15 de junio de 2017
Mapa de la etapa 6
Nuevos buenos días que nos dan las decenas de ciervos a los que Conan proporciona sustento en el patio trasero al que dan las ventanas de nuestro cuarto. Despertamos a las 6:00 y como siempre los primeros pasos al bajar de la cama son un recordatorio de que nuestras piernas cada vez recuperan peor el esfuerzo de los días anteriores. Dicho de otro modo: tenemos unas agujetas de campeonato. Nos desperezamos y con eso ya hacemos tiempo hasta las 6:30 acordadas con Conan para el desayuno de hoy.
Como cada mañana Conan nos sorprende con lo que nos tiene preparado, y su propuesta para hoy rompe todo nuestros esquemas. Tras pedirle ayer si era posible un desayuno que no usara huevo -tres días seguidos desayunando huevo era demasiado para nosotros-, cuando llegamos a su cocina nos planta delante dos cuencos de papel de aluminio que en su interior esconden un ramen de salmón con calabacín, zanahorias, champiñones y pimienta roja. Es lo último con lo que esperábamos estrenar hoy el estómago y el picante es un poco fuerte para L, pero está buenísimo. Otro éxito de nuestro anfitrión.
Esto no nos lo esperábamos
Empezamos la mañana sobre ruedas alejándonos unos pocos metros de Yosemite, los necesarios para aparcar junto al Starbucks que ya habíamos visitado durante nuestra primera mañana en Oakhurst. Un nuevo pedido de café para L y frappuccino para mí, aunque los pedimos a nombre de Pato... o eso intentamos, porque finalmente en la etiqueta -que ya no es manuscrita, cosa que le quita encanto- lo que han puesto es Bato. Seguiremos intentándolo.
Lanza... y falla
Damos media vuelta y enfilamos la ya sobradamente conocida Wawona Road a ritmo del programa de la tarde anterior de Todo Por La Radio, un buen recurso en clave de humor para enterarnos de qué ha ocurrido durante la moción de censura de Podemos al Partido Popular. A una milla del control de acceso a Yosemite los coches empiezan a frenar. Parece que hoy coincidimos con la hora punta de entrada de visitantes al parque así que toca sufrir un poco de un atasco que a los mandos de un coche automático no resulta tan tedioso gracias a no tener que estar metiendo y sacando marchas constantemente.
Tomamos el desvío a la Glacier Point Road y, a diferencia de hace dos mañanas cuando íbamos a bordo de un autocar, esta vez la recorremos estando nosotros al volante. Ya desde sus primeros metros acompaña con paisajes vistosos de bosques iluminados por los primeros rayos de sol del día cuyos árboles en ocasiones dan una tregua, dejando intuir la maravilla que va quedando bajo nuestros pies. Son las 10:10 cuando, a pocas millas de la cima, alcanzamos el aparcamiento para la excursión de hoy. Está lleno hasta los topes, con coches aparcados incluso a lo largo de varias decenas de metro en los arcenes anteriores y posteriores. Pero creemos que no perdemos nada por aguardar un par de minutos en el aparcamiento por si ocurriera lo imposible... y lo imposible ocurre. El Mercedes que tenemos justo a nuestro lado hace parpadear sus luces cuando su conductor lo abre remotamente, dispuesto a marcharse y dejarnos disponible la mejor plaza de todo el aparcamiento. En los alrededores del aparcamiento, un grupo numeroso de excursionistas se prepara para iniciar la marcha. También hay que guardar turno durante varios minutos para utilizar los servicios junto al punto de salida.
La Patrulla Zombi, unos héroes sin capa
Preparándose para la marcha
Hoy estamos aquí por dos motivos: Sentinel Dome y Taft Point. El primero es una enorme cúpula de piedra que promete vistas de 360 grados a todo el parque desde su cima a cambio de recorrer las 1,1 millas y ganar los 125 metros de altura respecto a ella. El segundo es un mirador que, por puro azar, visitamos hace seis años en nuestra única excursión en el parque y resultó ser una de las mejores vistas a la parte oeste del valle. La distancia hasta él es también de 1,1 millas pero en este caso requiere descender 60 metros que luego hay que remontar.
Pero esa es la versión sencilla. Para los indecisos o bien para los que lo quieren todo, existe una combinación que permite crear un recorrido circular que pase por ambos y los conecte a través de un tramo del Pohono Trail, la ruta de largo recorrido que desciende de Glacier Point hasta Tunnel View. Supuestamente y tras lo estudiado durante los preparativos, el modo más aconsejable de hacerlo para evitar que los peores tramos sean en ascenso es comenzar por el Sentinel, tomar entonces el tramo del Pohono, alcanzar el Taft Point y regresar hasta el aparcamiento para cerrar el círculo. Ese es el plan que traemos preparado, y tras dudar ligeramente debido a las persistentes ampollas en los pies de L decidimos probar suerte sin descartar la posibilidad de que haya que dar media vuelta.
La cosa va bien de inicio. El terreno no es el peor posible para el calzado deportivo que lleva puesto L, a la que todavía le resulta imposible calzarse las botas de montaña ya que le castigarían todavía más las zonas donde han aparecido las ampollas. Tardamos apenas unos minutos en empezar a ver el Sentinel Dome en la distancia y desde lejos intimida más de lo que luego resulta exigir. Cuando se alcanza su base aparece el valle ante nosotros y con él nuestro primer "momento wow" del día. Podemos ver a nuestra derecha y sin obstáculos el Half Dome y el Liberty Cap. A mano izquierda, la línea que trazan las Upper y Lower Yosemite Falls, siendo mucho más espectaculares las primeras haciendo que su hermana inferior parezca minúscula -que no lo es-.
Ya asoma el Sentinel Dome a lo lejos
La cúpula, desde su base
El primer 'momento wow'
Comenzamos a subir la cúpula, que es de roca con una arena esparcida sobre ella que puede resultar resbaladiza en algunas zonas. Durante la subida dejamos a lado y lado pequeñas acumulaciones de nieve que todavía se resisten a desaparecer con el calor. Alcanzar la cima nos cuesta menos de lo que creíamos y el "momento wow" se multiplica. No solo repetimos las mismas vistas de la base pero ahora más despejadas de vegetación en primer plano, sino que ahora podemos también ver esa Nevada Fall cuyo nacimiento cruzamos hace dos días. Si giramos la cabeza para mirar al oeste nos aguarda la otra mitad de Yosemite Valley, con el descomunal El Capitán en caída libre sobre los árboles e incluso un Tunnel View con el que invertimos los papeles y somos nosotros ahora quién lo observa, ya que nos encontramos justo detrás de la colina sobre la que caen la Bridalveil Fall a la que miran todos los presentes en el mirador junto al túnel.
Mira la cascada, pat... oh, otra vez
Panorámicas de infarto, capítulo 1
Panorámicas de infarto, capítulo 2
Aunque cueste distinguirlo, ahí está Tunnel View
Si hay que buscarle un pero a Sentinel Dome es que la cima es tan ancha que no es posible verlo absolutamente todo desde un mismo punto, obligándote a desplazarte para poder cubrir todos los alrededores. Sin embargo ese pequeño pero se convierte también en una ventaja, ya que gracias a sus dimensiones en ningún momento se tiene sensación de aglomeración pese a que coincidimos aquí arriba con decenas y decenas de visitantes.
Regresamos hasta la base tras alrededor de una buena hora disfrutando del lugar, y durante la bajada oímos a un padre decirle a su hijo "Are you ready to HACER LA CROQUETA?". Sí, nosotros también nos quedamos igual de asombrados. Son las 13:00 cuando ya hemos vuelto a los pies de la cúpula y comenzamos las 2,8 millas de Pohono Trail que nos deben llevar hasta Taft Point.
Descendiendo del Sentinel Dome
Es que no te cansas de mirar...
Varias cosas hay que destacar de esta porción del Pohono que recorremos hoy. La primera es que no hay que subestimar las algo menos de 3 millas que separan Sentinel Dome de Taft Point. Equivalentes a 4,5 kilómetros, alternan tramos de subida con otros de bajada y terrenos de todos los tipos, desde tierra compacta y perfecta para caminar sin problemas hasta tramos de rocas sueltas, pasando por zonas de terreno embarrado, algún río que superar de tronco en tronco e incluso algún tramo en el que las gruesas capas de nieve en sombra se resisten a desaparecer. La segunda cosa a destacar es consecuencia de esa variabilidad del terreno: es muy difícil aburrirse cuando cada 500 metros el tipo de paisaje ha cambiado completamente. La tercera es que la señalización está algo por debajo del nivel exigible para un parque como Yosemite, teniendo que intuir cuál es el camino correcto en varias bifurcaciones y con la ayuda de una aplicación de mapas offline para verificar que no nos hemos desviado del rumbo. La cuarta y última es que hemos acertado de lleno haciendo el recorrido circular en sentido antihorario. Algunos de los tramos del Pohono tienen un desnivel pronunciado que, de subida, nos hubiera dejado destrozados para el resto de la excursión. Exactamente lo que le ocurre a algunos grupos que nos cruzamos a los que les cuesta ya cumplir con el protocolario "Hello" o "Good morning" por falta de aliento cuando pasan junto a nosotros.
Paisajes del Pohono Trail
Sí, todo eso es nieve
El cambiante paisaje se va tiñendo de tonos que nos resultan familiares según reducimos la distancia con Taft Point. Aparecen al fin esos bosques con árboles cuyas ramas están recubiertas de musgo, un rasgo curioso que recordamos perfectamente de nuestra visita de hace seis años. Lo que no recordamos porque aquel era un septiembre mucho más seco que el junio actual es la cantidad de agua, nieve y terreno embarrado que nos queda superar en estas últimas dos millas antes de alcanzar el mirador. Llegamos a la meta con algo de esfuerzo y empezando a acusar la fatiga de las piernas que todavía arrastran agujetas por el Panorama Trail de hace dos días. El bosque se abre y deja vía libre a un último descenso pronunciado que dará con nuestros pies en uno de nuestros lugares favoritos de Yosemite National Park.
Taft Point no es el mejor mirador del parque, ya que desde su posición quedan fuera del cuadro algunas de las formaciones más emblemáticas del parque como son el Half Dome o las Nevada y Vernal Falls. Lo compensa con una sensación de "caída libre" mucho mayor para los que osen acercarse a sus precipicios, ya que la ausencia absoluta de medidas de seguridad deja en manos de cada uno cuánto quiere arriesgar. Frente a nosotros y en un arco 180 grados nos encontramos las Upper y Lower Yosemite Falls y El Capitán, cada uno flanqueando un Yosemite Valley que queda bajo nuestros pies. Lo que hace a Taft Point especial son dos cosas: en primer lugar, que la proporción entre esfuerzo necesario para alcanzarlo y recompensa ofrecida es muy baja, ya que en caso de acceder a él desde el aparcamiento se trata de un camino muy accesible -barro aparte- y de escasa distancia. El segundo, que a lo largo de sus acantilados coincide con las "fissures", una suerte de grietas entre las que asoma el abismo del valle.
Aquí están las 'fissures'
Las vistas desde Taft Point
L frente al destino
Son las 14:00 cuando nos sentamos sobre roca y miramos hacia las Yosemite Falls mientras echamos mano a las porciones de pizza preparadas la noche anterior. A nuestra derecha y consiguiendo competir en llamar la atención con el paisaje, varios aficionados a la aventura han tendido una cuerda a lo largo de una "Fissure" y se disponen a caminar sobre ella tomando las debidas precauciones. La chica del grupo parece la más atrevida, realizando el recorrido hasta tres veces consecutivas ante el aplauso de sus compañeros.
Cowabunga!
Hay gente para todo
No me quiero ir...
No dejamos pasar la ocasión de pasar en Taft Point todo el tiempo que nos sea posible, pero llega el momento de emprender el camino de vuelta hacia el aparcamiento. El cansancio acumulado hace mella y además nos interesa no llegar muy tarde a Oakhurst para poder reposar los pies un par de horas antes de irnos a dormir. Son las 15:50 cuando tras esos nuevos dos kilómetros sorteando nieve y barro llegamos al coche y nuestros pies respiran de alivio al descalzarnos unos minutos.
Más nieve en el sendero a Taft Point
Tenemos tiempo para una última parada, gracias a su cercanía y a que para alcanzarla solo es necesario conducir. Tras avanzar 2,5 kilómetros más en dirección a Glacier Point llegamos al aparcamiento de Washburn Point, uno más de los varios y a cada cual más impresionante puntos panorámicos de la Glacier Point Road. Nos reencontramos aquí con el Half Dome, el Liberty Cap y las cataratas de Nevada y Vernal, en lo que es ya una combinación que para siempre nos recordará la intensa y fatídica a partes iguales jornada en la que recorrimos el Panorama Trail. Charlamos durante unos minutos con un matrimonio de Philadelphia que se muestra interesado por mi técnica para hacernos fotografías usando el trípode y el temporizador interno de la cámara. Se suma al club de "norteamericanos que envejecen bien", ya que al igual que Conan supera los 60 años y sin embargo apenas aparenta los 50 y pocos. Son las 16:10 cuando estamos ya descendiendo por la Glacier Point Road ya con Oakhurst fijado como nuestro próximo destino.
Las vistas desde Washburn Point
Liberty Cap, Nevada Fall y Vernal Fall
El regreso se hace tan pesado como siempre, mucho más que el ascenso de cada mañana. Cuando por fin vencemos las 50 millas que separaban Washburn Point de la ciudad de Oakhurst, el pueblo nos recibe con un sol intenso y 33 grados de temperatura que nos recuerdan al peor agosto de Mallorca. Ilusos de nosotros, que menos de dos meses después tendríamos temperaturas por encima de los 40 grados. Son las 17:30 cuando llegamos a una casa en la que el único rastro de Conan es su gato, por lo que asumimos que todavía no ha regresado de una excursión con un amigo de la que ya nos advirtió hace dos noches. En un ejemplo de lo aparentemente segura y libre de delincuencia que es Oakhurst, Conan ha dejado su casa abierta para que no necesitemos llave para entrar. Regresa un par de horas después, en el preciso instante en el que salimos de nuevo para hacer algunas pequeñas compras en el supermercado Vons y de paso conseguir alguna crema para aliviar las quemaduras, ya que pese a habernos aplicado protección de factor 50+ los hombros de L y mi pierna derecha han cogido color de pimientos rojos.
Estamos de nuevo en casa a las 21:00, hoy sin necesidad de bajar a la cocina ya que cenamos cosas por aquí y por allá que no requieren de preparación ni calentado. En el silencio absoluto en lo alto de esta colina de Oakhurst damos por cerrado un día más en el que Yosemite nos ha vuelto a enseñar su mejor cara. Y todavía tendrá más ocasiones de hacerlo.