Era nuestro último día en Londres y queríamos aprovecharlo al máximo (tengo un deja vu con esta frase, es bastante utilizada por estos lares, creo...)
Madrugamos bastante, hicimos el check out y dejamos las maletas en la consigna del hotel como ya habíamos acordado (cuesta 5 libras). Cogimos un metro directo a Buckinham Palace.
Nuestra intención no era ver el cambio de guardia, ya que en estas fechas es en días alternos y no nos encajaba, si no para ver el palacio por fuera y dar un paseo relajado cuzando el Mall y después St. James´s Park hasta la Horse Guards Parade para ver el cambio de guardia montada.
Cuando estábamos ya muy cerca llegaban los caballos del relevo. Cogimos sitio en primera fila. Los caballos y sus jinetes esperaban también pacientemente para dar el relevo a sus compañeros, lo que nos sirvió para sacarles varias fotos. Tras media hora se hizo todo el protocolo del cambio de guardia montada y ya nos fuimos.
Eran las 11:40 y nos propusimos pasear por St. James´s Park a pesar de la fina lluvia que caía. Horror. Yo había reservado toda esa mañana hasta las 17:00 para que mi hija disfrutara de los parques, ayer día primaveral y hoy se ponía a lloviznar...En fin, pertrechadas bajo nuestros chubasqueros seguimos el paseo que nosotras somos gallegas y no nos iba a parar esa minucia de chirimiri.
St. James´s Park es especialmente bello, yo diría que el más bonito de los parques londinenses. Está lleno de pacíficas ardillas, de patos, ocas y muchas aves.
En la laguna hay hasta pelícanos.
Disfrutamos muchísimo del paseo y comimos en la cafetería del parque por 17 libras.
Después cogimos el metro y nos fuimos al Diana Memorial Playground. Teníamos 3 horas por delante para disfrutar del parque Kensington, donde se ubica esta magnífica zona de juegos infantil en memoria de Diana de Gales.
Al Playground sólo pueden pasar adultos si van con niños, lo que me parece muy bien. Tiene un barco pirata enorme ubicado en un gran arenero en la entrada, una zona de tipis indios y todo un recorrido en el que los niños van encontrando juegos a su paso. Tiene también baños y una zona techada para sentarse. Todo esto os recuerdo que es gratuito.
Seguía lloviznando. Pero eso no impedía a los niños ingleses jugar en el parque. Iban preparados para la lluvia, eso sí, con chubasqueros de pantalón y chaqueta, botas de agua. Los padres charlaban bajo techo mientras ellos jugaban sin complejos. Algunos niños hasta iban en calcetines, otros sin pantalón y completamente descalzos, en ropa interior. Se mojaban y chapoteaban y se arrojaban arena unos a otros, bajo la llovizna, y mi hija hacía lo mismo mientras yo le gritaba: no te mojes mucho los pies que tenemos que coger un avióoooon. Me encantó toda esta algarabía y naturalidad, en contraste con algunas zonas de mi ciudad en que los niños van vestidos de gala para bajar al parque. Los pobres.
Después de asear un poco a mi hija en el baño, salimos de la zona de juegos con la promesa de que en un par de años volveremos a Londres en verano para disfrutar de los parques en condiciones.
Tiramos hacia la derecha y dimos de bruces con el palacio de Kensington, presidida su entrada por una estatua de la Reina Victoria con cara de póker, es decir, de reina.
Seguimos ya hacia el final del parque, en busca de la estatua de Peter Pan, que al final encontramos en un rincón muy evocador.
De lejos puede verse la fuente dedicada a Diana. La pobre Diana, tan querida, tan querida y le hacen esa birria de Memorial Fountain que te sangran los ojos al verla. Pobriña. Qué falta de respeto. Ni lo subrayo en negrita, oye.
El paseo finalizó con unas fotos en los Italian Gardens, que son bonitos, sin más. Y al metro, dirección al hotel.
Recogida de maletas y directas a la estación de Paddington, a 3 minutos caminando del hotel. Allí compramos agua, qué cara es el agua en Londres, tomamos el Heathrow Connect y a las 18:00 horas estábamos en el aeropuerto. Nuestro vuelo salía a las 20:30 pero me gusta llegar con tiempo a los aeropuertos porque me gustan los aeropuertos, ese ir y venir de gente hacia su destino. Me gustan todos menos Heathrow, decidido, porque no es especialmente bonito y si a la entrada el control de pasaportes fue de película, el control de seguridad de regreso fue de ciencia ficción.
Entiendo las medidas de seguridad y las aplaudo, pero estuvimos más de hora y cuarto para pasar el control con un calor asfixiante y unos funcionarios de lo más antipático. Dio igual porque nuestro vuelo se retraso 45 minutos y así tuvimos tiempo de picar algo y mi hija de jugar un buen rato en la sala infantil, que además tiene buena wifi y enchufes para cargar el móvil.
Sin contratiempos aterrizamos en A Coruña sobre las 23:50 y a dormir que al día siguiente toca rutina y cole.
Visitas gratuitas del día: Horse Guards Parade, St. James´s Park, Diana Memorial Playground, Kensington Gardens.
Madrugamos bastante, hicimos el check out y dejamos las maletas en la consigna del hotel como ya habíamos acordado (cuesta 5 libras). Cogimos un metro directo a Buckinham Palace.
Nuestra intención no era ver el cambio de guardia, ya que en estas fechas es en días alternos y no nos encajaba, si no para ver el palacio por fuera y dar un paseo relajado cuzando el Mall y después St. James´s Park hasta la Horse Guards Parade para ver el cambio de guardia montada.
Cuando estábamos ya muy cerca llegaban los caballos del relevo. Cogimos sitio en primera fila. Los caballos y sus jinetes esperaban también pacientemente para dar el relevo a sus compañeros, lo que nos sirvió para sacarles varias fotos. Tras media hora se hizo todo el protocolo del cambio de guardia montada y ya nos fuimos.
Eran las 11:40 y nos propusimos pasear por St. James´s Park a pesar de la fina lluvia que caía. Horror. Yo había reservado toda esa mañana hasta las 17:00 para que mi hija disfrutara de los parques, ayer día primaveral y hoy se ponía a lloviznar...En fin, pertrechadas bajo nuestros chubasqueros seguimos el paseo que nosotras somos gallegas y no nos iba a parar esa minucia de chirimiri.
St. James´s Park es especialmente bello, yo diría que el más bonito de los parques londinenses. Está lleno de pacíficas ardillas, de patos, ocas y muchas aves.
En la laguna hay hasta pelícanos.
Disfrutamos muchísimo del paseo y comimos en la cafetería del parque por 17 libras.
Después cogimos el metro y nos fuimos al Diana Memorial Playground. Teníamos 3 horas por delante para disfrutar del parque Kensington, donde se ubica esta magnífica zona de juegos infantil en memoria de Diana de Gales.
Al Playground sólo pueden pasar adultos si van con niños, lo que me parece muy bien. Tiene un barco pirata enorme ubicado en un gran arenero en la entrada, una zona de tipis indios y todo un recorrido en el que los niños van encontrando juegos a su paso. Tiene también baños y una zona techada para sentarse. Todo esto os recuerdo que es gratuito.
Seguía lloviznando. Pero eso no impedía a los niños ingleses jugar en el parque. Iban preparados para la lluvia, eso sí, con chubasqueros de pantalón y chaqueta, botas de agua. Los padres charlaban bajo techo mientras ellos jugaban sin complejos. Algunos niños hasta iban en calcetines, otros sin pantalón y completamente descalzos, en ropa interior. Se mojaban y chapoteaban y se arrojaban arena unos a otros, bajo la llovizna, y mi hija hacía lo mismo mientras yo le gritaba: no te mojes mucho los pies que tenemos que coger un avióoooon. Me encantó toda esta algarabía y naturalidad, en contraste con algunas zonas de mi ciudad en que los niños van vestidos de gala para bajar al parque. Los pobres.
Después de asear un poco a mi hija en el baño, salimos de la zona de juegos con la promesa de que en un par de años volveremos a Londres en verano para disfrutar de los parques en condiciones.
Tiramos hacia la derecha y dimos de bruces con el palacio de Kensington, presidida su entrada por una estatua de la Reina Victoria con cara de póker, es decir, de reina.
Seguimos ya hacia el final del parque, en busca de la estatua de Peter Pan, que al final encontramos en un rincón muy evocador.
De lejos puede verse la fuente dedicada a Diana. La pobre Diana, tan querida, tan querida y le hacen esa birria de Memorial Fountain que te sangran los ojos al verla. Pobriña. Qué falta de respeto. Ni lo subrayo en negrita, oye.
El paseo finalizó con unas fotos en los Italian Gardens, que son bonitos, sin más. Y al metro, dirección al hotel.
Recogida de maletas y directas a la estación de Paddington, a 3 minutos caminando del hotel. Allí compramos agua, qué cara es el agua en Londres, tomamos el Heathrow Connect y a las 18:00 horas estábamos en el aeropuerto. Nuestro vuelo salía a las 20:30 pero me gusta llegar con tiempo a los aeropuertos porque me gustan los aeropuertos, ese ir y venir de gente hacia su destino. Me gustan todos menos Heathrow, decidido, porque no es especialmente bonito y si a la entrada el control de pasaportes fue de película, el control de seguridad de regreso fue de ciencia ficción.
Entiendo las medidas de seguridad y las aplaudo, pero estuvimos más de hora y cuarto para pasar el control con un calor asfixiante y unos funcionarios de lo más antipático. Dio igual porque nuestro vuelo se retraso 45 minutos y así tuvimos tiempo de picar algo y mi hija de jugar un buen rato en la sala infantil, que además tiene buena wifi y enchufes para cargar el móvil.
Sin contratiempos aterrizamos en A Coruña sobre las 23:50 y a dormir que al día siguiente toca rutina y cole.
Visitas gratuitas del día: Horse Guards Parade, St. James´s Park, Diana Memorial Playground, Kensington Gardens.