecable. Con el buche lleno nos vamos a la habitación, son ya las 4 de la mañana para nosotros y llevamos más de 22 horas despiertos. Llegamos a la habitación y caemos en coma. Pobres ilusos, no sabíamos que el Jet Lag haría de las suyas pocas horas más tarde.