¿Es muy pronto para decir que estoy en plena depresión postvacacional? ¿Y ahora? ¿Ahora ya puedo? Pues sí, ya estamos de vuelta en España y podemos decir que han sido los 15 días más impactantes de nuestra vida en cuanto al choque cultural, su forma de vida, sus costumbres… ¡Los japoneses nos han fascinado!
Los días previos al viaje andábamos algo preocupados con la primera toma de contacto, ya que desde Qatar airways nos habían cambiado varias veces el plan de vuelo y preveíamos llegar bastante tarde a Tokio con escasos medios de transporte público. Al final todo se fue solucionando sobre la marcha:
Hicimos Santiago de Compostela – Madrid con Iberia Express. Tiempo en tránsito de 3:15 horas hasta el siguiente vuelo.
Siguiente vuelo: Madrid – Doha (Qatar) con Qatar Airways. Nos ganaron con los amenities muy variaditos: calcetines, tapones de oídos, antifaz, bálsamo labial, cepillo de dientes y no se si me olvido de algo más.. Despegamos de Madrid con algo de retraso. Temíamos llegar tarde a nuestro destino y perder el siguiente vuelo.
En Doha teníamos solo 50 minutos hasta el siguiente avión. Por suerte llegamos On Time a nuestro vuelo de Doha – Haneda (Tokio). Se nos hizo especialmente curioso el despegue en Qatar ya que los alrededores son todo desierto y arena. Grabamos un pequeño video
Nuestra hora estimada de llegada al aeropuerto japonés era sobre las 23.20 pero, para nuestra sorpresa, nuestro avión llegó antes de tiempo a pesar de habernos hecho el cambio de horarios, ya que Qatar Airways tiene restringido el espacio aéreo con sus países árabes vecinos. Eso les obliga a dar un pequeño rodeo por Turquía, Irán y el Golfo Pérsico.
Lo que posiblemente habíamos ganado con el adelanto en la hora de llegada al aeropuerto de Haneda, casi nos lo íbamos a pasar haciendo cola para hacer el trámite de los visados en los mostradores de inmigración. El formulario te lo han dado previamente en el avión, pero por si lo perdeis, hay una mesita donde comienza la cola donde puedes coger más. Estuvimos perfectamente una hora hasta recoger las maletas.
Ya contábamos con que no pudiésemos validar los pases JR al llegar ya que a esas horas no habría nada abierto. En principio contábamos con un bus nocturno que salía de Haneda a las 00.50 y nos dejaba en Roppongi Hills. Una vez allí, tendríamos que buscarnos la vida en taxi para llegar al hotel, que nos quedaba a unos 10 minutos en coche desde allí.
En el caso de que llegásemos antes, barajábamos la opción de llegar hasta Hamamatsucho en Monorrail y allí, coger taxi (más caro ya que estaríamos más alejados).
Por último, teníamos un plan por si hubiese algún tipo de milagro y pudiésemos hacer todo el trayecto hasta el hotel en transporte público. Lo cierto es que tuvimos mucha suerte de este adelanto de hora de llegada. A las 23.45 más o menos estábamos preparados para coger uno de los últimos monorrail a Hamamatsucho. Las maquinitas tenían la opción de cambiar el lenguaje a español por lo que nos resultó muy sencillo comprar los billetes. Nos gastamos por los dos billetes 980Y.
El trayecto en monorrail podía ser en un tren express que hacía muy pocas paradas (un tren marcado en rojo), o en uno local. Nosotros cogimos el primero que vino (un tren marcado en verde), que hacía todas las paradas del trayecto.
Una vez allí, teníamos que dirigirnos hasta Yurakucho en JR (280Y los dos).
Nos quedaba poco tiempo ya que el metro de Tokyo cerraba. Salimos a la superficie desde Yurakucho y buscamos una parada de metro que teníamos apuntada. Preguntando, nos indicaron hasta llegar a Ginza y una vez allí hicimos un trasbordo a Hibiya y luego a nuestro destino, Akasaka. La máquina del metro también fue muy sencilla de usar. Gastamos en el trayecto 340Y los dos.
Fue un milagro poder hacerlo todo en tren y metro. Habíamos planteado todos los escenarios y éste era el más improbable pero pudimos hacerlo.
Contentísimos de haberlo conseguido, nuestra primera parada antes de salir de la estación fue en una máquina de bebidas ^^.
Nuestro primer té matcha por 140Y.
Fue un gran alivio llevar dinero cambiado para el primer día. De haber tenido que cambiar en la casa de cambio del aeropuerto, no hubiésemos llegado a tiempo.
De lo que nos dimos cuenta al llegar es que el metro era muy fácil de usar MENOS el tema de las salidas. Cada parada tiene como 7 salidas de metro. Si no las llevas apuntadas, va a ser más difícil orientarte a la hora de querer salir del metro. Por suerte, hay muchos planitos y carteles que te indican en amarillo, las salidas disponibles.
Al principio, sin conocer la zona a la que vas, es complicado escoger la salida correcta, pero al tercer día, eres un japonés experto más.
Nuestro hotel, el Grand Fresa Akasaka, estuvo muy correcto. El check in fue muy ameno ya que el señor sabía varias palabras en español y nos reímos mucho. La habitación, como casi todas las que probamos en Japón, era pequeñita pero muy apañada. Nos movíamos en un rango de precio de los 50€ por noche y, salvo el Ryokan de Hiroshima y nuestra estancia en Kyoto, el resto de hoteles eran muy similares: Cama de matrimonio pegada a la pared por uno de los lados, una mesita de noche, escritorio, armarito pequeño y baño compacto.
En el momento de hacer la reserva por Booking, el Yen estaba más alto. Las 5 noches nos salían por 55080Y, que al cambio eran 441€. Como el pago se hacía en el hotel, el día de que nos pasaron el cobro, el Yen estaba más bajo por lo que pagamos finalmente los mismos Yenes pero el cambio salió a 425€. ¡¡Menuda sorpresita agradable!!
Sin duda, nuestro primer día en Tokio fue menos estresante que el de Nueva York. Igual íbamos con otra mentalidad más relajada, más preparada para no encontrarlo fácil… Y sin embargo todo fue muy sencillo. ¿Alguien me lleva de vuelta otra vez?