Este día el plan era pasar el día entero en la ciudad de Osaka y visitar algunos de sus atractivos turísticos. Nos levantamos con el cielo súper negro y unas nubes que daban miedo, pero nada ni nadie nos iba a echar atrás en nuestro único día dedicado a esta interesante ciudad. Bajamos a desayunar y nos pusimos en marcha. Por suerte, rápidamente el cielo se fue despejando y se mantuvo el buen día.
Cogimos el metro en la estación Nippombashi para llegar hasta la estación de Hommachi, donde hicimos transbordo y allí cogimos la línea Chuo hasta Osakako, que es la estación de metro más cercana al acuario, que se encuentra en la bahía de Osaka. Como el día anterior habíamos comprado el Kaiyukan ticket -ticket de entrada al acuario de Osaka que ofrece otras ventajas en la ciudad- podíamos usar el metro durante todo el día las veces que quisiéramos.
De camino pasamos delante de un centro comercial, con una noria (la Noria Tempozan) de 112 metros de altura. También vimos una jirafa hecha con piezas de Lego, ya que allí también estaba Legoland. Unos pocos metros después llegábamos a la cola para entrar al acuario, que hacía pocos minutos que había abierto sus puertas. Por suerte, como llevábamos comprado el Kaiyukan ticket no tuvimos que esperar en la cola y fuimos directamente a la entrada. Guardamos las mochilas en las taquillas de la entrada para aligerar la visita. Eso sí, cogimos la cámara de fotos, que seguro que las maravillas del acuario lo merecían.
La jirafa de piezas de Lego
El acuario de Osaka se distribuye en varias plantas. Cuando entras lo primero que haces es cruzar un túnel dentro del enorme tanque principal, así que te ves envuelto en toneladas de agua y varias especies de tiburones, rayas...y los espectaculares tiburones ballena que habitan en este acuario, y que se dejaron ver un poco más adelante en la visita. Todo el acuario se distribuye alrededor de este enorme tanque que simula la vida en el Océano Pacífico, subiendo plantas a través de las escaleras mecánicas.
En el acuario de Osaka encontramos diferentes ecosistemas y biotopos: el del bosque japonés, el de las Islas Aleutianas, al sudoeste de Alaska, donde había una nutria marina muy peludita y blanca, que tenía cara de estar un poco tristona, y muchos otros.... Uno de los que más llamaron nuestra atención fue el de las profundidades de Japón, donde vimos los cangrejos araña gigante, el cangrejo más grande del mundo. Absolutamente terrorífico, espero que sea deep deep Japan, sino entenderé el hecho de que no se bañen demasiado en la playa.
Cangrejo araña gigante
En el acuario encontraréis también focas, leones marinos, tortugas de mar, delfines de varias especies, calamares y medusas, morenas, pingüinos… y muchas más especies que ya descubriréis si vais. La visita estuvo muy bien aunque con un poco más de tranquilidad hubiese estado aún mejor porque había zonas que estaban realmente colapsadas. Al final de la visita hay una zona que es para toquetear a los animales, donde había rayas, tiburones pequeños, etc., aunque personalmente no me gustó, porque pienso que con ver a los animales ya es suficiente, no tenemos porqué estresarlos más…ese espacio no me gustó demasiado. Pero en general fue una visita distinta a todo lo que habíamos estado viendo hasta el momento, así que nos gustó bastante y ver a los tiburones ballena estuvo muy bien.
Tiburones ballena, los peces más grandes del mundo
Salimos del acuario prácticamente a la hora de comer y dimos una vuelta por la zona, para ver qué encontrábamos. Por la parte trasera del acuario nos encontramos con un enorme barco de crucero, amarrado al puerto. Resulta que este gran barco se podía visitar, pero en ese caso la visita del mismo no nos llamaba la atención; el hambre era indudablemente más importante.
Así que nos adentramos al centro comercial (Tempozan Marketplace) que se encontraba prácticamente pegado al edificio del mismo acuario.
En este centro comercial, en su planta baja, había una especie de callejuela con mucha oferta gastronómica (Naniwa Kuichinbo Yokocho). Eran un montón de locales de restauración, más bien tirando a pequeños, los unos pegados a los otros con una ambientación muy callejera. Había mucha gente apuntándose en las listas de los restaurantes para poder comer. La verdad es que dimos un par de vueltas por toda esta zona; la primera vuelta fue para inspeccionar el ambiente y la comida y en la segunda vimos un local de okonomiyakis, en el cual había mucha gente, pero también veíamos mucho movimiento de entrar y salir de gente. Aquí fue donde vimos nuestra oportunidad de coger sitio y degustar los famosos okonomiyakis, que son muy típicos en la ciudad (y en toda la región de Kansai), ya que hay una especialidad de Osaka. Otro tipo de okonomiyaki muy famoso es el de Hiroshima, de donde se cree fue su lugar de origen. El okonomiyaki es una especie de “tortilla/pizza” (muy cogido con pinzas) el cual tiene una masa de harina y huevo (entre otros). La masa se mezcla con algunos ingredientes como: panceta, cebolleta, vegetales, etc. Por encima se les puede echar mayonesa y salsa okonomiyaki.
Creo que tomamos la variedad de Osaka, y digo “creo” porque entendernos con los camareros fue un poco complicado y al final no teníamos muy claro lo que habíamos pedido. En todo caso estaba muy bueno si lo comparamos con los que habíamos probado anteriormente en Barcelona, claro…!! Además es una comida bastante contundente, con un okonomiyaki comes y te quedas bien a gusto.
Okonomiyakis en Osaka (no sabemos si especialidad Osaka)
Después de comer volvimos a la estación de metro y fuimos hasta el Umeda Sky Building, edificio de 173 metros de altura. Subimos por la torre en la cual estaban las indicaciones, aunque es un poco confuso. Es la primera torre que te encuentras según vienes de la estación de metro.
Primero hay que subir por unas escaleras mecánicas unos cuantos pisos y seguir las indicaciones del cartel que pone 'garden observatory'. Se llega a una planta donde tendréis que coger un ascensor. De este ascensor saldréis a una planta con mostradores, donde podréis comprar las entradas para subir arriba del todo. De aquí salen otro tramo de escaleras mecánicas, las escaleras mecánicas 'flotantes' que están dentro de un tubo de cristal. Os encontráis en la plataforma que 'flota' entre ambos edificios, y aquí hay un montón de restaurantes, que ofrecen unas vistas espectaculares de la ciudad.
Las escaleras 'flotantes' del Umeda Sky Building
Arriba del todo las vistas son en 360º grados y además de la ciudad de Osaka veréis de bien cerca los aviones que van a aterrizar al aeropuerto. Después de las fotos de rigor de las vistas, decidimos darnos un capricho. Pasamos un rato en el bar del observatorio, contemplando la ciudad con bebida en mano y descansando un rato del calorazo japonés del mes de agosto. Sin duda, lo mejor de la visita, porque los taburetes y barra están justo delante de los cristales, con lo cual tienes la ciudad a tus pies. Yo me pedí un batido/helado de mango y mi pareja un combinado que llevaba algo de vodka, tónica y blue tropic (o algo parecido).
Si me aceptáis un consejo: si viajáis en verano, id al Umeda Sky Building al atardecer, sin duda. En las horas de sol no hay ni una sombra arriba del todo y es muy agobiante. Estoy segura de que si hubiésemos ido al atardecer la visita nos hubiera gustado mucho más. Pero si no tenéis más remedio que ir a esas horas (sobre medio día) planteáos no pagar la entrada para subir al observatorio de arriba del todo. Justo en el punto en el cual deberías pagar la entrada para subir un piso más y salir a ver las vistas, hay unos ventanales por toda la zona en la cual se ve bastante bien todo. Si no me equivoco, también tenéis la opción de ir directamente a la cafetería, mucho más fresquita, donde también hay muy buenas vistas. Todo esto si vais a una hora que no sea muy aconsejable por el sol!! Si vais al atardecer está bien pagar y subir hasta arriba, porque podréis disfrutarlo más y pasar más rato en el exterior.
Vistas desde el Umeda Sky Building
Al haber comprado las entradas al observatorio nos dieron un par de entradas gratis para el museo de un artista japonés, que estaba en la otra torre y decidimos ir a echar un vistazo. Se trata del museo Koji Kinutani tenku art museum, situado en la planta 27. Koji Kinutani es un artista que se inspira en su país natal para sus obras, en cuanto a temática, pero lo mezcla con su experiencia personal viviendo y estudiando muchos años en Italia y eso queda perfectamente reflejado en su obra. Sus obras destacan por el uso del color y su movimiento y muchas de ellas nos pueden recordar a frescos renacentistas e incluso alguna escultura a Picasso.
El museo fue algo no planeado, pero sinceramente fue una visita muy amena e incluso a mi pareja le gustó tanto que nos llevamos de recuerdo dos postales que ya están colgadas en la pared de casa! A mi lo que más me gustó de la exposición fue la tranquilidad, ya que no había casi nadie y la introducción de las obras del artista enlazadas en una proyección en 3D. ¡Flipante! El museo también cuenta con una cafetería muy curiosa, que al igual que ocurre con los restaurantes y locales en la torre vecina, ofrece geniales vistas.
Una de las obras del artista Koji Kinutani, de internet.
Después de la visita nos sentamos un rato a descansar al lado de las fuentes de agua del jardín urbano, al lado de las torres, y a observar el ambiente y a la gente pasar: turistas, gente paseando perros, y especialmente trabajadores -salaryman- trajeados de arriba a abajo, que salían de trabajar.
Nuestro próximo destino iba a ser la zona del Dotonbori, seguramente la zona más famosa y conocida de Osaka. Para llegar volvimos a la estación de metro de Umeda y bajamos en Namba. Cuando llegamos estaba atardeciendo, pero como había muchísimas nubes negras toda la iluminación de la zona destacaba. Realmente pisar el Dotonbori es alucinante. Habíamos estado antes en Kyoto y Tokyo, pero la zona del Dotonbori es única y distinta. Es más que gente y luces por todos lados, es uno de esos sitios con vida propia. El primer contacto con el Dotombori gastronómico fue con unos takoyakis -las famosas bolitas que dentro de su masa de harina y otros ingrendientes llevan un trozo de pulpo, verdura, etc-. La gente hacía cola en el puesto, señal de que algo bueno se cocinaba. Los hacían rápidamente y nos los comimos ahí al lado. ¡Riquísimos! Compramos una botellita de agua para bajar los takoyakis en un Family Mart que había justo delante y proseguimos nuestra visita a la zona.
Empezamos a pasear por la zona y nos adentramos hacia el primer puente para tener las vistas del canal, con la gran fortuna de caer en el puente con las vistas directas al Glico Man y Cerveza Asahi, los grandes iconos del Dotonbori. Juntamente con las vistas del canal vimos que había una actuación de alguna Idol y sus fans emocionados como locos seguían sus canciones y vitoreaban a la muchacha. Los Japoneses y sus Idols..., muy típico!
Los divertidos carteles publicitarios del Dotonbori
Continuamos visitando la zona con todos sus restaurantes y carteles luminosos y de representaciones de comidas como el gran cangrejo que mueve sus patitas, el Fugu, las empanadillas, el gran dragón… Todo es impresionante. Entramos en algún centro comercial para echar un vistazo y después ya nos decidimos a volver hacia la zona de nuestro hotel para cenar en el restaurante el cual el día anterior ya le habíamos echado el ojo y sí o sí teníamos que probar: un Yakiniku. Eso sí, nos despedimos de la zona después de pasar un buen rato observando de nuevo el canal con todos sus carteles de fondo.
El canal que cruza el Dotonbori
En nuestro caso el yakiniku que probamos era el de una cadena llamada Yakiniku Goen. MUY RECOMENDABLE. Como sabéis, en Japón el hecho que sea un restaurante de cadena o incluso de comida rápida no quiere decir que vaya a ser malo. Todo lo contrario, es comida buena y de calidad, y la relación calidad-precio muy buena. Como creo que ya expliqué en la entrada anterior, este tipo de restaurante es en plan parrilla en la mesa y tú mismo te cocinas la carne y verduras.. Nosotras pedimos un variado de carnes y verduras, unas venían en adobo, otras al natural, unos pimientos, mazorcas y cebolla. Pero si te quedas con hambre puedes seguir pidiendo lo que quieras y te lo van trayendo a la mesa. Otro punto positivo a la cena fue que la cerveza era muy barata (muchísimo si la comparamos con otros bares y restaurantes de Japón, donde te clavan), cenamos con un par de jarras grandotas. La cena en total nos salió por 3.304Y, un precio genial para lo bien que cenamos, con postre incluido.
Ñam ñam!!!
Y con la panza bien llena nos fuimos a descansar, que al día siguiente nos esperaban los ciervos de Nara!!