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Decimosexto día - Martes 1 de octubre de 2013
Siguiente destino: ¡Angkor! El avión salía a las 11:45h, así que la mañana ya estaba perdia. Fuimos al aeropuerto y embarcamos destino Camboya. ¡Qué emoción!
Si bien Vietnam es un país en pleno desarrollo y el nivel de vida no es el europeo, la gente vive bien. Todos tienen su moto, su móvil y van bien vestidos y alimentados. No vimos mendicidad ni miseria. Camboya es otra historia. Camboya fue considerado un país tolerante, abierto y culto...hasta la subida al poder de los Jémeres Rojos de Pol Pot en 1975. Pol Pot instauró una república socialista y convirtió el país en una sociedad rural y analfabeta. Cometió unos de los mayores genocidios de la historia aniquilando cualquier rastro de intelectualidad y oposición, llegando a asesinar o enviar a los campos de reeducación a ciudadanos por el simple hecho de tener propiedades o llevar gafas. El régimen finalizó en 1979 con la invasión vietnamita pero dio comienzo a una guerra civil que duró hasta 1991. Desde entonces, Camboya ha tratado de modernizarse y estabilizarse, pero continúa siendo un país con grandes carencias y pobre, donde su mayor ingreso es el debido al turismo. No es raro encontrarse niños en horario escolar jugando en los charcos o gente sucia y malnutrida.
A pesar de todo esto, la gente de Camboya es educada y tranquila, en algunos momentos llegando a ser exaesperante. Se toman la vida con calma, y las prisas no van con ellos. Supongo que se nota la influencia tailandesa.
Extra point. Si queréis quedar bien en Camboya, saludad a la manera asiática a vuestro interlocutor al empezar y al acabar una conversación, es decir, juntando las palmas de las manos como si rezarais e inclinando el cuerpo ligeramente hacia delante a la vez que sonreís. Si decís "chum riep súo" (Hola) o "akún" (gracias) será un doble extra point
Desembarcamos a pie de pista, sin finger ni bus ni nada. El aeropuerto es muy pequeño, pero de los más bonitos que he visto...y he visto unos cuantos. Lejos de la arquitectura moderna que hace todos los aeropuertos iguales, éste era de planta baja, con vegetación, tejados triangulares y locales tocando música para dar la bienvenida.
Recogimos las maletas y hicimos una larga cola para tramitar y pagar el visado. Cambiamos euros por rieles. A la salida tendríamos un taxi esperando para llevarnos al Retreat Ville, un hotel pequeño tipo boutique con bungalows y piscina. Así que esperamos, esperamos y esperamos...pero nadie llegó a buscarnos. Cansados, cogimos un taxi con la firme decisión de pasarle la factura al hotel y cantarle las cuarenta. Pero cuando llegamos al hotel, entramos y estaba...abandonado. Estaba todo abierto, pero no había nadie en recepción ni en la piscina. Era como si todo el mundo hubiera salido corriendo…Hay que decir que un par de días antes de salir, el contacto del Retrat Ville nos había enviado un correo preguntando el número de vuelo y dándonos la bienvenida.
El taxista, muy amable, nos dijo que nos llevaría a otros hoteles similares. Al final nos decidimos por el Prince d’Angkor, que nos costó un riñón y medio. Con el disgusto que llevábamos encima y la rabia de haber sido engañados, nos quedamos sin ganas de mucho más. Habíamos pensado ir en tuktuk a Angkor el día siguiente, pero nos sentimos en deuda con el taxista y ya que se ofreció, pactamos con él hacer las visitas.
Cuarta lección: todos los taxistas que os recojan en el aeropuerto se ofrecerán para haceros de chófer a Angkor. En nuestra opinión no vale la pena y sale mucho más caro. Mejor un tuktuk que podéis coger justo a la salida de vuestro hotel; si queréis rizar el rizo, salís del hotel y fingid indiferencia...no vayáis directamente a ellos. Cuando uno se acerque, negociad, però que empiecen ellos.
Añado que al volver a Barcelona, por curiosidad miré en Booking y el hotel ya no admitía reservas, pero escribí un correo a Booking para informarles qué había pasado por si tenían que tomar medidas. La sorpresa positiva fue que Booking se disculpó (¡ellos no tenían culpa alguna!), nos pidió facturas de los "gastos extra" y nos indemnizaron no con la totalidad pero si con algo. ¡Un 10 para Booking!
Para animarnos un poco, bajamos a la piscina del hotel, que sea dicho era un hotel impresionante y descansamos un poco antes de ir al centro. Al cabo de un rato cogimos un tuktuk y fuimos a Pub Street para dar un paseo. Antes, nos enteramos que en el mismo hotel se podía comprar un billete de autobús a Phnom Penh, así que tomamos nota ya que teníamos que ir ahí para coger el vuelo hacia Barcelona el día 4.
En ese momento ya nos dimos cuenta que había sido una mala idea cambiar rieles, ya que el dólar era mucho más práctico. Dimos una vuelta por el centro: vimos un mercado cubierto y echamos el ojo a un par de restaurantes donde cenar.
Y entonces buscamos algo que a Laura y a mi nos apetecía un montón. Un masaja de pies de peces garra rufa. Son pequeños peces que se alimentan de callos y piel muerta y que están en estanques donde puedes sentarte y meter los pies dentro. Hace un agradable cosquilleo y es una de las atracciones turísticas de Siem Reap. Muy guiri, pero muy recomendable. Por 5000 rieles cada uno pudimos tener un masaje de 20 minutos más una lata de refresco.
De todos modos, vimos que al cabo de diez minutos de masaje empezaba a llover de forma torrencial. Afortunadamente estábamos bajo cubierto, pero teníamos que pensar un plan. A la que vimos un tuktuk, lo paramos y pactamos un precio para ir al Prince d’Angkor. Nos pidió 20000 rieles, que nos pareció excesivo comparándolo con el precio de la ida, así que rebajamos a 10000 y coló. Así que el conductor empieza a darle y vemos como se aleja de la ciudad. Oye...hemos dicho “Prince d’Angkor”, ¿sabes dónde está? ¡No es por ahí! El tío había entendido Princess d’Angkor, que estaba mucho más lejos. Dio la vuelta y nos dejó en el Prince d’Angkor. Claro, se enfadó y nos pedía 20000. Después de un tira y afloja, le dimos 15000 y aun enfadado, le dejamos ahí.
Estábamos mojados. Fuimos a la habitación, ducha caliente y ropa seca. En un rato, ya repuestos, bajamos y reservamos las dos siguientes noches en el Lotus Blanc, uno de los hoteles que ya habíamos considerado pero que quedó finalista. Volvimos al centro para cenar. Comimos genial en un restaurante de Pub Street, aunque estaba muy lleno y con mucho ruido. Volvimos al hotel asegurándonos que nos entendía y a dormir.
Decimoséptimo día - Miércoles 2 de octubre de 2013
Habíamos quedado con el guía a las 8h, para aprovechar el día. Ahí estaba puntual.
Los templos de Angkor son sin duda una maravilla del mundo comparables con las Pirámides, la Gran Muralla o el Machu Picchu. Si se puede, hay que ir al menos una vez en la vida. Angkor es la antigua capital del Imperio Khmer y en su época más esplendorosa llegaron a vivir ahí más de un millón de habitantes. Mucho más que cualquier ciudad europea de la época. Hay centenares de templos que forman un conjunto monumental declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Primera parada, Bayón, o el templo de las mil caras. No había mucha gente, así que pudimos disfrutar con tranquilidad de la visita. Fuimos después a Ta Prohm, muy famoso por ser el escenario de Tomb Raider. Ahí la vegetación ha causado estragos y las raíces de los árboles entran literalmente dentro de las rocas formando una combinación espectacular.
El guía nos llevó a comer a un restaurante de dudosa calidad, aunque el único de por ahí, y después nos fuimos a Angkor Wat, el mausuleo de Suryavarman II. Se trata del templo palacio más grande y espectacular y su silueta es la que aparece en la bandera de Camboya, con sus tres torres.
A media visita empezó a llover como pocas veces habíamos visto. En pocos minutos acabamos empapados, como si hubiéramos caído en una piscina. Tuvimos que ir a buscar el guía para que nos dejara en el Lotus Blanc. Ahí le dijimos al guía que no contara con nosotros para el día siguiente; el recorrido nos lo cobraba a 35 USD, y un tuktuk nos podía salir por menos de la mitad. Otra ducha caliente y ropa seca. Cenamos en el hotel.
Decimoctavo día - Jueves 3 de octubre de 2013
Pràcticamente último día del viaje. Desayunamos genial y salimos en busca de un tuktuk para completar la visita a Angkor. Teníamos mucho pendiente empezando por Angkor Wat, así que ese fue nuestro primer destino.
Después pedimos al conductor que nos llevar al templo de la montaña, Phnom Bakheng. Había que caminar un poco, pero el paisaje valía la pena. Cuando llegamos arriba de todo, estábamos casi solos, y las vistas eran fantásticas.
Cuando ya nos íbamos vimos a dos caras familiares. !Eran Jaume y Cris, que habíamos conocido en el viaje a Ninh Binh hacía una semana! Nos pusimos al día pero tuvimos que irnos ya que empezaban a caer gotas de nuevo. Aceleramos el paso pero no hubo nada que hacer: una lluvia torrencial nos atrapó de nuevo y quedamos mojados...otra vez.
Así que al hotel, y lo de siempre. Ducha caliente y ropa seca. Comimos ahí mismo y mientras Laura descansaba, yo me fui al Prince d’Angkor para comprar los billetes de autobús a Phnom Penh del día siguiente.
Esa tarde fue de relax, no podíamos más. Cenamos en el hotel y a dormir.
Decimonoveno y último día - Viernes 4 de octubre de 2013
Poco dio de sí ese dia. Nos despertamos, desayunamos e hicimos el check out. Teníamos que ir a buscar el autobús.
El trayecto resultó ser una pesadilla de cinco horas por carreteras de cabras, esquivando obstáculos y adelantando por la derecha y por la izquierda. Eso sí, todo en línea recta.
Por la tarde llegamos a Phnom Penh. Cogimos un tuktuk y nos fuimos al aeropuerto. Fin del viaje, sólo quedaba embarcar y dejar pasar las horas.
Por cierto, el accidentado viaje de Siem Reap a Phnom Penh no era necesario. Al volver a Barcelona descubrí con horror que Qatar Airways volaba de Seam Reap a Barcelona con escala en Ho Chi Minh y Doha
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