Aprovechamos que el hotel estaba cerquita del Valle para dormir un ratito más, pero aún nos adelantamos y nos tocó hacer un rato de cola hasta que abrieron las taquillas (a las 9). El Valle de los Templos es enorme! Hay cuatro o cinco zonas separadas y algo alejadas entre sí (casi todas con su parking). La más importante está frente a las taquillas (entrada 10€), cruzando la carretera. Allí pudimos ver las necrópolis cristiana y bizantina, el impresionante Templo de la Concordia, el Templo de Giove o el de Hércules.
El Valle de los Templos: tempolos de Giunone, Giove y la Concordia
Saliendo otra vez del recinto y volviendo a las taquillas hay otra entrada que lleva al Templo de Vulcano y a los jardines de la Kolimbreta (entrada aparte, con degustación gratuita de higos chumbos).
Templo de Vulcano
Cogiendo ya el coche, nos acercamos a la parte del museo arqueológico, donde el museo se integra también dentro de alguna de las ruinas, como un curioso anfiteatro.
Estuvimos casi tres horas en el valle. Posiblemente se necesite bastante más para verlo todo con detalle, pero nos quedaba un largo camino por delante.
Nuestra próxima parada fueron los Mosaicos de Villa del Casale, en Piazza Armerina. Un complejo enorme con mosaicos romanos perfectamente conservados. Me encantó el de las señoritas en bikini, que imagino deportistas en aquella época. La visita quedó un poco deslucida porque una gran parte de la villa estaba cerrada por restauración, pero igualmente valió la pena.
Mosaicos de Villa del Casale
La muchachas en bikini...
La siguiente parada estaba muy cerquita de Piazza Armerina, y en este caso fue una recomendación de la Guía que llevábamos con nosotros. Paramos en Caltagirone para ver su impresionante escalera adornada con mosaicos. Una paradita rápida para admirar la escalera y volvemos a la ruta.
La escalera de Sta. Maria del Monte
La próxima parada era Siracusa, donde teníamos reservado hotel con la idea de ir a visitar y cenar a la cercana isla de Ortigia.
Nuestro hotel en Siracusa fue el Hotel Cavalieri. Este hotel se salía un poco de nuestro presupuesto, pero Ortigia es una zona muy turística y no encontraba nada que me gustara mucho por buen precio, así que este hotel tan moderno me sorprendió y me convenció de gastarnos los 124€ que costaba la noche. Está a solo unos metros del puente que une Siracusa con Ortigia, no tiene parking, pero hay bastante aparcamiento por alrededor y un parking público gratuito a unos metros.
Tras un breve descanso en el hotel, nos fuimos a ver Ortigia (con su centro histórico sin coches, sus palacios y sus tiendas) y buscar un restaurante para cenar. Habíamos leído que los restaurantes en las múltiples placitas, callejuelas, e incluso las escaleras de Ortigia, estaban bastante bien. Cenamos en una terraza en una de las plazas, pasta (como no!) y pez espada. Riquísimo, como todo lo que cominos en Sicilia. La verdad es que lo único que no nos gustó mucho fueron las pizzas, que, al menos en los dos sitios que las probamos, las hacen de masa muy gorda y algo harinosas. Nada que ver con las pizzas a la leña que habíamos comido en otras ciudades italianas como Roma o Venecia.
(Ah, de Ortigia no pongo fotos porque fuimos por la noche y salieron muy oscuras!!! )
Después de esta estupenda cena, solo quedaba ir a dormir...
El Valle de los Templos: tempolos de Giunone, Giove y la Concordia
Saliendo otra vez del recinto y volviendo a las taquillas hay otra entrada que lleva al Templo de Vulcano y a los jardines de la Kolimbreta (entrada aparte, con degustación gratuita de higos chumbos).
Templo de Vulcano
Cogiendo ya el coche, nos acercamos a la parte del museo arqueológico, donde el museo se integra también dentro de alguna de las ruinas, como un curioso anfiteatro.
Estuvimos casi tres horas en el valle. Posiblemente se necesite bastante más para verlo todo con detalle, pero nos quedaba un largo camino por delante.
Nuestra próxima parada fueron los Mosaicos de Villa del Casale, en Piazza Armerina. Un complejo enorme con mosaicos romanos perfectamente conservados. Me encantó el de las señoritas en bikini, que imagino deportistas en aquella época. La visita quedó un poco deslucida porque una gran parte de la villa estaba cerrada por restauración, pero igualmente valió la pena.
Mosaicos de Villa del Casale
La muchachas en bikini...
La siguiente parada estaba muy cerquita de Piazza Armerina, y en este caso fue una recomendación de la Guía que llevábamos con nosotros. Paramos en Caltagirone para ver su impresionante escalera adornada con mosaicos. Una paradita rápida para admirar la escalera y volvemos a la ruta.
La escalera de Sta. Maria del Monte
La próxima parada era Siracusa, donde teníamos reservado hotel con la idea de ir a visitar y cenar a la cercana isla de Ortigia.
Nuestro hotel en Siracusa fue el Hotel Cavalieri. Este hotel se salía un poco de nuestro presupuesto, pero Ortigia es una zona muy turística y no encontraba nada que me gustara mucho por buen precio, así que este hotel tan moderno me sorprendió y me convenció de gastarnos los 124€ que costaba la noche. Está a solo unos metros del puente que une Siracusa con Ortigia, no tiene parking, pero hay bastante aparcamiento por alrededor y un parking público gratuito a unos metros.
Tras un breve descanso en el hotel, nos fuimos a ver Ortigia (con su centro histórico sin coches, sus palacios y sus tiendas) y buscar un restaurante para cenar. Habíamos leído que los restaurantes en las múltiples placitas, callejuelas, e incluso las escaleras de Ortigia, estaban bastante bien. Cenamos en una terraza en una de las plazas, pasta (como no!) y pez espada. Riquísimo, como todo lo que cominos en Sicilia. La verdad es que lo único que no nos gustó mucho fueron las pizzas, que, al menos en los dos sitios que las probamos, las hacen de masa muy gorda y algo harinosas. Nada que ver con las pizzas a la leña que habíamos comido en otras ciudades italianas como Roma o Venecia.
(Ah, de Ortigia no pongo fotos porque fuimos por la noche y salieron muy oscuras!!! )
Después de esta estupenda cena, solo quedaba ir a dormir...