Praga: primeras impresiones ✏️ Diarios de Viajes de Europa

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La llegada a Praga fue algo accidentada. El vuelo tenía un retraso de dos horas y media, y conseguir ir a la ciudad desde el aeropuerto tampoco nos resultó fácil.
El caso es que el traslado al centro se puede hacer de dos formas:
1.- Con un autobús de línea (tiene la parada saliendo enfrente de la terminar internacional núm 2) pero que te acerca solo hasta la estación de metro y desde allí tendrás que coger uno hasta la zona centro.
2.- Con el Airport Express (AE) del aeropuerto que es mucho más rápido y nos dejaba en la estación central (Praha hlavní nádraží) cerca de nuestro hotel. Tiene la parada en la salida de la terminal núm 1 y si no sales por esta parte, es difícil de encontar. En algunas web indican que tiene dos paradas en el propio aeropuerto pero no es cierto, la parada número 2 está anulada así que solo se accede en la número 1.
Nosotros estuvimos dando vueltas un rato y eso que lo habíamos comprobado todo desde casa. No está muy señalizado así que hay que estar atentos.

Los tickets para ambos transportes se pueden comprar dentro y fuera del aeropuerto, en unas máquinas automáticas de color amarillo.
Os dejo una web donde encontramos bastante información sobre los transportes en Republica Checa: czech-transport.com/

Ambos traslados tienen problemas. El bus de línea se llena a tope y va también con gente local así que olvídate de colocar las maletas cómodamente. Mientras que el Bus Express solo pasa 1/2 hora y si lo pierdes como nos pasó a nosotros, te toca esperar. Además es bastante pequeño y en nuestro caso se llenó en seguida y tampoco tienen disponible espacio suficiente para las maletas. En fin, llegar al centro por tu cuenta es bastante rollo y después de un viaje tan largo, colma la paciencia.

Lo bueno que tuvo la opción del bus Express es que nos dejó justo al lado de la parada de nuestro traslado a Césky Krumlov , así que pudimos comprobar de primera mano dónde tendriamos que esperarlo dentro de unos días.
Una vez nos orientamos, fuimos a pie hasta el hotel. No estaba demasiado lejos de la estación, unos 20 minutos, cruzando por el camino la plaza Wenceslao que ha esa hora de la noche estaba llena de vida.

Primera impresión del hotel The Icon Hotel & Lounge: superchulo, de diseño y muy nuevo. Después de varios días comprobaríamos que además estaba situado en un lugar estratégico para ir a todos los sitios interesantes. Ni muy cerca ni muy lejos del centro, pero alejado del turismo de masas que agobia en el casco histórico.
Tocaba dejar las maletas y dar la primera vuelta por la ciudad.

Antes de comenzar buscamos algo para picar tras casi un día entero de viaje. Cerca del hotel estaba una de las cervecerías famosas "U Pinkasu" que habíamos visto recomendadas.
El sitio es bastante curioso. En la calle tiene varias mesas de madera pero te aconsejo entrar hasta el patio trasero que está cruzando el bar. Las mesas corridas típicas de las cervecerías alemanas se han colocado entre las ruinas de una iglesia gótica y el lugar es muy concurrido. Allí son especialistas en la Pilsner Urquell y tienen el tirado más antiguo de la ciudad, no podíamos resistirnos a la tentación y una jarra enorme nos dejó más que satisfechos.
Hay que tener en cuenta que la cocina cierra pronto, eran las 22:00 y no pudimos pedirnos nada, aunque veíamos salir platos con muy buena pinta.
De camino al centro tomamos una salchicha en un puesto callejero al final de la plaza Wenceslao, no estuvo mal pero luego comprobaríamos en nuestro viaje que las había muuuucho mejores.

La siguiente etapa era dirigirnos a Stare Mesto (Plaza Vieja) y ver el famoso reloj astronómico. Fácil de localizar porque la gente se arremolina enfrente, tuvimos suerte porque llegamos a tiempo de verlo moverse.
El espectáculo solo dura unos segundos y con bastante gente alrededor sea la hora que sea. Después de cientos de flashes y del "Oooooooh" característico cuando termina la actuación..., la muchedumbre se dispersa y es cuando mejor se disfruta de la belleza del edificio. Quedarse un rato en silencio para poder disfrutar de la belleza de este reloj y ver todos los detalles, no tiene precio. Y el resto de la plaza...un escenario de cuento con las fachadas iluminadas y al fondo las torres de la Iglesia de Nuestra Señora del Týn. Impresionante!

De allí caminamos hasta el puente de Karlos para hacer las primeras fotos y comprobar que el lugar merece mucho la pena a pesar de la cantidad de turistas que lo invaden.
Los turistas y el calor nos acompañarán todos los días de nuestra estancia en Praga, pero es lo que tienen viajar en verano.
Bueno, eso y la cantidad de lugares en obras que nos encontramos. Parece que en Europa aprovechan el calorcito para ponerse a restaurar los monumentos y además Praga celebra el año que viene el centenario de la ciudad, así que está casi todo está patas arriba.

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