Por fin habíamos llegado al famoso Third Bridge, que era otro de esos puentes con apariencia poco fiable que hace unos años perdió la parte final y ahora es, digamos, medio puente, con lo que hay que atravesar agua sí o sí. Nuestro amable vecino en Xak nos había dado un consejo: no cruzar recto sino que teníamos que irnos ligeramente a la izquierda (mirando hacia el camping, es decir, en el sentido que íbamos). Esto era porque por lo visto la parte central es la más profunda. En realidad no estoy segura de si es un buen consejo o no (porque lo que hicimos fue inclinar el coche, con la parte derecha del conductor por el centro y la izquierda del copiloto por la izquierda, más elevada), pero así lo hicimos y no tuvimos problema. Así se veía el charquito y el puente desde el lado del camping:
Third Bridge
A las 10:45 estábamos en recepción, nos asignaron una parcela (esta vez sin vecinos sorpresa, por el momento), y en menos de una hora ya estábamos comidos y listos para salir andando. Como era pronto, pensamos que merecería la pena ir al Mboma y hacer el paseo en mokoro esa tarde, aunque nuestra idea original era hacerlo a la mañana siguiente bien temprano. El problema de ese plan era que después teníamos que llegar a Maun, que son entre 5 y 6 horas, antes de las 3 de la tarde para el vuelo escénico, y se nos hacía un poco apretado todo. Fuimos a recepción a preguntar cuánto podíamos tardar en llegar hasta Mboma y si sabían decirnos hasta qué hora hacían los paseos, y la señora que había allí en ese momento poco menos que nos ignoró. En general tengo que decir que la gran mayoría de personas que nos hemos encontrado trabajando en los parques no nos han parecido la amabilidad personificada precisamente, aunque siempre había excepciones.
Había leído mucho sobre los caminos de Mboma: que si son duros, que si es fácil perderse… lo primero es cierto, sobre todo los primeros kilómetros que son de arena profunda y muy bacheada, con lo que no puedes ir rápido porque te cargas la suspensión, e incluso yendo despacio parece que vas en un barco a punto de zozobrar. Son baches que mueven el coche de lado a lado, incluso con muy poca velocidad, y parece que enseguida coge inercia y el balanceo crece exponencialmente. Son un horror, para qué os voy a engañar. Lo segundo no nos pareció cierto. Yendo con GPS, o por lo menos cuando fuimos nosotros que estaba todo sequísimo, sería difícil perderse. Hay un camino principal que recorre la isla haciendo un recorrido circular, y el embarcadero está en el extremo norte. Por el camino nos cruzamos con un par de coches, y vimos algunos animales, sobre todo jirafas y algunos antílopes.
Jirafas y su comida favorita (pinchos incluidos)
Tssebes
Hacía muchísimo calor, así que íbamos muy atentos a las sombras en el suelo debajo de los árboles por si veíamos algún león descansando, pero no hubo suerte. Desde el día anterior en el camping de Xak habíamos observado una especie de nube blanca enorme, como de humo, que desde Xak se veía a lo lejos y ahora íbamos viendo cada vez más cerca, hasta que a unos 5km del embarcadero nos encontramos de frente con el incendio que arrasaba la parte norte de Mboma y cortaba el camino. No podíamos seguir, o mejor dicho no quisimos seguir. Entre todo ese humo se veían llamas a pocos metros del camino, y sin saber qué había al otro lado nos parecía bastante imprudente meternos allí.
Incendio en Mboma
Nos tuvimos que dar la vuelta, plenamente conscientes de que nuestras opciones de mokoro se habían esfumado. La verdad es que fue un palo porque era una de esas cosas que nos hacía mucha ilusión del viaje, pero a veces estas cosas pasan y hay que aceptarlas. Lo que no estaba dispuesta a aceptar era que la inútil de recepción no me hubiera avisado cuando le dije que íbamos hacia allá. Dimos media vuelta y muy cabreada me planté en recepción a pedirle explicaciones. Había otro señor con ella que me dijo que efectivamente se habían enterado del incendio esa mañana, y me pidió disculpas por su compañera, que estaba allí delante mirándome impasible, con cara de “me importa tres cojones lo que me estás diciendo”. Le dije que hubiera estado muy bien saberlo, no perder el tiempo y haberlo dedicado a otro sitio, y que básicamente me parecía una maleducada y una inútil. Obviamente no conseguí nada. Mejor dicho, lo que conseguí (creo) fue que nos colaran un 4x4 con 4 alemanes en nuestra parcela esa noche. Menos mal que eran majos y hasta nos ofrecieron una cerveza cuando nos conocimos esa noche.
En fin, como aún teníamos tiempo nos metimos otra vez al coche y esta vez fuimos hacia el sur, hacia el primer y segundo puentes por la ruta sur de Mboma. Yo pensaba que quizás los animales estarían más concentrados allí, huyendo del fuego, pero no tuvimos suerte. Alguna jirafa, alguna cebra, algún tssebe, algún hipo. Eso fue básicamente lo que vimos ese día. Llegamos hasta el primer puente. Ni el primero ni el segundo puentes tenían agua, y luego nos dijeron que eso era bastante raro, porque normalmente no están secos. En el primer puente nos dimos la vuelta y el recorrido hasta el camping lo hicimos sin parar y relativamente rápido, así que en media hora estábamos de vuelta en Third Bridge, aunque la ida nos llevó dos horas. Cuando llegamos ya eran las 5, y teníamos a nuestros nuevos vecinos alemanes. Estuvimos hablando con ellos e intercambiando consejos, porque íbamos en sentidos contrarios. Esa noche hicimos un fuego bien grande entre todos para asar nuestra carne porque habíamos oído hablar de las hienas de Third Bridge y ninguno teníamos especial interés en un encuentro nocturno con ellas. El fuego de Mboma se veía increíblemente bien esa noche, y más cerca de lo que me hubiera gustado. Como tampoco te dan ninguna información ni te dicen en qué estado están las cosas, al final no sabes muy bien qué está pasando y te sientes un poco vendido.
A la mañana siguiente salimos del camping tempranito, a las 6:45, sabiendo que no merecía la pena intentar llegar al embarcadero de nuevo. Incluso aunque el fuego estuviera extendido, tampoco nos apetecía mucho navegar entre todo el humo que aún se veía a lo lejos. Resignados a prescindir del mokoro, decidimos aprovechar el camino hasta la salida del parque por South Gate al máximo, desviándonos hacia Xini Lagoon y las Black Pools. Teníamos el dilema que ya tuvimos en Chobe: si salíamos más tarde de las 11 de la mañana tendríamos que pagar un día extra de tasas en South Gate, pero teníamos que estar antes de las 3 en Maun. Teniendo en cuenta que entre South Gate y Maun hay por lo menos 2 horas (aunque eso no es real, como luego os explicaré), eso significaba que como máximo íbamos a aprovechar dos horas extra en el parque pagando un día entero de tasas. Decidimos que si lo que viéramos en Black Pools merecía la pena (porque teníamos muy buenas referencias de ellas), apuraríamos el tiempo al máximo y pagaríamos el día extra.
Hippo pool cerca de First Bridge
Cebras en procesión
Pues bien… Xini Lagoon estaba absolutamente seca. Sequísima. Ni qué decir tiene que no vimos nada por allí. Un poco decepcionados, nos metimos al desvío de las Black Pools, todavía esperanzados de ver un último león antes de salir del parque. Aquí nos pasó algo divertido: nada más coger el desvío a las Black Pools (que por cierto, no salían los caminos en el gps así que íbamos guiándonos con el Shell), nos cruzamos con un coche de esos guiados que salía de allí. Debía llevar como 6 ó 7 turistas. Les preguntamos que qué tal estaban los caminos, y que si habían visto algo interesante, y si merecía la pena llegar a las Pools o si mejor nos dábamos la vuelta. El conductor nos empezó a decir que “bufff, todo estupendo, mogollón de antílopes, muy bonito, blablablá”, mientras a la vez una de las chicas de atrás nos hacía gestos muy claros de “no os molestéis, es una mierda, mejor os dais la vuelta”. Nos quedamos un poco flipados, pero dijimos que ya que estábamos, llegaríamos al final. Quién sabe, igual teníamos suerte. Pues tuvimos suerte, sí, pero mala. No solo no vimos absolutamente nada (todas las charcas que visitamos, Hippo, Mogogelo, Sausage, Gwara, estaban sequísimas), sino que encima y para rematar nuestra estancia en Moremi pinchamos nada más pasar un grupo de 3 ó 4 elefantes que estaban bloqueando el camino y a los que habíamos tenido que dar 10 minutos para pasar porque no parecían muy contentos de vernos. Habíamos decidido que saldríamos del parque a las 11, pero este pinchazo nos rompió los planes. No tardamos mucho en cambiar la rueda (no era arena profunda ni nada, y a estas alturas ya éramos expertos), pero entre vigilar que no se acercara un elefante y con el calor y la solana que hacía al final eran las 11:15 cuando salimos por South Gate. Afortunadamente la chica que había allí parecía maja y no pareció importarle que nos hubiéramos pasado de tiempo (aunque yo estaba de polvo hasta arriba y dispuesta a explicarle nuestro percance). Os podéis imaginar que a partir de ese momento nuestro nivel de preocupación por las ruedas se disparó, porque no nos quedaban ruedas de repuesto y todavía teníamos que llegar a Maun.
Así acababa nuestra estancia en Moremi, mucho menos fructífera de lo que nos hubiera gustado, pero supongo que no se puede tener todo y tampoco podíamos quejarnos porque a lo largo del viaje habíamos visto todo lo que queríamos, incluso licaones! A las 11:45, después de ir al baño a quitarnos un poco el polvo y de disfrutar de una buena coca cola (creo que nunca las he disfrutado tanto como en este viaje), por fin abandonamos Moremi.