Jueves 20 de abril de 2017: Templos de Abu Simbel + paseo en faluca + mercado de Aswán
Otro día que empezó muy temprano: a las 4.30 am estábamos todos sentados en el bus para emprender viaje a Abu Simbel. Nos dieron una caja de desayuno que tenía varias cosas: jugo, sándwiches, una banana, facturas, aceitunas y una botella de agua. De eso rescatamos solamente un jugo y nos comimos una barra de cereal que traíamos desde Argentina.
Ya no es necesario viajar en convoy hasta Abu Simbel, ahora se hace en cualquier momento, pero respetando el horario en que está habilitada la carretera.
En el viaje no dormí casi nada, iba mirando el paisaje desértico a medida que salía el sol. Me imaginaba un desierto con dunas, pero no fue así. Solo se veían formaciones rocosas y montículos de piedra cada tanto.
Llegamos a las 7.30 am y caminamos unos metros para llegar a los templos. Eran majestuosos, imponentes, impactantes, en otras palabras, la joya del viaje. Ramzy nos dio sus explicaciones afuera mostrándonos unas imágenes porque a los guías no les permitían entrar en los templos. Tampoco estaba permitido sacar fotos.
Teníamos una hora de tiempo libre y empezamos por el templo de Nefertari, en el que se veía que había menos gente.
Después fuimos al templo de Ramsés II.
La fachada de ambos era impresionante. Los relieves, los colores, los colosos, los detalles eran una maravilla; es increíble que semejantes templos hayan sido desmontados, trasladados y estén intactos.
Otro día que empezó muy temprano: a las 4.30 am estábamos todos sentados en el bus para emprender viaje a Abu Simbel. Nos dieron una caja de desayuno que tenía varias cosas: jugo, sándwiches, una banana, facturas, aceitunas y una botella de agua. De eso rescatamos solamente un jugo y nos comimos una barra de cereal que traíamos desde Argentina.
Ya no es necesario viajar en convoy hasta Abu Simbel, ahora se hace en cualquier momento, pero respetando el horario en que está habilitada la carretera.
En el viaje no dormí casi nada, iba mirando el paisaje desértico a medida que salía el sol. Me imaginaba un desierto con dunas, pero no fue así. Solo se veían formaciones rocosas y montículos de piedra cada tanto.
Llegamos a las 7.30 am y caminamos unos metros para llegar a los templos. Eran majestuosos, imponentes, impactantes, en otras palabras, la joya del viaje. Ramzy nos dio sus explicaciones afuera mostrándonos unas imágenes porque a los guías no les permitían entrar en los templos. Tampoco estaba permitido sacar fotos.
Teníamos una hora de tiempo libre y empezamos por el templo de Nefertari, en el que se veía que había menos gente.
Después fuimos al templo de Ramsés II.
La fachada de ambos era impresionante. Los relieves, los colores, los colosos, los detalles eran una maravilla; es increíble que semejantes templos hayan sido desmontados, trasladados y estén intactos.
En el templo de Ramsés II vimos la sala hipóstila, con pilares sobre los que se apoyaban colosos y el techo lleno de dibujos, una belleza. Más adelante se encontraba el santuario, donde estaban las estatuas sedentes de Ptah, Amón, Ramsés y Ra. Pensar que dos días al año los rayos del sol penetran en el santuario e iluminan las caras de Amón, Ramsés y Ra, mientras que Ptah permanece en la oscuridad.
A la salida del templo hice uso del frasco de mermelada que me había guardado de una de las cajas de desayuno y me llevé un poco de arena
A la salida del templo hice uso del frasco de mermelada que me había guardado de una de las cajas de desayuno y me llevé un poco de arena
A la hora de volver no pudimos hacerlo por el mismo camino que vinimos, porque casualmente el portón estaba cerrado. En cambio, teníamos que atravesar un pasillo lleno de tiendas. Por suerte los vendedores no eran pesados. También entramos a una especie de museo que exhibía fotos de los templos y mostraba un documental sobre su traslado. Antes de subir al bus, compramos unas postales (EGP 50) para llevarnos de recuerdo.
El viaje en bus se hizo largo pero valió la pena. Pensaba en lo que sería ver los templos iluminados y asistir al espectáculo de luz y sonido, debería ser una maravilla.
Llegamos al Amarco y almorzamos. Al rato salimos a hacer un paseo en faluca por el Nilo. Mientras escuchábamos a Ramzy contemplábamos el paisaje, que era muy pintoresco, y nos dejamos abrazar por una brisa fresca que corría. En un momento el señor que conducía la faluca se puso a cantar y todos aplaudimos y lo acompañamos en el estribillo. Nos divertimos mucho. Más tarde, se acercaron dos niños en una especie de balsa y se pusieron a cantar canciones. Los acompañamos con palmas.
El viaje en bus se hizo largo pero valió la pena. Pensaba en lo que sería ver los templos iluminados y asistir al espectáculo de luz y sonido, debería ser una maravilla.
Llegamos al Amarco y almorzamos. Al rato salimos a hacer un paseo en faluca por el Nilo. Mientras escuchábamos a Ramzy contemplábamos el paisaje, que era muy pintoresco, y nos dejamos abrazar por una brisa fresca que corría. En un momento el señor que conducía la faluca se puso a cantar y todos aplaudimos y lo acompañamos en el estribillo. Nos divertimos mucho. Más tarde, se acercaron dos niños en una especie de balsa y se pusieron a cantar canciones. Los acompañamos con palmas.
El guía nos ofreció la excursión al poblado nubio (USD 40), nosotros ya habíamos leído algo al respecto y sinceramente no nos llamaba mucho la atención, así que pasamos. Otras dos personas apoyaron nuestra decisión, así que solo cuatro volvimos en faluca al barco mientras que los demás cambiaron de faluca para hacer la excursión.
En el tiempo libre que quedaba la idea era visitar el Museo Nubio o ir a tomar el té al restaurante del Old Cataract (el día anterior le habíamos comentado al guía sobre esto y él amablemente se encargó de averiguar si se podía entrar al hotel sin ser huésped; según le dijeron, no había ningún problema, solo que la consumición mínima en el restaurante de la terraza era de EGP 150 por persona). Otra de las opciones era el zoco (mercado) de Aswán y, como ya eran las 17.00 pm y las otras dos personas también querían ir, allá fuimos.
Contratamos un taxi que estaba en la puerta del muelle y, después de un corto regateo, por EGP 100 nos llevó a todos al zoco, nos esperó dos horas y nos trajo. Al principio el taxista iba despacio y daba muchas vueltas, así que le dijimos que fuera directamente al mercado y eso hizo.
El zoco era muy grande y tenía de todo, había más gente local que turistas y los vendedores no eran para nada agobiantes. Por suerte pudimos verlo de tarde y de noche; a medida que se ocultaba el sol se iban prendiendo las luces y cambiaba totalmente el aspecto del lugar, era más atractivo. Ahí me compré una taza, esta vez mejoraron mis habilidades de regateo . De todos modos, por lo poco que vimos, los precios nos parecieron más baratos que los del bazar de Luxor.
En el tiempo libre que quedaba la idea era visitar el Museo Nubio o ir a tomar el té al restaurante del Old Cataract (el día anterior le habíamos comentado al guía sobre esto y él amablemente se encargó de averiguar si se podía entrar al hotel sin ser huésped; según le dijeron, no había ningún problema, solo que la consumición mínima en el restaurante de la terraza era de EGP 150 por persona). Otra de las opciones era el zoco (mercado) de Aswán y, como ya eran las 17.00 pm y las otras dos personas también querían ir, allá fuimos.
Contratamos un taxi que estaba en la puerta del muelle y, después de un corto regateo, por EGP 100 nos llevó a todos al zoco, nos esperó dos horas y nos trajo. Al principio el taxista iba despacio y daba muchas vueltas, así que le dijimos que fuera directamente al mercado y eso hizo.
El zoco era muy grande y tenía de todo, había más gente local que turistas y los vendedores no eran para nada agobiantes. Por suerte pudimos verlo de tarde y de noche; a medida que se ocultaba el sol se iban prendiendo las luces y cambiaba totalmente el aspecto del lugar, era más atractivo. Ahí me compré una taza, esta vez mejoraron mis habilidades de regateo . De todos modos, por lo poco que vimos, los precios nos parecieron más baratos que los del bazar de Luxor.
Volvimos a la motonave y nos preparamos para cenar. Esa vez era cena de gala porque era la última noche que pasábamos en el barco. Entre todos juntamos la propina para el guía y se la dimos en un sobre cuando lo vimos entrar en el comedor. Se sorprendió porque no sabía en qué momento nos habíamos organizado. La verdad es que se merecía mucho más (para nosotros fue excelente, muy humano, profesional, atento y predispuesto), pero como el monto se acordó entre la mayoría lamentablemente lo dejamos así.
En el comedor se armó un pequeño festejo porque había una pareja de españoles de nuestro grupo que estaban recién casados y esa era su luna de miel. Se armó un baile y trajeron una torta riquísima que había mandado a preparar el guía, para sorpresa de los homenajeados y de todos los que estamos ahí.
Después de la cena fuimos todos al salón de la planta baja y nos quedamos charlando un poco. Ese era el último día que veíamos a esa pareja, porque al día siguiente volaban a Abu Simbel y hacían noche allí. Cuando nos estaba por vencer el sueño, volvimos al camarote a dormir.
En el comedor se armó un pequeño festejo porque había una pareja de españoles de nuestro grupo que estaban recién casados y esa era su luna de miel. Se armó un baile y trajeron una torta riquísima que había mandado a preparar el guía, para sorpresa de los homenajeados y de todos los que estamos ahí.
Después de la cena fuimos todos al salón de la planta baja y nos quedamos charlando un poco. Ese era el último día que veíamos a esa pareja, porque al día siguiente volaban a Abu Simbel y hacían noche allí. Cuando nos estaba por vencer el sueño, volvimos al camarote a dormir.