En la pequeña ruta que habíamos preparado para el puente del 12 de octubre, aprovechamos para acercarnos a Valverde de los Arroyos (Guadalajara), una de las localidades que componen la Asociación de los Pueblos más bonitos de España, que actualmente son 57. Forma parte de la zona de arquitectura negra alcarreña, lo que significa que sus casas están construidas con pizarra que le aporta ese toque oscuro que constituye su seña de identidad.
Situación de Valverde de los Arroyos (GoogleMaps)
Como referencia, decir que Valverde de los Arroyos se encuentra a 135 kilómetros de Madrid, unas dos horas y cuarto en coche, yendo por la N-2 hasta Guadalajara y luego tomando la CM-101 hasta Valverde.
TAMAJÓN.
Como íbamos haciendo una ruta por diversos sitios, la noche anterior nos habíamos alojado en esta pequeña localidad, que está a unos 25 kilómetros de Valverde de los Arroyos, y pertenece también a la zona de la arquitectura negra, aunque allí no me pareció tan marcada esa característica. Hicimos noche en la Posada de Tamajón, una casa rehabilitada para hotelito rural con todas las comodidades (incluyendo bañera de hidromasaje en la habitación), pero que ha sabido mantener la esencia de un origen que se remonta a mediados del siglo XVI. Claro que no fue nada barato (119 euros con desayuno incluido que nos preparó la misma dueña), pero es que encontrar alojamiento un 12 de octubre a poco más de cien kilómetros de Madrid tiene mucha, mucha tela. Según nos comentó la propietaria, se utilizó para múltiples usos como residencia de familias destacadas, cuartel, taberna y posada a principios del siglo XIX. Está situada en el centro del pueblo, en la calle de Enmedio, frente a la plaza donde también se encuentra el edificio del Ayuntamiento, blasonado, que también data del siglo XVI y que fue palacio de los Mendoza.
Fachada de la Posada de Tamajón y la habitación que ocupamos.
El municipio de Tamajón tiene 148 habitantes. A la entrada se encuentra la Iglesia de la Virgen de la Asunción, del siglo XVI, que tiene una curiosa iluminación nocturna en un color blanco que engaña un poco respecto a su estilo si no se ha visto a la luz del día. Otros lugares interesantes son la Ermita de la Virgen de los Enebrales y la ciudad encantada a las afueras del pueblo, con sus rocas calizas tomando formas caprichosas como consecuencia de la acción erosiva del viento y del agua. Parecida a la de Cuenca, pero más pequeña y menos conocida.
Tamajón de noche.
Ayuntamiento, antiguo palacio de los Mendoza.
Iglesia de la Virgen de la Asunción (vaya cambio respecto a la imagen nocturna de arriba ).
Ayuntamiento, antiguo palacio de los Mendoza.
Iglesia de la Virgen de la Asunción (vaya cambio respecto a la imagen nocturna de arriba ).
VALVERDE DE LOS ARROYOS.
Después de desayunar muy bien en la Posada, nos dirigimos hacia Valverde de los Arroyos. En el pueblo no pueden entrar los coches de las personas no residentes (lo cual me parece muy bien), así que tuvimos que dejarlo en el aparcamiento municipal gratuito, a unos 100 metros del casco urbano, pequeño paseo que puede aprovecharse para hacer unas bonitas fotos en perspectiva de las casas, ubicadas en un precioso entorno natural. Y eso que la sequía de estos meses también se dejaba sentir por aquí.
Vistas de Valverde de los Arroyos desde la carretera y el aparcamiento.
La llamada "arquitectura negra", que con la luz del sol no lo parecía tanto.
Como estábamos en pleno puente, lo primero que hicimos fue llamar al Mesón Los Cantos (nos lo habían recomendado) para reservar mesa. Tuvimos suerte y nos dieron a escoger entre las 13:30 y las 15:30, así que escogimos la primera opción, confiando en que al ser un primer turno, el servicio fuese rápido (como así ocurrió). No había menú del día, así que para almorzar tomamos judías con chorizo, sopa de cocido, solomillo de ternera, cabrito cochifrito, tarta de queso con frambuesa y dos cafés cortados. Todo estaba muy bueno y las raciones suficientes (el cabrito, muy abundante). La cuenta ascendió a 54 euros y nos invitaron a chupitos. Y, algo muy importante en un día con tanta gente, el servicio rápido y atento.
Al fondo, a la izquierda, el Mesón Los Cantos.
Después fuimos a dar una vuelta por el pueblo, que es pequeño pero muy bonito, así que hay que recorrer tranquilamente sus callejuelas, viendo sus casas casi una a una. Me pareció que algunas están muy remozadas con lo cual pierden un poco del encanto original de lo antiguo, aunque también es cierto que han sido rehabilitadas siguiendo el patrón tradicional con lo cual no desentonan. La arquitectura negra típica se basa en el empleo de la pizarra junto con madera, barro y cuarcita, que le da un tinte dorado. Por eso, si hay mucha luz, como era el caso ese día, en que brillaba un sol espléndido, la oscuridad de las fachadas quedaba algo en entredicho por el brillo ocre aportado por la cuarcita.
La Plaza Mayor presenta una bonita estampa con una fuente en el centro, varias casas típicas (entre ellas el Ayuntamiento) adornadas con flores y la Iglesia de San Ildefonso, del siglo XIX, de típica arquitectura serrana. En su interior hay una valiosa cruz procesional del siglo XVI.
La Plaza, el ayuntamiento y la fuente.
La Iglesia de San Ildefonso.
Además, hay que citar el Museo Etnográfico en la calle Escuelas y la Ermita de la Virgen de Gracia, que se encuentra a las afueras del pueblo y fue construida por dos hijos del pueblo que fueron misioneros en Filipinas.
Por lo demás, lo mejor es simplemente pasear un ratito por el pueblo, contemplar sus casas y disfrutar del fantástico marco natural de la Sierra de Ayllón donde se ubica. Una mañana o una tarde son suficientes para hacer esta excursión, que puede complementarse con la visita de otros pueblos negros de la zona, como por ejemplo Majaelrayo, Campillo de Ranas, Cardoso de la Sierra y el ya mencionado Tamajón.
CHORRERAS DE DESPEÑALAGUA (ruta a pie).
Antes de ver el pueblo, decidimos hacer la ruta a pie a las Chorreras de Despeñalagua, caminata casi imprescindible para quienes visiten Valverde y se encuentren en una forma física normal. El recorrido es corto y sencillo hasta la base de la cascada, pero hay que ir con calzado adecuado (vimos señoras con tacones ) porque en algunos tramos hay piedras y rocas que pueden resbalar y jugar una mala pasada. Eso sí, la cosa se puede complicar con lluvia o hielo.
La ruta según googlemaps.
Nada más pasar la Plaza Mayor, se sigue hasta el campo de fútbol y allí ya se encuentra el indicador del sendero, cuyos datos son los siguientes:
Comenzando la ruta:
- Ruta lineal (ida y vuelta por el mismo camino)
- En total 4 kilómetros (ida y vuelta)
- Grado de dificultad: bajo.
- Duración: hora y media más o menos ida y vuelta.
- En total 4 kilómetros (ida y vuelta)
- Grado de dificultad: bajo.
- Duración: hora y media más o menos ida y vuelta.
A poco de empezar el camino nos encontramos con un panel informativo, en el que también se anuncia la subida al Pico Ocejón, que enmarca el pueblo y al que tenemos ganas desde hace tiempo y que haremos en cuanto podamos, seguramente para la próxima primavera, ya que nos gustaría combinarlo con la preciosa cascada del Aljibe.
Al principio, más que sendero hay una pista estrecha que avanza entre huertos, árboles frutales, castaños y nogales. Después aparecen los brezos, que le ponían un bonito punto de color al paisaje.
Después el sendero comenzó a empinarse un poco, siguiendo una acequia. En algunos momentos, los brezales y la vegetación cubrían el angosto sendero, lo que obligaba a caminar con un poco de cuidado para evitar llevarse de recuerdo algunos arañazos en las extremidades (aún conservo unas señales en los codos y los brazos).
Caminando junto a la acequia.
El sendero se enmarañaba un poco en algunos tramos.
Acercándonos a la cascada.
El sendero se enmarañaba un poco en algunos tramos.
Acercándonos a la cascada.
Finalmente, alcanzamos la base de la cascada, a la que se llega tras sortear algunas rocas. Si no se quiere avanzar más, desde este punto se ven bastante bien los escalones que forma el agua al caer desde unos 100 metros de altura. Si se continua, hay que ir con precaución porque había agua y resbalaban un poco. Si ha llovido, la precaución tendrá que ser mayor, como es natural.
Muy cerca de la base de la cascada.
Llegamos a la poza donde cae el agua. Una lástima que la cascada estuviera muy disminuida por la falta de lluvias. He visto fotos tomadas en primavera realmente impresionantes. Sin embargo, tampoco estaba tan mal como lo que parecen mostrar las fotos, en las que apenas se nota un chorrito.
Si se quiere tener mejores vistas y perspectivas, a la izquierda, hay una pared inclinada de rocas por las que se puede trepar sin demasiados riesgos. La piedra va formando pequeños escalones a los que encaramarse hasta alcanzar un saliente rocoso frente a la cascada, que presenta muy buenas vistas.
Las rocas y el Pico Ocejón desde allí.
Vista hacia la cascada desde las rocas.
Solo hay que vencer un poquito el vértigo
Solo hay que vencer un poquito el vértigo
Sin mayores problemas se puede subir un tramo más, alcanzando un estrecho sendero entre los arbustos que conduce hasta el final del cortado, desde el que se divisa un panorama estupendo, con el pico Ocejón a la derecha y el pueblo de frente.
Abajo, en el fondo, se ve el sendero hacia la cascada.
Al fondo, Valverde de los Arroyos.
Al fondo, Valverde de los Arroyos.
Muy recomendable subir hasta aquí si no se tiene vértigo y se va con el calzado apropiado. No tiene mucha dificultad y tampoco presenta ningún peligro si se va con cuidado. Y, de todas formas, siempre se puede bajar culeando por las rocas, como hice yo para salvar algún pequeño apuro .
Por lo demás, una excursión que, si es posible, se aconseja realizar en primavera o tras unos días de lluvias, momentos en que la cascada estará en todo su esplendor.
En aquellas rocas habíamos estado, frente por frente a la cascada.