Con el día de hoy teníamos muchas dudas sobre si ir en trasporte público (bus o tren), nos daba miedo el tema de los atascos para entrar en Mónaco pero por otro lado yo quería hacer el circuito de F1 en coche, aprovechábamos para ir por alguna Corniche y visitar Ezé.
Madrugamos y nos fuimos a MÓNACO en nuestro coche, pillamos algo de atasco al salir de la autovía pero nada grave y luego fue un caos de obras para entrar, con la señal del gps perdida entre los túneles... mi idea era aparcar en el museo oceanográfico pero dimos tantas vueltas que acabamos en un parking al lado del casino (13€ las 3 horas y pico), que pertenece al barrio de Montecarlo. Mónaco es uno microestado de 2km2 donde apenas hay zonas para construir y se va viendo las casas apiladas en las montañas agujereadas de túneles que regulan el tráfico.
Bus 100 y 110 (más rápido) a Mónaco; ruta Niza-Mónaco-Mentón. En tren desde Antibes eran unos 7€ por trayecto.
La visita la programamos siguiendo casi casi el recorrido del GP de F1, yo soy una friki de las carreras y me encanta “observar” cochazos (culpa de mi hermano, por supuesto). Fuimos andando y olisqueando por la zona del puerto los yates, la zona donde aún se veían los boxes: estaban los obreros repintando calles, se veía la línea de salida del GP, las chicanes, los pianos resaltados y varios monumentos dedicados a la F1 (como la escultura a Fangio).
Subimos por la zona amurallada, antiguamente el palacio y esta zona de la ciudad tuvo un carácter defensor; en la zona del Palacio Grimaldi se produce a diario el cambio de guardia a las 11:55, en este mismo patio central destaca la torre de Santa María y la Torre del Reloj en piedra blanca. El palacio es sede de la monarquía y ahí se casó hace años Alberto de Mónaco. En las escaleras de acceso al recinto hay un estatua de Rainiero III plagada de japos, claro!. Dimos un paseo por esas callejuelas plagadas de tiendas de recuerdos y llegamos a la Catedral de San Nicolás, un edificio neorrománico precioso de piedra blanca de la Turbie donde están enterrados Rainiero y Grace, entre otros.
Nos acercamos a mirar por fuera el museo Oceanográfico que es un edificio enorme y bonito que dirigió Jacques Costeau y bajamos hacia la zona del puerto, el famoso túnel donde Alonso dejo unos arañazos en 2004, el jardín botánico y el Casino con sus posadores y cochazos (se puede entrar a jugar u observar pagando 10€), la Opera, el Hotel París y el Hermitage y la curva de Loews.
Recogimos el coche y dimos una vuelta completa al circuito (cuidado con los radar!, a un Porche le pararon al salir del túnel, imagino que le diera un poco igual) y como era pronto nos acercamos a Mentón; cogimos la Moyenne Corniche con un poco de atasco y a ratos la Basse Corniche (un poco lío saber por cuál vas), aparcamos en parkímetro algo caro, aunque en las calles más alejadas del centro vimos zona sin ora, comimos y dimos una vueltilla.
MENTÓN está a escasos 5km de la frontera con Italia; quizás por el subidón de Mónaco a mi me decepcionó y estuvimos poco rato (a día de hoy no sé si nos mereció la pena acercanos para el poco tiempo que pasamos). Comimos tranquilamente en una de las callejuelas peatonales del centro plagadas de tiendas de limones y productos cítricos típicos de esta zona donde se produce gran cantidad, dimos un paseo para observar los palacios/hoteles d´Adhemar de Lantagnac, la Basílica de Saint Michel con una vista bonita al puerto y las playas, y observamos las vistas a las casas de colores y en lo alto el Monasterio de la Anunciación. Mentón cuenta como ciudadano de honor con Cocteau quien decoró salones del ayuntamiento y fundó su propio museo en la ciudad.
Sobre todo nos llamó la atención la tranquilidad y la cantidad de jardines que había por toda la ciudad: en turismo organizan tours para visitarlos.
Dudamos si quedarnos un rato de playa o continuar ruta y como el día estaba muy pesado con bruma, muchísima humedad y calor nos encerramos con el aire acondicionado del coche y nos dirigimos a Ezé; creo que esta vez pasamos por la Grande Corniche y la Moyenne a lo “Cary Grant y Grace Kelly”; las vistas debían ser impresionantes pero con la bruma solo veíamos la parte baja a ratos; al pasar por la Turbie nos pasó lo mismo (no se veía nada) así que tiramos hasta Ezé.
EZÉ nos gustó mucho! Paseamos por sus calles empedradas y estrechitas, tiene un toque muy medieval e incluso las tiendas de artesanía y restaurantes tienen encanto. Es raro que se les haya despistado esta localización a los de Juego de Tronos.
Aparcamos en el parking de la perfumería Fragonard y a pesar de que llegamos cuando faltaba un buen rato para el cierre no pudimos hacer la visita guiada gratuita porque estaba reservada para un par de autobuses de asiáticos que llegaron al mismo tiempo que nosotros así que nos fuimos a la tienda para desquitarnos un poco con los olores y nos acercamos a ver el pueblo.
Casi a la entrada por la puerta fortificada comienza el sendero de Frédéric Nietzsche, quien escribió aquí “Así habló Zaratustra”, un camino que desciendo para disfrutar de las vistas al mar.
Nosotros nos adentramos en las callejuelas con sus hotelazos camuflados, destaca el interior de la Capilla de los Penitentes Blancos, el Jardín exótico y el Palacio Balsan en cuyos jardines Hitchcock rodó escenas de “Atrapar a un ladrón”. Dimos unas cuentas vueltas disfrutando de las vistas ya que la bruma había desaparecido y nos perdimos por sus calles.
Al principio del día, muy optimistas nosotros, habíamos pensado acercarnos al volver a Saint Paul de Vence pero estábamos cansados y nos retiramos a nuestro hermoso camping a descansar.
Madrugamos y nos fuimos a MÓNACO en nuestro coche, pillamos algo de atasco al salir de la autovía pero nada grave y luego fue un caos de obras para entrar, con la señal del gps perdida entre los túneles... mi idea era aparcar en el museo oceanográfico pero dimos tantas vueltas que acabamos en un parking al lado del casino (13€ las 3 horas y pico), que pertenece al barrio de Montecarlo. Mónaco es uno microestado de 2km2 donde apenas hay zonas para construir y se va viendo las casas apiladas en las montañas agujereadas de túneles que regulan el tráfico.
Bus 100 y 110 (más rápido) a Mónaco; ruta Niza-Mónaco-Mentón. En tren desde Antibes eran unos 7€ por trayecto.
La visita la programamos siguiendo casi casi el recorrido del GP de F1, yo soy una friki de las carreras y me encanta “observar” cochazos (culpa de mi hermano, por supuesto). Fuimos andando y olisqueando por la zona del puerto los yates, la zona donde aún se veían los boxes: estaban los obreros repintando calles, se veía la línea de salida del GP, las chicanes, los pianos resaltados y varios monumentos dedicados a la F1 (como la escultura a Fangio).
Subimos por la zona amurallada, antiguamente el palacio y esta zona de la ciudad tuvo un carácter defensor; en la zona del Palacio Grimaldi se produce a diario el cambio de guardia a las 11:55, en este mismo patio central destaca la torre de Santa María y la Torre del Reloj en piedra blanca. El palacio es sede de la monarquía y ahí se casó hace años Alberto de Mónaco. En las escaleras de acceso al recinto hay un estatua de Rainiero III plagada de japos, claro!. Dimos un paseo por esas callejuelas plagadas de tiendas de recuerdos y llegamos a la Catedral de San Nicolás, un edificio neorrománico precioso de piedra blanca de la Turbie donde están enterrados Rainiero y Grace, entre otros.
Nos acercamos a mirar por fuera el museo Oceanográfico que es un edificio enorme y bonito que dirigió Jacques Costeau y bajamos hacia la zona del puerto, el famoso túnel donde Alonso dejo unos arañazos en 2004, el jardín botánico y el Casino con sus posadores y cochazos (se puede entrar a jugar u observar pagando 10€), la Opera, el Hotel París y el Hermitage y la curva de Loews.
Recogimos el coche y dimos una vuelta completa al circuito (cuidado con los radar!, a un Porche le pararon al salir del túnel, imagino que le diera un poco igual) y como era pronto nos acercamos a Mentón; cogimos la Moyenne Corniche con un poco de atasco y a ratos la Basse Corniche (un poco lío saber por cuál vas), aparcamos en parkímetro algo caro, aunque en las calles más alejadas del centro vimos zona sin ora, comimos y dimos una vueltilla.
MENTÓN está a escasos 5km de la frontera con Italia; quizás por el subidón de Mónaco a mi me decepcionó y estuvimos poco rato (a día de hoy no sé si nos mereció la pena acercanos para el poco tiempo que pasamos). Comimos tranquilamente en una de las callejuelas peatonales del centro plagadas de tiendas de limones y productos cítricos típicos de esta zona donde se produce gran cantidad, dimos un paseo para observar los palacios/hoteles d´Adhemar de Lantagnac, la Basílica de Saint Michel con una vista bonita al puerto y las playas, y observamos las vistas a las casas de colores y en lo alto el Monasterio de la Anunciación. Mentón cuenta como ciudadano de honor con Cocteau quien decoró salones del ayuntamiento y fundó su propio museo en la ciudad.
Sobre todo nos llamó la atención la tranquilidad y la cantidad de jardines que había por toda la ciudad: en turismo organizan tours para visitarlos.
Dudamos si quedarnos un rato de playa o continuar ruta y como el día estaba muy pesado con bruma, muchísima humedad y calor nos encerramos con el aire acondicionado del coche y nos dirigimos a Ezé; creo que esta vez pasamos por la Grande Corniche y la Moyenne a lo “Cary Grant y Grace Kelly”; las vistas debían ser impresionantes pero con la bruma solo veíamos la parte baja a ratos; al pasar por la Turbie nos pasó lo mismo (no se veía nada) así que tiramos hasta Ezé.
EZÉ nos gustó mucho! Paseamos por sus calles empedradas y estrechitas, tiene un toque muy medieval e incluso las tiendas de artesanía y restaurantes tienen encanto. Es raro que se les haya despistado esta localización a los de Juego de Tronos.
Aparcamos en el parking de la perfumería Fragonard y a pesar de que llegamos cuando faltaba un buen rato para el cierre no pudimos hacer la visita guiada gratuita porque estaba reservada para un par de autobuses de asiáticos que llegaron al mismo tiempo que nosotros así que nos fuimos a la tienda para desquitarnos un poco con los olores y nos acercamos a ver el pueblo.
Casi a la entrada por la puerta fortificada comienza el sendero de Frédéric Nietzsche, quien escribió aquí “Así habló Zaratustra”, un camino que desciendo para disfrutar de las vistas al mar.
Nosotros nos adentramos en las callejuelas con sus hotelazos camuflados, destaca el interior de la Capilla de los Penitentes Blancos, el Jardín exótico y el Palacio Balsan en cuyos jardines Hitchcock rodó escenas de “Atrapar a un ladrón”. Dimos unas cuentas vueltas disfrutando de las vistas ya que la bruma había desaparecido y nos perdimos por sus calles.
Al principio del día, muy optimistas nosotros, habíamos pensado acercarnos al volver a Saint Paul de Vence pero estábamos cansados y nos retiramos a nuestro hermoso camping a descansar.