A levantarse temprano toca. La jornada de hoy nos tenía que llevar hasta algunas de las islas cercanas. Desestimamos la visita a Murano y decidimos llegarnos hasta Torcello y Burano.
Así que después del desayuno nos acercamos hasta piazzale Roma a coger uno de los numerosos vaporettos que te acercan hasta Fondamente Nuove. En nuestro caso fue el nº 51. El recorrido hasta Fondamente Nuove fue tranquilo y vistoso, ya que se pasa, tras dejar atrás el Gran Canal por la curva del vistoso Palacio Labia. Tambíen se pasa bajo el arco central del único puente que tiene tres arcos de la ciudad. El Ponte dei Tre Archi. Igualmente nos cruzamos con algunos remeros que aprovechan las aguas del Canale delle Sacche para practicar de cara a la Regata Storica que celebra el primer domingo de septiembre.
Sin más llegamos a Fondamente Nuove donde cogimos el Vaporetto LN que, tras superar las aguas de la laguna, nos tenía que dejar en Burano. Al subir, nos sorprendió ver diferentes esquelas con la foto del fallecido puestas por el barco. Al parecer es la forma que tienen para que la gente que utiliza esa ruta con asiduidad se entere de los fallecimientos de los vecinos de las islas más alejadas de Venecia.
Así que después del desayuno nos acercamos hasta piazzale Roma a coger uno de los numerosos vaporettos que te acercan hasta Fondamente Nuove. En nuestro caso fue el nº 51. El recorrido hasta Fondamente Nuove fue tranquilo y vistoso, ya que se pasa, tras dejar atrás el Gran Canal por la curva del vistoso Palacio Labia. Tambíen se pasa bajo el arco central del único puente que tiene tres arcos de la ciudad. El Ponte dei Tre Archi. Igualmente nos cruzamos con algunos remeros que aprovechan las aguas del Canale delle Sacche para practicar de cara a la Regata Storica que celebra el primer domingo de septiembre.
Sin más llegamos a Fondamente Nuove donde cogimos el Vaporetto LN que, tras superar las aguas de la laguna, nos tenía que dejar en Burano. Al subir, nos sorprendió ver diferentes esquelas con la foto del fallecido puestas por el barco. Al parecer es la forma que tienen para que la gente que utiliza esa ruta con asiduidad se entere de los fallecimientos de los vecinos de las islas más alejadas de Venecia.
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Después de pasar por delante de San Michele y hacer escala en Murano, el vaporetto siguió hasta Burano. Más o menos 45 minutos de recorrido entre Venecia y la isla de las casas coloreadas. Poco hay de comentar del trayecto. Fotos de rigor a Murano, al cementerio y a Venecia (por cierto que se adivinaba a lo lejos el campanile de San Marcos) y poquita cosa más.
Al llegar a final de trayecto, nos apeamos para pasar al vaporetto T que hace la ruta Burano-Torcello.
Torcello es una pequeña isla en la que habitan unas decenas de personas. Su atractivo principal son la catedral bizantina y la iglesia de Santa Fosca, a parte del campanile que no quisimos subir. También hay el conocido como trono de Atila. Al parecer el primero de los hunos utilizó este asiento de mármol como trono (en la tercera foto de abajo lo podéis ver a mano izquierda).
Al llegar a final de trayecto, nos apeamos para pasar al vaporetto T que hace la ruta Burano-Torcello.
Torcello es una pequeña isla en la que habitan unas decenas de personas. Su atractivo principal son la catedral bizantina y la iglesia de Santa Fosca, a parte del campanile que no quisimos subir. También hay el conocido como trono de Atila. Al parecer el primero de los hunos utilizó este asiento de mármol como trono (en la tercera foto de abajo lo podéis ver a mano izquierda).
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De la visita nos quedamos con buen recuerdo del gran mosaico del Juicio Final, así como del Mosaico del ábside donde aparece la Madonna del siglo XIII sobre un fondo dorado. Del resto, la verdad es que poco puedo decir, ya que decidimos volver hacia el vaporetto ir llegar a Burano.
En Burano el ambiente es mucho más animado. Pudimos pasear tranquilamente por sus calles y admirar los colores vivos que utilizan para pintar sus fachadas. El color da a la isla una aura especial. Los aldeanos, te explican entre risas que lo de los colores es debido a la niebla ya que es muy difícil acertar cuál es la casa donde viven, y por eso las pintan de colores diferentes para diferenciarlas y así cuando regresan los pescadores de su faena en el mar puedan encontrar sus casas sin más dificultad.
También entramos en diferentes tiendas que venden prendas hechas con encajes de hilo, aunque los precios prohibitivos nos privaron de comprar nada.
En Burano el ambiente es mucho más animado. Pudimos pasear tranquilamente por sus calles y admirar los colores vivos que utilizan para pintar sus fachadas. El color da a la isla una aura especial. Los aldeanos, te explican entre risas que lo de los colores es debido a la niebla ya que es muy difícil acertar cuál es la casa donde viven, y por eso las pintan de colores diferentes para diferenciarlas y así cuando regresan los pescadores de su faena en el mar puedan encontrar sus casas sin más dificultad.
También entramos en diferentes tiendas que venden prendas hechas con encajes de hilo, aunque los precios prohibitivos nos privaron de comprar nada.
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Una vez visitado la gran parte de la isla tomamos el barco de retorno a Venecia.
Llegaba ya la hora de comer y teníamos 2 sitios para visitar. Santi Giovani e Páolo o la iglesia de Santa María dei Miracoli. Nos decidimos por la última atraídos por las noticias que avalaban su preciosa fachada. Además, los venecianos tienen cierta predicación para casarse en esa iglesia, así que pensamos que bien valía la pena pasar.
Acertamos, ya que en el propio campo encontramos una tienda de máscaras artesanales que nos encandiló. Así que entramos a curiosear. Había de todo tipo, formas, tamaños y colores. Al final compramos una al estilo Casanova y otra Pierrot.
Pasamos por de Santa María dei Miracoli, la cual he de decir que tiene bien ganada su fama de bonita y nos encaminamos al Gran Canal, pasando por calles bastante ruinosas, para coger el vaporetto que nos acercara al Angelo a tomar unas pizzas pues ya teníamos mono.
Aprovechamos la ruta para llegarnos también al puente de la Academia. Así que hicimos fotos de esta zona del gran canal, con la Salute en plena restauración, pero con algunos de los palazzos ya restaurados y, mostrando así, sus mejores galas.
Llegaba ya la hora de comer y teníamos 2 sitios para visitar. Santi Giovani e Páolo o la iglesia de Santa María dei Miracoli. Nos decidimos por la última atraídos por las noticias que avalaban su preciosa fachada. Además, los venecianos tienen cierta predicación para casarse en esa iglesia, así que pensamos que bien valía la pena pasar.
Acertamos, ya que en el propio campo encontramos una tienda de máscaras artesanales que nos encandiló. Así que entramos a curiosear. Había de todo tipo, formas, tamaños y colores. Al final compramos una al estilo Casanova y otra Pierrot.
Pasamos por de Santa María dei Miracoli, la cual he de decir que tiene bien ganada su fama de bonita y nos encaminamos al Gran Canal, pasando por calles bastante ruinosas, para coger el vaporetto que nos acercara al Angelo a tomar unas pizzas pues ya teníamos mono.
Aprovechamos la ruta para llegarnos también al puente de la Academia. Así que hicimos fotos de esta zona del gran canal, con la Salute en plena restauración, pero con algunos de los palazzos ya restaurados y, mostrando así, sus mejores galas.
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Justo debajo del puente nos subimos al vaporetto que nos acerco a nuestro hotel. Esta vez preferimos bajar en Ferrovia, para poder pasar por el Ponte degli Scalzi y así completar la visita a los tres puentes que por el momento permitían cruzar el Gran Canal.
Al salir a la calle, de nuevo la lluvia había hecho acto de presencia, aunque no duró mucho rato. No nos dimos por rendidos y fuimos andando, y esta vez sin perdernos a la librería Aqua Alta.
Peculiar, curiosa, diferente, inusual... estos son algunos de los adjetivos que van que ni pintados para este establecimiento. Un cartel en la entrada dice que es la librería más bonita del mundo. Yo no diría tanto, pero lo que está claro es que es prima-hermana de la Shekespeare & Co. De París.
El nombre no es una frivolité del dueño, ya que al fondo de la librería hay una puerta que da directamente a uno de los canales, así es que cuando sube la marea, el agua entra irremediablemente dentro de ella. Pero bueno, no hay peligro para los libros. Al menos hay una góndola y una barca repletos de ellos por si las moscas.
Al salir a la calle, de nuevo la lluvia había hecho acto de presencia, aunque no duró mucho rato. No nos dimos por rendidos y fuimos andando, y esta vez sin perdernos a la librería Aqua Alta.
Peculiar, curiosa, diferente, inusual... estos son algunos de los adjetivos que van que ni pintados para este establecimiento. Un cartel en la entrada dice que es la librería más bonita del mundo. Yo no diría tanto, pero lo que está claro es que es prima-hermana de la Shekespeare & Co. De París.
El nombre no es una frivolité del dueño, ya que al fondo de la librería hay una puerta que da directamente a uno de los canales, así es que cuando sube la marea, el agua entra irremediablemente dentro de ella. Pero bueno, no hay peligro para los libros. Al menos hay una góndola y una barca repletos de ellos por si las moscas.
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No podíamos marchar sin hacer alguna compra. Así que nos quedamos la edición en inglés de los Itinerarios fantásticos y ocultos de Corto Maltes en Venecia. Un muy buen libro con rutas, leyendas y curiosidades de Venecia. ¡Lástima de no haberlo comprado antes de ir a Venecia! También nos quedamos con un par de libros fotográficos sobre la ciudad. Al ir a pagar, una última cosa fuera de lo común antes de abandonar la tienda. El gato del dueño saltó sobre a caja registradora y empezó a comer ya que su plato de comida estaba encima del mostrador. Ver para creer.
Estábamos relativamente cerca de Santi Giovanni e Paolo, pero preferimos caminar conocer un poco más esta zona del Castello, para acercarnos luego a Rialto y buscar un restaurante cerca del Gran Canal para cenar. Así que paseamos por Santa Maria Formosa. Al llegar por calle delle Bande entramos en una tienda de cuadros muy pintoresca. Nos quedamos con un par de cuadros pequeños. Uno que representa al Contarini del Bovolo y el otro a una góndola pasando por debajo del Ponte dei tre Archi. El día nos había cundido en cuanto a compras.
Llegamos, por fin al restaurante l’Omnibus, justo al lado del Gran Canal y a unos 250 metros del Ponte di Rialto. Nos decidimos por este restaurante ya que viajares1placer dio buenas referencias en su diario. Así que reservamos mesa y fuimos ligeros hacia el hotel para dejar las compras que pesaban lo suyo y también porque el cielo, una vez más, amenazaba lluvia.
Estábamos relativamente cerca de Santi Giovanni e Paolo, pero preferimos caminar conocer un poco más esta zona del Castello, para acercarnos luego a Rialto y buscar un restaurante cerca del Gran Canal para cenar. Así que paseamos por Santa Maria Formosa. Al llegar por calle delle Bande entramos en una tienda de cuadros muy pintoresca. Nos quedamos con un par de cuadros pequeños. Uno que representa al Contarini del Bovolo y el otro a una góndola pasando por debajo del Ponte dei tre Archi. El día nos había cundido en cuanto a compras.
Llegamos, por fin al restaurante l’Omnibus, justo al lado del Gran Canal y a unos 250 metros del Ponte di Rialto. Nos decidimos por este restaurante ya que viajares1placer dio buenas referencias en su diario. Así que reservamos mesa y fuimos ligeros hacia el hotel para dejar las compras que pesaban lo suyo y también porque el cielo, una vez más, amenazaba lluvia.
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Volvimos pasando por las callejuelas de Santa Croce para tomar el vaporetto en San Tomà y bajar luego en Rialto. El camarero que nos reservó la mesa se alegró al comprobar que llegamos 5 minutos antes de la hora concertada.
Estuvimos muy bien en la terraza. Con la mesa justo al lado del Gran Canal, de tal manera que si nos llega a caer algo, fijo que se iba directo al agua. Estuvimos bastante entretenidos viendo a los gondoleros como regateaban con los turistas, y viendo pasar embarcaciones de todo tipo.
Estuvimos muy bien en la terraza. Con la mesa justo al lado del Gran Canal, de tal manera que si nos llega a caer algo, fijo que se iba directo al agua. Estuvimos bastante entretenidos viendo a los gondoleros como regateaban con los turistas, y viendo pasar embarcaciones de todo tipo.
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Pedimos una jarra de prosecco y un combinado de gambas y pescado y otro de queso con tomate, además de un par de plaos de pasta que resultaron ser muy buenos. Estábamos a media cena cuando empezó a llover copiosamente. Los camareros, al ver que empezábamos a mojarnos, nos llevaron a una mesa más protegida por el toldo, así que pudimos acabar de comer sin más contratiempos.
Pagamos la cuenta y fuimos en busca de un par de helados (no se cuantos nos llegamos a comer durante estos días) y luego tras pasar por los alrededores de la Fenice, llegamos a Calle Larga XXII de Marzo donde hay muchas tiendas de marca carísimas. Al final de la calle nos metimos de nuevo en San Marcos ya que había un concierto. La verdad es que la música no sonaba muy bien que digamos, así que dimos una última vuelta y subimos por última vez al vaporetto, ya que era el último día en que podíamos usar el bono de transportes, y hacia el hotel, donde llegamos agotadísimos después de una jornada que nos había llevado desde las islas hasta las algunas de las calles más escondidas de la Venecia.
Pagamos la cuenta y fuimos en busca de un par de helados (no se cuantos nos llegamos a comer durante estos días) y luego tras pasar por los alrededores de la Fenice, llegamos a Calle Larga XXII de Marzo donde hay muchas tiendas de marca carísimas. Al final de la calle nos metimos de nuevo en San Marcos ya que había un concierto. La verdad es que la música no sonaba muy bien que digamos, así que dimos una última vuelta y subimos por última vez al vaporetto, ya que era el último día en que podíamos usar el bono de transportes, y hacia el hotel, donde llegamos agotadísimos después de una jornada que nos había llevado desde las islas hasta las algunas de las calles más escondidas de la Venecia.