Reconozco que no había oído hablar de este yacimiento (o quizás es que no me acordaba) hasta hace unos días, buscando lugares para visitar con motivo de una pequeña ruta por Soria durante el puente del 12 de octubre. En cuanto leí un poco y vi unas imágenes despertó mi curiosidad porque como he repetido en casi todas las etapas de mis diarios (soy un poco pesada, lo admito), me encantan las piedras. Los restos de una ciudad celtíbera, aliada de Numancia y luego colonizada por los romanos, con su arquitectura rupestre excavada en roca arenisca… ¡Qué buena pinta! Así que, naturalmente, lo incluí en nuestro recorrido.
Situación dentro de la península (GoogleMaps)
Como referencia, desde Madrid se encuentra a 166 Kilómetros, que se hacen en poco más de dos horas de viaje, tomando la A-1 (autovía de Burgos) hasta Cerezo de Abajo, luego la N-110 hasta Ayllón y, finalmente, la SO-135 hasta el yacimiento, que se encuentra unos cinco kilómetros pasado Montejo de Tiermes, girando hacia la derecha según marca un indicador de carretera de color rosa. No tiene pérdida. Está muy bien señalizado.
Ruta desde Madrid según GoogleMaps.
Nosotros, sin embargo, llegábamos desde Valverde de los Arroyos, y nos encontramos circulando por una carretera estrecha y virada, que alternaba parajes descarnados, donde resultaba fácil imaginar el frío y la escarcha que deben asolarlos en invierno, con otros boscosas que llenaban el horizonte, prácticamente deshabitados en todo caso. Hasta que llegamos a Galve de Sorbe, donde nos sorprendió su castillo y el pequeño núcleo de casas, enmarcadas al fondo por los molinillos de un parque eólico. Lástima que no dispusiéramos de tiempo para parar un rato a echar un vistazo porque era un entorno bastante llamativo.
Castillo y vista de Galve de Sorbe desde la carretera.
Ya en las inmediaciones de la provincia de Soria, empezamos a ver un cambio en el paisaje, cuyo terreno empezó a adquirir el tono rojizo de la roca arenisca. La primera coloración otoñal de algunos árboles le prestaba un curioso contraste al panorama que contemplábamos desde el coche.
Datos prácticos.
Pasada la población de Montejo de Tiermes, y una vez que tomamos el desvío a la derecha, hacia el yacimiento, lo primero que nos encontramos fue con un restaurante, también a la derecha. Poco después apareció a la izquierda un aparcamiento y el edificio del Museo Monográfico. La pista asfaltada sigue un par de kilómetros hasta el yacimiento propiamente dicho, donde hay otro aparcamiento, junto al que se encuentra la Ermita románica de Santa María de Tiermes, igualmente muy interesante y a la que me referiré al final de la etapa.
Vista de los edificios de viviendas rupestres.
Ermita de Santa María de Tiermes.
Ermita de Santa María de Tiermes.
Horarios. El Yacimiento propiamente dicho está al aire libre y no tiene cerramiento, aunque el horario de visita señalado es de 10 de la mañana hasta la puesta de sol. El Museo está abierto de lunes a sábado, de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 entre octubre y junio, mientras que de julio a septiembre el horario de tarde es de 17:00 a 20:00 horas. Los domingos y festivos sólo abren por la mañana. La entrada al museo cuesta un euro; el acceso al yacimiento es libre y gratuito. Existen visitas guiadas que salen desde la ermita, duran 1 hora y cuestan 5 euros para los adultos. Los interesados mejor que consulten los horarios porque varían dependiendo de los días de la semana y los meses del año.
Recomendaciones. El yacimiento es bastante grande, más de lo que nos imaginábamos. La caminata resulta agradable y muy interesante, pero tiene muchas y bajadas y el terreno es irregular. Algunas zonas son accesibles para personas con movilidad reducida y otras no. Tardamos más de dos horas en visitarlo, aunque nos entretuvimos en verlo todo y hacer muchas fotos. El entorno natural también es muy bonito. Es aconsejable llevar zapato cómodo y con suela que agarre, ya que el terreno es irregular, hay piedras y caminos y escaleras excavados en la roca. En verano, es aconsejable llevar algo de agua, una gorra y ponerse crema solar. En invierno, mejor llevar prendas de bastante abrigo y tener en cuenta que puede hacer mucho frío. También resulta recomendable llevar una linterna (sirve la del teléfono) si se quiere entrar en la cavidad del acueducto porque es un túnel bastante largo y dentro está muy oscuro.
Acceso peatonal al túnel del ramal sur del acueducto romano.
Información. Se puede consultar la web www.tiermes.net, que facilita datos de todo tipo, incluyendo planos y una completa guía de visita para descargar en PDF.
Mis comentarios: para escribir la etapa de este diario he utilizado la página correspondiente de Wikipedia, la web que he mencionado y los paneles informativos del yacimiento. Todas las fotos las he hecho yo (y no lo digo como mérito, ni mucho menos)
Datos históricos sobre Tiermes.
Según los estudios realizados, se considera que este lugar estuvo ocupado por poblaciones humanas estables durante unos 30 siglos. Existen diferentes teorías sobre el origen de su denominación, si bien la que parece más probable es la que señala que su nombre antiguo era Termes o Tarmes, en referencia a su entorno ondulado y agreste, con un río cercano. Aunque se han encontrado hallazgos sueltos de la época del Neolítico, las pruebas de asentamientos humanos se remontan a la Edad del Bronce (año 1700 a.C), continúan en la Edad del Hierro y culminan con la ciudad celtíbera que alcanzó una gran prosperidad. Durante la conquista romana se libraron diversas guerras, y Tiermes fue sitiada y atacada por el cónsul Q. Pompeyo en el año 141 a.C. Dos años después se firmó un tratado entre ambas partes que mantuvo a Tiermes a salvo de las famosas batallas desarrolladas en Numancia, ciudad que cayó en el año 133 a.C. Y no fue hasta el año 98 a.C. que el cónsul Tito Dibio sometió Tiermes.
Ya bajo instancias romanas, tuvo la consideración de municipium, que recibió posiblemente en tiempos del emperador Tiberio. Por entonces, contaba con grandes edificios públicos, dos foros, termas, un teatro, un acueducto y un entramado urbano adaptado a su ubicación en un terreno accidentado, sobre un cerro de arenisca rodeado de cortados, cañones labrados por los ríos y bosques. Se piensa que su importancia económica se debía al ganado ovino y a las minas de hierro y otros metales.
Posteriormente, los visigodos ocuparon también estos lugares, prueba de lo cual son las tumbas del foro y los restos de una basílica, aunque su importancia fue bastante menor. A la época medieval corresponden la necrópolis rupestre del río, la de tumbas de lajas de la ermita y la Iglesia románica de Santa María de Tiermes. También existió un Monasterio, hoy desaparecido. Se cree que la ciudad se abandonó por la inseguridad que representaba para sus habitantes estar ubicada en territorios fronterizos y, por lo tanto, en continua disputa entre árabes y cristianos. La última referencia de población estable se tuvo a principios del siglo XVI, momento en que la Iglesia de Santa María de Tiermes pasó a ser una ermita.
El Foro romano con la ermita al fondo.
RECORRIDO POR EL YACIMIENTO.
Llegamos al aparcamiento del Museo poco antes de las cinco de la tarde. En la recepción nos dieron información y un pequeño folleto que tenía un mapita con un itinerario detallado para hacer la visita. Por cierto que me resultó muy útil. Estuvimos dudando sobre si visitar el museo entonces o dejarlo para después, una vez vistos los restos arqueológicos. Optamos por esta última opción para aprovechar la luz en el yacimiento. Luego resultó que nos entretuvimos más de lo que pensábamos y cuando terminamos eran más de las siete de la tarde, con lo cual el museo había cerrado. Otra vez será. En cualquier caso no nos arrepentimos del tiempo que pasamos en el yacimiento. La visita guiada ya había empezado, así que nos movimos por nuestra cuenta, lo cual resulta muy fácil siguiendo el plano y consultando los paneles informativos que hay en cada uno de los lugares interesantes, que están numerados. El recorrido recomendado es circular, así que se puede hacer en un sentido o en otro sin ningún problema, aunque yo preferí seguir la lógica y empezar por el número 1. Y ese orden voy a seguir en la explicación.
Panel informativo junto a la ermita, con el itinerario recomendado.
Para llegar al primer punto, hay que seguir la pista que existe después del aparcamiento. Después de unos quinientos metros de descenso, encontramos los primeros restos arqueológicos llamativos, si bien lo primero que llama la atención es la estampa de lo que queda del edificio que fueron las Termas.
Después, todavía desde la pista, apareció la sugerente perspectiva de graderíos y la Puerta del Sol.
1. Puerta del Sol. Corresponde al acceso de la ciudad por el suroeste. Es un corredor tallado en la roca de 2,5 metros de ancho por 40 metros de longitud. No conserva el pavimento original, pero mantiene los canales de drenaje que evacuaban el agua filtrada por debajo del pavimento. También se distinguen en la roca las huellas de los goznes y los apoyos de la puerta doble, que estaba en el centro del corredor. Aunque su origen es celtíbero, lo que se podemos ver parece que corresponde a los siglos I y II d.C. Se modificó en el siglo III d.C. para acomodar la muralla, cuya construcción se inició en esa época y cuyos restos se pueden ver en diferentes puntos del yacimiento.
2. Graderío rupestre. Se encuentra a continuación de la Puerta del Sol, a su izquierda, y se nos muestra como una amplia construcción tallada en la roca arenisca, de forma alargada e irregular siguiendo la configuración del terreno y divida en varios tramos. Estaba destinada a acoger actividades de tipo lúdico, mercantil y religioso. En los muros aparecen numerosos canales por debajo de los revestimientos y el suelo que algunos historiadores creían destinados a desalojar la sangre de los sacrificios, aunque es más probable que fueran un sistema de drenaje interno para las aguas de lluvia y/o residuales.
Delante existe un espacio libre, sin construcciones, que se piensa podría corresponder a un campus donde se celebraban mercados y ferias, principalmente de ganado. Este conjunto data de los siglos I a.C. a I d.C.
3.Conjunto rupestre del sur. Para mi gusto, uno de los más espectaculares del yacimiento. Se trata de un conjunto arquitectónico de viviendas privadas excavadas en la roca arenisca, cuya construcción se inició hacia el año 97 a.C. Se encuentra por debajo del nivel de las Termas y aprovecha el cortado rocoso para las paredes de las habitaciones y los subterráneos. Se conoce la planta de once habitaciones, algunas con más de una altura. Las entradas quedaron clausuradas por la construcción de la muralla en el siglo III d.C.
Termas del Sur. Forman parte del conjunto rupestre del sur, sobre el que se puede aprecia todavía los restos del gran edificio de las termas romanas, en concreto el ángulo de una de las dependencias, donde se distinguen aún el caldarium, el frigidarium y varios suelos de mosaico.
Resulta muy interesante contemplar el conjunto de lejos y luego acercarse para ver las construcciones una a una, con más detalle.
Resulta muy interesante contemplar el conjunto de lejos y luego acercarse para ver las construcciones una a una, con más detalle.
4. Casa de las Hornacinas. Es una casa excavada en la roca con cuatro nichos o alacenas abiertas en las paredes. También quedan restos de las escaleras, del enlucido del suelo y un rebaje que podría haber constituido el hogar, aunque no se conserva ninguna chimenea al exterior.
5. Vivienda rupestre. Se conoce como “Casa de Pedro” y tiene una escalera central que la divide en dos, abriéndose estancias en ambos lados. Muy curiosa e interesante.
Edificio de viviendas. Este amplio espacio excavado en la roca del farallón es contiguo a la Casa del Acueducto (esta casa se visita después porque está en terreno más elevado) y mide 32 X 28 metros. Debió corresponder a una vivienda que pudo alcanzar tres plantas pues se ven las vigas de separación entre los pisos. También se aprecia una calle peatonal excavada en la roca con varios tramos de escaleras para salvar la pendiente y canal para recoger el agua de lluvia.
Casa de vecinos. Otro ejemplo de vivienda rupestre, se cree que de origen celtíbero. Sólo se conserva la pared interna del edificio, que alcanza los 30 metros de altura y también las huellas de los agujeros que podían ser los puntos de anclaje de la estructura de la casa. Las tres paredes que no se conservan debieron estar construidas con entramados de madera y ladrillos de adobe.
6. El Acueducto romano. Infraestructura de abastecimiento de agua potable a la ciudad. Data de la época de Tiberio, entre los años 14 y 37 d.C. Presenta las características típicas de los acueductos romanos, aunque solamente se conserva el ramal sur, que atraviesa la roca mediante un canal subterráneo, de la que quedan tres pozos y cuatro registros. Este tramo, excavado en la roca, conserva su pared externa, tiene unos 140 metros de largo y se puede visitar. Se accede por una pasarela metálica y es conveniente llevar una linterna (sirve la del teléfono móvil) porque dentro está bastante oscuro. El túnel es estrecho y puede agobiar a personas claustrofóbicas. Está prohibido salir por el otro extremo, el que da al río, así que hay que volver al punto de partida. Resulta interesante hacer el pequeño recorrido y ver los pozos.
7. Puerta del Oeste. En este punto nos encontramos con una escalera excavada en la roca, que constituía otro de los accesos a la ciudad. Comunicaba la parte alta del cerro con la inferior y parece que se trataba de un paso interno para la circulación exclusiva de personas, lo que se deduce de la gran inclinación del escalón inferior, nada apropiado para los vehículos.
8. Acrópolis. Sus restos se encuentran muy cerca de la Puerta del Oeste y se supone que estas construcciones servían como elementos defensivos de la ciudad, asociados a la propia puerta.
Al subir la escalera de la Puerta del Oeste alcanzamos la parte intermedia en altura. Si seguimos más arriba, llegaremos a la parte más alta del cerro, donde se encuentran algunas construcciones que algunos autores han relación con un posible templo, aunque no hay pruebas de ello. También se pueden ver otros habitáculos y restos de las canalizaciones y el acueducto.
Igualmente se pueden contemplar vistas panorámicas de todo el entorno, que estaba realmente bonito a la luz del sol, con el rojo de la arenisca y unos atractivos tonos verdes reverberando en el suelo.
9. Casa del Acueducto. Se trata de una mansión romana situada junto al Canal Sur del Acueducto (de ahí su nombre), que discurre bajo la calle que la cierra por el norte. Subiendo por la Puerta Oeste, hay que girar a la derecha para llegar a ella. Sin embargo, no está de más ir primero a la izquierda para alcanzar la zona alta del yacimiento y ver las vistas a que me refería antes y la propia Casa del Acueducto desde lo alto para captar una mejor perspectiva.
La Casa del Acueducto desde el mirador.
Los restos de esta casa están delimitados por una cuerda, así que lo mejor (y más civilizado) es bajar hasta la zona de acceso y no colarse por debajo de la cuerda. De este modo iremos leyendo los indicadores y nos enteraremos mejor de lo que estamos viendo consultando el plano.
Foto del panel informativo con el plano de la casa.
La casa está rodeada por cuatro calles excavadas, data de la segunda mitad siglo I d.C., aunque se hicieron reformas posteriores. Con una superficie de 1.800 m2, su planta se adaptó a la forma de la roca sobre la que se asentaba. Tenía tres áreas diferenciadas (zona noble, de servicio y otra para uso exclusivo del dueño) y 35 habitaciones repartidas en torno a dos pequeños estanques donde se recogía el agua de lluvia (impluvias). Constaba de varias plantas, con cocina, comedor, dormitorios, etc. Las habitaciones principales tenían pinturas murales al fresco en las paredes (figuras arquitectónicas, humanas, vegetales, animales, etc.), de las que aún se conservan vestigios.
Existe otra mansión (Casa del Acueducto II) que no se ha excavado completamente todavía.
10. Tiendas. Galería comercial situada en un piso inferior respecto a la plaza porticada del foro Flavio (año 70 d.C.), que se construyó para nivelar el terreno. Se estructura con forma de L, abierto al exterior mediante grandes pilastras. El piso superior no se conserva. Unas escaleras conectan la parte inferior y superior y también se ha instalado una pasarela de madera para hacer de mirador.
11. Foro Imperial o Foro Julio Claudio. Se encuentra entre la ermita, el foro Flavio y la muralla. Se trataba del núcleo público central de la ciudad. Solamente se ha excavado una parte, pero se sabe que los edificios se abrían a una plaza. Se han identificado algunos elementos que lo integraban: el pórtico sur, el monumento a Tiberio, el Templo y una capilla anexa. Además existía un barrio de viviendas particulares en torno al foro, que abarcaban desde la época celtíbera a la romana de la época de Augusto. Se conserva muy bien la pavimentación de una de las calles, así como habitaciones rupestres subterráneas con escaleras talladas en la roca y canales para evacuar humedades.
12. Ermita románica de Santa María de Tiermes. Se trata de un templo de planta rectangular, de una sola nave y con una galería porticada exterior en el lado sur. Data del siglo XII y son muy interesantes las figuras que aparecen en los doce capiteles de la galería, sobre columnas geminadas. Los temas de las representaciones escultóricas son muy variadas y aunque algunas están algo estropeadas, otras se aprecian realmente bien: me gustaron especialmente la de la lucha entre dos caballeros con sus caballos, armaduras, lanzas y escudos, la cacería del jabalí, varias escenas con animales mitológicos y una elaborada trama pétrea en forma de nido de abeja que se conserva muy bien.
La ermita estaba cerrada, pero se mantiene abierta al culto en fechas determinadas. Se celebran dos romerías al año, el primer sábado del mes de junio y el día 12 de octubre (curiosamente, el día anterior al que fuimos nosotros).
Para terminar, decir que me gustó mucho el yacimiento, prueba de lo cual es que estuve recorriéndolo durante más de dos horas. Es cierto que no todo el mundo compartirá mi gusto por las piedras, pero por lo que vi a casi todos los visitantes parecía gustarles, y no digamos a los niños, que disfrutaban a sus anchas correteando por las antiguas escaleras excavadas en la roca, y con el toque de aventura que suponía entrar en el túnel del acueducto, armados con la linterna del teléfono móvil.
Claro que no nos equivoquemos: aunque algunos arqueólogos califican este yacimiento como "la Pompeya española" o "la Petra de Occidente", Tiermes no es Petra ni Pompeya (conozco ambas). Sin embargo, tiene su encanto, resulta muy interesante conocer los entresijos de una ciudad rupestre de origen celtíbero y desarrollo romano y el entorno natural no desentona en lo más mínimo, sobre todo en un día tan agradable como el que tuvimos, con sol, veintitantos grados y una brisa fresquita que se agradecía bastante. En resumen, una excursión muy recomendable para todos los amantes de la arqueología. Eso sí, mejor evitar los días de calor excesivo y los más crudos del invierno.