……Pero no aclaró. Seguía el cielo gris, y llovía a ratos. Desayunamos y a la hora convenida fuimos a la entrada del hotel a donde nos tenían que venir a buscar para comenzar el circuito. Nos encontramos con la familia malagueña de la víspera. Estaban muy desencantados. Ellos venían a pasar 10 días a ese hotel y no era lo que esperaban (playa pequeña, complejo no muy grande, etc.). Querían hablar con su agencia en España para intentar trasladarse a Riviera Maya. No entiendo como hoy en día, en el mundo de internet, haya quien se pueda confundir de tal manera a la hora de coger un hotel (o será que no conocen “los viajeros”).
El autobús llegó con casi 40 minutos de retraso. La tormenta tropical había anegado carreteras y tuvieron que cambiar varias veces el itinerario. Ay, ay, ay . El autobús continuó por hoteles de Cancún y después de Riviera Maya, en un interminable rosario de paradas para recoger a todos los componentes del circuito. Practicamente toda la mañana entrando y saliendo de hoteles. Por fin, montó el último viajero y empezó realmente el circuito.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Primera parada: Tulum. Ruinas Mayas que no tienen la importancia de otros enclaves pero que por su ubicación junto al mar y a unas espectaculares playas son muy visitadas. No pudimos ver el mar con ese azul turquesa con que aparece en los folletos turísticos, pero al menos la lluvia nos dio un descanso y nos dejó caminar tranquilos.
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No os puedo hablar de entradas o taquillas ya que era el guía el que se hacia siempre cargo del asunto y lo cierto es que a todos los lugares a los que fuimos entramos sin esperar apenas tiempo ni hacer colas. Suele haber taquilla especial para grupos y la espera para el grupo era siempre nimia (por mucha gente que hubiese en el monumento en cuestión).
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El guía, Jesús, (el gran Jesús) nos explicó las generalidades más importantes en torno a Tulum y sus diferentes restos arqueológicos. Ruinas no tan espléndidas como Uxmal o Chichen Itza y que proceden de una civilización maya en plena decadencia ya. Luego nos dio una media hora de tiempo libre para sacar fotos y pasear por nuestra cuenta. Una auténtica maravilla las playas de Tulum. También conocimos en Tulum a quienes iban a ser un acompañante fijo durante todo el viaje: las iguanas y los lagartos mexicanos.
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Tras gozar con las incomparables vistas de Tulum, nuestros estómagos empezaron a recordarnos que ya era hora de conocer otra parte fundamental del viaje a México: su gastronomía.
El bus paró junto a un restaurante al borde de la carretera y junto a un lago. Jesús, el guía, nos comentó que en el lago había grandes cocodrilos y que con un poco de suerte podríamos verlos tras la comida. Yo, que soy de naturaleza escéptica, pensé: “si, si eso se lo dirás a todos”.
Pasamos al comedor, muy pintoresco y típico, con vistas al lago y donde ya nos estaban esperando los camareros. Había preparado un pequeño buffet. En el circuito nos entraban los desayunos y cenas en el hotel, media pensión. Las comidas había que pagarlas en cada restaurante. Yo elegí arroz con frijoles, pollo a la pibil y cochinita pibil, todo muy rico y bien regado con una suave cerveza Sol.
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Tras comer, salimos a estirar las piernas, cuando uno de los compañeros del circuito dio un grito: “cocodrilos!!!”. Nos acercamos apresuradamente a la orilla del lago y allí estaban, enormes e inmóviles. No era un farol del guía!! Allí estaban!! Impresionantes!! Unas bestias de unos dos metros de largo a apenas unos metros nuestro. Aprovechamos para hacerles unas fotos y acercarnos con cuidado, con mucho cuidado a echarles restos de comida.
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Tras contemplar un rato los cocodrilos subimos al autobús, rumbo a Valladolid. El guía nos comentó que, efectivamente, teníamos sobre nosotros una tormenta tropical de nombre Dolly que estaba causando importantes daños en la provincia (ay, ay, ay ). Jesús explicó que para evitar la tormenta iba a cambiar en los días sucesivos el orden del circuito, sin quitar ni una visita, pero si cambiando el orden de las mismas, para esquivar el rumbo de la maldita Dolly. Sabia decisión, ya que salvo unas gotitas que nos cayeron cuando estuvimos en Uxmal, no sentimos practicamente los efectos de Dolly. Bien pues tras escuchar al guía y seguir una kilometrada más en bus, llegamos a Valladolid, ciudad colonial. Nos dejaron tiempo libre (una hora escasa) para curiosear.
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Visitamos por nuestra cuenta la Catedral de San Gervasio (muy modesta), el Parque Francisco Cantón Rosado y entramos en un edifico que estaba junto al parque y que albergaba una colección de cuadros y después nos dedicamos a callejear y entrar en alguna de las tienditas del centro.
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Como en otras ciudades o pueblos que visitamos a lo largo del circuito, en torno al centro (en esta caso el Parque Fco Cantón Rosado) hay mucha vida, comercio, gente, tráfico… pero en cuanto te alejas un poco, las calles son muy anodinas, sin apenas nada que ver.
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Vuelta al bus y rumbo a Mérida. Mérida iba a ser nuestro “campamento base” durante el circuito, cada noche íbamos a regresar a Mérida a pernoctar. Mérida, conocida popularmente como “la Ciudad Blanca”, es la capital del estado de Yucatán. El folleto de Iberojet aventuraba la posibilidad de que el hotel de Mérida fuese “El Conquistador”, en el Paseo de Montejo, la zona financiera de la ciudad. Pero no fue así, nos alojamos en “El Castellano”. A dos minutos andando de la Plaza Grande, centro neurálgico de Mérida. Sin lugar a dudas, mucho mejor situado que el previsto. Un hotel algo vetusto (no viejo, bien cuidado pero antiguo). Enorme habitación y vistas espléndidas a la ciudad de Mérida.
Vistas desde la ventana de nuestra habitación
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Cenamos en el buffet (que no era nada del otro mundo). Aunque la cena la teníamos incluida, las bebidas no estaban pagadas. En el hotel, un grupo folklórico ejecutó unos bailes mientras cenábamos. Tras la cena fuimos a dar un paseo por la Plaza Grande y al llegar, vimos que había muchísima gente congregada en torno a los soportales del Palacio Municipal. Nos acercamos y vimos que había bailes regionales también allí, la llamada “jarana yucateca”, que en realidad es el folklore típico de la zona de Yucatán, los mariachis son originarios de la otra punta de este gigantesco pais. En la jarana yucateca es típico bailar con una botella o bandeja sobre la cabeza
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Estuvimos viendo los bailes hasta que acabaron y después paseamos un poco por la plaza y alrededores, llenos de gente y con mucho ambiente. Vendedores ambulantes, turistas curioseando, lugareños paseando, mucha gente en las terrazas de bares de la zona de los Portales, puestos de marquesitas (una especie de gofres), niños correteando….Mucho ambiente!!
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Tras tomar la fresca, volvimos al hotel a descansar, que al día siguiente nos esperaban otro montón de kilómetros y varias visitas muy interesantes.