DÍA 2. LA IRUELA/ARROYO FRÍO. NACIMIENTO DEL GUADALQUIVIR (coche) y CERRADA DE UTRERO (ruta a pie).
Itinerario de la jornada según GoogleMaps.
Desayunamos bastante bien en el hotel, teniendo en cuenta que estaba incluido en el precio de la habitación: nos pusieron zumo de naranja natural y nos ofrecieron bollería, fiambre, tostadas con jamón, tomate… No era bufet, pero no nos hacía falta. Después cogimos la maleta y bajamos hasta la entrada de Cazorla, donde habíamos dejado el coche cuando llegamos, la tarde anterior.
Vista mañanera de Cazorla,desde la habitación.
Inmediatamente empezamos nuestro recorrido turístico del día. Los pronósticos del tiempo se habían cumplido: apenas se veían algunas nubes altas, lucía el sol y la temperatura era bastante agradable; incluso podía ser que más tarde llegase a hacer calor.
LA IRUELA.
Por la carretera A-319 hay unos cinco kilómetros desde Cazorla hasta esta localidad, asentada en la ladera de la montaña, a casi 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar y que presenta un aspecto realmente atractivo. Sin embargo, lo que más llama la atención es, sin duda, su impresionante castillo. Dejamos el coche junto a la iglesia que está en el centro de la población, en la que destacan sus casas encaladas, con callejuelas estrechas y empinadas. Me gustó mucho una fuente muy florida, desde cuyas inmediaciones existen varios caminos que conducen al castillo y desde los que se tienen bonitas perspectivas del mismo. Muy recomendable dar un paseíto por sus inmediaciones y llegar hasta el castillo a pie.
Iglesia en la Iruela.
El castillo se ve desde casi todas partes, coronando las casas.
Bonita y florida fuente.
El castillo se ve desde casi todas partes, coronando las casas.
Bonita y florida fuente.
Subimos caminando por una de las callejuelas y ya desde lejos pudimos contemplar su imponente estampa y su no menos llamativa ubicación, inexpugnable en lo alto de un cerro que domina completamente en lontananza el valle del Guadalquivir. Las vistas antes de alcanzar la fortaleza eran alucinantes, sobre todo en un día despejado como aquél. Merece la pena hacer unas fotos desde una balconada que hay a la izquierda, frente al recinto fortificado.
La Iruela estuvo poblada desde la Edad del Cobre hasta la Edad del Bronce y durante el siglo II antes de Cristo, pero desde el 1500 hasta el 200 a.C. se produjo una despoblación cuya causa se desconoce. A partir de entonces se instalaron nuevos asentamientos que se prolongaron hasta la dominación de los musulmanes, que construyeron el primitivo castillo. Conquistado por los cristianos en 1231, perteneció al Adelantamiento de Cazorla hasta 1378 (tras un primer intento fallido de independencia en 1370 auspiciado por el obispo Gome Manrique), cuando el obispo Pedro Tenorio le concedió el Villargo con escudo y fuero propio.
El castillo está abierto todos los días, la entrada cuesta 1 euro y los horarios de visita son en verano de 09:00 a 14:00 y de 17:00 a 22:00; y en invierno, de 09:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00. Se accede a través de una pasarela de madera que conduce a una torre-puerta de origen medieval y que sirvió de campanario a la Iglesia de Santo Domingo de Silos que se encuentra en primer recinto amurallado, antes de acceder a los dos siguientes ya pertenecientes al castillo. Pero iré por partes.
El castillo es Monumento Histórico desde 1985, consta de tres recintos fortificados y su origen es árabe, si bien la torre del homenaje es ya de época cristiana y guarda un sugerente pasado templario. Se pueden contemplar varias torres y muros apoyados en espolones rocosos y ascender por un entarimado con pendientes escaleras hasta la terraza de la torre, desde la que se contempla un panorama realmente extraordinario, todo alrededor sobre el mar de olivos del Valle del Guadalquivir. Impresionante.
Enfrente, hacia las rocas, llama la atención un anfiteatro que se utiliza como auditorio. Aunque presenta estilo clásico, su construcción es moderna. De todas formas, entronca bien con el entorno y también sirve de mirador hacia la Torre del Homenaje, desde donde se obtiene una perspectiva diferente y muy vistosa. Aquí ya empezábamos a sentir el potente sol andaluz.
Además, en el recinto del castillo también se encuentran las ruinas de la Iglesia de Santo Domingo de Silos. Pese a que sus cimientos corresponden a los tiempos de la reconquista cristiana (siglo XIII), el edificio se construyó en el siglo XVI, cuando gran parte de la zona pertenecía a Francisco de los Cobos. De estilo renacentista, constaba de tres naves y tenía dos portadas. En 1810 fue incendiada por las tropas francesas como venganza por la hostilidad de los lugareños. Se conserva poco, pero los restos son interesantes. Además, resulta muy vistoso al estar las ruinas enclavadas en el marco incomparable que ofrecen la sierra y el mar de olivos y teniendo enfrente el castillo.
En definitiva, merece mucho la pena acercarse hasta La Iruela y visitar este conjunto. Y mucho mejor si el día está despejado para apreciar los panoramas en toda su inmensidad.
PUERTO DE LAS PALOMAS: MIRADORES DE PASO DEL AIRE Y DE LAS PALOMAS.
Para ir desde La Iruela hasta Arroyo Frío hay que cubrir 22 kilómetros, lo que supone una media hora en coche. Continuamos por la carretera A-319, pasamos por el Puerto de las Palomas y en el trayecto nos detuvimos en dos miradores. El primero, a nuestra derecha, según avanzábamos, es el Mirador del Paso del Aire y hacía honor a su nombre: ¡vaya viento! Según indica el panel informativo, desde este lugar se contempla “la transición de la Sierra a la Campiña y al Valle del Guadalquivir”, es decir, desde los paredones verticales hasta los olivares y los bosques de pino carrasco de repoblación. Era más o menos lo que habíamos visto desde la Torre del Homenaje del Castillo de La Iruela, así que, aunque la vista era bonita, no nos llamó excesivamente la atención.
Un poco más adelante, a la izquierda de la carretera, llegamos al Mirador de las Palomas, donde merece mucho la pena detenerse ya que ofrece una vista extraordinaria de la Sierra de Cazorla y sus cumbres, y del Valle del Guadalquivir, con la carretera de camino hacia el Pantano del Tranco. El núcleo urbano que se ve es el centro de servicios de Arroyo Frío, donde nos íbamos a alojar las siguientes dos noches. También pudimos contemplar, a la derecha de la panorámica, los dos lugares adonde queríamos ir por la tarde de excursión: el nacimiento del Guadalquivir y la Cerrada de Utrero, ésta última se apreciaba bastante bien.
Sierra de Cazorla desde el Mirador de las Palomas. Se ve el núcleo turístico de Arroyo Frío.
Vista hacia la Cerrada de Utrero.
Vista hacia la Cerrada de Utrero.
En el panel informativo aparecía una foto tomada antes del voraz incendio forestal que devastó la ladera donde se asienta el mirador, destruyendo una gran parte de la superficie arbolada. La ladera estaba verde y se apreciaba la repoblación, así que no ofrecía un aspecto desolado, pero sí se notaba la diferencia con la zona que no se quemó. Realmente da que pensar este tipo de desastres ecológicos pues el suelo se queda sin protección, acelerando los procesos erosivos y de desertización.
Para resumir, nos pareció un mirador indispensable. Hay que parar, sobre todo para hacerse una idea bastante clara de lo que es la Sierra de Cazorla a vista de pájaro.
Como era cerca de la una y media del mediodía, decidimos ir a comer antes de emprender nuestras excursiones vespertinas. Así que nos acercamos hasta Arroyo Frío y como no queríamos perder demasiado tiempo, almorzamos en uno de los restaurantes, donde ofrecían menús a 12 euros. Estuvo bastante bien para el precio: salmorejo, cocido montañés, sepia, chuleta de cabrito y, de postre, tiramisú casero.
Después de comer, retrocedimos unos diez kilómetros desde Arroyo Frío hasta la pista que lleva hacia Vadillo Castril, desde donde salen las dos rutas que queríamos hacer esa tarde. No tiene pérdida porque hay un cartel que señala “al Nacimiento del Río Guadalquivir”. En primer lugar, tomamos una pista a la izquierda, que nos llevó hasta un puente, antes de llegar al cual dejamos el coche, para iniciar ya a pie la ruta de la Cerrada de Utrero. Allí hay un bar, donde se puede comprar bebidas y también ofrecen menús.
CERRADA DE UTRERO (ruta a pie).
Esta ruta es muy cortita y bastante fácil, aunque hay una zona pedregosa al final que puede estar algo resbaladiza. Vamos, nada de particular, pero lo comento para personas que no están acostumbradas a caminar o con algún problema de movilidad. Por eso creo que es mejor hacerla en el sentido en que nosotros lo hicimos, saliendo a la izquierda del chiringuito. El primer panel informativo se refiere solo a la caminata por la propia cerrada, pero el que ofrece la ruta completa es el llamado “panel ornitológico”, cuya foto pongo después. Las características del recorrido son las siguientes:
Longitud: 3,5 kilómetros. Ruta Circular.
Duración: una hora/una hora y media.
Dificultad: baja.
Cartel de la ruta.
Cerrada de Utrero desde el Mirador de las Palomas.
Cerrada de Utrero desde el Mirador de las Palomas.
Existen barandillas de madera y hay un par de miradores a lo largo del recorrido. En un paisaje de encinas, sauces y bojes, destaca sobre todo el Peñón del Lanchón, en torno al cual pudimos distinguir un nutrido grupo de buitres leonados sobrevolando nuestras cabezas. Lástima que no sea demasiado hábil para captarlos al vuelo con la cámara.
Principio de la ruta.
Cerrada de Utrero.
Cerrada de Utrero.
Después, seguimos paralelos al curso del río, si bien no pudimos disfrutar de uno de los mayores atractivos de la marcha, ya que la cascada de Linarejos estaba seca pese a encontrarnos todavía a mediados de mayo. Se nota que ha sido un año muy seco en esta parte de Andalucía. Una lástima porque hemos visto fotos en sus buenos momentos y es muy bonita. Sin embargo, la zona de la presa y la caída de agua también nos gustaron. Mereció la pena el pequeño esfuerzo.
La cascada de Linarejos estaba seca
Pero el río, las rocas y la vegetación dejaban bonitos panoramas.
Parte final del recorrido.
Pero el río, las rocas y la vegetación dejaban bonitos panoramas.
Parte final del recorrido.
NACIMIENTO DEL RÍO GUADALQUIVIR.
Siguiendo la pista que habíamos traído, cruzando el río, vimos un cartel que señalaba “Nacimiento del Río Guadalquivir, 14 kilómetros”. Así que en vez de retroceder por donde habíamos venido, hasta el cruce con la carretera, decidimos seguir adelante y hacer una especie de ruta circular en coche. Decir que las pistas no están asfaltadas pero se encuentran (por lo menos cuando nosotros estuvimos) en perfectas condiciones para que un vehículo circule sin problemas aunque con la debida precaución y a velocidad adecuada. Esto es muy importante, además de por los evidentes motivos de seguridad, porque es casi seguro que nos encontremos con animales en nuestro camino, cruzando la carretera.
Pista, túneles y vistas en el itinerario hacia el nacimiento del Guadalquivir.
El paisaje era bastante bonito y nos quedamos sorprendidos cuando vimos varios zorros que se acercaban hasta la ventanilla del coche.
Tardamos un buen rato en alcanzar nuestro destino porque, como he mencionado, hay que ir despacio, pero tampoco importa demasiado ya que lo importante es disfrutar del paisaje. Al fin llegamos junto al cartel que anunciaba el nacimiento del Guadalquivir. Aparcamos el coche y seguimos a pie. Son apenas doscientos metros, así que no hay ningún problema. Nuevamente, las escasas lluvias de la primavera eran la causa de que las cascaditas que forma el río en su origen estuviesen un tanto mermadas.
Luego… Bueno, me gustaría decir por dónde fuimos, porque la idea era regresar por otra pista hasta el cruce con la carretera que va a Arroyo Frío. Pues… no. Aunque llevábamos un mapa bastante detallado incluso de las pistas (el que nos dieron en la Oficina de Turismo de Cazorla), no sé por dónde nos metimos (allí los navegadores no sirven), pero el caso es que hicimos kilómetros y kilómetros por unas pistas que no sabíamos adónde nos llevaban, aunque con un referente común que veíamos de vez en cuando en algún indicador: Cazorla; ni rastro de Arroyo Frío. En fin, al menos era un lugar conocido… El caso es que, sin pretenderlo, realizamos un recorrido precioso por la sierra, a vista de pájaro. Aparecimos en un sitio denominado “El Chorro”, donde pudimos contemplar unas vistas impresionantes sobre las cárcavas y en el que había una caseta para la observación de rapaces. Los buitres pululaban a sus anchas frente a nosotros, en un impresionante cortado.
Pistas por las que estuvimos circulando. Todas en perfecto estado.
Observatorio de rapaces cerca del lugar llamado "El Chorro".
Observatorio de rapaces cerca del lugar llamado "El Chorro".
Seguimos nuestro recorrido hasta llegar a otros miradores, desde los que se veía la población de Quesada (creo).
Al final, terminamos literalmente encima de Cazorla, con una vistas soberbias, primero sobre los restos del Castillo de las Cinco Esquinas, cuya torre pentagonal corona el llamado Pecho de Salvatierra, y luego sobre la propia Cazorla y el castillo de la Yedra. Muy interesantes las panorámicas, aunque el sol nos daba completamente de frente, lo que estropeaba un poco la nitidez de las fotos.
Todavía nos detuvimos en otros miradores, llegando a Cazorla por una carretera diferente de la del primer día. A continuación nos tocó recorrer otra vez (ya por la A-319) los 27 kilómetros que hay desde allí hasta Arroyo Frío.
En Arroyo Frío nos alojamos en el Hotel Balneario, de 4 estrellas, que cuenta con piscina y aire acondicionado: ambos servicios me parecen casi imprescindibles si se va en verano. En esta época, ya hacía calorcito por allí. La habitación estaba bien, con una cama enorme (unos dos metros de ancha) aunque un pelín pequeña (quizás era un efecto óptico por las dimensiones de la cama) y algo calurosa. El precio no estaba mal: 58 euros por noche.
Habitación.
Vistas desde la habitación. Piscina del hotel.
Arroyo Frío me pareció un buen sitio para quedarse si se visita Cazorla. Está en medio de todo, con fácil acceso a cualquier sitio. No es un pueblo como tal, sino una especie de urbanización de servicios, donde no falta de nada: restaurantes, bares, supermercados, agencias de actividades variadas, etc. De todas formas, quizás no sea lo más apropiado para quienes pretendan desconectar y perderse en la naturaleza, sobre todo en verano. Nosotros, en el puente de San Isidro encontramos la zona no solitaria ni mucho menos, pero sí bastante despejado. , aunque esto también tiene sus inconvenientes (como ya contaré).
Arroyo Frío visto desde el Puerto de las Palomas.
Continúa en las dos etapas siguientes.