Hoy queríamos tomárnoslo un poco más relajado, pero nos quedaban muchas cosas por ver todavía. Bien temprano nos plantamos en la Catedral de St. Paul, donde usamos por última vez los 2x1, salvando 12.50 £. La audioguía (4£) no estaba incluida en el precio.
La catedral es una maravilla, imponente, muy recomendable. Y qué diferente, según la parte desde la que se mire, si desde el Puente del Milenio, desde el que se ve la cúpula, o desde la portada principal.
Detrás del altar nos llamó la atención las verjas Tijou y la capilla que conmemora a los soldados americanos destinados al Reino Unido durante la II Guerra Mundial; en la cripta están enterrados, entre otros, Lord Nelson, Wellington, Turner…
Pero lo que más nos gustó, como siempre, las alturas. En la foto se ven las tres posibilidades de subida: 257 escalones (dentro de la dificultad, son cómodos, porque son muy anchos) hasta la Galería de los susurros, donde se oye eso, susurros, todo el mundo susurrando y con la oreja pegada a la pared; a continuación, la Galería de piedra (ya vamos por el escalón casi 400) ofrece unas vistas de Londres maravillosas (¡vaya frío hacía aquí arriba!): a la izquierda, La Tate Modern, el Puente del Milenium, Parlamento y Big Ben, London Eye…
... a la derecha, el Pepino, Monument, Tower Bridge…
Todavía se puede subir un poco más, llegando a los 528 escalones, esta vez por unas escaleras metálicas muy estrechas, hasta la Galería Dorada.
El día se despejó, perfecto para pasear; nos fuimos hasta Marble Arch y entramos a Hyde Park. Es inmenso.
Allí pasamos varias horas, andando por la orilla del lago; tiene muchos puntos de contrastes.
Vimos el memorial-fuente a Lady Di, que no nos pareció gran cosa.En cambio, esta imagen sí.
Los jardines italianos que están casi en el extremo del parque, con sus fuentes y cisnes, son de una belleza excepcional.
A pesar del frío y de la humedad, estábamos disfrutando del paseo y de todo lo que encontrábamos.
La famosa estatua de Peter Pan se nos resistió, pero ¡por fin dimos con ella!
Llegamos hasta los jardines de Kensington, vimos el palacio por fuera (aunque llevábamos 2x1, no nos daba tiempo ya) y salimos del parque por Kensington Road hacia Knightsbridge. Pasamos por el descomunal Albert Memorial, monumento dedicado al marido de la reina Victoria.
Una de las esculturas que hay en el lateral:
La zona de los colleges, como el de música, es impresionante. Este es el Royal Albert Hall.
Por la tarde, al Natural History Museum, que vale la pena aunque sea solo por ver el edificio de terracota, que recuerda una catedral.
Entramos por la zona roja, por la curiosa entrada de las galerías de la tierra; de ahí pasamos a la zona verde, las galerías de la vida, y fuimos a parar al “central hall”, donde está el gran dinosaurio. Estaba llenito de gente. Una preciosidad el interior también.
Hicimos una cola enorme, de unos 45 minutos, para ver la zona de los dinosaurios y comprendimos el porqué de tanto atasco: al final hay un dinosaurio animado que ruge. Explican muy bien la vida de estos animales, su aparato digestivo, músculos, reproducción... Me quedé con muchas ganas de ver las demás zonas, tenían pinta de ser muy interesantes.
A la salida, en la estación de metro (creo que en la de South Kensington), otra cola monumental. Lo ponen los carteles, que debido a los visitantes de los museos de la zona, se suele colapsar. Parecíamos sardinas en lata. Casi es preferible ir a otra parada y coger el tube allí.
Dedicamos un rato a pasear por Nothing Hill, hasta que se nos hizo de noche y encontramos la famosa librería, “The travel bookshop”, de la película.
Desde aquí nos dirigimos a Oxford Street y por Charing Cross, ya por última vez, a Chinatown, a hacer las últimas compras y a despedirnos de Londres.
Por esta zona encontramos las tiendas de recuerdos más baratas. Cenamos en “Samurai Sushi”, en el 33 de Shaftesbury Avenue. Es un local pequeño, de comida rápida, en el sentido de que el sushi, sashimi… están envasados individualmente o por bandejas, aunque reponen los productos muy a menudo. Había también comida caliente.
Un último paseo por Soho y Picadilly Circus y ya con pena hacia el hotel, a por nuestros últimos 8 tramos de escaleras.
Al día siguiente dejamos Londres temprano. El bus de Terravisión nos llevó al aeropuerto en poco menos de una hora, pasando de nuevo por algunos de los lugares más emblemáticos de Londres: Abadía de Westminster, Parlamento, Tower Bridge…
La vida en Londres sigue, su población multirracial, sus vasos gigantes de café para llevar, sus buses rojos, sus parques, sus eggs and bacon (no beans, please), su Lady Di, su "mind the gap" en el metro, su omnipresente reina Victoria, sus cuervos y ardillas... y sus ocho tramos de escaleras... ¡Gracias por pasear por Londres con nosotros!
La catedral es una maravilla, imponente, muy recomendable. Y qué diferente, según la parte desde la que se mire, si desde el Puente del Milenio, desde el que se ve la cúpula, o desde la portada principal.
Detrás del altar nos llamó la atención las verjas Tijou y la capilla que conmemora a los soldados americanos destinados al Reino Unido durante la II Guerra Mundial; en la cripta están enterrados, entre otros, Lord Nelson, Wellington, Turner…
Pero lo que más nos gustó, como siempre, las alturas. En la foto se ven las tres posibilidades de subida: 257 escalones (dentro de la dificultad, son cómodos, porque son muy anchos) hasta la Galería de los susurros, donde se oye eso, susurros, todo el mundo susurrando y con la oreja pegada a la pared; a continuación, la Galería de piedra (ya vamos por el escalón casi 400) ofrece unas vistas de Londres maravillosas (¡vaya frío hacía aquí arriba!): a la izquierda, La Tate Modern, el Puente del Milenium, Parlamento y Big Ben, London Eye…
... a la derecha, el Pepino, Monument, Tower Bridge…
Todavía se puede subir un poco más, llegando a los 528 escalones, esta vez por unas escaleras metálicas muy estrechas, hasta la Galería Dorada.
El día se despejó, perfecto para pasear; nos fuimos hasta Marble Arch y entramos a Hyde Park. Es inmenso.
Allí pasamos varias horas, andando por la orilla del lago; tiene muchos puntos de contrastes.
Vimos el memorial-fuente a Lady Di, que no nos pareció gran cosa.En cambio, esta imagen sí.
Los jardines italianos que están casi en el extremo del parque, con sus fuentes y cisnes, son de una belleza excepcional.
A pesar del frío y de la humedad, estábamos disfrutando del paseo y de todo lo que encontrábamos.
La famosa estatua de Peter Pan se nos resistió, pero ¡por fin dimos con ella!
Llegamos hasta los jardines de Kensington, vimos el palacio por fuera (aunque llevábamos 2x1, no nos daba tiempo ya) y salimos del parque por Kensington Road hacia Knightsbridge. Pasamos por el descomunal Albert Memorial, monumento dedicado al marido de la reina Victoria.
Una de las esculturas que hay en el lateral:
La zona de los colleges, como el de música, es impresionante. Este es el Royal Albert Hall.
Por la tarde, al Natural History Museum, que vale la pena aunque sea solo por ver el edificio de terracota, que recuerda una catedral.
Entramos por la zona roja, por la curiosa entrada de las galerías de la tierra; de ahí pasamos a la zona verde, las galerías de la vida, y fuimos a parar al “central hall”, donde está el gran dinosaurio. Estaba llenito de gente. Una preciosidad el interior también.
Hicimos una cola enorme, de unos 45 minutos, para ver la zona de los dinosaurios y comprendimos el porqué de tanto atasco: al final hay un dinosaurio animado que ruge. Explican muy bien la vida de estos animales, su aparato digestivo, músculos, reproducción... Me quedé con muchas ganas de ver las demás zonas, tenían pinta de ser muy interesantes.
A la salida, en la estación de metro (creo que en la de South Kensington), otra cola monumental. Lo ponen los carteles, que debido a los visitantes de los museos de la zona, se suele colapsar. Parecíamos sardinas en lata. Casi es preferible ir a otra parada y coger el tube allí.
Dedicamos un rato a pasear por Nothing Hill, hasta que se nos hizo de noche y encontramos la famosa librería, “The travel bookshop”, de la película.
Desde aquí nos dirigimos a Oxford Street y por Charing Cross, ya por última vez, a Chinatown, a hacer las últimas compras y a despedirnos de Londres.
Por esta zona encontramos las tiendas de recuerdos más baratas. Cenamos en “Samurai Sushi”, en el 33 de Shaftesbury Avenue. Es un local pequeño, de comida rápida, en el sentido de que el sushi, sashimi… están envasados individualmente o por bandejas, aunque reponen los productos muy a menudo. Había también comida caliente.
Un último paseo por Soho y Picadilly Circus y ya con pena hacia el hotel, a por nuestros últimos 8 tramos de escaleras.
Al día siguiente dejamos Londres temprano. El bus de Terravisión nos llevó al aeropuerto en poco menos de una hora, pasando de nuevo por algunos de los lugares más emblemáticos de Londres: Abadía de Westminster, Parlamento, Tower Bridge…
La vida en Londres sigue, su población multirracial, sus vasos gigantes de café para llevar, sus buses rojos, sus parques, sus eggs and bacon (no beans, please), su Lady Di, su "mind the gap" en el metro, su omnipresente reina Victoria, sus cuervos y ardillas... y sus ocho tramos de escaleras... ¡Gracias por pasear por Londres con nosotros!
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