Martes 18 de abril de 2017: Vuelo en Globo + Valle de los Reyes + Deir el Medina + Medinet Habu + Colosos
Retomando el relato, el día empezó muy temprano, a las 4.30 am, cuando nos pasaron a buscar para hacer una excursión en globo, que habíamos contratado el día anterior (USD 120). Éramos unas 20 personas (había otros grupos en la motonave).
Afuera estaba fresco pero no mucho, con un abrigo liviano se soportaba bien. Caminamos unos 5 minutos por el embarcadero hasta llegar a una lancha con la que íbamos a cruzar el Nilo. Nos resultó gracioso que ni bien subimos nos ofrecieron algo caliente para tomar, y cuando habían servido a casi a la mitad de las personas ya teníamos que bajarnos porque habíamos llegado a la otra orilla
Continuamos el trayecto en mini van hasta el lugar desde donde salían los globos. La empresa era Sindbad, que, según habíamos leído, tenía buenos comentarios.
Nos quedamos mirando cómo inflaban el globo hasta que llegó el momento de subirse a la cesta. Nos indicaron que nos acercáramos y de repente sentí que volaba jajaja, entre dos hombres me alzaron y me metieron en la cesta . Entraban 20 personas y el cupo estaba completo.
Era increíble, pero ni se notaba el ascenso; el globo no se tambaleaba ni se movía la cesta (que era lo que yo pensaba antes de subir ). A medida que nos elevábamos vimos a Luxor y sus dos orillas, la ciudad todavía dormía, pero no por mucho tiempo…
El capitán nos iba mostrando los puntos clave por donde sobrevolaba el globo; la cesta giraba muy despacio para que todos pudiéramos ver el paisaje desde todos los ángulos. El contraste de colores entre el desierto y los campos de cultivo era precioso. Contemplamos el amanecer desde lo alto… una imagen que no se me va a borrar jamás.
Vimos el templo de Hatchepsut...
El Ramesseum...
Los Colosos de Memnón...
El templo de Medinet Habu (que visitaríamos más tarde)...
Y más globos.
Cuando se acercaba el final del viaje el capitán nos dio instrucciones para el aterrizaje, que por suerte no fueron necesarias porque aterrizamos en forma impecable en unos campos de caña de azúcar donde se veía gente trabajando a lo lejos. Nos quedamos adentro de la cesta hasta que terminaran de recoger el globo. Salimos, nos entregaron un diploma de vuelo, nos sacaron fotos y caminamos unos pasos hasta la mini van que nos estaba esperando para llevarnos a la lancha y volver a cruzar el Nilo.
El vuelo duró 45 minutos y valió cada centavo porque fue una experiencia inolvidable. Claro que era mucho más barato si se contrataba por cuenta propia, tratando con alguna de las empresas que ofrecían el servicio, pero nosotros optamos por arreglarlo con la agencia y desligarnos de la logística.
Llegamos a la motonave a las 6.30 am pasadas y fuimos directo a desayunar porque en media hora partíamos para hacer las excursiones del día.
Subimos a una lancha para cruzar nuevamente a la otra orilla y pasamos a un bus para llegar al Valle de los Reyes, donde permanecimos alrededor de dos horas. La entrada incluía el derecho de ingreso a 3 tumbas y había algunas de pago aparte. No se podía ingresar con cámaras de fotos, así que las dejamos en el bus.
Pasamos los famosos controles y nos detuvimos en el centro de visitantes, donde había una maqueta que mostraba todas las tumbas, para escuchar las explicaciones de Ramzy. Salimos, él nos dio las entradas (EGP 100, incluidas) y compró las de pago aparte para aquellos que querían (la mayoría fue a Tutankamón [EGP 100], nosotros fuimos a Ramsés VI, [EGP 50]). Acto seguido, subimos a una especie de trencito que nos acercó al lugar donde estaban las tumbas.
Nos agrupamos en una zona techada para resguardarnos del sol que ya empezaba a pegar fuerte, y el guía nos explicó la historia del lugar y nos mostró algunas fotos de lo que se podía ver en las tumbas. Después de eso tuvimos tiempo libre para entrar a las tres tumbas y, según el caso, a las de pago aparte. El guía recomendaba Ramsés IV, Ramsés IX (las más cercanas a la entrada) y Meremptah (en esta advirtió que el camino era empinado). Nosotros visitamos Tutmosis III, Tausert & Seknart, Meremptah y Ramsés VI. El guía nos indicó dónde estaban esas tumbas y empezamos el recorrido.
Para llegar a la tumba de Tutmosis III había que subir una escalera larga, la subida era un poco agotadora por el calor que hacía, pero como era la primera la soportamos bien. La entrada era algo empinada y tenía dos cámaras; en la segunda había un sarcófago de granito. Nos gustó, la decoración era distinta de las otras tumbas que visitamos.
Creyendo que no había nadie, en esa cámara no pudimos resistir la tentación (mal hecho) y sacamos algunas fotos con el celular, pero nos vio un guardia que estaba escondido en la oscuridad, atrás de una escalera. Quiso sacarnos el celular, y ahí pronuncié la palabra mágica “bakish” y no solo aceptó la propina, sino que nos dejó sacar más fotos (obviamente sin flash). Tomamos la situación como aprendizaje y no usamos más el teléfono hasta salir del recinto (sin embargo, sigo pensando que es ridículo no poder sacar fotos como solía hacerse antes, puedo entender que quieran controlar y evitar que la gente saque fotos con flash y arruine los dibujos de las tumbas, pero afuera, en el recinto, no veo motivo por el cuál tenga que estar prohibido).
La tumba de Tausert & Seknart estaba un poco alejada del resto. Era grande y tenía unas columnas con dibujos y colores preciosos.
La de Meremptah efectivamente era empinada (más costosa era la vuelta porque era en subida). Muchas partes de la tumba estaban deterioradas, pero no dejaba de ser interesante.
La de Ramsés VI era espectacular, estaba llena de dibujos y colores bien conservados. El techo de la última cámara era una hermosura. Fue la tumba que más me gustó de las que visitamos.
Salimos del Valle de los Reyes y nos dirigimos a Deir el Medina (Valle de los Artesanos, EGP 40, entrada incluida), donde visitamos dos tumbas: Senedyem (TT1) y Inherkau (TT359). Dejamos las mochilas afuera porque no se podía entrar con cámaras y además las tumbas eran muy pequeñas, había que entrar en grupos de 6 y no más. Adentro, los relieves parecían haber sido pintados el día anterior, ¡impresionante! En cada tumba había un guardia que intentaba explicarnos cosas y darnos aire con un papel para la propina. Seguro por unas libras hasta dejaba sacar fotos...
Cuando terminamos de ver las tumbas, escuchamos las explicaciones del guía, hicimos algunas fotos y volvimos al bus para la siguiente parada, una panorámica de 5 minutos del Templo de Hatshepsut. Una lástima que esta visita no estuviera incluida en el paquete. Tampoco hubo oportunidad de convencer al guía (porque posiblemente el grupo nos hubiese ahorcado), así que nos quedamos con una imagen desde lejos:
A continuación, llegamos al Templo de Medinet Habu o Templo Funerario de Ramsés III (EGP 40, entrada incluida), otro de mis templos favoritos de este viaje. Era hermoso, majestuoso, tenía unos relieves, unos colores… me hubiera quedado horas mirando cada rincón (qué bueno sería entender los jeroglíficos ). Íbamos avanzando a medida que Ramzy nos daba sus explicaciones y después venían las fotos.
Me llamaron la atención algunos relieves que eran más profundos que otros:
No podía dejar de mirar las columnas y los techos... ¡qué colores!
Luego fuimos a ver los colosos de Memnón, hicimos una parada breve para sacar fotos.
Antes de volver a la motonave nos llevaron a una fábrica de alabastro. Nomás llegar, notamos que las personas que estaban afuera no estaban haciendo nada y ni bien llegó nuestro bus se pusieron a trabajar o “hacer que trabajaban” para que los viéramos . En el medio de la “actuación” nos explicaron cómo fabricaban las piezas y, por supuesto, nos hicieron pasar a la tienda para las compras. A nosotros nos parecía todo caro y no teníamos ganas de regatear. Cuando salimos, el guía nos repartió un pequeño escarabajo a cada uno (obviamente que no era de alabastro). Nos pareció un lindo gesto y al menos podemos decir que nos llevamos algo de ese lugar
El paseo terminó a las 13.30 pm (muchas visitas y solo ocupamos la mañana) y fuimos a la motonave, que estaba a punto de zarpar hacia Esna.
Almorzamos y descansamos un rato en la habitación, y cerca de las 17:00 pm subimos a la cubierta del barco y nos sentamos en una mesa junto a algunas personas de nuestro grupo que ya estaban tomando café con unas masitas. Al rato aparecieron dos vendedores en un barquito y se pusieron al costado de la motonave; ofrecían manteles y chilabas.
Como esa noche era la fiesta de las chilabas y nosotros no habíamos comprado ninguna todavía, fuimos a la segunda planta, donde había un negocio que vendía este tipo de ropa y algunos adornos. Por USD 25 conseguimos dos conjuntos de chilabas y pañuelos muy lindos. Nos tentamos con imanes y llaveros que ya venían en bolsas, útiles para regalar . En el momento en que estábamos eligiendo la chilaba, se acercó una persona del grupo para avisarme que la motonave estaba por pasar la esclusa de Esna, así que volvimos a la cubierta para ver de qué se trataba. La motonave pasó por una especie de canal y se detuvo. Se cerraron unas compuertas y se empezó a llenar el recinto de agua para que la embarcación pudiera avanzar. Solo pasaba un barco por vez.
Fuimos nuevamente al negocio de chilabas para pagar (porque nos dejaron llevarnos todo sin haberlo hecho) y, como nada está librado al azar, casualmente las cuentas de este local se saldaban en la joyería de la primera planta: mi perdición . Como mi intención era comprar dijes, aproveché y elegí algunos. También dejé encargados cartuchos (uno con mi nombre y otro con el de mi mamá en jeroglíficos) que iban a estar listos para el jueves.
Cuando nos queríamos acordar ya eran las 18:30 y a las 19:30 pm estábamos citados a cenar y luego era la fiesta de las chilabas, así que fuimos al camarote a bañarnos y cambiarnos. No teníamos idea de cómo ponernos el pañuelo para simular una vestimenta árabe , así que salimos con los pañuelos en la mano y nos interceptó un fotógrafo, que nos ayudó y nos hizo una sesión de fotos muy divertida.
Nuestro grupo fue el único que bajó “disfrazado” a comer y eso hizo que la cena fuera divertida (en realidad, no era obligación vestirse con la chilaba, el resto de la gente no la llevaba puesta y solo algunos se cambiaron después de la cena). Había buffet árabe y la comida era rica, probamos un poco de todo (incluido el koshary, que nos quedamos con ganas de probar en El Cairo).
Después de comer, fuimos todos al salón donde iba a ser la fiesta. Nuestro guía era el presentador y se escuchaba música de fondo. La fiesta empezó con unos juegos para que la gente participara. Había bastante gente en el barco, calculamos unas 60 personas. Modestia aparte, tengo que contarles que salí campeona en el primer juego y subcampeona en el segundo
En el primer juego participaban solo mujeres. Nos pusieron unas cucharas en el suelo y teníamos que caminar en círculo alrededor de ellas hasta que se cortara la música: en ese momento, cada una tenía que agarrar una cuchara y la que no llegaba quedaba eliminada. Así hasta que quedara una sola, o sea yo ¡ja, ja! Me gané un vaso de jugo de manzana (algo es algo)
En el segundo juego participaban hombres y mujeres. Había que formar un círculo mirando hacia afuera y nos dieron dos botellas de plástico vacías que teníamos que pasarnos, una para cada lado, hasta que se cortara la música: el que se quedaba con la botella en la mano en ese momento estaba eliminado. Fui sobreviviendo a todos los participantes, pero al final quedé con un nene (no sé por qué lo hicieron participar si era toda gente adulta, grrr), así que ya sabía que no me iba a quedar de nuevo con el título
El tercer y último juego también participaban todos y consistía en bailar en la pista y, cuando se cortaba la música, anunciaban por micrófono de cuántas personas había que formar un grupo, entonces todos estábamos atentos y nos agarrábamos unos con otros cuando decían un número. La verdad que nos divertimos mucho.
Después de los juegos pusieron un poco de música como para bailar, pero ya no daba para mucho más, nos quedamos un rato hablando con nuestro grupo y luego nos fuimos a los camarotes a dormir.
Retomando el relato, el día empezó muy temprano, a las 4.30 am, cuando nos pasaron a buscar para hacer una excursión en globo, que habíamos contratado el día anterior (USD 120). Éramos unas 20 personas (había otros grupos en la motonave).
Afuera estaba fresco pero no mucho, con un abrigo liviano se soportaba bien. Caminamos unos 5 minutos por el embarcadero hasta llegar a una lancha con la que íbamos a cruzar el Nilo. Nos resultó gracioso que ni bien subimos nos ofrecieron algo caliente para tomar, y cuando habían servido a casi a la mitad de las personas ya teníamos que bajarnos porque habíamos llegado a la otra orilla
Continuamos el trayecto en mini van hasta el lugar desde donde salían los globos. La empresa era Sindbad, que, según habíamos leído, tenía buenos comentarios.
Nos quedamos mirando cómo inflaban el globo hasta que llegó el momento de subirse a la cesta. Nos indicaron que nos acercáramos y de repente sentí que volaba jajaja, entre dos hombres me alzaron y me metieron en la cesta . Entraban 20 personas y el cupo estaba completo.
Era increíble, pero ni se notaba el ascenso; el globo no se tambaleaba ni se movía la cesta (que era lo que yo pensaba antes de subir ). A medida que nos elevábamos vimos a Luxor y sus dos orillas, la ciudad todavía dormía, pero no por mucho tiempo…
El capitán nos iba mostrando los puntos clave por donde sobrevolaba el globo; la cesta giraba muy despacio para que todos pudiéramos ver el paisaje desde todos los ángulos. El contraste de colores entre el desierto y los campos de cultivo era precioso. Contemplamos el amanecer desde lo alto… una imagen que no se me va a borrar jamás.
Vimos el templo de Hatchepsut...
El Ramesseum...
Los Colosos de Memnón...
El templo de Medinet Habu (que visitaríamos más tarde)...
Y más globos.
Cuando se acercaba el final del viaje el capitán nos dio instrucciones para el aterrizaje, que por suerte no fueron necesarias porque aterrizamos en forma impecable en unos campos de caña de azúcar donde se veía gente trabajando a lo lejos. Nos quedamos adentro de la cesta hasta que terminaran de recoger el globo. Salimos, nos entregaron un diploma de vuelo, nos sacaron fotos y caminamos unos pasos hasta la mini van que nos estaba esperando para llevarnos a la lancha y volver a cruzar el Nilo.
El vuelo duró 45 minutos y valió cada centavo porque fue una experiencia inolvidable. Claro que era mucho más barato si se contrataba por cuenta propia, tratando con alguna de las empresas que ofrecían el servicio, pero nosotros optamos por arreglarlo con la agencia y desligarnos de la logística.
Llegamos a la motonave a las 6.30 am pasadas y fuimos directo a desayunar porque en media hora partíamos para hacer las excursiones del día.
Subimos a una lancha para cruzar nuevamente a la otra orilla y pasamos a un bus para llegar al Valle de los Reyes, donde permanecimos alrededor de dos horas. La entrada incluía el derecho de ingreso a 3 tumbas y había algunas de pago aparte. No se podía ingresar con cámaras de fotos, así que las dejamos en el bus.
Pasamos los famosos controles y nos detuvimos en el centro de visitantes, donde había una maqueta que mostraba todas las tumbas, para escuchar las explicaciones de Ramzy. Salimos, él nos dio las entradas (EGP 100, incluidas) y compró las de pago aparte para aquellos que querían (la mayoría fue a Tutankamón [EGP 100], nosotros fuimos a Ramsés VI, [EGP 50]). Acto seguido, subimos a una especie de trencito que nos acercó al lugar donde estaban las tumbas.
Nos agrupamos en una zona techada para resguardarnos del sol que ya empezaba a pegar fuerte, y el guía nos explicó la historia del lugar y nos mostró algunas fotos de lo que se podía ver en las tumbas. Después de eso tuvimos tiempo libre para entrar a las tres tumbas y, según el caso, a las de pago aparte. El guía recomendaba Ramsés IV, Ramsés IX (las más cercanas a la entrada) y Meremptah (en esta advirtió que el camino era empinado). Nosotros visitamos Tutmosis III, Tausert & Seknart, Meremptah y Ramsés VI. El guía nos indicó dónde estaban esas tumbas y empezamos el recorrido.
Para llegar a la tumba de Tutmosis III había que subir una escalera larga, la subida era un poco agotadora por el calor que hacía, pero como era la primera la soportamos bien. La entrada era algo empinada y tenía dos cámaras; en la segunda había un sarcófago de granito. Nos gustó, la decoración era distinta de las otras tumbas que visitamos.
Creyendo que no había nadie, en esa cámara no pudimos resistir la tentación (mal hecho) y sacamos algunas fotos con el celular, pero nos vio un guardia que estaba escondido en la oscuridad, atrás de una escalera. Quiso sacarnos el celular, y ahí pronuncié la palabra mágica “bakish” y no solo aceptó la propina, sino que nos dejó sacar más fotos (obviamente sin flash). Tomamos la situación como aprendizaje y no usamos más el teléfono hasta salir del recinto (sin embargo, sigo pensando que es ridículo no poder sacar fotos como solía hacerse antes, puedo entender que quieran controlar y evitar que la gente saque fotos con flash y arruine los dibujos de las tumbas, pero afuera, en el recinto, no veo motivo por el cuál tenga que estar prohibido).
La tumba de Tausert & Seknart estaba un poco alejada del resto. Era grande y tenía unas columnas con dibujos y colores preciosos.
La de Meremptah efectivamente era empinada (más costosa era la vuelta porque era en subida). Muchas partes de la tumba estaban deterioradas, pero no dejaba de ser interesante.
La de Ramsés VI era espectacular, estaba llena de dibujos y colores bien conservados. El techo de la última cámara era una hermosura. Fue la tumba que más me gustó de las que visitamos.
Salimos del Valle de los Reyes y nos dirigimos a Deir el Medina (Valle de los Artesanos, EGP 40, entrada incluida), donde visitamos dos tumbas: Senedyem (TT1) y Inherkau (TT359). Dejamos las mochilas afuera porque no se podía entrar con cámaras y además las tumbas eran muy pequeñas, había que entrar en grupos de 6 y no más. Adentro, los relieves parecían haber sido pintados el día anterior, ¡impresionante! En cada tumba había un guardia que intentaba explicarnos cosas y darnos aire con un papel para la propina. Seguro por unas libras hasta dejaba sacar fotos...
Cuando terminamos de ver las tumbas, escuchamos las explicaciones del guía, hicimos algunas fotos y volvimos al bus para la siguiente parada, una panorámica de 5 minutos del Templo de Hatshepsut. Una lástima que esta visita no estuviera incluida en el paquete. Tampoco hubo oportunidad de convencer al guía (porque posiblemente el grupo nos hubiese ahorcado), así que nos quedamos con una imagen desde lejos:
A continuación, llegamos al Templo de Medinet Habu o Templo Funerario de Ramsés III (EGP 40, entrada incluida), otro de mis templos favoritos de este viaje. Era hermoso, majestuoso, tenía unos relieves, unos colores… me hubiera quedado horas mirando cada rincón (qué bueno sería entender los jeroglíficos ). Íbamos avanzando a medida que Ramzy nos daba sus explicaciones y después venían las fotos.
Me llamaron la atención algunos relieves que eran más profundos que otros:
No podía dejar de mirar las columnas y los techos... ¡qué colores!
Luego fuimos a ver los colosos de Memnón, hicimos una parada breve para sacar fotos.
Antes de volver a la motonave nos llevaron a una fábrica de alabastro. Nomás llegar, notamos que las personas que estaban afuera no estaban haciendo nada y ni bien llegó nuestro bus se pusieron a trabajar o “hacer que trabajaban” para que los viéramos . En el medio de la “actuación” nos explicaron cómo fabricaban las piezas y, por supuesto, nos hicieron pasar a la tienda para las compras. A nosotros nos parecía todo caro y no teníamos ganas de regatear. Cuando salimos, el guía nos repartió un pequeño escarabajo a cada uno (obviamente que no era de alabastro). Nos pareció un lindo gesto y al menos podemos decir que nos llevamos algo de ese lugar
El paseo terminó a las 13.30 pm (muchas visitas y solo ocupamos la mañana) y fuimos a la motonave, que estaba a punto de zarpar hacia Esna.
Almorzamos y descansamos un rato en la habitación, y cerca de las 17:00 pm subimos a la cubierta del barco y nos sentamos en una mesa junto a algunas personas de nuestro grupo que ya estaban tomando café con unas masitas. Al rato aparecieron dos vendedores en un barquito y se pusieron al costado de la motonave; ofrecían manteles y chilabas.
Como esa noche era la fiesta de las chilabas y nosotros no habíamos comprado ninguna todavía, fuimos a la segunda planta, donde había un negocio que vendía este tipo de ropa y algunos adornos. Por USD 25 conseguimos dos conjuntos de chilabas y pañuelos muy lindos. Nos tentamos con imanes y llaveros que ya venían en bolsas, útiles para regalar . En el momento en que estábamos eligiendo la chilaba, se acercó una persona del grupo para avisarme que la motonave estaba por pasar la esclusa de Esna, así que volvimos a la cubierta para ver de qué se trataba. La motonave pasó por una especie de canal y se detuvo. Se cerraron unas compuertas y se empezó a llenar el recinto de agua para que la embarcación pudiera avanzar. Solo pasaba un barco por vez.
Fuimos nuevamente al negocio de chilabas para pagar (porque nos dejaron llevarnos todo sin haberlo hecho) y, como nada está librado al azar, casualmente las cuentas de este local se saldaban en la joyería de la primera planta: mi perdición . Como mi intención era comprar dijes, aproveché y elegí algunos. También dejé encargados cartuchos (uno con mi nombre y otro con el de mi mamá en jeroglíficos) que iban a estar listos para el jueves.
Cuando nos queríamos acordar ya eran las 18:30 y a las 19:30 pm estábamos citados a cenar y luego era la fiesta de las chilabas, así que fuimos al camarote a bañarnos y cambiarnos. No teníamos idea de cómo ponernos el pañuelo para simular una vestimenta árabe , así que salimos con los pañuelos en la mano y nos interceptó un fotógrafo, que nos ayudó y nos hizo una sesión de fotos muy divertida.
Nuestro grupo fue el único que bajó “disfrazado” a comer y eso hizo que la cena fuera divertida (en realidad, no era obligación vestirse con la chilaba, el resto de la gente no la llevaba puesta y solo algunos se cambiaron después de la cena). Había buffet árabe y la comida era rica, probamos un poco de todo (incluido el koshary, que nos quedamos con ganas de probar en El Cairo).
Después de comer, fuimos todos al salón donde iba a ser la fiesta. Nuestro guía era el presentador y se escuchaba música de fondo. La fiesta empezó con unos juegos para que la gente participara. Había bastante gente en el barco, calculamos unas 60 personas. Modestia aparte, tengo que contarles que salí campeona en el primer juego y subcampeona en el segundo
En el primer juego participaban solo mujeres. Nos pusieron unas cucharas en el suelo y teníamos que caminar en círculo alrededor de ellas hasta que se cortara la música: en ese momento, cada una tenía que agarrar una cuchara y la que no llegaba quedaba eliminada. Así hasta que quedara una sola, o sea yo ¡ja, ja! Me gané un vaso de jugo de manzana (algo es algo)
En el segundo juego participaban hombres y mujeres. Había que formar un círculo mirando hacia afuera y nos dieron dos botellas de plástico vacías que teníamos que pasarnos, una para cada lado, hasta que se cortara la música: el que se quedaba con la botella en la mano en ese momento estaba eliminado. Fui sobreviviendo a todos los participantes, pero al final quedé con un nene (no sé por qué lo hicieron participar si era toda gente adulta, grrr), así que ya sabía que no me iba a quedar de nuevo con el título
El tercer y último juego también participaban todos y consistía en bailar en la pista y, cuando se cortaba la música, anunciaban por micrófono de cuántas personas había que formar un grupo, entonces todos estábamos atentos y nos agarrábamos unos con otros cuando decían un número. La verdad que nos divertimos mucho.
Después de los juegos pusieron un poco de música como para bailar, pero ya no daba para mucho más, nos quedamos un rato hablando con nuestro grupo y luego nos fuimos a los camarotes a dormir.