La Beira Interior, como se conoce a esta región portuguesa, atesora grandes espacios naturales como la Serra da Estrela, también pequeñas aldeas en las que parece que el tiempo de detuvo hace siglos y ciudades con gran patrimonio artístico y cultural como es el caso de Guarda. La ciudad se encuentra relativamente cerca de la frontera con España, a unos 40 kms y su nombre significa "protector".
Con sus 1056 metros de altitud Guarda ostenta el título de la ciudad más alta de Portugal aunque también es conocida como la "ciudad de las cinco F": Farta, Forte, Fria, Fiel y Formosa - abundante, fuerte, fría, leal y hermosa. Aquí es donde pasamos nuestro tercer día. A pesar de que se encuentra algo alejada de nuestro alojamiento ( una hora) queremos aprovechar para descubrir esta bella ciudad medieval.
Visitar su centro histórico os llevará tiempo pues posee varios lugares destacados. Mi recomendación es que os dejéis llevar por vuestros pies y recorráis sus estrechas calles en las que encontraréis murallas, torres, casonas, varias iglesias, la judería o los restos del castillo que defendía la ciudad. Su recinto histórico de época medieval, fundado por Sancho I, rey de Portugal en el siglo XII, se conserva bien a pesar de haber sufrido muchos cambios a lo largo de su historia.
Accedemos al centro histórico de Guarda a través de la Puerta y Torre de los Herreros, una de las dos torres del recinto amurallado que aún se conservan en pie a través de la cual llegamos hasta la Plaza de Luís de Camões, la antigua Plaza Vieja de Guarda que alberga los edificios administrativos más importantes como el ayuntamiento y lugares religiosos, como la catedral o Sé.
La plaza tiene un verdadero sabor popular con edificios tan notables como el Solar dos Póvoas, una casa noble del siglo XVIII con una bellísima galería en su primer piso que actualmente es la oficina de turismo. Otra construcción destacable de la plaza son los antiguos Paços do Concelho, el viejo ayuntamiento del año 1570 con su fantástico pórtico de estilo renacentista y sus blasones que representan el escudo de armas de la ciudad y del reino. La parte superior del edificio está coronada por gárgolas en forma de cañón con esferas armilares y urnas. No os marchéis de la plaza sin tomar algo en las terrazas bajo los arcos del siglo XVI, es una delicia.
La visita a la Sé de Guarda es parada obligada sobre todo porque os permitirá subir a las torres y tejados desde donde se obtienen unas vistas privilegiadas de la ciudad. La construcción de la catedral comenzó en el año 1390 pero no fue finalizada hasta principios del s. XVI por lo que los estilos gótico y manuelino se mezclan en ella dando lugar a un conjunto muy armonioso. Desde lo alto de sus muros se pueden admirar pináculos, aguja y sus gárgolas. En el interior destaca el altar mayor con unas bellísimas esculturas en piedra de João de Ruão que representan personajes del Antiguo y el Nuevo Testamento.
Salimos de la plaza para dirigirnos a otro de los accesos amurallados de la ciudad, la Puerta d'el Rey que nos acerca al barrio judío. Os recomiendo visitarlo con calma prestando atención a todos los detalles y símbolos hebreos grabados en la piedra. La judería de Guarda llegó a albergar una comunidad de más de 800 judíos provenientes principalmente de nuestro país en el siglo XV. Allí nos encontramos con la Iglesia de San Vicente, hoy una reconstrucción de la original de estilo barroco con su bonita fachada y sus dos torres.
La calle Francisco de Passos o calle Derecha era el eje principal de la ciudad medieval y estaba repleta de comercios. En vuestro recorrido descubriréis bonitas fachadas con gárgolas de cañón y alguna ventana manuelina adornada. Al final de la calle os toparéis de nuevo con la muralla y un bonito mirador. La calle del Torreón os llevará a la Torre Vieja, los restos de un primitivo castillo románico ubicado en un antiguo complejo militar muy cerca de la muralla y de la Puerta de la Hierba del siglo XIII. A poca distancia, pero ya extramuros, se halla la monumental Iglesia de la Misericordia de estilo barroco con una espléndida fachada.
Continuando por esa misma calle se encuentra el antiguo Palacio Episcopal y Seminario de Guarda del s. XVII en estilo Chão (un estilo arquitectónico portugués de formas austeras) donde volvemos a ver gárgolas con forma de cañón. Hoy en día está ocupado por el Museo de Guarda y el Palacio de la Cultura.
Aparte de las que nos ofrecen los tejados de la catedral las mejores vistas de Guarda se obtienen subiendo a los restos de la fortaleza defensiva llamada Alcáçova, un palacio fortificado del s. XIII donde residía el alcalde con su familia y servía también de acuartelamiento militar. Sólo ha quedado en pie la Torre del Homenaje y constituye el punto más alto de la ciudad.
Tras una rápida comida volvemos al Parador a descansar del calor tan terrible en la piscina del hotel. La cena fueron un par de bocadillos en la terraza del parador porque estábamos agotados de la visita a Guarda.