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Para nuestro primer día completo en la Toscana, el plan era visitar Siena. Siena es una de las tres provincias que forman la Toscana, junto a Florencia y Pisa; por lo que es una de las ciudades principales.
El trayecto desde nuestro hotel eran unos 50 km, que tardamos 50 minutos en llegar ya que la primera parte es de carretera secundaria y después la autovía que llega a Siena tiene el asfalto bastante destrozado. Cuando llegamos a los alrededores, seguimos las indicaciones de Siena centro y acabamos aparcando en el sur de la ciudad, fuera de la muralla. Como en las anteriores, no se puede circular con el coche por dentro si no eres residente. Aunque ya sea una ciudad, las distancias siguen siendo muy cortas, así que seguramente aparcando en cualquiera de los parkings de la ciudad, la zona turística siga quedando bastante cerca.
Subimos por la Vía del Capitano, que lleva directamente a la Piazza del Duomo. Es muy pintoresco el detalle de las banderas en los balcones, representando cada uno de los barrios de la ciudad. Cada uno tiene un animal como símbolo y dan un colorido especial a las calles.
Ya en la Piazza, la primera visión del Duomo es una maravilla. En la mayoría de los sitios dicen que el de Siena es más bonito que el de Florencia. Por fuera tendría mis dudas pero por dentro indudablemente sí que lo es. Seguido fuimos a la taquilla a por las entradas. La entrada es conjunta para Duomo+Baptisterio+Cripta+Museo del Duomo, así que se amortiza bastante.
Empezamos por entrar al Duomo. El interior, hecho con mármol blanco y negro es espectacular, así como la cúpula y la representación de las caras de los Papas que hay en la hilera superior. También llama la atención una baldosa enorme en la entrada representando a la loba de la ciudad, rodeada por los animales que eran los símbolos del resto de ciudades importantes de Italia en la antigüedad.
Tras el Duomo, nos metimos en la Cripta. Es muy pequeña y por sí sola seguramente no merezca la pena, pero al ir en la entrada conjunta pues adelante. No permiten hacer fotos dentro.
Junto al puesto de venta de los tickets está la entrada al museo del Duomo. Tiene un par de pisos y hay gran variedad de figuras, cuadros y libros. A no ser que se sea un gran fan del arte, se puede hacer rápida la visita hasta llegar arriba, donde se monta la cola para poder salir al tejado exterior del museo. Nosotros estuvimos unos 20 minutos esperando. No creo que haya mucha gente porque no está indicado por ningún sitio que se puede subir, así que si no se sube hasta arriba del todo del museo no se ve la cola. Se sube por una escalera estrecha y se acaba saliendo a una pasarela que caben unas 25 personas. Las vistas son muy bonitas, quedando a un lado el Duomo y la plaza y al otro una panorámica de la Piazza il Campo vista desde lo alto.
También se puede observar como toda la edificación de Siena es similar, con los techos de teja antigua y las fachadas en tonos anaranjados, rosáceos y marrones. Para mí, y eso que no soy nada amigo de las alturas, es imprescindible subir a lo alto del museo en la visita.
Bajando por unas escaleras que llevan a la parte posterior del Duomo, está una plaza pequeña en la que se encuentra la entrada al Baptisterio. Es más sencillo que la catedral y se puede decir lo mismo que para la cripta, ya que la entrada es conjunta pues se entra a ver el interior pero para mí no tiene nada destacable. La visita a todo el conjunto del Duomo nos ocupó unas dos horas y media. Dependiendo del interés sobre todo por las obras del museo pues se puede tardar más o menos.
Hacia la una del mediodía bajamos para la Piazza il Campo. No hay ni dos minutos desde la plaza del Baptisterio caminando. La plaza seguramente no se pueda comparar en belleza con otras famosas como la Piazza San Marco de Venecia o Grand Place de Bruselas; pero tiene algo especial que la diferencia. El diseño inclinado en todas las vertientes de la plaza y su forma de semicírculo hacen de ella una plaza especial. En esta plazo se lleva acabo la carrera del Palio el 2 de julio y 16 de agosto de cada año, que es una carrera de caballos donde compite un representante de cada barrio de la ciudad y donde los caballos no llevan montura.
Nadas más llegar decidimos comer allí. En toda la parte del círculo está llena de pizzerías y restaurantes de pasta. Mucha gente opta por coger un trozo de pizza al taglio y sentarse en la zona inclinada de la plaza a comérsela. Nosotros optamos por sentarnos en una de las pizzerías y la verdad que no nos arrepentimos para nada.
Nos colocaron en primera fila de plaza, así que degustar las pizzas que por cierto estaban riquísimas, justo enfrente de la Torre Mangia de la plaza estuvo genial. Como íbamos bien de tiempo nos tomamos con mucha calma la comida. La verdad que es un sitio para sentarse con tranquilidad a pasar el rato.
En la Piazza, está la Fonte Gaia, pequeña y adornada con figuras de lobas y de mujeres. El Palazzo Publico es el edificio principal, unido a la Torre Mangia.
A la torre se puede subir, pero nosotros lo descartamos ya que es de pago y ya habíamos visto Siena desde lo alto en el museo. Por último, nos sentamos a pasar un rato en la zona inclinada de la plaza antes de retornar hasta el coche.
Hacia las 4 de la tarde salíamos de Siena. La segunda parada del día estaba camino hacia casa y ya habíamos pasado por su desvío por la mañana. Monteriggioni se encuentra a sólo 17 km de Siena por la autovía así que en menos de 20 minutos ya estábamos allí.
Monteriggioni es uno de los pueblos amurallados mejor conservados de la Toscana. Es mucho más pequeño que cualquiera de los que habíamos visto hasta ahora ya que tiene una calle principal que va de lado a lado y unos pocos callejones que salen de ella. Aparcamos en el parking de pago que hay en la entrada.
Por una escalera se llega a la rampa de entrada al pueblo. En este sí que la sensación es de estar entrando en un castillo medieval por lo bien conservado que está. La muralla tiene 14 torres de defensa en su estructura. Por la calle principal se llega en 50 metros a la plaza central, donde hay un par de restaurantes y alguna tienda de recuerdos.
El pueblo en sí es lo que vale la pena de ver. Es difícil encontrar algún pueblo más que esté tan parecido a como debía ser hace siglos. Estuvimos descansando un rato en unos jardines que hay, tomando un refresco.
Por toda la zona sur y norte de la muralla, han puesto unas pasarelas metálicas para poder subir y caminar como si fuésemos el vigía de la muralla. Se saca una entrada muy barata que sirve para subir a ambos lados de la muralla. Las vistas son muy buenas y por 2€ que valía, puedes darte un buen paseo por la muralla. La parada en Monteriggioni duró alrededor de una hora y media.
A eso de las 6 de la tarde arrancábamos hacia el hotel. Nos quedaban por deshacer 26 km de los que habíamos hecho por la mañana, así que en 35 minutos estábamos en el Antico Casale.
Esa noche optamos por cenar en nuestro hotel así que reservamos para las 9. Hasta la cena, pedimos un par de copas y una botella de vino blanco y nos sentamos en unas butacas que tenían junto a la piscina a disfrutar de la tranquilidad de estar en medio del bosque.
La cena estuvo muy bien; embutidos, quesos, vino, ensalada y carne. Muy completa y deliciosa. El punto final perfecto a un muy buen día.
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