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Salimos de París Montparnasse a las 8.19 horas de la mañana en un TER con destino a Chartres (16 euros por trayecto). Tarda en llegar una hora aproximadamente y hasta la primera parada va repleto.
Una vez en Chartres la estación está muy cerca del centro. Actualmente está en obras.
La ciudad nos recibe con lluvia, que se hará más intensa un poco después. Subimos una calle hasta llegar a una plaza adornada con las letras del nombre de la ciudad. Desde allí ya se obtiene una bonita perspectiva de la catedral, la joya de la villa. En la misma plaza hay una estatua dedicada a la Declaración del Hombre y del ciudadano y al otro lado un memorial a las guerras y a los caídos por la patria.
Seguimos subiendo para adentrarnos en el casco antiguo de la ciudad y llegar al edificio que por sí solo justifica la visita, la catedral.
El lugar más antiguo de la catedral es un pozo celta que vemos en la cripta. Parece ser que donde ahora se levanta este imponente edificio ya había en época celta un altar dedicado a la diosa madre.
Eso lleva a pensar en que por ese motivo se escogió posteriormente para el culto mariano, especialmente desde que Carlos el Calvo cediera en el siglo IX la reliquia de la Sancta Camisia. Pero vayamos por partes.
La construcción de la primera catedral data del siglo IV y se llamó de Aventino, por el primer obispo de la ciudad. Ese edificio primitivo desaparece cuando los visigodos, dirigidos por Hunaldo, duque de Aquitania, la queman y saquean. El siguiente edificio también acaba destruido, esta vez en el siglo IX a manos de los piratas vikingos. El obispo Gislebert lo reconstruyó y parte de esa iglesia se vería en la actual cripta.
En el año 876 Carlos el Calvo, nieto de Carlomagno, regala a la catedral la santa reliquia conocida como Sancta Camisia, Santa túnica o Velo de la virgen, que se supone que es el velo que llevaba María cuando nació el Niño. Esa reliquia hace que los peregrinos vayan a Chartres en masa.
Poco después, en el año 962, esa catedral también se destruye en el marco de la guerra que enfrentó a Ricardo I de Normandía con Thibault (Teobaldo) I de Blois, conde de Chartres, que llevaba el bonito sobrenombre de “El Tramposo”.
El cuarto edificio volvió a destruirse por un incendio en el año 1020. Fue entonces cuando el obispo Fulbert inició la construcción de la catedral románica. Pero… Sí, un nuevo incendio la destruye parcialmente en 1134 y en 1194 otro más deja sólo en pie las criptas, la fachada occidental y las torres. “Milagrosamente” el velo se salva (es lo que tiene que los monjes se escondieran con él en la cripta, donde el fuego no llegaba). También se salvó una vidriera, llamada Nuestra Señora de la Bella vidriera.
No tardaron en ponerse por la labor de construir la catedral de nuevo. La consagración tuvo lugar en 1260. Posteriormente, en el siglo XIV, se añadieron las vidrieras en la capilla de saint-Piat y en el siglo XV la capilla Vendome.
Como curiosidad debemos decir que en 1594 se consagró como rey Enrique IV, el único que escogió Chartres en lugar de hacerlo en Reims, como era costumbre. También en el siglo XVI se creó la flecha flamígera. En el siglo XIX un fuego quemó la techumbre de madera y se sustituyó por una de hierro recubierto en cobre. Se salvó de las guerras y también sus vidrieras, que son la joya de la catedral y son originales. En las dos guerras mundiales fueron desmontadas para protegerlas.
En cuanto al interior, conserva gran parte de su pintura original (marcas sobre las piedras, delimitándolas).
Empezamos la visita por la fachada occidental, frente a las dos torres, diferentes la una de la otra. La Torre Norte tiene base gótica primitiva del siglo XII coronada por una aguja flamígera del siglo XIII. En cuanto a la Torre Sur, es gótica y termina con una flecha más sencilla. El frontón es del siglo XIII. Debajo encontramos la llamada Galería de los reyes y justo debajo el rosetón, también del siglo XIII. Los ventanales son románicos del siglo XII. En cuanto a las puertas, reciben el nombre de Pórtico real y es la puerta principal del edificio. Presentaba 24 estatuas, de las que se conservan 19, y más de 300 pequeñas figuritas. A la izquierda arriba, en las dovelas, vemos los trabajos de los meses del año y los signos del zodíaco. En el tímpano, la ascensión de Cristo llevado por los ángeles con los apóstoles en el dintel. A un lado y a otro, columnas, personajes bíblicos y anunciadores del Mesías. En la puerta central las dovelas representan a ángeles y a ancianos del Apocalipsis. El tímpano muestra a Cristo en Gloria y símbolos de los 4 evangelistas. En el dintel están los apóstoles. En cuanto a la puerta de la derecha, en las dovelas hay 6 ángeles y las 7 artes liberales bajo la apariencia de 7 mujeres, acompañadas por una celebridad representativa de su arte. En el tímpano se representa a la Virgen con el niño venerada por dos ángeles.
El pórtico Norte, también llamado Pórtico de la alianza, tiene estatuas que representan escenas del Antiguo testamento y de la Vida de la virgen. En las dovelas hay episodios de la creación.
A la izquierda encontramos el advenimiento de Jesús, con la anunciación, la natividad, el anunciamiento a los pastores y la adoración de los Magos. En las dovelas, ángeles, vírgenes prudentes y vírgenes locas, virtudes y vicios. En el centro vemos el triunfo de la Virgen con un tímpano que representa a Cristo y a la Virgen sentados en los cielos, servidos por ángeles. En el dintel la Dormición y la Asunción. La estatua central es de Santa Ana llevando a la Virgen. A un lado y a otro vemos a patriarcas y profetas. El pórtico derecho representa la sabiduría. En el tímpano está el patriarca Job castigado por Dios y el Juicio de Salomón.
En cuanto al pórtico Sur, podemos decir que se consagra a la Iglesia.
Para terminar con el exterior, me queda hablar del tejado. El antiguo se quemó en 1836 y se sustituyó en 1837 por un armazón de cobre, que fue restaurado en 1997.
Ya en el interior, lo primero que nos llama la atención es lo grande que es. Se trata de la nave más grande de las catedrales francesas. También es muy alta. Por otra parte no podemos dejar de mencionar a las vidrieras, la auténtica joya de la catedral de Chartres. Tiene el conjunto de vidrieras más importante del siglo XIII que se ha conservado (si bien aún queda alguna del siglo XII, con su impresionante color azul cobalto que le dio fama mundial). En total hay 176 vidrieras que ocupan una extensión de 2600 metros cuadrados.
El rosetón Norte representa a la Virgen con el niño rodeada de ángeles, reyes de Judea y profetas. Debajo, en las vidrieras alargadas que reciben el nombre de lancetas, vemos a Santa Ana en la central rodeada de personajes del Antiguo testamento. A los lados del rosetón están las armas de Blanca de Castilla (el castillo) y de San Luis (la flor de Lis).
El rosetón Sur está dedicado a Cristo. Las lancetas representan a la Virgen con el Niño, a profetas y a los 4 evangelistas. Cerca del pórtico sur tenemos que destacar la presencia de Nuestra señora de la Bella vidriera, de la que ya he hablado.
El cuanto al rosetón Oeste, representa el juicio final. Las lancetas ilustran la Encarnación.
Otra de las cosas llamativas de la catedral de Chartres es el laberinto del siglo XIII que está en el centro de la nave y que normalmente sólo se descubre los viernes. Es una figura geométrica circular sobre las baldosas del centro de la nave, mucho más grande de lo que parece a simple vista. Se dice que quizás se trate de un camino al encuentro de Dios aunque la simbología y el misticismo lo rodean. Sería como un peregrinaje simbólico. Hoy en día aún hay gente que lo recorre. Nosotros lo hicimos aunque no hicimos el recorrido inverso porque teníamos delante a unos “iluminados” que iban allí a hacer meditación y tardaban mucho en moverse como si estuvieran ellos solos.
En cuanto al muro que rodea el coro, tengo que decir que es también muy bonito. Está completamente esculpido (tiene 40 grupos de 200 estatuas) y representa escenas de la vida de la Virgen y de Jesús. Es muy bonito el grupo de la Adoración de los Magos.
Desde luego se tiene que hablar del ya mencionado Velo de la Virgen, la reliquia que lleva siglos en la catedral. Se trata de una tela de seda de 5,35 metros por 46 cm que se dice llevaba la Virgen cuando dio a luz. Me abstengo de hacer comentarios porque cada uno supongo que podrá juzgar por sí mismo si es verdadera o una farsa. Se mantiene doblado dentro de un relicario del siglo XIX.
También tenemos que hablar de la talla de Nuestra señora del Pilar aunque un poco distinta de la de Zaragoza. Es una virgen tallada en madera de peral en el siglo XVI que una vez restaurada luce bastante bonita.
Si se coge la visita guiada (la hay en español y vale mucho la pena; dura una hora y media y cuesta 10 euros) se puede acceder también a las criptas, donde podemos ver algunos de los antiguos vestigios de la catedral como el ya nombrado pozo.
En cuanto a la ciudad, visitamos primero (gratis) el Museo de Bellas artes, detrás de la catedral. Se encuentra en el antiguo palacio de los obispos (siglo XV-XIX).
Otro de los museos que podemos ver en Chartres y que nosotros no visitamos es el Centro internacional del vitral, también muy cerca de la catedral. Se fundó en 1980 y sirve para ver cómo se fabricaban las vidrieras. Por lo que dijeron unos compañeros en la visita guiada en la catedral no se lo explicaron muy bien.
Bajamos después para ver la Iglesia de saint Aignan, muy bonita, la más antigua de Chartres, fundada sobre el año 400 por el obispo de la ciudad que se llamaba precisamente Aignan. Se incendió en el siglo XVI y se tuvo que reconstruir, quedando sólo un portal del siglo XIV. En la Revolución francesa se usó de prisión y de almacén de grano. Tiene vitrales de los siglos XVI y XVII. En cuanto a las pinturas que vemos hoy en día no son medievales como se podría pensar sino que datan del siglo XIX.
Continuamos hasta la Iglesia de san Pedro, la más importante de la ciudad después de la catedral.
Formaba parte de una abadía, la de la Saint-Pierre-en- Vallée, del siglo IX. Hasta el siglo XVIII fue la iglesia de ese monasterio y estaba rodeada por la muralla de la ciudad. Fue dañada por varios incendios y saqueada varias veces. El edificio que vemos ahora es de los siglos XII y XIII. Se están haciendo excavaciones arqueológicas.
Otra de las iglesias de la ciudad es la de san Andrés, “destruida”, junto al río y hoy centro de exposiciones.
En cuanto al ayuntamiento, es grande pero no es especialmente bonito.
Podemos destacar también los canales del río Eure que dan a la ciudad una estampa bastante bonita.
Yendo hacia la catedral encontramos la antigua casa de los cónsules donde vemos adosada una torrecilla con la llamada Escalera de la reina Berta, del siglo XVI. Tiene figuritas esculpidas con personajes diversos, animales fantásticos y ciertos motivos decorativos. Hace mucho tiempo formó parte del castillo de los condes y ahí vivió la princesa Berta de Borgoña que le da nombre, reina consorte de Francia entre 997 y 1003, esposa de Roberto II.
En cuanto a casas se refiere tenemos que hablar también de la más espectacular de Chartres. Recibe el nombre de Maison du Saumon y tiene unos impresionantes entramados de madera del siglo XV. Hoy en día alberga la oficina de turismo. Pero no es la única casa de entramado de la ciudad.
En cuanto a las murallas, no queda demasiado. Fueron destruidas.
Comimos en un local de comida china en el centro de la ciudad, también tiene comida para llevar.
Cogimos cada uno 3 rollitos de primavera de rellenos diversos, Javi ternera con champiñones negros y tallarines y yo pollo al curry con leche de coco y arroz tres delicias (cantidades muy grandes). De postre yo cogí fruta asiática y Javi una galleta almendrada. Nos costó todo 18 euros y fueron muy amables.
Ya de regreso en París fuimos a ver por fuera la altísima Torre de Montparnasse. Luego nos dirigimos al siempre precioso parque de Luxemburgo, el que dicen que es el más bonito de la ciudad, para relajarnos un rato y ver el edificio del Senado.
Continuamos hasta el Panteón, parando para tomar un helado en una de las tiendas de Amorino (3,50 euros).
Seguimos hasta la Sorbona y continuamos hasta adentrarnos en el bullicioso Barrio latino, lleno de restaurantes y de gente.
Ya cerca del Sena bajamos hasta el nivel del río para estirarnos en unas cómodas hamacas junto al agua con vistas a la Conciergerie para cenar unas quiches que compramos en Chartres.
Después de la cena seguimos hasta el Museo Georges Pompidour y de ahí a la elegante Place des Vosges, la Bastilla y el hotel.
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